CAPÍTULO 6
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¿Max? – Preguntó Kyle, una vez que nos sentamos en la mesa del comedor. Todo
estaba precioso. Velas rojas decoraban la mesa junto algunas piñas y hojas de
pino falsas. La cocina y el comedor estaban impregnados de olores maravillosos
que me hicieron la boca agua, sin embargo, yo sólo podía mirar a la puerta…
esperando que Laura volviera.
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¿Sí, tigre? – Le contesté, forzándome a girar la cabeza y posar la mirada en el
pequeño terremoto rubio a mi lado, que no para de mover los pies bajo la mesa,
sin dejar de mirarme.
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¿Mi mami te gusta? – Inesperadamente, una tos nerviosa me agarró el pecho, casi
convenientemente, como para poder responder al pequeño.
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Kyle mira… - Comencé.
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Sé que te gusta. – Dijo muy feliz. – La miras igual que el profesor de
matemáticas mira al cocinero de la escuela… - Oh vaya… eso no me lo esperaba… ¡Maldito San Francisco!
- ¿Y
tú como sabes que el profesor de matemáticas quiere ser amigo del cocinero? –
Pregunté, intentando evadir la pregunta. Kyle negó con la cabeza.
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No, ellos ya son amigos… pero el profesor de matemáticas quiere hacer arrumacos
con el cocinero. – Kyle se tocó la barbilla, pensativo. – Cuando le pregunté a
la señorita Mariana por qué ellos no se hacían arrumacos ella me dijo que el
cocinero ya tiene novio… - ¡Por el amor
de Cristo! ¿Pero a qué colegio envían a este niño? ¿Tanto ha cambiado ya el
sistema educativo? No… si tenía que haber nacido ahora…
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¿Así que eso es lo que te dijo la profesora Mariana? – Kyle asintió sonriente.
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Sí… ella y la secretaria de la directora, la señorita Vines, están casadas y
tienen una hija de mi edad que va a mi clase. Se llama Lucy, y es muy guapa. –
Dijo Kyle arrugando la nariz de una forma muy mona. Bueno, voy a seguir por ahí… así a lo mejor se olvida…
- ¿Lucy
eh? Es un nombre bonito para una niña bonita ¿no?
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Sí… pero… ¿Es por eso que tú no puedes hacer arrumacos con mami? ¿Por qué está
con papá? – La mandíbula se me desencajó durante varios segundos, pero
finalmente me reí.
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Eres un tigrillo muy listo, pequeñajo. – Le dije, haciéndole cosquillas. – Pero
no… no es por eso… Aunque ciertamente nunca estaría con nadie que tuviera
pareja… al menos, no conscientemente. – Kyle se quedó extrañado.
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Pero… mami y papi no se quieren… papi hace daño a mami muchas veces… le dice
cosas muy feas. – El corazón se me encogió en el pecho. – Tú eres diferente… tu
juegas conmigo y también eres buena con mami… si le pides a mamá una cita,
seguro que te dirá que sí… - Dijo esperanzado.
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No es tan fácil tigre. Aunque tú mami no estuviera con tu papi, nunca saldría
conmigo. – Dije, poniendo voz por primera vez a un pensamiento que llevaba
rondando por mi cabeza un tiempo. – No es posible.
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¿Por qué no? A mami parece que también le gustas… ella siempre se pone muy
guapa cuando vas a venir… y cuando habla de ti siempre sonríe y le brillan los
ojos…
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¿Eso hace? – Pregunté ruborizándome. Pero rápidamente agité la cabeza, quitando
esa idea de mi cabeza. – Bueno, eso no importa tigre. Tu mami sólo quiere hacerse
amiga mía. Ella nunca querrá hacer arrumacos conmigo. A ella solo le gustan los
chicos… - Kyle frunció el ceño.
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¿Y a ti? ¿Sólo te gustan los chicos también? – Pensé momentáneamente en
mentirle al pequeño, pero no podía… Espero
que Laura no me mate por esto.
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No, a mí me gustan los chicos y las chicas. – Admití.
- ¿Entonces
porque a mami no le gustan también las chicas? – Suspiré con fuerza.
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Eso es algo que aprenderás cuando seas mayor, pero a muchas personas sólo les gusta
una cosa, no las dos y no a todo el mundo le parece bien que dos personas del
mismo sexo estén juntas. – Resumido…
bien.
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No lo entiendo. Si te gusta alguien, te gusta y ya está. ¿Por qué iba a estar
mal? – No pude evitar sonreír de alegría. Maldito
crío… Me he enamorado aún más de él… Me incliné y le di un beso en la
mejilla, consiguiendo que se ruborizara.
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¿Sabes qué, tigre? Tienes mi voto. Ojalá hubiera más personas como tú en el
mundo. – Kyle sonrió contento. Entonces se levantó de la silla y me rodeo con
sus pequeños brazos.
-
Te quiero, Max. Ojalá fueras mi papi. – Tuve que luchar muchísimo para no
llorar ahí mismo. Cogí a Kyle en brazos y lo senté en mi regazo, mirándolo seriamente.
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No puedo ser tu papi, tigre. Pero siempre estaré ahí para ti, pase lo que pase…
¿vale? – Kyle asintió contento y comenzó a reírse cuando empecé a darle
pequeños besitos por todo la cara.
- ¡No,
Max! ¡Hace cosquillas! – Gritó riendo.
-
¿Qué es todo este jaleo? – Preguntó una voz desde la puerta. Kyle y yo, como si
nos hubieran pillado con las manos en la masa, respondimos a la vez.
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¡Nada! – Laura entró en el comedor con una expresión… extraña, pero relajada.
-
No me fio nada de ustedes dos… pero tendré que creérmelo. Y ahora, ¿Quién me va
a ayudar a comerme todo ese pavo?
- ¡Yo!
– Gritamos al unísono. Kyle y yo nos levantamos y fuimos con Laura hasta la
cocina. Kyle se llevó con cuidado un pequeño pastel de arándanos y yo ayudé a
Laura a sacar el pavo del horno. Por suerte, era un pavo pequeño relleno de
salvia y pan de maíz. Mientras yo llevaba el pavo a la mesa, Laura cogió la
salsa de arándanos y el puré de patatas. Después de sentarnos y bendecir la
mesa, me sorprendí cuando Laura me pasó los utensilios para trinchar el pavo.
-
¿Harías los honores? – Me preguntó Laura. Carraspeando, me levanté y acepté el
gran tenedor y el cuchillo y sin pinchar la carne para que no se desmoronara,
comencé a hacer los cortes. Kyle, impaciente, fue el primero en recibir los
cortes de pavo, ayudada por su madre para servirse el puré y echarse la salsa.
Mientras hacía los cortes, Laura me sirvió el acompañamiento y llenó mi copa de
vino. Intentaba no pensar en lo hogareño y cálido de todo esto… ¿Cuándo tuviste una navidad así Max? Nunca…
cierto… Papá estaba demasiado preocupado por su pesca y mamá no sabía cocinar
más que unos huevos revueltos. Cuando me senté en la mesa, Laura alzó su
copa de vino, seguida del vaso lleno de zumo de Kyle. – Por unas navidades
perfectas. – Respondí al brindis y choque mi copa primero con cuidado con el
vaso de Kyle y luego con la copa de Laura. Al mirarla sobre la mesa, sentí algo
en su mirada que me dejó sin aliento… pero ahogué cualquier pensamiento con un
gran trago de vino.
***
La
cena fue fantástica. Kyle se comportó y estaba feliz de que Max le hiciera caso
siempre que él hablaba. Max fue muy divertida. Halagó mi comida y se encargó de
estar pendiente de que Kyle no se manchara demasiado con la cena. Cuando llegó
la hora del postre, sin embargo, ella misma untó la nariz de Kyle con la crema
del pastel de arándanos. La cara molesta y ruborizada de Kyle, que cambió
rápidamente a una sonrisa cuando Max hizo lo mismo conmigo… me hizo reírme
demasiado.
Nunca
antes me había divertido tanto. Estaba pletórica en muchos sentidos, aunque
ciertamente la comida me dejó en un letargo agradable. Max se empeñó en recoger
las sobras y la mesa mientras yo desplazaba las copas y el vino al salón. Kyle
me hizo compañía jugando con sus coches de carreras mientras Max fregaba los
platos. Todo era tan agradable que parecía irreal. Una familia… Pensé. Parecemos
una familia…
-
Oh señor… voy a estallar… - Gimió Max, cuando volvió de la cocina. Max se sentó
a mi lado en el sofá y cogió su copa de vino. Tuve que centrarme para no dejar
caer mi cabeza y apoyarla sobre ella… eso habría sido tan natural… Señor, todo esto es muy confuso…
-
Max. – Dijo Kyle, sentándose sin pedir permiso en el regazo de Max.
-
Kyle, no seas maleducado. – Le regañé.
-
No te preocupes, está bien. – Dijo Max, dejando la copa y agarrando a Kyle. - ¿Qué
pasa, tigre?
- ¿Hoy
volverás a contarme un cuento? – Preguntó esperanzado.
-
Por supuesto que te contaré un cuento… ¿Querrás otro de piratas? – Kyle negó
con la cabeza.
-
No, quiero que me cuentes uno de policías… con persecuciones en moto, disparos
y hombres malos… y un héroe como Blue Ace,
la pirata… - Max sonrió.
-
Oh… así que el hombrecito quiere un cuento de policías ¿eh? De policías será… -
Impaciente, Kyle arrastró a Max fuera del salón. Intenté seguirles, pero Kyle
no me dejó. Casi me reí cuando se puso como un tomate cuando Max me dijo que le
ayudaría a cambiarse.
Volví
al sillón y tuve que contenerme para no salir y espiar a la narradora de
cuentos en plena faena. Había algo en la pasión y la imaginación de Max al
contar esas historias, que me gustaba. Era como ver la parte infantil y
soñadora de Max. Era muy agradable.
Cuando
Max volvió al fin, yo ya me había bebido dos copas de vino de más, y me sentía
algo mareada. Max pareció notarlo.
-
Creo que ya es muy tarde, deberíamos irnos a la cama. – Por un momento, por mi
mente pasó una agradable imagen de Max yendo a la cama conmigo.
-
Pero quiero pasar más tiempo contigo… Me gusta estar contigo.- Admití, sabiendo
que el alcohol hablaba más que mi razón. Max curvó sus labios en una sonrisa
dulce.
-
A mí también me gusta pasar tiempo contigo… Pero me parece que entre la comida
y el vino ambas estamos para el arrastre… - Aireé la mano.
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Eso no es cierto. ¡Tú estás como una rosa! Yo de joven toleraba mejor el
alcohol… me siento vieja poniéndome tonta con unas pocas copas de vino. – Max se
rió.
-
Laura, tengo 24 años. Ni tu eres vieja, ni yo soy tan joven. Apenas eres tres
años mayor que yo… - Asentí algo mareada.
-
Los suficientes para sentirme vieja… dime, ¿Quién querrá estar conmigo cuando
deje a William? Una mujer cercana a sus treinta, con un hijo a cuestas y una
depresión de caballo… - Notaba que estaba a punto de llorar y me maldije por
tener que estropear una velada tan agradable con mis malditos problemas
matrimoniales… mis inseguridades y mis miedos… Soy una estúpida.
- Eh…
- Susurró Max, sentándose a mi lado y rodeándome con su brazo por la cintura. –
Cualquier hombre en el mundo desearía tener a una mujer como tú y a un hijo tan
maravilloso como Kyle… Laura, eres preciosa y encantadora. Tienes un trabajo
que te apasiona y te permite vivir cómodamente. Eres una cocinera de primera y
demonios, llevas los tacones como si fueran deportivas… no me extrañaría que
pudieras correr con ellos. – No puede evitar reírme mientras agarraba la mano
de Max.
-
Gracias… Gracias por tus palabras. Es reconfortante oírlas. – Max sonrió y
apartó un mechón de delante de mis ojos.
-
No tienes por qué dármelas, sólo he dicho la verdad. Cualquiera sería
afortunado de tenerte… - Fui tan fácil que me dio miedo… fue tan fácil
inclinarse hacia ella…
Los
labios de Max eran suaves y cálidos… no como los de William. Fue un beso casto
y lento… y cuando Max se apartó resistí la tentación de agarrarla y traerla de
vuelta…
-
Yo…yo… - Dijo Max nerviosa. – Tengo que irme… - Bruscamente, Max se levantó del
sofá y salió del salón. Cómo si me hubieran pagado un guantazo. El alcohol se
me bajó de golpe… dándome cuenta de lo que había hecho.
-
¡Max! – Dije con urgencia, corriendo detrás de ella. Cuando llegué a la
habitación de invitados, vi como cogía sus cosas y se las cargaba sobre el
hombro. – Por favor, no te vayas… - Max se giró, pero no me miró.
-
Tengo que irme, Laura. No puedo quedarme aquí. – Max dio un paso hacia la
puerta y yo me interpuse en su camino.
-
Por favor… Kyle quiere pasar mañana el día contigo… no quiero que por algo como
esto el sufra… él te quiere mucho. – Max suspiró con fuerza.
-
Lo sé, Laura. Yo también le quiero… volveré mañana por la mañana antes de que
se despierte, pero no puedo quedarme aquí esta noche… - Dijo con desesperación.
-
¿Por qué no? ¿Por lo que ha pasado? ¡Lo siento! Yo… yo no estaba pensando… -
Max alzó por fin la cara, con una expresión dolida.
-
Lo sé… Lo siento mucho… - Max intentó pasar por un lado, pero yo la agarré, con
miedo de que se fuera.
-
Por favor, por favor… ¡No te vayas! ¡No quiero que te vayas! – Supliqué, sujetándola
con fuerza.
-
Laura… por favor… no me toques… no me toques ahora… - Casi gimió con tristeza.
Alcé la mirada, preocupada… pensando en que tal vez le había asqueado lo que
había pasado en el salón… pero sus ojos… o no… sus ojos eran pozos negros… y hundiéndome
en ellos, me acerqué más a ella…
-
¿Por qué? ¿Por qué no puedo tocarte? – Con un rugido que me asustó, Max soltó
sus cosas sin más y me agarró de la cintura, pagándome a ella. Mi cuerpo entero
hormigueo asustado y ansioso. Con un movimiento rápido, Max nos giró y me dejo
caer en la cama, colocándose sobre mí, poseyendo mis labios en un beso salvaje
y necesitado.
Los
miedos se arremolinaban en mi cabeza, pero mi cuerpo… mi piel… gritaba por más…
así que la dejé poseer mi boca con un gemido grave, que nunca antes había
salido de mis labios. A pesar de su voracidad, los besos de Max eran tiernos y
delicados… tan profundos que me dejaban sin respiración…
Cuando
Max se apartó un poco de mí, no pude evitar volver a perderme en sus ojos,
ahora con un mensaje tan claro. El azul casi violeta de sus ojos gritaba algo
más que simple deseo… y mi cuerpo entero tembló de anticipación cuando sus
labios volvieron a inclinarse sobre los míos…
Es la primera vez q escribo, pero llevo leyendo el blog desde que lo creaste, y me encantan todas las historias. Sin embargo, hoy he sentido la necesidad de decirte q lo tuyo es crueldad, como es posible q siempre dejes los capítulos en lo mejor... Ahora en serio, me encantan tus historias y como escribes. Un beso d otra gallega
ResponderEliminarNO ME LO PUEDO CREER!!! es que eres TAAAANNN cruel.¿Como nos dejas asi?,¿En lo mejor de la historia?
ResponderEliminarDios ok me enoje pero ya estoy mejor disfruto de tus historias en especial esta y El Ritmo Del Deseo espero mas el proximo lunes besos Natalia desde Argentina
By:Lourdes Avalos <3
:') simplemente hermoso... se q te gusta dejar así las historias... pero porfavor... has de está historia algo mas largo... no se cuantos capítulos tienes pensados... pero por favor hasla mucho mas mas mas mas larga
ResponderEliminarEstá es sin duda la mejor de tus historias... retrata a la perfección el amor de una familia....:') porfavor hasta.tan larga como puedas •8•
ResponderEliminarDigo lo mismo q las chicas ,eres malaaaaa el dejarnos asi hasta el próximo capitulo , pero te queremos ;-)
ResponderEliminarM.S(galicia)
T.T aaaaaaaaaaaaaah esperando por esta capitulo, y van y matan mi libido hahaha , gracias esperare paciente el siguiente capitulo.
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