Capítulo 3
- ¡Yo
quiero tortitas con nata y sirope y un enorme batido de chocolate! – Dijo Kyle
alegremente, cuando la camarera vino a tomarnos el pedido.
-
Muy bien caballero. – Dijo la camarera con una sonrisa.
-
Un café vienés, zumo de naranja y un croissant, por favor. – Pidió Laura, sin
dejar de mirarme.
-
Perfecto. Max, ¿Lo de siempre?
-
Sí Rosa, muchas gracias. – La camarera se marchó, dejándome a solas con el
hiperactivo niño y la mirada acerada de Laura.
-
Kyle, hay una arcade de Space Invaders al lado de los baños… ¿te apetece jugar
mientras hablo con la Agente Kowalski? – Kyle asintió entusiasmado, cogiendo
las monedas que le tendió su madre. Genial…
ahora estamos solas… - ¿Dónde estuviste el sábado pasado? – La pregunta me
pilló por sorpresa.
-
¿Qué?
-
¿Qué dónde estuviste el Sábado pasado? – Volvió a preguntar, algo más alto.
-
No lo sé… estuve patrullando y luego me fui a casa…
-
¿Y la semana anterior?
-
Lo mismo, supongo… ¿A qué demonios viene esto?
-
No te hagas la estúpida. – Casi gritó. – Sé que sigues viéndole. Me parece increíble
que después de decírmelo te sigas acostando con él delante de mis narices. Eres una…
-
¿Perdona? ¿Quién te crees que eres para acusarme de algo así? – Pregunté, irguiéndome
un poco en la mesa, intentando no llamar demasiado la atención.
- ¡La
esposa del hombre al que te follas! – Furiosa, me levanté de la mesa.
-
Te equivocas, eres la mujer del hombre con el que hacía el amor… porque al contrario
que él, yo creía que era el hombre de mi vida. Me enamoré de él y me sentí como
una mierda cuando vi su foto en tu casa. Llevó sin poder dormir desde ese día y
he tenido que trabajar día y noche para no pensar en el daño que te he causado
sin ni siquiera saberlo. ¡Así que no te atrevas a acusarme de nada! Puede que
yo no sea la que está casada con él o haya tenido su hijo, pero soñaba con ello…
y eso no me había pasado en la vida… - Notaba como las lágrimas se acumulaban
en mis ojos, así que me giré antes de que Laura me viera llorar. – Lo siento,
he de irme. – Escuché como Laura me llamaba, pero seguí adelante sin mirar
atrás… deseando con todas mis fuerzas no volver a verla nunca más…
***
- ¡Max!
– Volví a gritar, pero la rubia policía había salido ya de la cafetería, tapándose
la boca con la mano.
Volví
a sentarme en silencio, intentando evitar las miradas curiosas del resto de la cafetería.
Me sentía fatal por haberme dejado llevar por los celos. Desde que conocí a Max
siempre ha sido sincera y amable conmigo. Incluso el día que vino a decirme lo
de William… A pesar de que me dijo que ella no lo sabía le eché la culpa de
todo… aun sabiendo que William lleva años engañándome… era mucho más fácil
luchar contra ello si tenía alguien más a quién culpar…
-
Mami… - Miré a mi izquierda, encontrándome con la mirada enfadada de Kyle. - ¿Por
qué le has hecho daño a Max?
-Yo…
No lo sé cariño…
-
Ella me gusta. No es como papá… Ahora ella está como tú cuando papá viene a
casa… - Asentí intentando no llorar.
-
Sí cariño… Max está triste ahora porque he sido mala con ella… - La camarera,
Rosa, Llegó en silencio y colocó nuestros pedidos delante de nosotros, mirándome
con intensidad cuando dejó un chocolate para llevar y un trozo de tarta en una
bolsa de papel.
-
Tenga… si se da prisa la pillará antes de que salga con Jimmy. – La camarera se
marchó, dejándome algo descolocada, hasta que me di cuenta de que Kyle estaba bebiéndose
su batido muy rápido.
-
Cariño, más despacio…
-
No, tenemos que ir a por Max… Rápido Mami… - Después de unos segundos, bebí mi
café rápidamente, agradeciéndole mentalmente a la camarera por ponérmelo templado,
y me terminé el zumo, colocándome el croissant en la boca mientras cogía mi
bolso y la bolsa con el desayuno de Max. Kyle se hizo un rollito de tortita y
se lo llevó a la boca mientras yo pagaba la cuenta. No quería ni pensar en la
imagen de Kyle y yo corriendo por la calle con la boca llena de comida, pero
mejor eso que quedar como una idiota integral con Max.
Llegamos
a la comisaria en apenas un par de minutos y ni siquiera tuvimos que entrar
para buscarla. Max estaba abrazada a un alto y musculoso rubio y parecía llorar
en sus brazos. Me sentí fatal por un momento al pensar en William. Este hombre
era mucho más fuerte que él… e iba de uniforme… ahora veía su sombra en todas
partes…
Me
terminé mi desayuno rápidamente y le limpié a Kyle la boca antes de avanzar más.
Mi hijo me miró enfadado cuando vio que Max estaba llorando. A veces daba las
gracias de que su pequeño corazoncito fuera más sabio que el mío.
El
agente rubio que abrazaba y acariciaba la espalda de Max alzó la mirada y me
miró enfadado, antes de fijarse en mi hijo y relajarse. Le susurró algo a Max,
haciendo que esta se tensara antes de separarse de él y limpiarse la cara con
la manga de su uniforme.
-
Hola campeón, ¿Te gustaría montarte en mi moto? – Kyle me miró y yo asentí con
la cabeza, dejando que se fuera con el policía a una moto no muy lejos de donde
nos encontrábamos. Aún con Max estando de espaldas, avancé hasta ella y le
tendí la bolsa con el desayuno.
-
Chocolate y tarta de manzana. No me lo esperaba. – Sabía que el comienzo de mi
disculpa era un poco estúpido, pero no sabía cómo disculparme. – Oye Max yo…
-
No te disculpes. – Me cortó, girándose al fin y mirándome con los ojos rojos e
hinchados. – Tienes todo el derecho a estar enfadada conmigo.
-
No Max. Yo… no debí decirte esas cosas… Estaba enfadada y lo he pagado con la
única persona que ha sido sincera conmigo. – Me estaba costando más de lo que
esperaba mirarla a los ojos… Tal como estaba, se veía mucho más joven… Por lo
que sabía, podía ser una cría… - ¿Cuántos… cuántos años tienes? – Max,
extrañada por la pregunta, tardó un poco en responderme.
-
El mes que viene cumpliré 24. – Sí… es muchísimo más joven de lo que creía. - ¿Usted?
-
Yo… em…
-
Lo siento, no es de mi incumbencia. – Dijo Max, bajando la mirada.
-
27. Tengo 27. – Max volvió a alzar la vista, y me alegró ver que al menos
sonreía. – William… No es la primera vez que… bueno… es la primera vez que lo
sé con certeza.
-
Lo siento.
-
No lo sientas… Yo, debería haberlo dejado hace mucho tiempo… Pero con Kyle…
Todo es más complicado. – Max asintió.
-
Lo entiendo…
-
Verás… William no viene de una familia pudiente, pero conoce a muchas…
personas. – Acabé, sin saber muy bien cómo explicar cómo eran los amigos de
William. – Si pido el divorcio, se quedará con Kyle… Y él es lo único bueno de
mi matrimonio. No quiero que me lo quiten… pero tampoco quiero seguir con
William…
- ¿Quieres
que testifique? ¿Es eso? – Negué rápidamente… aunque lo había pensado.
- Eso
no serviría de nada… él conseguiría que tu testimonio no valiera nada. Sin
pruebas de que me engaña… se quedará con Kyle…
- Podrías
contratar a un detective que… - Negué asustada.
-
Ya lo intenté… pero lo descubrió al instante… desde ese día. Kyle no quiere
hablar con él…
-
¿Por qué?
-
Digamos que no le sentó muy bien que le estuvieran espiando… - Cerré los ojos
con fuerza al recordar la primera vez que William me puso la mano encima… no
había vuelto a ocurrir, pero sus ojos… Dios, sus ojos me decían que podría
haberme matado sin más… Mis ojos se abrieron al sentir la suave presión de unos
dedos en mi brazo.
-
Tranquila Laura. – Era tan extraño sentirse reconfortada por una de las mujeres
con las que William me había engañado… Pero Max me estaba mirando con una
dulzura inusual hasta ahora. - ¿él te ha…?
-
Sólo una vez. – Dije rápidamente. – Pero no quiero que vuelva a pasar… Me
gustaría… querría tener pruebas suficientes antes de presentar la demanda de
divorcio y marcharme a casa de mis padres… - Max asintió. – Me gustaría que me
ayudases… - Max se rio esta vez.
- ¿Ayudarte?
¿Cómo? Desde que hablé contigo no he vuelto a ver a William… El muy capullo
ni siquiera me preguntó por qué le dejaba… sencillamente asintió y se marchó. –
Dijo amargamente.
-
Pero tú eres policía. Tú podrías conseguir las pruebas no sólo de su engaño…
también de sus amigos… - Max me miró extrañada.
-
¿Qué amigos? La policía no se encarga de los delitos fiscales de los brokers,
para eso está el FBI…
-
No… no lo entiendes. Sus amigos… no me refiero a sus compañeros en la empresa…
él trabaja allí como tapadera. – No sabía si estaba diciendo más de la cuenta…
pero tenía que intentarlo… tenía miedo de que no sólo me quitara a Kyle… tenía
miedo de lo que podían hacerme sus amigos…
- ¿Tapadera
de qué?
-
William… William trabaja para un hombre muy importante… no sólo aquí en California…
Nunca lo he visto, pero alguna vez he visto su nombre en los archivos de
William.
- ¿Qué
hombre?
-
Su nombre es… Felipe Benítez… Pero también se le conoce como…
-
Félix. – Dijo Max con los ojos como platos. – ¿Intentas decirme que William
trabaja para el jefe de la mafia Colombiana aquí en California? – Me preguntó
en un susurro.
-
Sí. Él es su contable, creo. – Dije. – No me enteré hasta después de nuestra
boda… cuando unos hombres comenzaron a venir a casa todos los meses… Una de mis
criadas, Gloria, se despidió después de la primera visita de esos hombres…
cuando le pregunté por qué se marchaba, ella sólo me dijo que no iba a trabajar
en una casa de asesinos del Gato… No lo entendí, pero después de investigar un
poco por mi cuenta supe a quién se refería…
-
¿Lo hablaste alguna vez con William? – Me preguntó impaciente.
-
No… yo, tenía miedo… así que sencillamente…
-
Hiciste como si no lo supieras. – Asentí culpable, avergonzada por mi propio
miedo. – No te preocupes Laura, te ayudaré… pero esto es algo que no puedo
hacer sola… ese hombre, es muy peligroso. Si se entera de que hay problemas con
su contable no sólo matará a William, sino que también irá a por ti y por Kyle.
– Asentí, contenta de que entendiera mi frustración y mi miedo. – Ahora tengo
que irme con Jimmy a hacer la ruta. ¿William está ahora en casa? – Negué con la
cabeza.
-
No, el no volverá hasta dentro de tres días. – Max asintió.
-
Bien. En cuanto termine iré a tu casa y hablaremos tranquilamente, ¿De acuerdo?
– No sé por qué comencé a llorar y a respirar con dificultad. – Oye, tranquila.
Todo irá bien, te lo prometo. – Sentí como Max me limpiaba las lágrimas con
delicadeza antes de abrazarme con fuerza. Sin pensarlo dos veces, me aferré a
ella y me dejé acunar hasta que mis lágrimas se secaron. – Ya está Laura… ya
está… - Me separé un poco de Max y me perdí en la profundidad de sus ojos
azules.
-
¿Ves mami? – Sorprendida por la voz de mi hijo, vi que estaba a nuestro lado,
escoltado por el alto agente rubio que ahora nos miraba de forma amable. – Te dije
que Max era buena. – No pude evitar sonreír y volver mi mirada a la mujer que
aún me sostenía entre sus brazos. Dándome cuenta de nuestra proximidad, me
separé despacio y la miré agradecida.
-
Sí cariño, Max es muy buena.
Como siempre Nati un placer leerte y poder saber de Max Y Laura espero terminen juntas junto con el pequeño Kyle
ResponderEliminarBesos desde Argentina
By:Lourdes Avalos
UN CAPITULO MUY INTERESANTE... QUE PERMITE CONOCER MAS COSAS DE LA HISTORIA... AHORA MAS PEGADA QUE NUNCA, A ESTA HISTORIA Y A TODAS...
ResponderEliminarGRACIAS SIEMPRE NATALIA POR DEJARNOS LEER ESTAS HISTORIAS QUE NACEN DE TU IMAGINACION QUE NOS DAN UNA ALEGRIA... AUNQUE CON UN POQUITO DE SUSPENSO Y ESPERA... JAJAJA.
SALUDOS Y BESOS DESDE COLOMBIA
Soy de Colombia y que cliche que siempre seamos los narcos, además benitez es como apellido mas mexicano...en fin... Me encanta como escribes tus historias simpre son diferentes y creo que eso es lo que atrapa, sigue asi ;)
ResponderEliminarPDT: Por favor no olvides el epilogo de oculta entre las sombras. Abrazos :3
Soy de Colombia y que cliche que siempre seamos los narcos, además benitez es como apellido mas mexicano...en fin... Me encanta como escribes tus historias simpre son diferentes y creo que eso es lo que atrapa, sigue asi ;)
ResponderEliminarPDT: Por favor no olvides el epilogo de oculta entre las sombras. Abrazos :3
Se esta poniendo cada vez mas interesante, tendrá q hacer de guardaespaldas max para q Laura no corra peligro ? El peque es un amor me encanta
ResponderEliminarM.S(galicia)