BELLA'S

¡NO OLVIDÉIS SEGUIR LA PÁGINA EN FACEBOOK!
¡CUANTOS MÁS SEGUIDORES HAYA EN EL BLOG Y EN FACEBOOK, MÁS FACILIDAD TENDRÉ PARA ESCRIBIR A DIARIO!

Para poneros en contacto conmigo, no dudéis en escribirme al correo: belladonnaliteraria@gmail.com


HISTORIA MÁS POPULAR

martes, 19 de abril de 2016

Por Las Mentiras De Él, La Encontré A Ella - Capítulo 19

CAPÍTULO 19



Santi había perdido a William al entrar en los dormitorios femeninos de Berkeley, así que, poniendo mi mejor cara de chica inocente, me adentré en los dormitorios confundiéndome con las demás estudiantes al igual que hice hace unas semanas, mientras investigaba a Lindsay Carlson.


Félix había querido enviar conmigo a alguno de sus morenos esbirros como si fuera un novio que acompaña a su chica hasta la puerta, pero esa idea quedó rápidamente descartada al ver como un chico a medio vestir salía por una de las ventanas del primer piso a toda prisa. Seguido de una cabeza gris enfadada que le gritaba de todo menos algo bonito. Celadoras universitarias… La mezcla perfecta entre madre controladora y abuela cascarrabias.

Paseando por los pasillos intentando ubicarme sin llamar demasiado la atención, intenté no desviar mi mirada cuando tres chicas en ropa interior y pelo mojado salían de las duchas como si andaran por su casa. Yo me cortaba un poco más en el instituto… Será que nunca he vivido el desmadre universitario…

Por fin, encontré la habitación 216. Toqué suavemente la puerta. Esperé. Con suerte, o no tanta, según se mire, William estaría aquí retozando con esta niña y aún no se habrá encontrado con ninguno de los hombres del ruso.

Impaciente, golpeé el pie repetidas veces contra el suelo miras volvía a llamar a la puerta, de nuevo sin resultado. Mi bolsillo vibraba sin cesar. Félix también estaba impaciente. Y si…

Asustada, pegué el oído a la puerta, buscando algún sonido… Movimiento. Estaba a punto de marcharme cuando escuché algo caer al suelo y romperse, seguido de un grito ahogado. ¡Lindsay!

Separándome de la puerta y desenfundando mi arma, respiré un par de veces, preparándome para echar la puerta abajo. Esto va a doler… Con cuidado, golpeé el pomo de la puerta con el pie, torciéndolo, antes de embestirla con fuerza. La débil estructura se abrió de par en par, desequilibrándome un poco antes de alzarme y hacer un reconocimiento de la habitación. Al posar mis ojos en ellas me quedé momentáneamente de piedra, antes de apartar la mirada completamente avergonzada.

- Oh vaya… Lo siento mucho… creía que… - Comencé a decir, de espaldas a las dos chicas semidesnudas en el suelo, cerca del sofá y una lámpara de cerámica rota.

- ¿¡Pero qué cojones crees que haces tía!? – Gritó una de ellas. Al girarme para intentar hablar con ellas, me di cuenta de que una de las chicas, la más avergonzada de las dos, era Lindsay.

- ¿Lindsay…?

- ¡No mires! – Gritó la otra, mientras se ponía rápidamente una camiseta y cogía un stick de lacrosse y lo alzaba contra mí, obviamente, la chica no había visto la pistola que ahora descansaba en uno de mis costados.

- ¡No hagas nada estúpido! – La advertí, señalando mi arma. Al instante, la palidez cubrió el rostro de ambas chicas, provocando que la que había estada gritando se colocara un poco más cerca de Lindsay.

- ¿Sylvia? – Susurró asustada Lindsay, tirando de la camiseta de la otra chica, acercándola más a ella. Oh vamos, les va a dar un ataque a las dos. ¡Sólo son crías!

- Tranquilas. – Dije, enfundando mi arma y levantando una de mis manos mientras con la otra buscaba mi placa. – Soy policía… ¿veis? – Acercándose cautelosamente, la chica a la que Lindsay había llamado Sylvia se acercó y comprobó mi placa, frunciendo el ceño al instante.

- ¿y… y por qué has echado nuestra puerta abajo? Nosotras no fumamos ninguna mierda, es la zorra de Kat la que… - negué rápidamente con la cabeza.

- No es nada de eso. Estaba buscando a William Johnson…

- ¿Por qué? – preguntó Lindsay, tímidamente.

- Está en problemas.

- ¡Pues se los merece! – Gritó Sylvia, furiosa.

- Créeme, lo sé… Pero está en una clase de problema donde lo mejor que le puede pasar es ir a la cárcel, y por eso estoy aquí… Lo estábamos siguiendo hasta aquí y cuando oí el ruido y el grito en la habitación me imagine lo peor… Sólo estaba preocupada por Lindsay…

- ¿Y de qué la conoces? – Gruñó Sylvia. Pensé que lo más rápido era decir la verdad.

- Hace un par de semanas la investigué… No por ella. William ha estado viendo a varias mujeres al mismo tiempo y su mujer necesitaba pruebas para la demanda de divorcio…

- ¿Estaba… estaba casado? – Preguntó Lindsay, conmocionada.

- Cabronazo… - Gruñó Sylvia por lo bajo. – ¡Te dije que ese tío era un capullo desde el principio!

- Lo sé pero… parecía tan encantador al principio… - Susurró Sylvia.

- No hay tiempo para esto chicas. Necesito saber si lo habéis visto… No sólo su vida está en juego. Hay gente muy peligrosa detrás suya y su mujer y su hijo también corren peligro… Por favor…

- Vino a buscarme hace un rato… Quería que fuera con él un par de semanas para recorrer el país… pero ya no estaba tan segura que querer estar con él… - Lindsay miró rápidamente a Sylvia y se ruborizó ligeramente. – Y cuando me enteré de que había estado con otras Sylvia lo echó de aquí… Supongo que si no se ha ido estará en el aparcamiento norte. Es el más tranquil y siempre aparcaba ahí su coche…

- ¡Gracias Lindsay! – Grité agradecida, comenzando a correr. – Oh, y siento haberos molestado… y lo de la puerta claro. – Continué con una sonrisa de complicidad. Sylvia se rascó el cuello incómoda mientras Lindsay escondía su cara entre sus rodillas. Una vez fuera de la habitación, cogí mi móvil mientras corría por los pasillos.

- El aparcamiento norte, detrás de la residencia.

- ¡En seguida! – Me respondió Félix. – Vamos chicos…

***

Nada más tenerlo a mi merced, no pude evitar descargar mi ira contra él. Aparté el arma y lo empujé con fuerza contra el coche. Intentó girarse y cubrirse la cara con las manos, pero mi puño se encontró fácilmente con su cara. El dolor del golpe no se podía comparar con el placer hedonista que me recorrió al ver su sangre caer. Así que volví a golpearlo, esta vez en el estómago.

- No… - Gimió de dolor. – Por favor… Os lo devolveré. Sólo… Necesito tiempo… - Escupió como pudo. Asqueado, le agarré del pelo y tir de él hasta levantarlo. Sus ojos parpadearon asustados. – Por favor, dile a Misha que yo no…

- ¿Es que no me recuerdas, cabronazo? – Escupí, golpeándolo de nuevo contra el coche. William parpadeó varias veces, confuso. Hasta que un brillo de reconocimiento pasó por sus ojos. Noté como su cuerpo se relajaba notablemente, cosa que me enfureció aún más.

- Max… Eres… el compañero de Max… - De nuevo, lo empotré contra el coche, lleno de rabia.

- ¡No tienes ningún derecho de nombrarla! ¡Todo fue culpa tuya rata miserable! ¡Deberías haber sido tú!

- Vamos… ya sabes cómo es… fue sexo. Nada más. Además fue ella la que… - Notando como lágrimas calientes cubrían mis mejillas, volví a golpearle con fuerza en el estómago, consiguiendo que un horrible sonido saliera de la garganta de William.

- ¡Está muerta maldito bastardo! ¡La han matado por tu culpa! – Gemí, sintiendo como mi corazón volvía a encogerse… Ya no está, ya no está…

- ¿Qué? No… ella no… yo la vi hace… - La cara magullada de William se convirtió en una amalgama de colores nauseabundos. – Ella ha… o di… - Apartándome con asco, dejé que William vomitara sangre y bilis.


- Sí cabronazo. Ya no está… Y pienso hacértelo pagar arrancándote la piel a tiras…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas populares