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domingo, 14 de febrero de 2016

Máscaras De Porcelana - Parte III

PARTE III



Cerca de las diez de la noche llegué al almacén donde me habían dejado el material. Cuando vi el vestido de noche negro y los tacones casi grito de rabia.


Encima de la bolsa había una nota: Sé que no te gusta dejar tus vaqueros de lado, pero vas a una fiesta privada, y para entrar necesitas esto. En la bolsa tienes un par de 22 mm con silenciador y esa navaja de clip de 8 cm que tanto te gusta. Sé que te encantaría tener más, pero no creo que tengas mucho espacio para guardarlas. La mitad del dinero ya está ingresado. PD: Es una fiesta de máscaras, así que también tienes que ponerte esa maldita máscara blanca que ahora está tanto de moda. Avisa cuando haya que limpiar. X.

Furiosa, cogí la bolsa y comencé a cambiarme. El muy cabrón también había puesto un poco de maquillaje que dejé completamente de lado. Cuando estuve completamente vestida, comprobé las armas y los cargadores de repuesto y los coloqué incómodamente bajo la ingle con algo de cinta. Jugué un rato con la navaja antes de cerrarla y dejarla caer por canalillo del vestido. Lo último que cogí de la bolsa fue la maldita máscara.

- Además de viciosos son unos malditos desquiciados. – Gruñí, mientras me la ponía. La fiesta iba a comenzar y en unas horas desaparecería de nuevo… nueva ciudad, nueva vida… Sólo espero que Rose me perdone…

***

- ¡Barbara! ¡Has venido! – Chilló Lucy en cuanto fui al segundo plató. – Estás fantástica, como siempre… - Ronroneo. Siempre había tenido la sospecha de que a Lucy le gustaba… Al menos un poco. Sobre todo después de Salvajes y Desnudas, la única película completamente lésbica que había grabado. Compartí escenas con Lucy en un par de ocasiones. Nada demasiado llamativo, pero la casi cuarentona actriz se mostró más que deseosa de participar conmigo. – Ten, tu máscara. Sé que es incómodo, pero apenas serán unos minutos hasta que lleguen todas y comience el juego. Jim y Billy están impacientes por conseguir a Julia… Ya sabes cómo son los hombres con la carne fresca.

- Sí… - Sonreí con desgana, mientras me ponía la máscara.

- Sé que no eres mucho de disfrutar este tipo de cosas… ¿Que tal si en un par de horas tú y yo nos escapamos y dejamos a todos estos burros con su polvo mágico? En mi piso se está mucho más tranquilo… - Comentó mientras paseaba una de sus manos por brazo.

- Lo siento, pero hay alguien que me espera en casa… - Mentí. Lucy pareció asombrada.

- Vaya, vaya… ¿Y qué hombre ha sido capaz de conseguir a tan inalcanzable preciosidad? – Preguntó más molesta que curiosa.

- Pues… Su nombre es Shawn. – Dije rápidamente, deseosa de salir de la mirada penetrante de Lucy. – Ella es… era vecina mía… y salimos desde hace un par de meses.

- ¿Conque ella eh? – Se rió Lucy. – Siempre supe que eras de mi equipo… Eras mucho más receptiva con nosotras que con los chicos. – Comentó. – Ella no lo sabe, ¿Verdad?

- ¿Saber el qué? – Me hice la ingenua, pero sabía lo que me estaba preguntando Lucy.

- Esto… Esta mierda en la que estamos metidas. – Dijo Lucy con amargura. – Si no lo sabe deberías decírselo cuanto antes… es mucho mejor que rompáis ahora que en unos años…Después no sólo ella saldrá lastimada, sino que tú también… - La mirada triste de Lucy fue rápidamente ocultada tras una falsa sonrisa. - ¡Pero qué melodramática soy! Seguro que tu Shawn lo comprende…

Salí del plató con un sabor amargo en mi boca. Sabía que Lucy tenía razón y eso sólo me hacía entristecerme más por la escena de ayer. Puede que Shawn sin saberlo nos haya salvado a las dos de una relación desagradable… Puede que como amigas ella pueda permanecer a mi lado para siempre…

Dejando de lado esos pensamientos, me preparé para la tarea que me esperaba. Sólo espero que Joe esté ya tan borracho como para ceder a mis peticiones.

***

Entré en la fiesta y me sorprendí al no encontrarme ningún tipo de orgía. Parecía como todas las fiesta de alta sociedad, sólo que en este caso había pantalones más apretados y pechos indudablemente más operados. Todas las mujeres llevaban máscaras blancas como la mía y parecían comentar con efusividad algún tipo de evento futuro.

Pasee discretamente entre los invitados buscando a mi principal objetivo. Todos los demás sólo serían unos extras. Si no mataba al número uno, no importaría cuantos actores se quedaran sin cabeza, no recibirá el resto del pago.

A lo lejos, por fin localicé al gordo hijo de puta que tenía que liquidar. Era tal y como lo había imaginado… o bueno, más bien como lo había visto en las fotos. Obeso, sudado y con un puro permanente en los labios. Seguramente ese asqueroso se la cascaba con todas las películas que producía.

Mantenía una conversación con una chica rubia despampanante que parecía hablarle con bastante ímpetu. A él se le notaba vago, seguramente estaba borracho o drogado a pesar de la hora. La tocaba descaradamente y ella no parecía demasiado contenta, sin embargo, después de lo que pareció una aireada discusión, mi objetivo la llevo hacia una puerta por la que desaparecieron.

Genial. Con suerte podré salir de aquí sin montar una carnicería… Si mato a los dos puedo hacer creer que ella se lo cargó y después se suicidó…

Ya me estaba dirigiendo hacia la puerta cuando noté que alguien me agarraba del brazo. Tuve que respirar hondo para no responder al contacto no deseado y montar una escena.

- A ver, a ver, a ver… ¿A quién tenemos aquí? – Dijo un alto chico rubio con un pequeño antifaz rojo. – No eres Roxane… ella tiene las caderas más anchas y tampoco eres Gloria… ella tiene los ojos castaños… ¿Quién eres? Puede que aún no hayamos trabajado juntos… lo que sin duda es una lástima… - No sabía a qué venía esto. Hasta que vi a otro chico, este con un antifaz azul, quitarle la máscara a una chica y darle a cambio un antifaz de su mismo color. ¡Estaban jugando! – Humm… que difícil…

- ¡Eh Jim! ¡No vale hacer trampa! - Gritó el de antifaz azul acercándose a nosotros. – Tienes que adivinarlo sin hablar con ellas…

- Ella no ha hablado. Sólo estoy especulando… ¿Tú has actuado con ella? – Le preguntó el tal Jim al de antifaz azul. El cual me miró de arriba abajo sin ningún pudor.

- Humm... No estoy seguro. Tal vez sea de la sección de Roxane y sólo haga pelis de tías… Ya sólo quedan tres chicas y ninguna de ella es morena… ¿Pillaste a Barbara? No la he visto…

- Nah… Habrá ido a mamársela a Joe. El muy capullo aún no nos ha pagado. Tal vez ella tenga más suerte…

- ¡Eso nos deja en empate! – Gritó eufórico el de antifaz azul. – Y yo creo que puedo saber quién es esta… Aún no he visto a Julia por ninguna parte y dicen que esa belleza morena tiene los ojos tan verdes como un gato… Aunque sólo hay una forma de averiguar si es ella, ¿no? – Asombrosamente, el chico de antifaz azul metió rápidamente una mano bajo mi vestido y la dirigió hacia un lugar muy preciado para mí. Demasiado tarde, conseguí agarrar su muñeca y doblarsela dolorosamente. Él había notado las pistolas.

- Acabas de firmar tu sentencia de muerte. – Gruñí, justo antes de sacar la navaja y abrirla justo debajo de su mandíbula. El sonido de la sangre goteando y el jadeo previo a los gritos fue música para mis oídos.

Parece que hoy no podré jugar a Hitman y tendré que ponerme en plan Terminator… Bueno, pediré un plus…

***

- ¡Joe basta! – Grité enfadada intentando quitarme las manos de Joe de encima. - ¡Para! – Conseguí apartarme de él y colocarme al otro lado del escritorio de su despacho.

- ¡Me gusta que seas una tigresa! – Balbuceó borracho mientras se acercaba a mí.

- Por favor Joe, sólo quiero mi dinero. – Dije mientras me alejaba de él. A lo lejos, pude escuchar los sonidos de la fiesta, bastante moviditos.

- Y te lo daré preciosa… Pero antes quiero disfrutar del producto. – Sin pensar en las consecuencias, le di una fuerte patada en la entrepierna a Joe cuando estuvo lo suficientemente cerca de mí. - ¡Ahh! ¡Serás puta! – Joe se tambaleó dándome un poco de tiempo para escapar de sus garras. Cogí mi bolso y la mierda de máscara y me la puse antes de abrir la puerta. Sabía que Joe me seguía de cerca, pero en cuanto abrí la puerta me paré en seco ante la escena que se mostraba frente a mí. Noté que Joe me agarró con fuerza del hombro y tiró con fuerza, dejándome caer… estaba paralizada. - ¡Zorra del demonio! Pienso arruinarte la vi… - Horrorizada, vi como Joe se desplomó encima de mí con un agujero en la cabeza. La sangre cayó imparable sobre mi vestido blanco y manchó mis manos cuando aparté como pude su cuerpo.

Mi cuerpo temblaba de puro terror. El salón estaba lleno de los cuerpos de mis compañeros y mi jefe acababa ser asesinado delante de mí… Esto no podía ser real. ¡No podía!

Fue entonces cuando escuché que alguien entraba en el despacho. Hasta entonces no me había fijado en la mujer ensangrentada que había al otro lado de la puerta. Llevaba una de las máscaras de porcelana blanca manchada de sangre e iba vestida como el resto de las chicas de la fiesta. Por un momento pensé que era alguna de mis compañeras, pero el clic de algo en su mano me hizo centrarme en la pistola que ahora recargaba.

Dejó caer el cargador al suelo y bajó su mano hasta su vestido, tirando de algo debajo de su falda. Era otro cargador. Iba a matarme como a todos los demás.

Sabía que no serviría de nada, y aún así, agarré un pisapapeles del escritorio y lo lancé con todas mis fuerzas hacia la asesina. El objeto impactó en la cara de la asesina rompiendo en pedazos la máscara y desequilibrando momentáneamente a la mujer, que dejó caer la pistola al suelo. Rápidamente, la cogí y la alcé contra ella. Era pesada y al poner el dedo en el gatillo lo noté más duro de lo que pensaba. Agarré con dos manos el arma y apunté al pecho de la asesina que se levantaba tambaleante mientras sacaba una navaja de su escote. La máscara cayó pedazo a pedazo hasta el suelo, mostrando un rostro despiadado que me dejó helada.

- ¿Shawn? – Tartamudeé…

***

La voz de la chica me paró en seco. No… no puede ser. Me la estoy imaginando… Ella no puede ser… ¿Verdad?

Aprovechando mi desconcierto, la chica echó a correr hacia la puerta, pero apenas dio dos pasos hasta que conseguí reaccionar y la empujé contra la pared. Mi navaja se posó en su garganta al mismo tiempo en el cañón de la pistola lo hizo en mi estómago. ¿Cómo pude olvidar la pistola? Si la chica apretaba el gatillo me daría un golpe crítico. Con suerte sólo me reventaría un riñón, pero lo más seguro es que alcanzara el hígado también… Si la degollaba corría el riesgo a que me disparara por puro reflejo…

Miré sus ojos a través de la máscara y unos asustados y confusos ojos azules me ahogaron. Tenía que comprobarlo… Tenía hacerlo. Así que levanté despacio mi mano, intentando no asustarla. Sentí como el cañón de la pistola se apretaba aún más a mi estómago cuando mi mano alcanzó su máscara. Poco a poco, la fui levantando, hasta encontrarme con el rostro lloroso de mi ángel.

- Rose… - Las lágrimas de Rose corrían sin freno por sus mejillas mientras me miraba con miedo. La mano que sujetaba la navaja en su cuello se apartó un poco mientras temblaba. Cerrando los ojos con fuerza, tomé una decisión. – Dispara. – Noté como la mano de Rose temblaba mientras cogía aire con fuerza. Esperé nerviosa a que sucediera… pero por muy largos que se me hicieran los segundos, el disparo no llegaba. – Hazlo… - Gruñí desesperada. Pero Rose seguía sin apretar el gatillo. - ¡Hazlo Rose! ¡Mátame! – Apreté de nuevo la navaja en su cuello teniendo cuidado de no hacerle demasiado daño… Tal vez si la asustaba, ella dispararía.

- No… No pue-do. – Gimió Rose desesperada. Con toda la rabia que pude acumular, volví a abrir los ojos y le grité.

- Si no me matas tú voy a degollarte aquí mismo, Rose. Te desangraré como hice con todos tus amigos ahí fuera. Apenas tuvieron tiempo para gritar cuando les atravesé la garganta y reventé sus cráneos… - Escupí, viendo como los ojos de Rose parpadeaban de terror. – Tienes tres segundos para pegarme un tiro y salir cagando leches de aquí si no quieres acabar como ellos…

- Shawn… - Gimió con voz trémula.

- Uno… - Gruñí, apretando el cuchillo.

- No, por favor… - Suplicó Rose, yo sólo pude cerrar los ojos.

- Dos… - Respiré con fuerza. Rose olía tan bien… Tal vez esta fuera una buena manera de morir.

- Shawn no… - Volvió a suplicar. Puse mi mano sobre la suya.

- Tr-tres… - Dije con voz ronca, metiendo el dedo pulgar en el gatillo, apretando el dedo de Rose contra él. Casi se había apretado del todo cuando Rose modificó la dirección del cañón y disparo apenas me rozó el costado. El escozor del disparo me hizo apretar los dientes y sin pensarlo demasiado intenté recuperar la pistola, pero Rose la tiró lejos de nosotras. – Rose, por favor… - Le supliqué yo esta vez. – Mátame…

- No puedo… yo, no puedo… - Rose lloró.

- Si no me matas tendré que matarte… - dije desesperada.

- Entonces mátame… - Dijo casi enfadada, por lo que abrí los ojos sorprendida. - ¡Mátame y acaba con esto! – Apretando mis dientes con fuerza, intente no gritar mientras apretaba aún más la navaja, pero no pude evitar gritar de frustración.

- ¡No puedo! – Grité. - ¡No puedo hacerlo! – Solté la navaja y me eché a llorar con el corazón desgarrado.

- ¿Por qué no puedes? – Me preguntó furiosa levantando mi cabeza y clavando sus acusadores ojos azules en mí. – Has matado a todas estas personas a sangre fría… ¿Qué importa una más? – Casi escupió.

- ¡Claro que importa! – Grité desesperada. - ¡Yo te…! ¡Te…! – Me ahogué en mis lágrimas derrotada. – Lo siento… Lo siento tanto… - Jadeé como pude. – He estado a punto de… - De repente, los brazos de Rose rodearon mi cuello y me abrazó con fuerza, comenzando a llorar y gimotear como una niña asustada. Yo sólo pude abrazarla de vuelta y esperar no sólo a que sus lágrimas cesaran, si no a que yo misma dejara de temblar por todo lo que acababa de pasar.

***

Salí de la ducha y me sequé el pelo en silencio. Me encontraba en una especie de trance. Hace tan solo unas horas más de catorce personas habían muerto a manos de la persona que me esperaba en la habitación contigua. Y misteriosamente, no tenía miedo.

Bueno, ciertamente la situación me daba pavor. Pero no Shawn… Shawn no era mala. No podía serlo.

Me vestí y salí del baño con el pelo suelto y húmedo. Busqué a Shawn y la encontré mirando tranquila por la ventana. Shawn me había traído a un hotel a las afueras. Cuando llegamos ella ya tenía aquí un par de maletas llenas de ropa y aunque quise preguntar, la urgencia de quitarme la sangre de encima ganó a la curiosidad. Asombrosamente, Shawn apenas se había manchado y después de coger algo de su ropa de una de las maletas, me mandó a la ducha.

- ¿Shawn? – Shawn se giró y me miró con una expresión preocupada. ¿Qué pasaría ahora? – Creo… creo que deberíamos…

- Lo sé… - Shawn señaló la pareja de sillones que había en la habitación y ambas nos sentamos casi con timidez. – Supongo que ambas tenemos preguntas… sobre todo tú. – Sonrió con pesar.

- ¿Tú nombre… realmente te llamas Shawn? – Ella arrugó la frente.

- No… Pero ese ha sido mi nombre los últimos 3 años. – Asentí comprensiva.

- ¿Y cuál es tu verdadero nombre?

- ¿Importa? – Preguntó extrañada.

- A mí me importa… - Susurré. Shawn respiró con fuerza y tras varios segundos respondió.

- Chelsea… Me llamo Chelsea. Pero hace más de diez años que nadie me llama así…

- Chelsea… No tienes cara de Chelsea. – Por primera vez desde lo que había pasado, Shaw sonrió fugazmente.

- Tú tampoco tienes cara de Barbara… - Bajé la mirada avergonzada.

- Ese sólo es mi nombre artístico… Al parecer Rose no es un nombre adecuado para una… En fin. Yo tampoco me negué cuando me dijeron que tendría que responder ante el nombre de Barbara Bloom. – Miré de nuevo a Shawn. - ¿Puedo seguir llamándote Shawn?

- Debes. – Dijo sin más. Yo asentí.

- Así que… no eres camarera. – Shawn negó lentamente.

- Ni tú eres peluquera. – Contrarrestó.

- Touché. – Jugué un poco con la tela del sillón antes de continuar. - ¿Tú… lo sabías? – Pregunté.

- ¿Saber el qué?

- Que yo era… actriz porno. – Terminé, tímidamente.

- No. No lo sabía. – Suspiró Shawn.

- Y… ¿Qué piensas al respecto?

- Supongo que lo mismo que piensas tú de mí. – Dijo quedamente.

- Tú eres… ¿Un agente secreto? – Shawn se rió.

- Esos idiotas no ganan tanto dinero. – Aunque Shawn puso seria. – Supongo que el término más acertado es sicario. Una asesina a sueldo. Aunque tampoco es que tenga un currículum.

- ¿Cómo…? ¿Cómo puedes…? – Intenté preguntar, pero no pude.

- ¿Matar por dinero? – Yo asentí. - ¿Cómo puedes acostarte con otros por dinero? – Tomé aire con fuerza, molesta.

- ¡Yo no soy ninguna prostituta! ¡No es lo mismo! – Grité.

- Lo sé… Pero dime, ¿Qué es lo que te diferencia de una?

- ¡Muchísimas cosas! Por favor ¡Soy una actriz! Yo elijo que películas hacer, hay controles periódicos, las escenas son un montaje, hay contratos, seguridad… - Me estaba poniendo nerviosa, y Shawn posó una de sus manos sobre las mías.

- ¿Y qué crees que me diferencia a mí de un asesino normal? La necesidad o el placer no tienen nada que ver. Es un trabajo al que llegué de una forma inesperada, ¿o es que tú soñabas con tener un trabajo así? – Negué con la cabeza.

- No… Pero tampoco lo entiendo. Yo no podría hacerlo…

- Yo tampoco podría hacer lo que haces… - Ambas nos miramos durante un largo rato, hasta que Shawn volvió a hablar. – Entonces, ¿Ese era el gran misterio que temías contarme? ¿El que me haría pensar que no eres un ángel?

- Sí… esa fue la razón por la que nunca antes he tenido… Una relación estable. – Incliné la cabeza a un lado, recordando al. - ¿Y tú? ¿Fue por esto por lo que te negaste a… intentarlo? – Miré a Shawn esperando una respuesta, pero Shawn no me respondió. – Esas maletas… Es mucho equipaje… - Comenté de pasada, aunque cuando continué tuve que tragar un par de veces para no llorar. - ¿te ibas a ir verdad? ¿Ibas a desaparecer sin despedirte? – Nerviosa, Shawn se levantó y volvió a la ventana. Después de un par de minutos de asfixiante silencio, me levanté y me puse detrás de ella. – Me dijiste que seguiríamos siendo amigas hace tan sólo un día… - gruñí, intentando no llorar. - ¿Por qué? ¿Fue porque quise algo más que amistad? ¿Por qué te agobie de algún modo? – Shawn se giró y me miró derrotada.

- No, Rose. No es eso…

- ¿Entonces qué? – Pedí. Shawn evitó mi mirada.

- Llevaba demasiado tiempo en esta ciudad… más de lo recomendable. Este último encargo fue una sorpresa pero sabía que sería el último aquí… Mi contacto me sacará mañana del país. – El corazón se me encogió.

- Del país… ¿Mañana te vas del país? – Shawn asintió. – Y… ¿Vas a volver? – Cuando Shawn me miró supe la respuesta. – No vas a volver…

- Lo siento, Rose. – Sin poder evitarlo, un par de lágrimas surgieron de la nada y me esforcé por ocultárselas a Shawn, aunque ya era tarde. – Rose…

- Sabes… Hoy estaba dejando el trabajo… - Shawn me miró en silencio. – Quería llevar una vida normal. Quería poder tener la oportunidad de tener una relación normal… Sin secretos. Sin celos… - Me limpié las lágrimas que caían de mis ojos. Noté como Shawn luchaba consigo misma por algo. Me hubiera gustado que me abrazara de nuevo. Sólo una vez más… - tenía la esperanza de que con el tiempo. Tal vez. Tú me dejarías… me dejarías estar en tu vida aunque sólo fuéramos amigas… - Estaba temblando e inconscientemente me acerqué a Shawn, y me partió el alma que ella se apartara. - ¿Tan repulsiva te parezco eh?

- ¡No Rose, claro que no! – Dijo Shawn rápidamente acercándose a mí. Ahora fui yo la que se apartó. – Rose… ¿No lo entiendes? Yo no podría darte nada de eso. No podría darte una relación normal de cualquier tipo. No sé cuánto tiempo pasaré en una ciudad ¡y mucho menos sé el tiempo que estaré viva! – Ante su último comentario me alteré. No es posible ¿no? Ella es la asesina… Ella es la que… - Mi trabajo tiene fecha de caducidad, Rose. Hace un par de años me contrataron para liquidar a un tipo aparentemente normal… La hija de una de sus víctimas me contrató para que lo matara… él era como yo, Rose. Y otras veces no son cosas personales, son negocios… hoy sólo eran personas del mundo del espectáculo, pero mañana pueden ser traficantes o asesinos… - Las palabras de Shawn me hacían más daño del que esperaba. – Lo mejor para mi es estar sola.

- ¿Crees que el hecho de que te marches hará que no me preocupe por ti? ¿Qué no piense en que tal vez mientras yo paseo tranquilamente por la calle tú estás asesinando a alguien o peor, desangrándote en algún callejón oscuro? – De nuevo la encaré y sin poder contenerme comencé a empujarla. - ¡Pues no! ¡Estés o no aquí yo voy a seguir preocupándome por ti! ¡Pensando en ti! – Shawn me agarró de las muñecas y evitó un nuevo arranque de golpes. – No quiero que te vayas… - Acabé gimoteando. Finalmente, Shawn volvió a rodearme con sus brazos y me derrumbé en ellos. La abracé con fuerza, sabiendo que aquel contacto no duraría mucho.

No… no durará. Mañana se irá y no volverá. Y estarás sola de nuevo…

- Oh Rose, yo tampoco quiero… - Oí que decía Shawn. Y como si una fuerza invisible me golpeara, me di cuenta de algo. Le importo… Si no le importara me habría matado… Ella dijo “yo te…” ¿Ella qué? Separándome un poco de ella, le sujeté la cara con ambas manos y vi su expresión de pánico al sentir mi cercanía. – Rose… ¿Qué…qué haces?


-  Besarte…

Nota de la Autora: Sí, soy cruel. Pero ya se estaba haciendo muy largo y así puedo meter otro capítulo igual de largo en vez del especial. ¿Qué tal os está pareciendo esta historia? Sea como sea espero que paséis el día de los amantes como debe ser. En casa, con un buen libro, helado y una buena película de sangre! Oh, bueno, y que tengáis mucho sexo... Eso también. Pero eso es para diario Bella's, se puede hacer el amor todos los días pero no todos los días se puede abusar del helado ;)

3 comentarios:

  1. Me encanto este capitulo ...no me importa esperar por la mejor parte jeje...mientras sea la mejor parte!!...bss Maria de Argentina

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  2. al verdad me ha gustado mucho este capitulo y espero que puedas escribir otro capitulo donde concluyas con esta historia, gracias por compartir estas historias, y esperando entonces por leer mas de una talentosa escritora como tu!!!

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  3. Gracias linda historia un capítulo super me gustó

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