PARTE II
*Debar Mountain*
NY
30/12/15 (13:45h)
(AMELIA)
Llegamos a las
instalaciones de la Antigua estación de esquí a la hora del almuerzo. La zona
estaba completamente rodeada de enormes pinares y barrancos y la tierra, fría y
húmeda, mostraba aún los signos del deshielo de la mañana.
Antes de salir me
cercioré de mirar el tiempo. Estas vacaciones estarían llenas de nieve, aunque
no una demasiado agradable. Una tormenta se acercaba por el norte por lo que
sabía que una vez que entraran en el complejo, se pasarían los siguientes dos
días encerradas en la encantadora gran mansión de piedra y abeto rojo
construida a ras de la ladera de la montaña.
El humo no paraba de
salir de las abundantes chimeneas y los gruesos cristales de la planta baja
mostraban el gentío arremolinarse alrededor de las mismas para entrar en calor.
Un autocar mediano
estaba aparcado a un lado del complejo junto a algún que otro todoterreno de
alquiler. Aparqué mi Suburban al lado de un enorme Hummer rojo último modelo.
—
Vaya… Se nota que esos abogados no trabajan para el gobierno… — Comentó Cammie. –
Apuesto lo que quieres a que ese coche se lo han comprado para la ocasión… Ni
siquiera tiene las llantas sucias… Como si lo hubieran dejado donde está con un
helicóptero. Lo que yo te digo. Funcionarios. – Miré a Cammie con una sonrisa
en los labios.
—
Cammie, me parece genial que hagas ese tipo de comentarios cuando estás
realmente con una funcionaria, pero que yo sepa. Tú trabajas para el estado y
tu ropa no es de mercadillo ni tus coches de hace dos décadas. — Dije con
amargura por mi 4x4 del 99.
—
Sabes muy bien que necesito vestir bien para mi trabajo… y todos mis coches son
de renting. Realmente ninguno es mío. Además, sabes que no gano lo suficiente
para disgustos… — Arqueé un ceja a modo de desaprobación. — Vale, vale… Puede
que gane algo más que tú… — Fruncí el ceño. — Mucho más que tú. Pero eso no
significa que ande comprándome un todoterreno cada dos por tres…
—No,
pero sí que vas al Spa todas las semanas.
—¡Una
mujer tiene que estar lista en todo momento! — Se defendió. — Anda, vamos a
congelarnos el trasero y cargar nuestro equipaje. No creo que ninguno de esos
pijos lo vaya a hacer por nosotras. — Cammie se bajó de un salto del
todoterreno y comenzó a bajar nuestras cosas.
Aún
no sabía que iba a hacer con nuestra relación. Las conversaciones aún eran un
tanto forzadas, sobre todo por mi parte. No la culpaba por lo de Troy, aunque
mentiría si dijera que no me sentía dolida aún por lo ocurrido. Ella no tenía
la culpa de que Troy me pidiera el matrimonio como una especie de último
intento de salvar nuestra relación… o al menos eso fue lo que me dijo el muy
imbécil cuando le dije que sabía lo de Atlanta. Salvar nuestra relación… ¿Y qué
había que salvar? ¡Estábamos bien! Fue él el gilipollas que lo echó todo a
perder por acostarse con otra… y no cualquier otra, ¡si no mi mejor amiga! ¿Y
encima tiene el descaro de pedirme matrimonio justo después de tirársela? ¡Anda
y que le den!
—
¿Lia? Vamos esto no se va a descargar solo… — Me llamó Cammie desde la parte de
atrás. Cerrando bien mi anorak, salté del coche y apreté los dientes con fuerza
al sentir el frío.
—Joder,
que frío hace.
—Lo
sé. Espero que los picapleitos tengan farlopa de calidad…
—
Cammie… —Le advertí.
—
Es una broma. Yo sólo fumo hierba… — Se rió.
—
¿Tengo que recordarte que hablas con una inspectora de policía?
—
No eres de narcos y estás fuera de servicio. Se siente. — Suspiré largamente
mientras negaba con la cabeza. Sabía que Cammie estaba bromeando. Su mayor
droga era el alcohol y que yo supiera nunca había pasado de ahí. Sólo quería
volver a hacer esos chistes suyos de hippie libertino. Y dado que no iba a
soltar ningún comentario sexual, sólo le quedaban los chistes sobre droga y
desmadre. — Al menos espero que no tengan alcohol de garrafón, ahí sí que me
enfado.
—Nos
han invitado. Así que si hay alcohol de garrafón te lo tragas y das las gracias
como buena vagabunda que eres.
—¡Oye!
No tengo casa, pero tampoco duermo en la calle…
—
Te recuerdo aquella vez que te encontré dormida en un banco del parque o tal
vez prefieres esa otra vez en la que te pillé orinando en…
—
¡Vale! Lo pillo señorita sabelotodo. Tengo que dejar de beber tanto…
—Tampoco
digo eso. No creo que bebas a todas horas, pero cuando sales bebes
siempre…Bueno, tal vez si tengas que relajarte un poco. — Cammie empezó a
gruñir derrotada.
—
Lo sé, lo sé… Tal vez si me asentara en algún sitio podría empezar a
desintoxicarme, pero ver todo lo que veo y después volver sola a cualquier
motel tampoco me ayuda demasiado. El alcohol me hace compañía al menos… — Miré
a Cammie con empatía. Ella trabajaba en los cuerpos de emergencia de la FEMMA*
y desde muy joven había visto los estragos de la naturaleza. Aún recuerdo el
día en el que me contó la razón por la que se unió a la FEMMA. Sus padres eran
Ornitólogos y se encontraban en La
Española clasificando un ejemplar de Loro verde cuando el terremoto comenzó
en Puerto Príncipe. Cammie fue como
voluntaria pero nunca encontraron sus cuerpos.
Así
fue como Cammie dejó de lado su puesto de enfermera en el Jackson Memorial de
Miami y ahora va a donde las inclemencias del tiempo la necesiten. Ciertamente
su relación con Paul duró tanto tiempo porque el chico era su propio jefe y
podía ir a verla siempre que se encontraba atendiendo alguna emergencia al otro
lado del país.
La
FEMMA le pagaba muy bien pero, con todos los viajes que tenía que hacer por su
cuenta casi de forma voluntaria, nunca había podido permitirse comprarse algún
lugar más estable para vivir.
—Bueno,
si alguna vez decides cambiarte a la cafeína, siempre puedo echarte una mano… —Dije
casi tímidamente. Cammie, completamente sorprendida, sonrió de oreja a oreja,
haciendo que sus claros ojos azules brillaran de emoción.
—
Me encantaría eso, Amelia. — Bien. Paso a paso, pero vamos por buen camino. —
Mira, ¡Otro Suburban! Aunque esté sí que parece de este siglo… — Comentó,
volviendo a los temas banales. Agradecida, terminé de coger mis maletas y cerré
el coche. Estábamos caminando hacia el complejo cuando una cara que no me
esperaba volver a ver salió del Suburban negro que acababa de llegar.
—
Jackie… — Jadeé sin poder evitarlo, parándome en seco y obligando a Cammie a
pararse también detrás de mí. Ella aún no me había visto mientras parecía
hablar con alguien más en el coche. Llevaba el pelo suelto y planchado, lo que
le daba un aspecto demasiado formal para lo que fue. Las gafas de sol me
impidieron ver sus intensos ojos azules que de seguro se abrieron con sorpresa
al verme.
—
¿Amelia? — Preguntó ella confusa. Al parecer ninguna de las dos esperaba
encontrarse con la otra. No sabía cómo sentirme. Si traicionada o agradecida.
Estaba decidida a ir hasta ella y pedirle explicaciones cuando alguien apareció
detrás de Jackie agarrándola íntimamente por la cintura.
—
¿Qué ocurre Jackie? — Preguntó la chica guapa y castaña a su espalda. Su rostro
me era vagamente familiar hasta que más que un flash, el recuerdo de unas
palabras cruzó mi mente… Annie…
El
odio y los celos me embotaron de repente y no sabía a quién quería pegar más,
si a esa mujer o a Jackie.
Parece que ya hiciste tu elección…
¡Bien!
Furiosa, continué mi
camino al complejo con una confusa Cammie detrás de mí.
—
Espera Amelia… ¿Quiénes eran esas mujeres? ¿Las conocías? — Me preguntó curiosa.
—
¡Nadie! ¡Ellas no son nadie para mí! —
Casi le grité. Vi las innumerables preguntas pulular por la cabeza de Cammie y
agradecí que se las guardara para ella. No estaba de humor para gritarle a
ella… aunque sí que lo estaba para romper el complejo entero…
Has
tenido suerte Jackie. Menos mal que mi pistola está guardada en la maleta y no
en mi cinturón ¡Porque habrías acabado como un maldito colador!
(JACKIE)
—
¿Esa no era tu antigua compañera? —
Preguntó Annie, recorriendo con su mano mi espalda un par de veces. Molesta, me
aparté de ella. Esa mirada de Amelia… Oh
dios… ¿Por qué tiene que pasarme esto a mí? ¡Esto ha sido una maldita
encerrona! En cuanto pille a Logan…
Y
esa mujer… ¿Quién era la rubia que la acompañaba? Nunca la he visto antes…
¿Estarán juntas? No puede ser… ¿Y Troy? ¿Qué fue de él? OH joder… Sólo quiero
irme de aquí…
—
¿Qué pasa Jackie? —
Annie volvió a rodearme con sus brazos y la aparté bruscamente.
—
¡Joder Annie, para ya de una vez! —
Le grité enfadada. —
No sé como coño hiciste para seguirme hasta el FBI pero que seamos compañeras
no significa nada, ¿Me oyes? ¡Tú y yo no somos nada! — El dolor se reflejó en
los ojos azules de Annie un segundo antes de airear la mano de manera
condescendiente.
—
Todavía… Sé que aún no me has perdonado, pero te haré ver que he cambiado.
Somos la una para la otra… —
Oh señor… ¿Podría el día ir a peor? —
Si no ¿por qué iba a invitarme a venir contigo a una escapada en la otra punta
del país? —
Respirando hondo, comencé a sacar las maletas mientras le respondía.
—
Porque te recuerdo a que aunque estemos aquí, se supone que seguimos
trabajando, ¿Recuerdas? En cuanto acaben estas vacaciones tenemos que ir a
Albany a investigar la nueva escena del crimen y Finnegan me obligó a traerte
conmigo. Así que no Annie, no te he invitado, me han empujado para que te
traiga. — Annie hizo un puchero
de niña pequeña mientras cogía sus maletas.
—
Ya verás cómo no es tan malo, Jackie. Trabajamos bien juntas…Fuera y dentro del
dormitorio… —Coqueteó.
—
¡Basta! — Grité alzando mi mano.
— Como vuelvas a hacer
algún comentario más por el estilo pienso poner una queja por acoso sexual, ¿Me
oyes? — Ahora Annie se enfadó.
—
¡No sé qué mosca te ha picado! Estos últimos meses no has sido tan mala conmigo
y ahora ves a… Esa, y de repente sacas las garras. — La mención de Amelia
me puso los pelos de punta. —
No soy tonta Jackie, sé que algo pasó entre vosotras… Lo vi en Nueva York y lo
veo ahora… Y por suerte lo único que he podido ver en esa mujer es odio. ¡Así
que deja de ser una perra conmigo y trágate de una vez la mierda en la que te
enfangaste con ella porque yo no pienso rendirme! — Sin más, Annie se puso
rumbo al hotel y me dejó hecha, tan y como dijo, una mierda bajo el frío.
Como siempre, Annie había
acertado de lleno. Hasta hace unas horas me alegraba ver a Annie intentando
recuperar mi afecto por muy molesto que me pareciera a veces. Ya la consideraba
casi una amiga de nuevo… Pero ver a Amelia. Ver cómo me miró…
—
¡Soy idiota, idiota, idiota! —
Me gruñí mientras daba un portazo a la puerta del maletero y cerraba el coche
furiosa.
30/12/15 (22:00h)
(CAMERON)
Salí de la habitación
con miedo a que Amelia me tirara algo a la cabeza. Sabía que tenía algo que ver
con las mujeres que vimos en el aparcamiento pero ciertamente cualquier
comentario al respecto le hacía soltar espuma por la boca.
Fui al salón a ver si
encontraba de nuevo a Melinda y Logan, las cuales casi habían sido mi único
contacto desde que llegué. Cuando entramos pude atisbar una pequeña pelea
verbal entre Melinda y Amelia que acabó con esta última marchándose furiosa de
la habitación. No había querido salir a cenar con el resto de invitados y
cuando volví a la habitación supe que tendría que buscarme alguna diversión
externa si no quería acabar muerta.
El viaje había sido
largo, así que Amelia no tardaría mucho en irse a la cama. Tal vez me tomase un
par de copas en el bar… ¡No! No Cameron.
Tienes que dejar de beber cuando estás sola… Aquí hay un montón de hombres
claramente solteros y no estás para montar un numerito de ese tipo con una
amiga a la que tienes que demostrar que no eres así…
Cambiando de dirección,
fui a la terraza del restaurante para fumarme un cigarrillo. Muerta de frío,
intenté encenderlo como pude, pero el viento me lo estaba poniendo difícil. A
mi lado, apareció una mano que se ahuecó para tapar el aire de la montaña.
Cuando mi cigarrillo estuvo encendido, alcé la vista y vi unos intensos ojos
azules mirarme casi con… ¿Interés?
—
¿Quién eres? —
Me preguntó sin preámbulos. Mirándola asombrada, recordé que era una de las
chicas del aparcamiento.
—
Tú llegaste aquí justo después de nosotras…Junto con otra chica. — Dije.
—
Sí… ¿Quién eres? —
Volvió a insistir, casi enfadada. Yo fruncí el ceño, molesta.
—
¿Y a ti que te importa? ¡Yo tampoco sé quién eres tú y no te interrogo como a
un criminal! —
Ella suspiró molesta.
—
Soy Jackie. —
Dijo, como si se tratara de una gran declaración.
—
Y yo soy Madonna. —
Me mofé. —
¿Es que acaso te tendría que conocer? —
La tal Jackie, ahora confusa, se metió las manos en los bolsillos de su abrigo.
—
¿Amelia no te ha hablado de mí? Pues claro que no lo ha hecho… ¡Qué estúpida
soy! —Susurró finalmente para
sí misma, de una forma bastante cómica. No sabía por qué, pero ahora la mujer
me caía un poco mejor.
—
No, no lo ha hecho. Pero hace sólo una semana que volvimos a hablar, así que
tampoco lo tomes a mal…
—
¿Sólo una semana? —
Preguntó asombrada. Yo asentí, extrañada. Ella parecía aún más confundida. — ¿Y… Y qué relación…
tienes con ella? —
Preguntó, casi con timidez.
—
La verdad es que ahora mismo, no lo sé… Aún estamos intentando averiguarlo,
supongo… —
Los ojos azules de Jackie casi parecieron llenarse de lágrimas ante mi
declaración, asustando muchísimo. ¿Quién era esta mujer?
—
Disculpa… pero creo que no me has entendido. ¿Quién se supone que eres? — Después de encenderse
ella un cigarrillo, Jackie me tendió una mano y me respondió.
—
Jackie Wild. Amelia y yo fuimos compañeras un tiempo en homicidios. — Suspiró.
—
¡Oh! Vaya… Lo siento mucho. Sólo supe que Jackie tenía a una mujer de
compañera. No sabía cómo te llamabas… después… bueno, las cosas se complicaron
y no volvimos a hablar… —
Jackie frunció el ceño, ante esto último. —
Ah, lo siento, al final no me he presentado, yo soy Cameron Brooks, aunque
puedes llamarme Cammie… —
Jackie abrió mucho los ojos al tiempo que una enorme sonrisa se formaba en su
cara.
—
Cammie… Eres Cammie. ¡Já! —
Gritó feliz. Yo empecé a reírme confusa. —
Dios, no sabes de lo que me alegro de que seas Cammie… Amelia me habló de ti,
más o menos… Lo último que supo fue que estabas perdida por el mundo. — Yo asentí.
—
Sí, bastante perdida la verdad. La semana pasada vi a Amelia después de que…
bueno, supongo que lo sabes… —
Jackie asintió.
—
Lo tuyo con… ¿Peter? —
Yo sonreí con nostalgia.
—
Paul… se llamaba Paul.
—
¡Cierto! Lo siento mucho, soy fatal para los nombres.
—
No te preocupes, yo tampoco soy muy buena en eso. Tal vez Amelia te nombrara y
yo no haya caído antes…
—
Y bueno… ¿Cómo fue la cosa? —
No pude evitar hacer una mueca.
—
No demasiado bien… al final sólo compliqué las cosas. Por eso estoy aquí, para
intentar arreglarlas.
—
¿Y Amelia? —
Preguntó, casi en un susurró. —
¿Ella está bien? Supongo que sigue con Troy… —Confusa, no pude evitar preguntarle.
—
¿Hace cuanto que no hablas con Amelia? —
Jackie desvió la mirada, incómoda.
—
Casi 6 meses… ¿Por qué? ¿Ha pasado algo malo? — La preocupación y la alarma cruzaron su
cara.
—
Bueno, sí, la verdad es que sí… Amelia y Troy rompieron hace más o menos 6
meses.
—
¿Cómo? ¿Por qué? —
Ahora era yo la que estaba incómoda.
—
Troy engañó a Amelia con otra. —
Al instante, la rabia se prendió en los ojos de Jackie.
—
¿Qué ese cerdo le puso los cuernos? —
Gritó furiosa. —
¡Será malnacido! ¿Quién en su sano juicio engañaría a Amelia? ¡Si es perfecta! ¡Como
lo pille pienso arrancarle los huevos a ese mamonazo! — Jackie me caía muy
bien, por eso quería serle sincera en todo.
—
Ya, bueno… siempre podrás conformarte conmigo. Gustosa me dejaré arrancar lo
que sea…
—
¿Por qué? Tú no has hecho nada… ¡él es el único culpable por hacerle daño a
Amelia! — Dijo indignada. Yo
negué con la cabeza antes de tirar el cigarrillo a la nieve.
—
No Jackie. Yo soy tan culpable como él… Por eso estoy aquí, para arreglar las
cosas con ella. Necesito recuperar a mi mejor amiga.
—
No lo entiendo. ¿Por qué tendrías que hacer eso?
—
Porque fui yo la mujer que se acostó con Troy… — Nada más decirlo, la expresión de
Jackie cambió por completo, y un instante después, recibí un fuerte guantazo de
su parte. Posando mi mano fría en la mejilla dolorida, la miré con las lágrimas
saltadas. —
Gracias… Necesitaba que alguien me diera esto. — Dije con sinceridad.
—
¿Ella lo sabe? —
Gruñó con ira contenida.
—
Sí, lo sabe. Lo sabe desde hace tiempo… Paul se lo dijo cuando yo se lo confesé
a él. No tuve valor para decírselo por mi misma…
—
Eres… eres… —
Jackie no parecía encontrar las palabras para describirme, así que yo la ayudé.
—
Repugnante, lo sé. Pero no puedo cambiar lo que hice por muy poco consciente
que fuera cuando ocurrió. —
No sé cuánto tiempo Jackie me estuvo mirando con ese odio contenido, pero
cuando habló, sus palabras me dejaron de piedra.
—
Pégame.
—
¿Cómo? ¿Por qué? —
Pregunté extrañada.
—
Porque yo también soy repugnante… Porque hace 6 meses hice el amor con ella y
después la abandoné como una cobarde. —
Gruñó, con lágrimas en los ojos.
De repente, todas esas
miradas esquivas de Amelia cobraron sentido. Su estado cuando me la encontré.
Su reticencia a hablar sobre su separación con Troy. Su enfado por mi traición
más que por la de Troy… ¡Amelia estaba enamorada de ella! Todo ese odio era por
ella… porque ¿Qué? ¿La había abandonado? ¿La había usado en un momento de
debilidad?
Noté como la rabia se
adueñaba de mí y le di exactamente lo que me pidió, lo que se merecía. El picor
en mi mano me aturdió unos instantes mientras ella se tapaba su propia mejilla.
—
¿La usaste?
—
No…
—
¿Entonces por qué te fuiste?
—
Porque… tenía miedo… Tenía miedo de volver a sufrir… Se suponía que ella tenía
pareja. Una pareja con la que hablaba de matrimonio… Yo, tuve miedo y me fui…
yo sólo me fui… —
Jackie parecía querer llorar. Y entonces lo comprendí.
Vale y ahora la annie va a estar tocando las narices y fastidiando todo
ResponderEliminarY tenemos q esperar al próximo capítulo ? ...ya te vale. ;)
M.S
Me encantan Jackie y Amelia, pero x favor bella massss interacción entre ellas!!!! Y q hablen de lo q sienten... Gracias x el talento y esfuerzo q pones!! Un beso desd Valencia.
ResponderEliminarMe encantan estos caps. De "Las Polis" mucho pero massssss PASIÓN por favor Bella !! Muchas Gracias x seguir escribiendo de verdad no sabes lo bien q nos viene a algunas. Lola
ResponderEliminarQue paso que no hay actividad bella?...me desespera no saber cuando se suben mas capítulos de cualquier historia....por favor, vuelveeeee jaja....saludos
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