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domingo, 13 de septiembre de 2015

El Ritmo Del Deseo Capítulo 33

CAPÍTULO 33



(SAM)

Miré por la ventana sin muchas ganas de entablar conversación con nadie. Había llegado a Nueva York ayer por la tarde y hoy ya nos íbamos todas de camino a Vermont, donde Kate haría el corto para su proyecto de final de carrera.

Nunca pensé que las volvería a ver a todas así.


Hace unos meses, recibí una llamada de Kate. Al principio todo fue normal, ya que hablaba casi todos los meses con ella y con Josh… pero después me propuso la idea y no pude negarme.

A Patricia casi le da un ataque cuando le dije que el proyecto no me aportaría ni publicidad ni dinero, pero después de hablar con ella me dio un par de semanas entre rodajes para que pudiera hacer lo que quisiera en mi “Tiempo Libre”. Suspiré con fuerza sin poder evitarlo…

Mi vida había cambiado tanto en estos últimos 2 años… Echaba tanto de menos tener amigos de verdad… Ahora todo se centraba en lo mismo… El trabajo. Tuve suerte de que los dos papeles que me ofrecieron nada más empezar mi carrera como actriz fueran de bailarina o cantante… Por qué lo cierto es que ser actriz apestaba… al menos para mí.

Ser la nueva joya de Hollywood me había otorgado toda la atención de Patricia como agente, jactándose de ser la que me descubrió ante todo el mundo. Estaba cansada de las fiestas anónimas, los fotógrafos en todas partes y la ausencia completa de vida privada…

Echaba tanto de menos Nueva Inglaterra… Su tranquilidad, la nieve, los bosques… y sobretodo echaba de menos a la gente. Todas esas personas sencillas que no sólo tenían la fama y el dinero en mente.

Hacía unos minutos que habíamos pasado Montpelier, así que apenas quedaban unos minutos para llegar a Vertmont. Por publicidad, más que por comodidad, viajamos las cuatro en el nuevo Jeep Cherokee que conducía Jack, mi asistente. Se había vestido con traje y todo cuando le dije que haría un viaje largo conmigo y otras tres chicas… Su decepción fue muy grande cuando se dio cuenta de que Kate y Liz no le harían ni caso… pero al menos siempre guardaba todas sus armas para impresionar a Kelly… Oh señor Kelly…

No había podido olvidarla.

Cuando llegué ayer y la vi detrás de Kate tuve que respirar varias veces para no empezar a hablar como una estúpida de nuevo. Estaba muchísimo más preciosa de lo que recordaba. Ahora llevaba el pelo completamente liso a la altura de la barbilla, lo que destacaba muchísimo más sus pecas y sus preciosos ojos azules. Cuando me fui, ella acababa de cumplir los 19 años, y aún había pequeños ápices de adolescencia tanto en su comportamiento como en su cuerpo, pero ahora… ahora Kelly era toda una mujer…

Miré de reojo a mi derecha, donde ella se encontrada, enfrascada también en sus propios pensamientos y la culpabilidad volvió a sobrellevarme de nuevo. Ayer, nada más verme, Kelly se había comportado de una forma fría y distante, y yo sabía que era la culpable de ello. Le había hecho mucho daño… ella confiaba en mí como amiga y en cuanto tuve la oportunidad de huir lo hice sin pensar en cómo se sentiría ella. Tal vez no habría sido tan malo mantener una amistad a distancia… tal vez eso me habría ayudado a desenamorarme de ella…

Ahora, me encontraba en la misma vergonzosa posición de hace dos años… con la diferencia de que la persona a la que quiero me mira con desprecio por errores que sólo son míos…

En una promesa silenciosa, me decidí a arreglar las cosas con Kelly durante estas dos semanas… Tal vez ahora sea lo suficientemente madura como para soportar una amistad con ella sin sufrir demasiado…

(KELLY)

Me había pasado las cinco horas que duró nuestro viaje en silencio, escuchando a Katherine hablar sin parar con el asistente de Samantha, Jake o Jack… No lo recuerdo. Liz estaba, desde que habíamos parado en Lebanon, dormida en el asiento de atrás. Eso, para mi suplicio, hizo que me tuviera que sentar por la fuerza al lado de Samantha…

Dios… tenía el pulso aún desbocado. Cuando la vi no sabía si dejarme llevar por la euforia o el enfado… así que opté por ignorarla lo mejor que pude. Había cambiado tanto… ya no había nada de la chica que conocí hace 3 años.

Indudablemente estaba muchísimo más hermosa que antes… Me extrañó tantísimo verla con el pelo largo… Aunque en sus películas lo llevara así siempre que la veía intentaba ver a otra persona… a su personaje… pero ahora no podía…

Nunca me hubiera imaginado que la tímida chica en deportivas y ropa chillona estaría vestida tan elegantemente. Ayer iba en altos tacones y mono de seda verde y hoy llevaba un vestido… ¡Por Dios, Samantha en un vestido! Cuando llegó apenas había hablado un par de líneas con Katherine y luego se marchó a su hotel de cinco estrellas… Esto era absurdo… ¿Dónde está mi amiga? ¿Dónde está la chica de la que me enamoré? Ahora lo único que veía era a otra niña de Hollywood… Tal vez mis hermanos tenían razón desde el principio y tendría que haber elegido seguir en la empresa familiar…

- ¿Kelly? – La voz masculina me sacó de mis pensamientos.

- ¿Sí? – Pregunté cansadamente, mirando al espejo retrovisor, donde unos emocionados ojos castaños me miraban.

- Kate me ha dicho que cantas y que también terminas este año… Eso está muy bien. – Asentí cansada. Era más que obvio que el chico me había puesto en su diana al saber que todas las demás eran lesbianas… - Conozco a alguien en Hero Records, tal vez podría enviarles algunas de tus grabaciones y ver que tal… - Intenté con todas mis fuerzas no mandarle a la mierda. Otro californiano que piensa que una chica puede venderse por una buena mamada… Estaba a punto de contestarle con toda la educación que pude acumular cuando otra voz respondió por mí.

- Jack, la próxima vez que hagas ese tipo de ofertas… hazlas de verdad y no para intentar ligar con una mis amigas… Espero que lo recuerdes cuando te despida… - Dijo Samantha algo enfadada.

- Lo siento Sam… no era mi intención… -         Comenzó a tartamudear Jack.

- Claro que lo era… y ahora cierra el pico y mantén subida la cremallera de tus pantalones.

- Sí señora. – Respondió avergonzado Jack. El chico, si se le podía seguir diciendo chico, estaría cerca de la treintena y tenía un considerable metro noventa… Cuando Samantha lo presentó como su asistente me quedé de piedra… parecía más bien su guardaespaldas. – Por cierto, Patricia ha llamado. Quiere que la llames en cuanto lleguemos a Vermont. – Samantha suspiró y asintió sin más…

Patricia… ¿De qué me suena ese nombre? Oh, cierto… Patricia Pendergast, la Agente de Samantha. El último año había intentado evitar todos los rumores online sobre la supuesta relación que mantenían… Había tantas fotos de ellas en la web… Cenando en algún restaurante famoso, compartiendo limusina… En ninguna de esas imágenes demostraban que tuvieran algún tipo de relación… Pero la mirada de Patricia sobre Samantha siempre era hambrienta…

Cuando el coche se paró por fin, gemí de placer al bajar del enorme coche y estirar las piernas… Oh sí…Circulación…

- ¿Sam? – Genial… ¿Y ahora quién más? – Al girarme vi como una chica castaña de largas y bronceadas piernas corría hacia Samantha y la estrechaba en un fuerte abrazo. – Dios, estás tan diferente… Me alegro muchísimo de que vinieras… La ciudad entera lleva días con los rumores de que la famosa Samantha Campbell volvía a casa a grabar una película, pero no sabía si creerlo… Y ahora… Estás aquí. – Dijo la chica con alegría.

- Yo también me alegro de verte, Rachel. – No fastidies… ¿Esta es Rachel?

(Hace más de 2 años… en alguno de los ensayos)

- Venga Samantha… tiene que haber alguien en tu vida. – Le dije mientras descansábamos en el suelo de mi apartamento. – No hay ninguna chica por ahí que te pique el gusanillo. – Samantha me miró riéndose.

- ¿Qué me pique el gusanillo? – Preguntó divertida.

- Ya sabes a lo que me refiero… - Samantha me miró durante un minuto sin decir nada… estaba empezando a ponerme nerviosa cuando finalmente habló.

- Siempre he tenido mala suerte con eso… La última chica de la que me enamoré sólo experimentó conmigo… Si se le puede decir así… Ella nunca me mintió, pero yo siempre tuve la esperanza de que cambiara de idea por mí…

- ¿Qué pasó? – Samantha sonrió con tristeza.

- Era un romance de instituto… pasó lo que tenía que pasar. Fue el primer gran palo que me dio el amor… - Miré a Samantha, pidiendo silenciosamente más, hasta que por fin ella continuó. – Se llamaba Rachel, y era mi mejor amiga desde primaria. Fue con ella que me di cuenta de que me gustaban las chicas… - Se rio. – Confiaba tanto en ella que cuando cumplí los quince años, le dije que era lesbiana y a ella no le importó… claro está, que no le dije que ella formaba parte de mis fantasías. – Sonreí intentando imaginarme a una Samantha de quince años babeando por su mejor amiga. – El tiempo pasó y yo crecí a lo largo sin control. A los diecisiete años casi era la más alta del curso, incluidos los chicos, y mis compañeros se metían mucho conmigo por mi estatura y por mi forma de vestir… Siempre he sido muy sencilla y lo cierto es que nunca me arreglé para ir a clase… Hank, uno de los pocos amigos que tenía, siempre me decía que se metían conmigo porque siempre tenía la atención de Rachel… ella era muy diferente a mí, muy femenina, muy popular… y aun así, siempre comía conmigo y volvíamos a casa juntas… Prefería dejar a sus novios de lado para estar conmigo… y yo era muy feliz por eso. – Su sonrisa se borró. – Entonces Rachel conoció al último novio que le conocí, Zack… era un chico muy guapo que vino el último curso y Rachel se enamoró perdidamente de él… pero él ya era bastante experimentado, así que no estaba interesado en tener una relación “infantil” con Rachel… Intenté decirle que un tío así no merecía la pena, pero ella estaba demasiado embobada con él para verlo. Y entonces pasó… - Suspiró.

- ¿Qué pasó? – Pregunté con interés.

- Pues que me acosté con Rachel. – La boca se me desencajó.

- Pero no habías dicho qué… - Comencé.

- Sí, Rachel estaba enamorada de Zack… pero obviamente no podía estar con él siendo virgen… - Dijo con amargura. – Aunque claro… cuando ella me lo propuso tuvo todo el sentido para mí… haríamos el amor, sería la primera vez para ambas y yo le demostraría que podía amarla igual que un hombre… - Samantha tragó con fuerza. – Esa noche Rachel se emborrachó y yo hice como que lo hacía… No quería perderme nada… para mi ese iba a ser el día más maravilloso de mi vida y no me di cuenta de que ella estaba intentando emborracharse para que pasara el trago lo más rápido posible… Ahora que lo pienso ella apenas me tocó… me dejó hacer lo que quería con ella… fue torpe e inexperto, pero me sentí muy bien cuando ella llegó… Esa noche no dormí… Me quedé ahí, con ella en brazos viéndola respirar… - Samantha guardó silencio un momento. – Entonces la mañana llegó y todo se fue a la mierda… Ella no estaba para nada incómoda así que pensé que todo había ido bien… eso duró como cinco minutos antes de que me dijera que esa misma noche había quedado con Zack para hacerlo… que estaba nerviosa pero que ya no tanto… - Los ojos de Samantha comenzaron a llenarse de lágrimas. – De esa noche solo recuerdo estar en brazos de mi abuela y llorar desconsolada… Al día siguiente escuché que Rachel y Zack estaban saliendo y yo sencillamente me callé y seguí siendo su amiga, hasta que por fin pude irme a Nueva York… Supongo que hui de ella, pero no podía evitarlo, me hacía demasiado daño…

- ¿Kelly? – Elizabeth me estaba mirando preocupada. No me había dado cuenta de que me había quedado mirando fijamente a Samantha a y Rachel, que seguían hablando sin despegar un ápice de sus cuerpos. - ¿Estás bien? – Susurró, mirando discretamente el reencuentro de las viejas amigas.

- Sí, sí claro… Estoy bien. – Ayudé a las demás con las maletas y esperé con paciencia a que Miss piernas largas soltara a Samantha para que pudiera abrir la puerta de la casa. Después de disculparse abrió la puerta y entramos en un pequeño salón con muebles antiguos y de colores cálidos. Samantha le dio a Jack las instrucciones para dejar nuestras maletas en las habitaciones y se disculpó para ir al patio a coger leña para la chimenea. Hacía bastante frío en la casa y recé porque la tuviera calefacción central… si no nos íbamos a congelar el trasero en las habitaciones de arriba…

Sin poder evitarlo, mientras Katherine hablaba como siempre atrayendo la atención de Rachel piernas largas y Elizabeth, empecé a investigar por el salón, descubriendo un montón de fotos a mi paso. Todas ellas me hicieron sonreír sin poder evitarlo.

Una Samantha de todas las edades miraba a la cámara sonriente, jugando a la pelota, montando en bici… Algunas veces acompañada de una mujer mayor de claros ojos azules que siempre la miraba con orgullo… Cuando las fotos empezaron a ser más adultas, no pude evitar reírme con algunas… Al parecer Samantha era una payasa… había una foto en la que podría tener 14 o 15 años y tenía el brazo escayolado… girándolo para que lo viera la cámara, estaba escrito con su letra: Esto es lo que pasa por saltar desde el tejado sin mi ropa interior de la suerte… En otra, vestida de graduación, estaba en el centro rodeada por un lado por Rachel y por el otro por un chico rubio que le desordenaba el pelo con entusiasmo… Supuse que era Hank, ya que no había ningún otro chico en el pasado de Samantha del que ella me hubiera hablado…

Entonces encontré una foto muy antigua, enmarcada en un portafotos de plata. En ella había un hombre y una mujer sosteniendo a una niña pequeña frente a la catedral de Dunblane. El hombre alto y de abundante barba negra, tenía los mismos ojos verdes de Samantha y la mujer… Oh Dios, Samantha era la viva imagen de su madre… Algo más bajita y de un pelo tan rubio que parecía blanco, la mujer sonreía enamorada abrazando con cariño al bebé de no más de un año entre sus brazos, que sonreía con la mano de su padre agarrada con fuerza…

- Fue tomada poco antes de que mi madre se fuera a trabajar a Montreal. – Me asusté al escuchar la voz de Samantha tan cerca de mí. Al girarme, la encontré colocando la madera en la chimenea. – Es la última foto en la que salimos los tres juntos…

- Tu madre era muy hermosa… - Le dije, dejando de lado por un instante mi decisión de ser distante con ella… con esto no podía hacerlo. – Y tu padre… tu padre es todo un escocés… - Samantha rio con fuerza, como lo hacía cuando hablábamos juntas antes de que todo cambiara… y mi corazón se hinchó en mi pecho al oírlo…

- Sí, lo era… mi abuela decía que siempre que venían a verla él se esmeraba en cocinar Stovies de ternera en conserva y siempre intentaba tener comida de sobra cuando venían para no tener que volver a comer ese guiso…

- Pero es Stovies está muy bueno… otra cosa es que se pusiera a hacer Black Pudding todas las mañanas… - Casi me estremecí al recordar esa gran morcilla que desayunaba mi abuelo casi todas las mañanas. – Samantha me miró con asco.

- Sé a lo que te refieres, pero la cosa estaba en que aparte de ser un pésimo cocinero no tenía sentido para la ocasión… solía prepararlo en pleno verano y mi abuela decía que su acidez de estómago duraba hasta navidad… donde obviamente preparaba Black Pudding para desayunar acompañado de gachas de avena y Kippers… Ella nunca entendió como la morcilla, la avena y los arenques se podían comer en el mismo plato. – Las dos nos reímos ante la imagen, aunque Samantha miró con cariño la foto de su abuela. – La echo de menos… ella era mi mejor amiga. – Asentí con pesar, recordando de nuevo la razón por la que se fue Samantha.

- Me habría encantado conocerla… - Dije. – Aunque son todas las historias que me contaste de ella creo que ya la conozco… - Miré a Samantha a los ojos y decidí que debía ser sincera… al menos en esto. – Cuando ocurrió, me preocupé muchísimo por ti… quería venir contigo a ayudarte… apoyarte… pero no me diste ninguna oportunidad para hacerlo. Yo… creía que éramos amigas… al menos… tú lo eras para mí. – Samantha desvió la mirada un instante y luego me miró con tristeza.

- Lo siento mucho Kelly. No fue mi intención herirte… Yo sólo, no quería preocuparos. Ella… sufrió bastante. – Dijo con lágrimas en los ojos. – Murió tres días después de llegar yo a Vermont… ella se enfadó muchísimo de que hubiera venido… me dijo… me dijo que no quería que la viera así… quería que la recordara como hacía unos años… cuando aún podía sonreír… Yo, lo pasé muy mal… Y luego sencillamente decidí dejarlo todo atrás… - Sin poder evitarlo, abracé a Samantha con cariño, mientras ella lloraba en silencio… ¿Será que es la primera vez que llora en brazos de alguien la muerte su abuela? ¿Su única familia? Se me rompió el corazón y luché para no llorar. Ella necesitaba consuelo y se lo iba a dar… al menos todo lo que ella me permitiera. Rápidamente, Samantha se apartó de mí, dándose cuenta de lo que estaba haciendo. Se limpió las lágrimas de los ojos y miró avergonzada hacia los demás, que habían contemplado la escena en silencio.

- Será mejor que os enseñe vuestras habitaciones… - Sin decir nada, las chicas subimos detrás de Samantha, dejando a Rachel y a Jack hablando en el salón. – Liz y Kate dormiréis en la habitación principal… intentad… no corrompérmela demasiado, ¿De acuerdo? – Elizabeth sonrió al entrar en la habitación y Katherine le dio una cachetada juguetona a Samantha en la mejilla.

- Tranquila… esta vez sólo he traído el arnés básico. – Samantha le dio un golpe en la cabeza a Katherine mientras esta se reía. – Vale, vale… nada de arneses… ¿Consoladores? – Antes de que Samantha la alcanzara, Katherine cerró la puerta.

- Pervertida… - Susurró Samantha. – ¡Tenéis vuestro propio cuarto de baño así que no andéis desnudas por la casa! – Gritó a la puerta. – No quiero tener que despedir a Jack… - Acabó en un susurro, lo que me hizo sonreír. – Vamos, tu habitación está por aquí. – La seguí hasta la puerta al otro lado del pasillo. Al llegar, Samantha se paró y se ruborizó, con la mano en la perilla de la puerta. – Esto me da mucha vergüenza…

- ¿Por qué? – Pregunté.

- Es mi antigua habitación… - Una sonrisa traviesa se formó en mis labios… Voy a poder echar un vistazo indiscreto al pasado de Samantha… humm… - No sé cómo estará… - Sin aguantarme, puse mi mano sobre la suya y abrí la puerta. La habitación era de tamaño medio, y habría sido grande de no ser por la cama de 1’20 que ocupaba gran parte de la habitación… Las paredes estaban cubiertas de posters de guitarristas de Blues… Robert Johnson, BB King, Eric Clapton, Stevie Ray Vaughan… Incluso en una de las paredes había un antiguo uniforme de baloncesto con el número 8 y las palabras; S. Campbell sobre él.

- Interesante… - Miré a Samantha, que estaba como un tomate al lado de la puerta… Esta es la chica que recuerdo tímida y preciosa…

- No recuerdo donde metí mi diario… pero si lo encuentras, no lo leas. – Me advirtió.

- No prometo nada. – Dije sonriente. - ¿Dónde dormirás tú? – Pregunté curiosa.

- Pues, Jack se quedará abajo en la habitación de invitados y lo más seguro es que me quede en casa de Rachel, ya que el salón en esta época del año se enfría demasiado en la noche…

- ¡No! – Casi grité, consiguiendo una mirada extrañada de Samantha. – Quiero decir, no tienes por qué quedarte en el sofá si te quedas aquí… puedes dormir aquí conmigo. – Sugerí, viendo como Samantha miraba horrorizada la cama.

- Sería muy incómodo… además, a Rachel no le importará que me quede con ella… - Pero a mí sí me importa que te quedes con Miss piernas largas… ¿Y si le da por volver a experimentar contigo?

- No será muy incómodo… no es la primera vez que dormimos juntas después de todo…

- Esta cama no es como la de Nueva York… es mucho más pequeña… - Dijo nerviosa.

- Mejor… así estaremos más calentitas… - Oh señor… eso ha sonado demasiado como una insinuación… ¿Qué demonios me pasa? Pude escuchar como Samantha tragaba con fuerza… Está nerviosa… - Aunque si no quieres dormir conmigo, lo entenderé… - Dije con falsa molestia… Oh por Cristo… No hacía esto desde el instituto…

- Sí… quiero decir, que sí, que dormiré contigo… eso no me molesta… para nada… para nada… - repitió. – En fin, te dejo sola para que te instales. – Y así, cerró la puerta detrás de ella. Soltando el aire que al parecer se había quedado encerrado en mis pulmones, me dejé caer sobre la cama, encontrando delante de mí varios posters de Joan Jett.

- Ya decía yo que faltaba el toque arcoíris a este cuarto… - reí nerviosa. – Joder Joan… ¿Qué demonios he hecho? – Le pregunté al poster sintiéndome muy nerviosa… - ¿Cómo voy a dormir con ella dos semanas en la misma cama sin hacer nada? – Gemí frustrada.


Y a pesar de todo, sabía que los nervios no sólo eran por estar con ella… era por lo que podría pasar… o mejor dicho… lo que quería que pasara…

6 comentarios:

  1. Aaaaaaaaaaaaaa no podré soportar una semana sin saber que pasa.... Cruel tortura:(

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  2. Jajaja a ver si ahora se deciden q va siendo hora de que se lo pasen bien.....

    M.S(galicia)

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  3. Yo no se que pensar, sólo que todo contigo es por dosis y me estoy muriendo de ansiedad, por favor te lo ruego ten piedad y no nos hagas esperar una semana... Siento eso creo que estaba hablando mi lado insensato, se que tienes muchos deberes y responsabilidades, así que sólo queda resistir.
    Muy buen capítulo y quedó igual o peor que Kelly, que rayos voy hacer una semana sin el ritmo del deseo. Saludos para ti Bella ;)
    Luisa V.

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  4. Q tortura nooo esperar una semana boy morirr De la espera

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  5. Sera una tortura una semana pero aguantaré lo mejor que se pueda

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  6. A ver como se resiste una semana para volver a leerte... Cruel tortura la de nosotras

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