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sábado, 27 de febrero de 2016

La Noche De Las Bestias - Parte I

LA NOCHE DE LAS BESTIAS



         Olivia cruzó el amplio vestíbulo del Hilton manteniendo una pose altiva y relativamente discreta mientras se dirigía al lujoso mostrador del hotel. Algunos huéspedes levantaron sus cabezas para verla pasar. Era una mujer exquisitamente atractiva. Vestía un vaporoso vestido de gala gris a juego con unos penetrantes ojos fríos y analíticos. Su larga melena rubia platino contrastaba con una piel ligeramente acaramelada por el sol del verano y unos sabrosos labios del color del carmín estaban en perfecta armonía con un rostro de belleza clásica.


A pesar de usar unos altos tacones de fiesta la mujer avanzaba con confianza y seguridad hasta encontrarse frente al boquiabierto joven del turno de noche en la recepción del hotel.

- Buenas Noches. Mi nombre es Olivia. Creo que tiene un mensaje para mí.

El joven, después de algunos segundos, empezó a moverse de un lado a otro buscando un papel que su encargado le dijo que guardara.

- Aqu… aquí ti…tiene. – Tartamudeó el joven, nervioso.

Olivia agarró el papel que le tendió el joven. Habitación 2101; 22:00h.

- Buenas noches. – Dijo Olivia, antes de dirigirse al ascensor. Al entrar, miró los pulsadores de los diferentes pisos y marcó el 21.

Mientras subía el ascensor, Olivia pensó que este era uno de los trabajos más raros que le habían dado. Había conocido de todo estos últimos 4 años, pero era la primera vez que habían existido tanto secretismo antes de ver a un cliente.

Las puertas del ascensor se abrieron y Olivia salió al amplio pasillo acristalado. El London Eye se veía precioso completamente iluminado y aun a tanta altura se podía distinguir a los transeúntes pasear por Queen’s Walk. Hace años que no salgo a dar un simple paseo…

Miré el reloj; 21:59h. Es la hora.

Olivia se acercó a única puerta de la planta. Vaya, la habitación presidencial... Cuando el reloj marcó las 22:00h llamó a la puerta con un par de golpes suaves. Escucho un suave murmullo de pasos que se acercaban a la puerta desde la habitación. Respiró hondo y puso su mejor sonrisa.

La puerta se abrió despacio y dejó a Olivia sin respiración. Una hermosa mujer morena la observaba con detenimiento. Como si la estuviera desnudando con la mirada. ¡Y Dios, que mirada! Nunca había visto unos ojos ambarinos tan claros… eran parecidos a las de una pantera observando a su presa. Por primera vez desde hace 4 años me encontraba más que predispuesta para el trabajo. Nunca me había sentido así con una mujer. Bueno, más bien no me había sentido así con nadie.

- Pasa. – Dijo la mujer morena, haciéndose a un lado para dejarme pasar a la lujosa y amplia habitación. Al pasar a su lado pude notar un suave olor a perfume… ¿dama de noche? Interesante. – Siéntate, por favor. – Su tono era firme, pero a la vez muy dulce.

Siguiendo sus instrucciones me senté en el amplio sillón de cuero negro del gran salón de la habitación. No había muchas luces encendidas en la habitación así que sus agiles movimientos parecían aún más gatunos cuando fue hacía la pequeña mesa situada en el centro de las estancia, donde cogió dos copas y una botella de champagne.

- ¿Quieres Champagne o prefieres otra cosa? – Preguntó. Sin atisbo alguno de autoridad. Parecía simplemente una amable anfitriona con un huésped inesperado.

- Champagne está bien. – Dije, haciendo el mayor acopio de control para que no me temblara la voz.

Ella sirvió el champagne y se acercó a mí para entregarme una de las copas. Sus dedos rozaron los míos suavemente y una fuerte corriente de electricidad me atravesó la columna. Intenté evitar por todos los medios que no se notara mi turbación, pero por la suave sonrisa de mi acompañante, creo que mis esfuerzos no fueron suficientes. Se sentó a mi lado cruzando sus piernas de una forma grácil y elegante. El movimiento levantó levemente la falda del traje de ejecutiva que llevaba.

El traje, tan negro como su largo y suave cabello azabache, gritaba a Armani y la suave blusa de seda granate ligeramente abierta, dejaba espacio suficiente a la imaginación para mostrar un generoso busto. Al percatarse de mi escrutinio arqueó el labio en una pequeña sonrisa arrebatadora, en la que me perdí.

- Creo que antes de nada deberíamos hablar sobre algunas cosas. – Dijo la mujer morena de forma tranquila. – primero y ante todo quiero que seas sincera. Si te hago alguna pregunta quiero que respondas con sinceridad.

La petición me pilló algo desprevenida. Me esperaba algún tipo de clausula sexual o palabra de seguridad.

- Por supuesto. – respondí. – estoy aquí para hacer lo que usted quiera. – dije con un tono más sugerente. Ella volvió a sonreír después de mirarme con detenimiento. ¡Dios, me encanta su sonrisa!

- Tranquila. No busco nada de eso. – esto me dejó algo descuadrada. – Mi intención es pasar una agradable velada con usted en esta habitación. Bebiendo champagne, hablando desinteresadamente sobre temas banales o personales. Nada de trabajo. Sólo dos mujeres disfrutando de su mutua compañía. ¿Le parece bien?

Me tomó unos segundos procesar la nueva información. ¿Eso quiere decir que no le gusto? Así que con un nudo en la garganta respondí;

- Si yo no le soy de su agrado la agencia podrá… - La morena levantó rápidamente una mano para detener mi respuesta.

- No me malinterprete. Por favor. Es usted una mujer exquisita y muy deseable. – dijo, mirando fijamente mis labios. – sin embargo, entiendo que no esté acostumbrada a este tipo de peticiones. Aunque si usted no va a estar cómoda con esto no me importaría cancelar la cita.

- No. Por favor. Estoy conforme con sus términos. Sólo es que… no estoy acostumbrada a simplemente…hablar. – Dije, con cierta amargura.

La morena bebió gran parte del contenido de su copa antes de hablar de nuevo.

- ¿Puedo saber tú nombre? – preguntó, con sus penetrantes ojos dorados.

- Olivia…Me llamo Olivia.

- La que protege la Paz. – Dijo la morena, con cierto deje de ironía.

- Sí… ¿y usted? ¿Cómo se llama? – la mujer morena bebió el resto de su copa, y cuando pensaba que no me iba a responder dijo.

- Lilith… El monstruo de la noche. – Dijo con cierta amargura.

- Es un nombre muy bonito después de todo. Aquí en Inglaterra se lo considera un nombre de vampiresa. Es sexy. – dije con cierta picardía. Ella soltó una suave carcajada mientras rellenaba su copa.

– Dime, ¿Has cenado?

- Sí, no se preocupe. – dije, demasiado rápido.

- ¿recuerdas lo primero que te dije? – dijo, mirándome con falso reproche.

- No. No he cenado. No suelo hacerlo antes de ver a un cliente… por si acaso.

- Entiendo… - se levantó y alcanzó el teléfono. - ¿Carne o Pescado? ¿O eres vegetariana? – Sonreí ante su inquisitiva mirada. No, seguro que ella no es vegetariana.

- Carne… prefiero carne.

- Perfecto. – dijo con una amplia sonrisa. Tardó apenas un minuto en hacer la comanda y volvió a sentarse a mi lado. – Y dime, Olivia, ¿cuántos años tienes? Si no es indiscreción, por supuesto. – Esto último lo dijo con cierto aire de disculpa. Como si acabará de decir algo que no debería haber dicho.

- No se preocupe. Tengo 27 años. ¿Y usted? No aparenta más de 30, eso seguro. – dije, observando su firme y joven cuerpo. Ella sonrió ante el comentario.

- Tengo 29 y gracias por el cumplido. Así me siento mucho mejor. ¿Eres de aquí?

- Sí. Nací en Londres aunque viajo mucho a España para ver a mi Madre.

- ¿Y eso? – Preguntó casi inocentemente Lilith.

- Ella es española, y tras morir mi padre hace unos años, decidió volver a Barcelona. Aunque ahora vive en Cádiz. Dice que la playa le sienta mejor en el sur. – Dije con una sonrisa. - ¿Y usted? No tiene pinta de hija de la madre patria. – Dije tras volver a observar sus hermosos ojos dorados y sus exuberantes labios.

- Ni tú tienes pinta de hispano-inglesa señorita. No sigues los cánones de belleza mediterránea, y sin embargo, tienes sangre española.

- Lo cierto es que era mi madre la que tenía los ojos grises y el pelo rubio. Pero no se vaya usted por la tangente, aún no ha respondido a mi pregunta.

- Cierto. Nací en Brighton y cuando tenía cinco años me mudé con mi familia a Birmingham por el trabajo de mi padre. Y no, no echo de menos Brighton. – Dijo riendo. – aparte de la playa y la feria no había mucho más por allí. Seguíamos yendo hasta que falleció mi abuela cuando tenía 13 años.

- Vaya. Nunca habría dicho que fueras de aquí. Ni siquiera tienes acento y qué decir que tienes unos ojos fascinantes. – Dije sin acopio de vergüenza. Ella sonrió de nuevo ante mis comentarios.

- Cierto. Aquí es difícil ver ojos castaños y los míos son algo más claros de lo normal.

- Más que castaños yo diría que son dorados…cuando abriste la puerta me dio la impresión de que me miraba una mujer gato o algo así. – Dije riendo. – son preciosos.

- Gracias por el cumplido…creo. – dijo algo azorada. – Creo que le debo mis ojos a mi abuela. Ella era egipcia. Conoció a mi abuelo cuando él estaba en una expedición arqueológica en el Cairo. Él se enamoró de ella y según mi abuela, la rapto y corrió pies en polvorosa hasta Inglaterra para que la familia de mi abuela no le matase. – Dijo Lilith con cierto deje de añoranza. – Mi abuela era una bellísima persona y siempre dijo que había heredado la pasión por la aventura de mi abuelo.

- De eso no me cabe la menor duda… - Ambas nos miramos con intensidad durante unos segundos en agradable silencio. Era extraño estar así con un cliente, pero no pensaba desperdiciar ni un solo segundo con ella. Estaba a punto de abrir de nuevo la boca para  continuar con nuestra agradable charla cuando llamaron a la puerta.

- Esa debe ser la cena. – Comentó mientras se levantaba con soltura y se dirigía a la puerta. Unos segundos más tarde un nervioso aunque eficiente camarero nos preparó la mesa y sirvió nuestra cena. Cincuenta libras más tarde el joven se marchaba de la habitación con una enorme sonrisa en los labios. Lilith me apartó caballerosamente la silla y con algo de torpeza me senté frente a un maravilloso filet mignon. Lilith se sentó frente a mí y rellenó las copas con un vino tinto francés de un precio exorbitado. – Por una agradable velada. – Dijo alzando su copa.

- Muy agradable. – Respondí a su brindis. Comenzamos a comer y supliqué a los dioses porque mis gemidos de placer no le resultaran desagradables. La comida era celestial y yo, que por mucho dinero que ganara en la agencia tenía solo el tiempo necesario para comprar algo de comida preparada en el supermercado me dejé derretir por los sabores que impregnaban mi paladar. Cuando más de la mitad de mi plato fue devorado, alcé la vista y me encontré con la divertida mirada de Lilith sobre mí. – ¡Oh cielos! Lo siento mucho… Me he dejado absorber por la comida…

- No te preocupes… Es agradable verte comer de esa manera. Por no hablar de los sonidos que haces. Sí, muy pero que muy agradable… - Azorada, bajé el ritmo de mi ingesta de alimentos y me centré en mi cliente.

- Se supone que estoy aquí para complacerte pero por ahora creo ser la única que se está beneficiando de nuestra compañía. – Me sinceré. – Me siento como si yo fuera…

- ¿El cliente? – Preguntó Lilith, pensativa. Recordando sus palabras, asentí suavemente. – Bueno, tal vez eso sea lo que me vaya… servir a un completo desconocido sin pensar en mi propio placer. – Algo incómoda, aparté la mirada. – Lo siento, no pretendía molestarte. Aunque déjame decirte que ese no es el caso, en absoluto. Puede que no comprendas las razones por las que estás aquí, pero indudablemente, tu compañía me resulta muy placentera. – Explicó, mientras tomaba delicadamente mi mano sobre la mesa.

- ¿Y cuáles son? – Pregunté curiosa, volviendo mi rostro hasta encontrarme con su mirada.

- ¿Cuáles son qué?

- Las razones por las que estoy aquí. Lo único que sé es que te gusta la compañía de una mujer hermosa, una conversación intrascendente pero agradable y, para mi total desconcierto, nada de sexo… así que, dime… ¿Hay alguna razón más?

- La hay, sí… Pero no sé si quieres oírla…

- Por favor. – Pedí, deseando saber.

- Estoy buscando algo. – Dijo crípticamente.

- ¿Algo… o alguien? – La mirada de Lilith se ensombreció y temí haberme pasado.

- Me temo que para mí esos términos significan lo mismo… Pero sí, se podría decir que busco a alguien. – Lilith se terminó su vino casi con desgana. Notaba que me estaba perdiendo, pero la curiosidad me estaba matando, así que continué.

- ¿Y… la has encontrado? ¿A esa persona? – La dorada mirada de Lilith se centró en mis ojos dejándome sin respiración. Su rostro era inescrutable pero su mirada parecía hambrienta de algo. ¿De qué?

- Si dijera que sí, estaría mintiendo. – Su voz sonaba ronca y grave. – Así que no. Aún no la he encontrado. – Una extraña decepción se apoderó de mí y me dejó completamente sin habla. Me centré de nuevo en la comida casi avergonzada de nuestra nueva incomodidad. – Siento si mi respuesta no ha sido de tu agrado. – Dijo al terminar.

-Oh, no… Yo siento haber sido tan entrometida. – Ella negó con la cabeza antes de beber de nuevo de su copa.

- La curiosidad no es mala… En cierta medida. – Lilith se levantó y me pidió que la acompañara de nuevo al sofá. Una vez sentadas me encontré de nuevo con su escrutinio, uno que esta vez me resultó molesto. – Dime Olivia… ¿Te gusta lo que haces?

- ¿Disculpa?

- Esto… Este trabajo. ¿Te realiza o es sólo un medio para conseguir algo más? – Alisé mi vestido, incómoda. Nunca nadie me había preguntado algo así, y ciertamente, no sabía cómo responder. – Sé sincera, por favor… - Me pidió de nuevo. – No voy a juzgarte. – Sus ojos dorados parecían más suaves que antes, aún así, vi la importancia de su pregunta. Tal vez, si respondo la verdad…

- Lo cierto es que empecé este trabajo casi por obligación. Mis padres fallecieron poco antes de terminar mi carrera de medicina y me encontré con a enorme deuda que eso suponía. El Estado me dio unos meses tras acabar la carrera, pero debía devolver la deuda en grandes cantidades… o al menos, eso me pareció en aquel entonces. – Dije con tristeza. – Apenas había cumplido los 23 años y estaba sin trabajo y sin familia. Tenía ahorros de mis trabajos como camarera en la cafetería del campus, pero eso no era suficiente para pagar las 800 libras mensuales de la deuda y mantenerme con vida el tiempo suficiente… - Sin poder evitarlo, hice una mueca con disgusto. – Fue entonces cuando recordé una conversación que tuve con una compañera mía de clase hacía unos años. Existía un rumor de que era chica de compañía de alto standing y alguna que otra vez trabajamos juntas en algún proyecto, así que busqué su número y la llamé. Un par de meses más tarde pude pagar tres meses de deuda de una sentada después de mi primer trabajo… Y lo demás, es historia.

- Entonces, ¿estás trabajando para pagar una carrera que ya has terminado? – Asentí.

- Así es.

- Pero…ya han pasado 4 años.

- Sí. Después de mis primeros meses en el trabajo me di cuenta de que si quería terminar de pagar mis facturas tendría que… bueno, arreglarme un poco. Usaba la mitad de mis ganancias en pagar la deuda y la otra mitad en buscarme un mejor lugar para vivir además de ropa y tratamientos de belleza para… bueno… conseguir un beneficio mayor.

- ¿Y la deuda? ¿Ya ha sido pagada? – Asentí de nuevo, orgullosa.

- Sí. Justo terminé el mes pasado de pagarla. – Lilith sonrió ante mi entusiasmo.

- Así que ya nada te ata a tu trabajo excepto, tal vez, los inmensos beneficios… - Sin poder evitarlo, noté como un fuerte rubor subía por mis mejillas.

- No es exactamente eso. Tampoco trabajo tanto y este trabajo me permite avanzar en mis estudios y viajar todo lo que quiera. Quiero ser investigadora y las universidades cada vez dan menos ayudas… Si tuviera un colchón económico seguro podría permitirme seguir investigando cuando… bueno, cuando ya no le resulte atractiva a nadie.

- Me cuesta creer que alguien no te encuentre atractiva tengas la edad que tengas… - Tú sí que eres atractiva…  Quería decir, pero algo me lo impedía. ¿Miedo? ¿Inseguridad? No lo sabía, sólo sabía que mi garganta estaba completamente cerrada y mis ojos eran esclavos de una mirada dorada y hambrienta. – Ya es la hora. – Susurró, antes de apartar su mirada de la mía y levantarse del sofá.

- ¿Qué? – Pregunté varios segundos después, adormecida.

- La hora. Ya son más de las doce, el tiempo se ha acabado.

- Oh… - Dije decepcionada, levantándome también del sofá. – Si te molesto, será mejor que me vaya.

- No me molestas, en absoluto. – Dijo Lilith rápidamente. – Pero será mejor así. – Lilith estaba de espaldas a mí buscando algo en un cajón. Al acercarme, se volvió y me tendió un sobre cerrado. – Debe estar todo. Puedes comprobarlo. – Cogí el sobre con desgana, no quería irme.

- No, está bien así… Ni siquiera estoy segura de sí debería aceptarlo después de todo.

- Créeme, te lo mereces. Me has hecho disfrutar de un rato muy agradable, Olivia. – Guardé reticente el sobre en mi bolso antes de mirarla de nuevo.

- ¿Volveré a verte? – Pregunté con timidez. Lilith frunció ligeramente el ceño, por lo que me apresuré a especificar más. – Quiero decir… sin la agencia, sin lujos… sólo, no sé… ¿Pasear? Me gustaría volver a hablar contigo. – Lilith se mantuvo silencio durante lo que me pareció una eternidad, hasta que finalmente habló.

- No lo sé, Olivia. Tal vez no sea buena idea…

- ¿Por qué? -  Pregunté, casi desesperada. Tenía la sensación de que en cuanto saliera de esa habitación, no volvería a ver a Lilith. Y no podía dejar que eso pasara. – Po favor, dime porque no…

- Porque mi verdadero yo no tiene nada que ver con la mujer que has conocido esta noche…

- Y sí te digo que quiero conocerla. Y si te digo que no me importa lo que haya más allá de estas cuatro paredes si al menos tengo la oportunidad de conocerte, como eres de verdad. Yo quiero hacerlo Lilith… - Por un instante, vi un brillo en los ojos de Lilith, pero rápidamente desapareció, dando paso a una oscuridad asfixiante.

- Te arrepentirías. Siempre lo hacen. – Dijo con dureza. – Y ahora, si eres tan amable, me gustaría que salieras de mi habitación. – Aturdida, me dejé guiar por Lilith hasta la puerta. – Adiós, Olivia. Ha sido un placer conocerte. – Dijo con sequedad, tras traspasar la puerta.

- Lilith… - La puerta se cerró ante mí y sentí como si me hubieran dado un fuerte puñetazo en el estómago. Tenía ganas de vomitar y de llorar al mismo tiempo.

Mirando por última vez hacia la puerta cerrada, me despedí de Lilith en silencio y me dirigí hasta el ascensor. Estaba tan entumecida que apenas me di cuenta de donde estaba hasta que el frío de la noche me provocó un escalofrío desagradable.

La puerta del hotel ya estaba cerrada a mi espalda y no le había dicho a recepción que me pidiera un taxi. Ahora tenía que caminar un par de manzanas para poder llegar a una calle lo suficientemente concurrida como para que hubiera algún taxi. Esto me pasa por no traer mi móvil.

Comencé a caminar con brío intentando mantenerme en calor. Llegué en unos minutos al Waterloo Bridge y casi me quedó echa un cubito de hielo por culpa de las corrientes de aire frío. Me parecía increíble que aún no hubiera pasado ningún taxi disponible. Tal vez cerca de la Royal Opera House  hubiera alguno… Estaba llegando al metro de Covent Garden cuando escuché pasos a mi espalda. Aceleré el pasó e intenté alejar de mi mente las voces masculinas a mi espalda. A lo lejos, vi un taxi en verde parado en el semáforo de Bow Street. Si acortaba por el paso detrás del Museo de cine de Londres podría llegar antes de que se marchara.

Me arrepentí de mi decisión en cuanto entré en el paso y me di de bruces con dos hombres parados en medio de la calle. Discretamente, me di la vuelta para volver a la calle principal, pero otros tres hombres me cerraron el paso con sonrisas siniestras.

- Mirad que bocado tan delicioso nos ha traído la fortuna, chicos. – Se mofó uno de ellos mientras se acercaba a mí. Intenté retroceder, asustada, pero dos de ellos me agarraron con fuerza por la espalda. Quise gritar, pero uno de ellos ya me había tapado la boca con una mano gran fría. Notaba como me olían los de atrás y empecé a llorar de puro terror. – Ni se os ocurra chicos, el primer bocado es mío… - Alguien tiró de mi pelo hacia atrás con fuerza, exponiendo por completo mi cuello ante el hombre frente a mí. – Delicioso… - Gruñó. Con horror, vi como su cara se convertía en el rostro de un monstruo de enormes colmillos antes de sentir un intenso dolor en mi cuello cuando hundió sus dientes en mi piel.

Sentía la sangre correr por mi cuerpo mientras uno por uno iban tomando de mí. Cada vez sentía menos dolor. Sólo quería todo acabase… Mi cuerpo se sentía extremadamente frío y cansado. Aun así, pude oír un espeluznante grito antes de caer sobre los húmedos y fríos adoquines de la calle.


Cerré los ojos. Deseando poder dormir y despertar de esta pesadilla.

Nota de la Autora: Me duele el kokoro ya que voy a tener que reescribir algunas cosas T.T Mientras, aquí tenéis la primera parte de esta historia que he encontrado ¡Por fin! Esa que dije hace meses que iba a publicar y no lo hic porque con la mudanza no volví a saber de ella.. esa xD. Mañana se publicará como cada domingo el siguiente capítulo de Wild & Wise y el Lunes o el Martes se publicará la última parte de esta historia... Y bueno, la semana que viene intentaré subir 1 capítulo de cada historia... a ver como sale.
PD: Me estoy muriendo de frío, calentadme con vuestros comentarios
PD2: Y sí, es una historia de vampiros... ¿Qué pasa? xD

3 comentarios:

  1. Genial que puedas volver a publicar y tomalo con calma.

    Vampiros lobos... me encanta !! Noche de terrorrr, siiiiiiii

    M.S

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  2. Hola Bella, pues que gusto poder leer una historia de vampiros, la verdad emocionada de poder leerte de nuevo y esperando con ansias locas leer muchas mas historias escritas por alguien tan talentoso...

    Gracias por compartir tan maravilloso don

    Me encanta la nueva historia y esperando mas de amelia y jackie!!!

    Isabella

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  3. Noooooooo, yo espera a Jackie ... Pero no modo . Gracias por volver y seguir en la lucha

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