PARTE III
Cerca
de las diez de la noche llegué al almacén donde me habían dejado el material.
Cuando vi el vestido de noche negro y los tacones casi grito de rabia.
Encima
de la bolsa había una nota: Sé que no te
gusta dejar tus vaqueros de lado, pero vas a una fiesta privada, y para entrar
necesitas esto. En la bolsa tienes un par de 22 mm con silenciador y esa navaja
de clip de 8 cm que tanto te gusta. Sé que te encantaría tener más, pero no
creo que tengas mucho espacio para guardarlas. La mitad del dinero ya está ingresado.
PD: Es una fiesta de máscaras, así que también tienes que ponerte esa maldita
máscara blanca que ahora está tanto de moda. Avisa cuando haya que limpiar. X.
Furiosa,
cogí la bolsa y comencé a cambiarme. El muy cabrón también había puesto un poco
de maquillaje que dejé completamente de lado. Cuando estuve completamente
vestida, comprobé las armas y los cargadores de repuesto y los coloqué
incómodamente bajo la ingle con algo de cinta. Jugué un rato con la navaja
antes de cerrarla y dejarla caer por canalillo del vestido. Lo último que cogí
de la bolsa fue la maldita máscara.
-
Además de viciosos son unos malditos desquiciados. – Gruñí, mientras me la
ponía. La fiesta iba a comenzar y en unas horas desaparecería de nuevo… nueva
ciudad, nueva vida… Sólo espero que Rose me perdone…
***
-
¡Barbara! ¡Has venido! – Chilló Lucy en cuanto fui al segundo plató. – Estás
fantástica, como siempre… - Ronroneo. Siempre había tenido la sospecha de que a
Lucy le gustaba… Al menos un poco. Sobre todo después de Salvajes y Desnudas, la única película completamente lésbica que
había grabado. Compartí escenas con Lucy en un par de ocasiones. Nada demasiado
llamativo, pero la casi cuarentona actriz se mostró más que deseosa de
participar conmigo. – Ten, tu máscara. Sé que es incómodo, pero apenas serán
unos minutos hasta que lleguen todas y comience el juego. Jim y Billy están
impacientes por conseguir a Julia… Ya sabes cómo son los hombres con la carne
fresca.
-
Sí… - Sonreí con desgana, mientras me ponía la máscara.
-
Sé que no eres mucho de disfrutar este tipo de cosas… ¿Que tal si en un par de
horas tú y yo nos escapamos y dejamos a todos estos burros con su polvo mágico?
En mi piso se está mucho más tranquilo… - Comentó mientras paseaba una de sus
manos por brazo.
-
Lo siento, pero hay alguien que me espera en casa… - Mentí. Lucy pareció
asombrada.
-
Vaya, vaya… ¿Y qué hombre ha sido capaz de conseguir a tan inalcanzable
preciosidad? – Preguntó más molesta que curiosa.
-
Pues… Su nombre es Shawn. – Dije rápidamente, deseosa de salir de la mirada
penetrante de Lucy. – Ella es… era vecina mía… y salimos desde hace un par de
meses.
-
¿Conque ella eh? – Se rió Lucy. – Siempre supe que eras de mi equipo… Eras
mucho más receptiva con nosotras que con los chicos. – Comentó. – Ella no lo
sabe, ¿Verdad?
-
¿Saber el qué? – Me hice la ingenua, pero sabía lo que me estaba preguntando
Lucy.
-
Esto… Esta mierda en la que estamos metidas. – Dijo Lucy con amargura. – Si no
lo sabe deberías decírselo cuanto antes… es mucho mejor que rompáis ahora que
en unos años…Después no sólo ella saldrá lastimada, sino que tú también… - La
mirada triste de Lucy fue rápidamente ocultada tras una falsa sonrisa. - ¡Pero
qué melodramática soy! Seguro que tu Shawn lo comprende…
Salí
del plató con un sabor amargo en mi boca. Sabía que Lucy tenía razón y eso sólo
me hacía entristecerme más por la escena de ayer. Puede que Shawn sin saberlo
nos haya salvado a las dos de una relación desagradable… Puede que como amigas
ella pueda permanecer a mi lado para siempre…
Dejando
de lado esos pensamientos, me preparé para la tarea que me esperaba. Sólo
espero que Joe esté ya tan borracho como para ceder a mis peticiones.
***
Entré
en la fiesta y me sorprendí al no encontrarme ningún tipo de orgía. Parecía
como todas las fiesta de alta sociedad, sólo que en este caso había pantalones
más apretados y pechos indudablemente más operados. Todas las mujeres llevaban
máscaras blancas como la mía y parecían comentar con efusividad algún tipo de
evento futuro.
Pasee
discretamente entre los invitados buscando a mi principal objetivo. Todos los
demás sólo serían unos extras. Si no mataba al número uno, no importaría
cuantos actores se quedaran sin cabeza, no recibirá el resto del pago.
A
lo lejos, por fin localicé al gordo hijo de puta que tenía que liquidar. Era
tal y como lo había imaginado… o bueno, más bien como lo había visto en las
fotos. Obeso, sudado y con un puro permanente en los labios. Seguramente ese
asqueroso se la cascaba con todas las películas que producía.
Mantenía
una conversación con una chica rubia despampanante que parecía hablarle con
bastante ímpetu. A él se le notaba vago, seguramente estaba borracho o drogado
a pesar de la hora. La tocaba descaradamente y ella no parecía demasiado
contenta, sin embargo, después de lo que pareció una aireada discusión, mi objetivo
la llevo hacia una puerta por la que desaparecieron.
Genial. Con suerte podré salir de aquí
sin montar una carnicería… Si mato a los dos puedo hacer creer que ella se lo
cargó y después se suicidó…
Ya
me estaba dirigiendo hacia la puerta cuando noté que alguien me agarraba del
brazo. Tuve que respirar hondo para no responder al contacto no deseado y
montar una escena.
-
A ver, a ver, a ver… ¿A quién tenemos aquí? – Dijo un alto chico rubio con un
pequeño antifaz rojo. – No eres Roxane… ella tiene las caderas más anchas y
tampoco eres Gloria… ella tiene los ojos castaños… ¿Quién eres? Puede que aún
no hayamos trabajado juntos… lo que sin duda es una lástima… - No sabía a qué
venía esto. Hasta que vi a otro chico, este con un antifaz azul, quitarle la
máscara a una chica y darle a cambio un antifaz de su mismo color. ¡Estaban
jugando! – Humm… que difícil…
-
¡Eh Jim! ¡No vale hacer trampa! - Gritó el de antifaz azul acercándose a nosotros.
– Tienes que adivinarlo sin hablar con ellas…
-
Ella no ha hablado. Sólo estoy especulando… ¿Tú has actuado con ella? – Le
preguntó el tal Jim al de antifaz azul. El cual me miró de arriba abajo sin
ningún pudor.
-
Humm... No estoy seguro. Tal vez sea de la sección de Roxane y sólo haga pelis
de tías… Ya sólo quedan tres chicas y ninguna de ella es morena… ¿Pillaste a
Barbara? No la he visto…
-
Nah… Habrá ido a mamársela a Joe. El muy capullo aún no nos ha pagado. Tal vez
ella tenga más suerte…
- ¡Eso
nos deja en empate! – Gritó eufórico el de antifaz azul. – Y yo creo que puedo
saber quién es esta… Aún no he visto a Julia por ninguna parte y dicen que esa
belleza morena tiene los ojos tan verdes como un gato… Aunque sólo hay una
forma de averiguar si es ella, ¿no? – Asombrosamente, el chico de antifaz azul
metió rápidamente una mano bajo mi vestido y la dirigió hacia un lugar muy
preciado para mí. Demasiado tarde, conseguí agarrar su muñeca y doblarsela
dolorosamente. Él había notado las pistolas.
-
Acabas de firmar tu sentencia de muerte. – Gruñí, justo antes de sacar la
navaja y abrirla justo debajo de su mandíbula. El sonido de la sangre goteando
y el jadeo previo a los gritos fue música para mis oídos.
Parece que hoy no podré jugar a Hitman y
tendré que ponerme en plan Terminator… Bueno, pediré un plus…
***
-
¡Joe basta! – Grité enfadada intentando quitarme las manos de Joe de encima. -
¡Para! – Conseguí apartarme de él y colocarme al otro lado del escritorio de su
despacho.
-
¡Me gusta que seas una tigresa! – Balbuceó borracho mientras se acercaba a mí.
-
Por favor Joe, sólo quiero mi dinero. – Dije mientras me alejaba de él. A lo
lejos, pude escuchar los sonidos de la fiesta, bastante moviditos.
-
Y te lo daré preciosa… Pero antes quiero disfrutar del producto. – Sin pensar
en las consecuencias, le di una fuerte patada en la entrepierna a Joe cuando
estuvo lo suficientemente cerca de mí. - ¡Ahh! ¡Serás puta! – Joe se tambaleó
dándome un poco de tiempo para escapar de sus garras. Cogí mi bolso y la mierda
de máscara y me la puse antes de abrir la puerta. Sabía que Joe me seguía de
cerca, pero en cuanto abrí la puerta me paré en seco ante la escena que se
mostraba frente a mí. Noté que Joe me agarró con fuerza del hombro y tiró con
fuerza, dejándome caer… estaba paralizada. - ¡Zorra del demonio! Pienso
arruinarte la vi… - Horrorizada, vi como Joe se desplomó encima de mí con un
agujero en la cabeza. La sangre cayó imparable sobre mi vestido blanco y manchó
mis manos cuando aparté como pude su cuerpo.
Mi
cuerpo temblaba de puro terror. El salón estaba lleno de los cuerpos de mis
compañeros y mi jefe acababa ser asesinado delante de mí… Esto no podía ser
real. ¡No podía!
Fue
entonces cuando escuché que alguien entraba en el despacho. Hasta entonces no
me había fijado en la mujer ensangrentada que había al otro lado de la puerta.
Llevaba una de las máscaras de porcelana blanca manchada de sangre e iba
vestida como el resto de las chicas de la fiesta. Por un momento pensé que era
alguna de mis compañeras, pero el clic de algo en su mano me hizo centrarme en
la pistola que ahora recargaba.
Dejó
caer el cargador al suelo y bajó su mano hasta su vestido, tirando de algo
debajo de su falda. Era otro cargador. Iba a matarme como a todos los demás.
Sabía
que no serviría de nada, y aún así, agarré un pisapapeles del escritorio y lo
lancé con todas mis fuerzas hacia la asesina. El objeto impactó en la cara de
la asesina rompiendo en pedazos la máscara y desequilibrando momentáneamente a
la mujer, que dejó caer la pistola al suelo. Rápidamente, la cogí y la alcé
contra ella. Era pesada y al poner el dedo en el gatillo lo noté más duro de lo
que pensaba. Agarré con dos manos el arma y apunté al pecho de la asesina que
se levantaba tambaleante mientras sacaba una navaja de su escote. La máscara
cayó pedazo a pedazo hasta el suelo, mostrando un rostro despiadado que me dejó
helada.
-
¿Shawn? – Tartamudeé…
***
La
voz de la chica me paró en seco. No… no puede ser. Me la estoy imaginando… Ella
no puede ser… ¿Verdad?
Aprovechando
mi desconcierto, la chica echó a correr hacia la puerta, pero apenas dio dos
pasos hasta que conseguí reaccionar y la empujé contra la pared. Mi navaja se
posó en su garganta al mismo tiempo en el cañón de la pistola lo hizo en mi
estómago. ¿Cómo pude olvidar la pistola? Si la chica apretaba el gatillo me
daría un golpe crítico. Con suerte sólo me reventaría un riñón, pero lo más
seguro es que alcanzara el hígado también… Si la degollaba corría el riesgo a
que me disparara por puro reflejo…
Miré
sus ojos a través de la máscara y unos asustados y confusos ojos azules me
ahogaron. Tenía que comprobarlo… Tenía hacerlo. Así que levanté despacio mi
mano, intentando no asustarla. Sentí como el cañón de la pistola se apretaba aún
más a mi estómago cuando mi mano alcanzó su máscara. Poco a poco, la fui
levantando, hasta encontrarme con el rostro lloroso de mi ángel.
-
Rose… - Las lágrimas de Rose corrían sin freno por sus mejillas mientras me
miraba con miedo. La mano que sujetaba la navaja en su cuello se apartó un poco
mientras temblaba. Cerrando los ojos con fuerza, tomé una decisión. – Dispara. –
Noté como la mano de Rose temblaba mientras cogía aire con fuerza. Esperé
nerviosa a que sucediera… pero por muy largos que se me hicieran los segundos,
el disparo no llegaba. – Hazlo… - Gruñí desesperada. Pero Rose seguía sin
apretar el gatillo. - ¡Hazlo Rose! ¡Mátame! – Apreté de nuevo la navaja en su cuello
teniendo cuidado de no hacerle demasiado daño… Tal vez si la asustaba, ella dispararía.
-
No… No pue-do. – Gimió Rose desesperada. Con toda la rabia que pude acumular,
volví a abrir los ojos y le grité.
-
Si no me matas tú voy a degollarte aquí mismo, Rose. Te desangraré como hice
con todos tus amigos ahí fuera. Apenas tuvieron tiempo para gritar cuando les
atravesé la garganta y reventé sus cráneos… - Escupí, viendo como los ojos de
Rose parpadeaban de terror. – Tienes tres segundos para pegarme un tiro y salir
cagando leches de aquí si no quieres acabar como ellos…
-
Shawn… - Gimió con voz trémula.
-
Uno… - Gruñí, apretando el cuchillo.
-
No, por favor… - Suplicó Rose, yo sólo pude cerrar los ojos.
-
Dos… - Respiré con fuerza. Rose olía tan bien… Tal vez esta fuera una buena
manera de morir.
-
Shawn no… - Volvió a suplicar. Puse mi mano sobre la suya.
-
Tr-tres… - Dije con voz ronca, metiendo el dedo pulgar en el gatillo, apretando
el dedo de Rose contra él. Casi se había apretado del todo cuando Rose modificó
la dirección del cañón y disparo apenas me rozó el costado. El escozor del
disparo me hizo apretar los dientes y sin pensarlo demasiado intenté recuperar
la pistola, pero Rose la tiró lejos de nosotras. – Rose, por favor… - Le
supliqué yo esta vez. – Mátame…
-
No puedo… yo, no puedo… - Rose lloró.
-
Si no me matas tendré que matarte… - dije desesperada.
-
Entonces mátame… - Dijo casi enfadada, por lo que abrí los ojos sorprendida. -
¡Mátame y acaba con esto! – Apretando mis dientes con fuerza, intente no gritar
mientras apretaba aún más la navaja, pero no pude evitar gritar de frustración.
-
¡No puedo! – Grité. - ¡No puedo hacerlo! – Solté la navaja y me eché a llorar
con el corazón desgarrado.
-
¿Por qué no puedes? – Me preguntó furiosa levantando mi cabeza y clavando sus
acusadores ojos azules en mí. – Has matado a todas estas personas a sangre fría…
¿Qué importa una más? – Casi escupió.
-
¡Claro que importa! – Grité desesperada. - ¡Yo te…! ¡Te…! – Me ahogué en mis
lágrimas derrotada. – Lo siento… Lo siento tanto… - Jadeé como pude. – He estado
a punto de… - De repente, los brazos de Rose rodearon mi cuello y me abrazó con
fuerza, comenzando a llorar y gimotear como una niña asustada. Yo sólo pude
abrazarla de vuelta y esperar no sólo a que sus lágrimas cesaran, si no a que
yo misma dejara de temblar por todo lo que acababa de pasar.
***
Salí
de la ducha y me sequé el pelo en silencio. Me encontraba en una especie de
trance. Hace tan solo unas horas más de catorce personas habían muerto a manos
de la persona que me esperaba en la habitación contigua. Y misteriosamente, no
tenía miedo.
Bueno,
ciertamente la situación me daba pavor. Pero no Shawn… Shawn no era mala. No podía
serlo.
Me
vestí y salí del baño con el pelo suelto y húmedo. Busqué a Shawn y la encontré
mirando tranquila por la ventana. Shawn me había traído a un hotel a las
afueras. Cuando llegamos ella ya tenía aquí un par de maletas llenas de ropa y
aunque quise preguntar, la urgencia de quitarme la sangre de encima ganó a la
curiosidad. Asombrosamente, Shawn apenas se había manchado y después de coger
algo de su ropa de una de las maletas, me mandó a la ducha.
-
¿Shawn? – Shawn se giró y me miró con una expresión preocupada. ¿Qué pasaría
ahora? – Creo… creo que deberíamos…
-
Lo sé… - Shawn señaló la pareja de sillones que había en la habitación y ambas
nos sentamos casi con timidez. – Supongo que ambas tenemos preguntas… sobre
todo tú. – Sonrió con pesar.
-
¿Tú nombre… realmente te llamas Shawn? – Ella arrugó la frente.
-
No… Pero ese ha sido mi nombre los últimos 3 años. – Asentí comprensiva.
-
¿Y cuál es tu verdadero nombre?
-
¿Importa? – Preguntó extrañada.
-
A mí me importa… - Susurré. Shawn respiró con fuerza y tras varios segundos
respondió.
-
Chelsea… Me llamo Chelsea. Pero hace más de diez años que nadie me llama así…
-
Chelsea… No tienes cara de Chelsea. – Por primera vez desde lo que había
pasado, Shaw sonrió fugazmente.
-
Tú tampoco tienes cara de Barbara… - Bajé la mirada avergonzada.
-
Ese sólo es mi nombre artístico… Al parecer Rose no es un nombre adecuado para
una… En fin. Yo tampoco me negué cuando me dijeron que tendría que responder
ante el nombre de Barbara Bloom. – Miré de nuevo a Shawn. - ¿Puedo seguir llamándote
Shawn?
-
Debes. – Dijo sin más. Yo asentí.
-
Así que… no eres camarera. – Shawn negó lentamente.
-
Ni tú eres peluquera. – Contrarrestó.
- Touché. – Jugué un poco con la tela del
sillón antes de continuar. - ¿Tú… lo sabías? – Pregunté.
-
¿Saber el qué?
-
Que yo era… actriz porno. – Terminé, tímidamente.
-
No. No lo sabía. – Suspiró Shawn.
-
Y… ¿Qué piensas al respecto?
-
Supongo que lo mismo que piensas tú de mí. – Dijo quedamente.
-
Tú eres… ¿Un agente secreto? – Shawn se rió.
-
Esos idiotas no ganan tanto dinero. – Aunque Shawn puso seria. – Supongo que el
término más acertado es sicario. Una asesina a sueldo. Aunque tampoco es que
tenga un currículum.
-
¿Cómo…? ¿Cómo puedes…? – Intenté preguntar, pero no pude.
-
¿Matar por dinero? – Yo asentí. - ¿Cómo puedes acostarte con otros por dinero? –
Tomé aire con fuerza, molesta.
-
¡Yo no soy ninguna prostituta! ¡No es lo mismo! – Grité.
-
Lo sé… Pero dime, ¿Qué es lo que te diferencia de una?
-
¡Muchísimas cosas! Por favor ¡Soy una actriz! Yo elijo que películas hacer, hay
controles periódicos, las escenas son un montaje, hay contratos, seguridad… - Me
estaba poniendo nerviosa, y Shawn posó una de sus manos sobre las mías.
-
¿Y qué crees que me diferencia a mí de un asesino normal? La necesidad o el
placer no tienen nada que ver. Es un trabajo al que llegué de una forma
inesperada, ¿o es que tú soñabas con tener un trabajo así? – Negué con la
cabeza.
-
No… Pero tampoco lo entiendo. Yo no podría hacerlo…
-
Yo tampoco podría hacer lo que haces… - Ambas nos miramos durante un largo
rato, hasta que Shawn volvió a hablar. – Entonces, ¿Ese era el gran misterio
que temías contarme? ¿El que me haría pensar que no eres un ángel?
-
Sí… esa fue la razón por la que nunca antes he tenido… Una relación estable. –
Incliné la cabeza a un lado, recordando al. - ¿Y tú? ¿Fue por esto por lo que te
negaste a… intentarlo? – Miré a Shawn esperando una respuesta, pero Shawn no me
respondió. – Esas maletas… Es mucho equipaje… - Comenté de pasada, aunque
cuando continué tuve que tragar un par de veces para no llorar. - ¿te ibas a ir
verdad? ¿Ibas a desaparecer sin despedirte? – Nerviosa, Shawn se levantó y
volvió a la ventana. Después de un par de minutos de asfixiante silencio, me
levanté y me puse detrás de ella. – Me dijiste que seguiríamos siendo amigas
hace tan sólo un día… - gruñí, intentando no llorar. - ¿Por qué? ¿Fue porque
quise algo más que amistad? ¿Por qué te agobie de algún modo? – Shawn se giró y
me miró derrotada.
-
No, Rose. No es eso…
-
¿Entonces qué? – Pedí. Shawn evitó mi mirada.
-
Llevaba demasiado tiempo en esta ciudad… más de lo recomendable. Este último encargo
fue una sorpresa pero sabía que sería el último aquí… Mi contacto me sacará
mañana del país. – El corazón se me encogió.
-
Del país… ¿Mañana te vas del país? – Shawn asintió. – Y… ¿Vas a volver? –
Cuando Shawn me miró supe la respuesta. – No vas a volver…
-
Lo siento, Rose. – Sin poder evitarlo, un par de lágrimas surgieron de la nada
y me esforcé por ocultárselas a Shawn, aunque ya era tarde. – Rose…
-
Sabes… Hoy estaba dejando el trabajo… - Shawn me miró en silencio. – Quería llevar
una vida normal. Quería poder tener la oportunidad de tener una relación normal…
Sin secretos. Sin celos… - Me limpié las lágrimas que caían de mis ojos. Noté
como Shawn luchaba consigo misma por algo. Me hubiera gustado que me abrazara
de nuevo. Sólo una vez más… - tenía la esperanza de que con el tiempo. Tal vez.
Tú me dejarías… me dejarías estar en tu vida aunque sólo fuéramos amigas… -
Estaba temblando e inconscientemente me acerqué a Shawn, y me partió el alma
que ella se apartara. - ¿Tan repulsiva te parezco eh?
- ¡No
Rose, claro que no! – Dijo Shawn rápidamente acercándose a mí. Ahora fui yo la
que se apartó. – Rose… ¿No lo entiendes? Yo no podría darte nada de eso. No
podría darte una relación normal de cualquier tipo. No sé cuánto tiempo pasaré
en una ciudad ¡y mucho menos sé el tiempo que estaré viva! – Ante su último
comentario me alteré. No es posible ¿no? Ella es la asesina… Ella es la que… -
Mi trabajo tiene fecha de caducidad, Rose. Hace un par de años me contrataron
para liquidar a un tipo aparentemente normal… La hija de una de sus víctimas me
contrató para que lo matara… él era como yo, Rose. Y otras veces no son cosas
personales, son negocios… hoy sólo eran personas del mundo del espectáculo,
pero mañana pueden ser traficantes o asesinos… - Las palabras de Shawn me
hacían más daño del que esperaba. – Lo mejor para mi es estar sola.
-
¿Crees que el hecho de que te marches hará que no me preocupe por ti? ¿Qué no
piense en que tal vez mientras yo paseo tranquilamente por la calle tú estás
asesinando a alguien o peor, desangrándote en algún callejón oscuro? – De nuevo
la encaré y sin poder contenerme comencé a empujarla. - ¡Pues no! ¡Estés o no
aquí yo voy a seguir preocupándome por ti! ¡Pensando en ti! – Shawn me agarró
de las muñecas y evitó un nuevo arranque de golpes. – No quiero que te vayas… -
Acabé gimoteando. Finalmente, Shawn volvió a rodearme con sus brazos y me
derrumbé en ellos. La abracé con fuerza, sabiendo que aquel contacto no duraría
mucho.
No… no durará. Mañana se irá y no
volverá. Y estarás sola de nuevo…
-
Oh Rose, yo tampoco quiero… - Oí que decía Shawn. Y como si una fuerza
invisible me golpeara, me di cuenta de algo. Le importo… Si no le importara me habría matado… Ella dijo “yo te…” ¿Ella
qué? Separándome un poco de ella, le sujeté la cara con ambas manos y vi su
expresión de pánico al sentir mi cercanía. – Rose… ¿Qué…qué haces?
- Besarte…
Nota de la Autora: Sí, soy cruel. Pero ya se estaba haciendo muy largo y así puedo meter otro capítulo igual de largo en vez del especial. ¿Qué tal os está pareciendo esta historia? Sea como sea espero que paséis el día de los amantes como debe ser. En casa, con un buen libro, helado y una buena película de sangre! Oh, bueno, y que tengáis mucho sexo... Eso también. Pero eso es para diario Bella's, se puede hacer el amor todos los días pero no todos los días se puede abusar del helado ;)
Me encanto este capitulo ...no me importa esperar por la mejor parte jeje...mientras sea la mejor parte!!...bss Maria de Argentina
ResponderEliminaral verdad me ha gustado mucho este capitulo y espero que puedas escribir otro capitulo donde concluyas con esta historia, gracias por compartir estas historias, y esperando entonces por leer mas de una talentosa escritora como tu!!!
ResponderEliminarGracias linda historia un capítulo super me gustó
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