PARTE I
19/07/15 (18:30h)
(AMELIA)
Mi
nueva manicura francesa estaba siendo maltratada por mi nerviosismo. Estaba
sentada en el porche de mi hermana pequeña, Cristina, con un té frío en la mano
mientras golpeaba las uñas una y otra vez contra la madera de la mecedora en la
que me encontraba.
A
mi izquierda, con su hijo de 1 año en el regazo, estaba sentada Cristina. En
estilo, Cristina se parecía muchísimo a mí… al menos ahora. Antes siempre se
metía conmigo por mi pánico de mostrar mis piernas. Ella tenía el pelo mucho
más oscuro, casi negro, pero era la única de las tres hermanas que había
heredado los ojos verdes de papá. Llevaba tres años casada con un contable de
Ohio. Albert. Misteriosamente, a pesar del nombre y la profesión, Al era un
hombre muy atractivo y divertido… Perfecto para Cris.
A
mi derecha, estaba la antítesis de Cristina. Laura, la más pequeña de las tres.
Con un estilo marcadamente más masculino, Laura tuvo muy claro desde pequeña
que era lesbiana. Tenía el pelo muy corto y negro y unos atrevidos ojos
castaños. Su constante activismo en las causas LGTB en la universidad había provocado
más de un infarto a mamá, pero papá siempre se había sentido orgulloso. Siempre
su pequeña y peleona Laura.
Mis
padres, ya jubilados y retirados al antiguo pueblo de mamá, en España, volvían
todas las Navidades para recordarnos que nos apoyaban y nos querían… a pesar de
nuestras diferencias. Porque ciertamente, papá siempre se jactaba de haber tenido
a una hija de cada… al menos en lo referente a la sexualidad.
“Oh… Si hubiera tenido más tiempo,
habría ido por los tres chicos y a lo mejor, si a tu madre no le da un patatus,
habría ido a por las identidades de género…”
Sí…
bueno. Ese era papá. Aún no tenemos muy claro si es así por su trabajo, ya que
era psicólogo y doctor en conductas sexuales, o que sencillamente era tan excéntrico
por fumar demasiado en los 60… Esa es la teoría de Laura…
-
Bueno… - Dijo Laura, sacándome de mis pensamientos. - ¿Para qué querías vernos?
Sé que nos vemos de vez en cuando, pero no creo recordar ni una sola vez que
usaras tu llamada de emergencia. – Oh sí…
las llamadas de emergencia comenzaron en el instituto, cuando Cristina comenzó
a salir con Jack, el quarterback del equipo de fútbol, y yo y Laura tuvimos que
ir a defender su honor… Desde entonces, cada vez que alguna tenía un problema,
llamaba a las otras… Y sí… esta era mi primera vez. - ¿Es tu trabajo? –
Preguntó Laura.
-
¿Es Troy? – Preguntó Cristina, mientras mecía a Sean. Suspiré con pesadez y
dejé el té en la mesa.
-
Son ambos… creo… No lo sé. Estoy muy confundida. – Admití. Cristina y Laura
eran las únicas personas a las que siempre les he contado la verdad. Aun así,
me costaba muchísimo decirlo. – Es…Troy me ha pedido matrimonio… - Solté al fin. Laura suspiró con
pesar mientras Cristina saltaba todo lo que le permitía tener el niño en
brazos.
-
¡Pero eso es fantástico! – Dijo Cristina.
-
Le he dicho que me lo tenía que pensar. – Dije con cierta vergüenza. Laura se
rio.
-
Eso es más típico de ti… - Dijo.
-
Pero es normal, Laura. Amelia tiene que pensar en muchas cosas… Si es o no el
buen momento… en fin… no pasa nada si te lo piensas unos días. No todas las
pedidas son un Sí inmediato… - Comentó Cristina.
-
Me lo pidió hace cerca de dos meses… - Dije arrugando la nariz. Cristina se
quedó un poco descuadrada y vi como los ojos de Laura se iluminaban lentamente.
-
Vaya… eso es mucho tiempo para pensar, Amelia. – Dijo Laura. - ¿Qué es lo que
te hace esperar tanto? ¿Es que ya no quieres a Troy?
- ¡No!
No en absoluto… Yo le quiero… muchísimo. Es solo que… No lo sé… No pude decir
que sí… Aún no puedo y es frustrante. Troy está muy raro… impaciente… No quiero
hacerle esperar. Me acuesto por las noches pensando en lo bien que iba todo
antes de que me lo pidiera… Si le digo que sí, tiene que ser hasta el final…
-
Lo entiendo Amelia. Pero puede que si no le has dicho que Sí, es porque en
realidad no es el adecuado… - Dijo Laura.
- ¡No
digas chorradas! – Dijo Cristina. – Troy es un chico fantástico y es la primera
vez que hemos visto a Amelia feliz en una relación. Él es adecuado.
-
Yo no la veo muy feliz ahora mismo. – Le dijo Laura a Cristina.
-
Chicas, estoy aquí. Así que intentad no hablar como si no estuviera. – Dije molesta.
-
Lo siento, Mel, pero es lo que creo. – Dijo Laura. – Te veía tan igual de feliz
cuando estabas sola después de perder tanto peso. Estabas radiante con tu nuevo
aspecto, tu trabajo… Troy sólo fue la guinda del pastel… Pero creo que no es la
persona que te hace “Boom”…
-
Laura… - Empezó Cristina.
-
No Cris… Tú también lo sabes… Te pasaste un año entero hablándole a todo el
mundo de Albert. De cómo fue el flechazo… de cómo te sentías siempre como en
una nube… Sé que sigues así. Se puede ver en tu cara… Y créeme, no es la cara
que tiene Amelia…
-
Cada persona es distinta… - Comenzó Cristina.
-
No, cada amor es distinto. Pero la emoción, el deseo, la felicidad… son las
mismas. – Laura me miró. – Puede que seas feliz con Troy, eso no te lo discuto…
pero… ¿Te hace vibrar? ¿Deseas verle a cada instante? ¿Deseas que te bese y te
abrace no sólo cuando estés triste, si no también cuando estés feliz?
-
Esa es la cuestión… ¡Que no lo sé! No sé si existe algo más de lo que tengo con
él… todo es tan agradable y perfecto… Yo nunca he sentido un flechazo como el
de Cristina. – Dije señalándola. – Ni tampoco he tenido la pasión que tenéis
Cindy y tú… Puede que yo, sencillamente, no pueda sentir nada más que esto…
-
No Amelia… puede que haya alguien ahí fuera que sí te haga sentir esas cosas… -
Acabó admitiendo Cristina. – Puede que a lo mejor, Troy no sea el tipo de
persona que necesitas en tu vida… O puede que no sea el momento adecuado para
un paso tan grande para ti… - Sin poder evitarlo, comencé a llorar impotente.
Laura se levantó a se acercó a mí abrazándome.
-
Oh vamos… - Me susurró mientras me reconfortaba. – No pasa nada Amelia… Tú no
tienes la culpa…
-
Sí… sí que la tengo… - Admití, aun llorando. – Chicas… yo… creo que me he
enamorada de otra persona…
20/07/15 (10:30h)
(JACKIE)
10:30… ¿Dónde demonios está Amelia?
Seguí
golpeando el bolígrafo contra el expediente, sin dejar de mirar la entrada del
departamento. Estaba muy preocupada por Amelia. Llevaba varias semanas comportándose
de una manera muy distante y extraña. ¡Y eso me estaba matando!
Volví
a centrarme en el último informe que me había proporcionado el FBI. El coleccionista
de muñecas había vuelto a actuar, esta vez al otro lado del país, en Oregón.
Tres marineros de una misma familia fueron encontrados en su barco. Los cuerpos
estaban en las cámaras para mantener el pescado… el resto, como siempre,
formaba parte de la decoración de la perfecta vida en el mar. Cabrón inteligente… Corrió por patas en
cuanto el FBI se dio cuenta del patrón… ahora lo ha cambiado de nuevo…
El
sonido de unos tacones altos me hizo alzar la mirada y encontrarme con la
siempre deslumbrante Amelia. Hoy, al parecer, tocaba un vestido rojo de cintura
alta. Oh señor… me encanta el verano…
Amelia llevaba el pelo recogido en una cola alta, como casi siempre que venía
al trabajo, y mientras miraba como el vestido se ondulaba a su paso y sus
pechos rebotaban ligeramente, sus ojos se encontraron con los míos. Mierda, pillada.
-
Buenos días, Jackie. – Saludo con una sonrisa, que no se reflejó en sus ojos. –
Ten, te he traído el café colombiano que tanto te gusta. Siento llegar tarde. –
Dijo, dejándome un enorme café para llevar delante de mí y sentándose en su
escritorio.
-
Amelia… ¿Te encuentras bien? – Le pregunté, cautelosa, mientras abría la tapa
del café.
-
Claro. ¿Por qué lo preguntas? – Dijo de nuevo, con esa sonrisa tan extraña.
-
Bueno, llevas unas semanas muy rara. Llegas tarde casi siempre y en cuanto
llegan las cinco te vas corriendo a casa con los informes del día. Tú
normalmente llegas muchísimo antes que yo y te quedas conmigo hasta las tantas
si es necesario… No sé… es como si no fueras tú… ¿Tú familia está bien? ¿Es
Troy? Somos compañeras y sabes que…
- ¡Estoy
bien! – Dijo rápidamente, algo alterada. – Sólo que últimamente estoy muy liada
buscando el vestido perfecto para la boda de Taylor y Tori… Me llama casi todos
los días alterada por algo y estado a distancia es muy difícil ser la dama de
honor principal…
-
Ya… - ¿Tema de chicas? ¿En serio? Sonaba
más como un tema de distracción…
-
¿Y tú? Taylor me ha dicho que tú y Logan sois las “madrinas” de Tori. ¿Qué tal
con eso?
-
Emm… bien, bien… Logan guarda los anillos y yo organicé la despedida de soltera
para este viernes… -Esta vez, la sonrisa de Amelia fue real.
-
A ver si lo adivino. ¿Un par de strippers tetudas, alcohol y tiro al blanco? - ¿Es que es una puta pitonisa?
-
No, para nada… - Dije nerviosa. – Va a ser todo muy tranquilito… Taylor nos ha
amenazado con caparnos si dejamos que Tori apeste a alcohol y perfume barato en
la boda. – Amelia me miró con una media sonrisa divertida.
-
Humm…
-
¿Y tú y Melinda? ¿Juguetitos sexuales y ropa interior de encaje mientras tomáis
el té en casa de su madre? – La piqué, consiguiendo que se riera.
-
Se te ha olvidado añadir al bailarín en pajarita y tanga… pero yo no he dicho
nada. – Era agradable volver a tener una conversación normal con Amelia. Se
echaba de menos… sobre todo echaba de menos esa brillante sonrisa… la de
verdad. - ¿Qué caso es ese? Pensé que ya no teníamos nada después del asesinato
por roba en West Roxbury… -
Rápidamente, cerré el informe del FBI y lo metí en mi cajón.
-
No es nada… sólo es un caso antiguo… - Amelia parecía asombrada por el cambio
tan repentino. Yo estaba asombrada por haberle mentido tan descaradamente… pero
no podía decírselo… Bebí un poco de café, para distraerla un poco. – Humm… riquísimo,
como siempre. Muchas gracias… Si sigues mimándome así tendré que pedirte
matrimonio… - Los ojos de Amelia pasaron rápidamente de la sospecha al pánico.
Su cambio fue tan brusco que me asustó. – Amelia… Sólo era una broma… - Dije
preocupada.
-
Lo…Lo sé. – Dijo con una risa nerviosa. – Tú y yo casadas… Absurdo. – Amelia carraspeó
y se levantó de nuevo. – Voy al lavabo un momento.
-
Va-vale. – Respondí, aun extrañada, viendo cómo se marchaba entre los demás
escritorios y desaparecía tras la puerta de los lavabos femeninos. Agarré mi
silla con fuerza. No vayas Jackie… No te
metas… Mete tu culo dentro de algún informe y olvídate de la expresión que has
visto… Nadie está triste ni dolido… ¡Mierda!
Me
levanté bruscamente de la silla y me dirigí al baño, chocando con un asombrado
Justin por el camino. Después de una disculpa rápida, abrí la puerta del baño y
entré.
Una
de las mayores suertes de que el cuerpo de policía aún no tuviera tantas
mujeres era que el baño siempre estaba impecable. Mis ojos encontraron mi
reflejo en el primer espejo de la fila. Lo cierto era que, desde que había
conocido a Amelia, me preocupaba un poco más por la ropa… Al menos ahora no iba
siempre en vaqueros y camisetas. Hoy llevaba unos pantalones de vestir caquis y
una camisa blanca remangada hasta el codo… Con esta ropa, la placa y el arma
tenían una presencia mayor… Estudiante universitaria
me llamó… y mírame ahora… Nada militar y nada de deportivas… Maldita mujer…
Girando
la cabeza hacia el centro del baño, vi a Amelia sentada en un banco cerca de la
ventana. Tenía la cabeza agachada pero el leve temblor de los hombros y los
suaves gimoteos me decían lo necesario. Tuve que castigarme mentalmente por
pensar que incluso así Amelia estaba preciosa.
-
Eh… - Susurré, al llegar a su lado e inclinarme a su altura. – Amelia… - Poco a
poco, Amelia fue levantando la cabeza, dejándome ver algo que me destrozó el
corazón. Parecía tan vulnerable… tan frágil… Que no pude evitar abrazarla sin
más. Fui notando como Amelia cambiaba su inicial rigidez por una respuesta más
cálida y receptiva. Pronto, Amelia me tenía rodeada también con sus brazos y
hundía su cara en mi cuello, dejándose llevar y llorando un poco más. –
Tranquila… - Le susurraba. – Estoy aquí… - Amelia gimió un par de veces,
intentando para de llorar, hasta que finalmente paró.
-
Te he dejado perdida la camisa. – Susurró temblorosa, aún abrazada a mí.
-
No importa… sólo es una camisa. – Le respondí, aspirando inconscientemente el
perfume floral de Amelia. Vamos Jackie…
No te dejes llevar…
-
No pensarás lo mismo cuando veas la cantidad de rímel y pintalabios rojo que te
he dejado en el hombro… - Dijo separándose un poco y acariciando la zona húmeda
de la camisa. Sin ser muy consciente de lo que hacía, la solté y llevé mis
manos a su cara, deslizando los dedos para quitar las carreras de rímel de sus
mejillas. Me centré tanto en mi tarea que hasta que no terminé no me di cuenta
de la mirada de Amelia y de lo cerca que nos encontrábamos… Dios… Sólo un poco más cerca… un poco más
cerca y sabré a que saben esos labios…
Igual
que un balde a agua fría, el sonido de la puerta abriéndose y la voz de dos
mujeres entrando en el baño me salvaron de cometer una gran estupidez. Antes de
que nos vieran, yo ya me había separado de Amelia, dejándola completamente
descolocada.
-
Será mejor que me vaya a cambiarme de camisa… - Comenté, sin ni siquiera mirar
las supuestas manchas en ella. – Nos vemos fuera. – Y como muchas otras veces
en mi vida, hui de Amelia, sin saber qué hacer con los incómodos sentimientos
que estaban creciendo dentro de mí.
***
Nueva York
22/07/15 (19:30h)
(TORI)
-
Sólo tres días… tres días más y serás la señora de Victoria Crowell… ¿Cómo te
hace sentir eso? – Le dije al teléfono, sabiendo que al otro lado una locutora
preciosa estaba escuchando con atención.
-
Me hace sentir la mujer más afortunada del mundo. – Me dijo Taylor. – Estoy deseando
terminar esta estúpida reunión para poder ir a casa contigo… Para un día que
vuelves pronto a casa, voy yo y llego tarde. – Dijo riéndose.
-
Aquí te esperaré despierta… no te preocupes por eso. – Me estiré un poco más en
la cama. El día había sido agotador dejando todos mis casos bien atados para
que los chicos pudieran continuar mientras yo estaba en mi luna de miel… Humm… Hawaii… que bien sonaba eso…
-
Lo sé, cariño. ¿Te apetece compartir un baño conmigo cuándo llegue? Mañana
llegarán mis padres y las chicas y no volveremos a tener tiempo a solas hasta
después de la boda… y quiero tener algo que me mantenga con las pilas cargadas
durante los últimos retoques…
-
Dalo por hecho… Un gran baño caliente con sales y pétalos blancos… - Dije
pensando en los ramos descartados del salón… De algo van a servir al fin tantas flores…
-Suena
delicioso cariño, siempre y cuando tú también estés metida dentro. – Se escucharon
voces lejanas. – Tengo que dejarte. Volveré en un par de horas. Te quiero.
-
Yo también te quiero. – Cerré el móvil y lo lancé al otro lado de la cama. Dos
horas… humm... ¿Qué puedo hacer en dos horas? Oh cierto…
Me
levanté de la cama y fui al armario. Colgado en el lado derecho, estaba mi
esmoquin blanco para la boda. Hora de probárselo
sin público… La camisa blanca mate, contrastaba con el chaleco, de un color
perla brillante, a juego con los pantalones y el frac… Sabía que el frac sólo
lo usaría durante la ceremonia, porque el calor sería asfixiante, pero a Taylor
le había hecho ilusión… y yo no podía decirle que no a esa cara. Estaba
terminando de ponerme la pajarita cuando el timbre de la puerta sonó.
Dejé
el frac sobre la cama y corrí hacia la puerta. Como sea la señora Miller me voy a morir de vergüenza así vestida…
Sin
embargo, la persona que estaba detrás de la puerta no era la señora Miller. Era
alguien que levantó un objeto alargado demasiado rápido como para que yo
pudiera detenerlo.
En
un instante, todo se volvió negro…
22/07/15 (20:42h)
(TAYLOR)
Subí
los escalones con pesadez. Estaba agotada. Había pasado todo el día fuera y
ahora lo único que quería era meterme en un baño caliente con Tori.
Sin
embargo, al llegar a mi piso, una mancha extraña en el suelo me llamó la
atención. Estaba justo al lado del ascensor, que había sido colocado apenas un
par de meses antes. La mancha era de un color rojo oscuro y parecía llevar
tiempo allí… Sin embargo… fueron las gotas que se dirigía a la puerta de
nuestro apartamento las que pararon mi corazón.
Al
llegar hasta la puerta, vi que estaba abierta y entré rápidamente al
apartamento. Con el corazón en vilo. Y entonces lo vi…
Una
enorme mancha roja en la pared del salón, formando letras deformes y torpes con
una cita: Happy Bleeding Day!* Y con
un grito desgarrador, dije su nombre…
-
¡VICTORIA!
Nota de la Autora: * Forma macabra de decir "feliz boda sangrienta", cambiando la palabra "boda", por "sangrante"
Antes de nada, intentad no matarme y esperad al capítulo de la semana que viene. No lleguéis a conclusiones precipitadas...
Tratare de tomar tu consejo... y no matarte mentalmente desde la distancia por ese final de cap... OMG!!!! Es mucho tiempo esperando...
ResponderEliminarSaludos y besos desde colombia
Como quieres q no te matemos si terminas el capitulo asi
ResponderEliminarY la q nos vas a matar eres tu, pero de sufrimiento tener q esperar al fin de semana
En fin tendremos q espera
M.S(galicia)
P.D hoy no te mando saludos ni besos por mala ;-)