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domingo, 3 de febrero de 2019

El Despertar De Las Brujas - Capítulo 1


Capítulo 1: Despertar



Los rayos de luz dieron directos a mi cara al igual que cada mañana. Odiaba despertarme así, pero Georgia disfrutaba viendo mi cara arrugada mientras gritaba:

- Señorita Ada, despegue su bello rostro de la almohada que los gallos ya hace mucho que cantaron y hay muchas cosas que preparar hoy. – Mientras tarareaba una vieja canción sobre el pueblo de las hadas.

- Los gallos no saben lo que es el calor de una cama al amanecer de su vigésimo primer cumpleaños. – Gruñí, sin despegar mi cara de la mullida almohada.
- Si supieran los jovencitos del pueblo de su mal despertar ninguno acudiría esta noche a la Caza Lunar. – Ojalá, pensé. Ojalá no asistiera ninguno, ojalá nada cambiase. – Imagínese, usted, tan bella y joven, sola y desamparada como la vieja Phillips en esa casa en ruinas a las lindes del bosque… Me extraña que aún no se la hayan comido las bestias salvajes que rondan por ahí… seguro que es una bruja. – Seguidamente, escupió en el suelo provocándome arcadas. Malditas supersticiones y cuentos de viejas.
- Que no tenga marido no significa que sea una bruja. – Estiré mis brazos mientras bostezaba con la mirada reprobatoria de Georgia clavada en mi nuca. – Puede que las brujas al tener tratos con los demonios acuerden succionar el alma de su marido todas las noches para así deleitar a su amo. – No necesité girarme para saber que Georgia estaba roja como un tomate, a punto de explotar.
- ¡Que desfachatez! ¡Eres una señorita desvergonzada! Reza ahora mismo a nuestro señor para que perdona tales blasfemias. – No paraba de santiguarse, la pobre había colapsado por completo. – La dejaré sola con nuestro señor para que hagan las paces. – Sin más, salió de mi habitación como un espectro de cara enrojecida. Seguramente estaba yendo de cabeza a ver a mi padre, a quién diría como si no fuera la cosa de que su hija había mostrado deseos de ir a la iglesia antes de una noche como esta.
Para mi desgracia no hacía ni dos segundos que me había levantado de la cama cuando escuche la voz grave y áspera de mi padre al otro lado de la puerta.
- ¡Ada! ¿Estás presentable? – Gritó, ya con la mano girando el pomo. Años de práctica y huidas me permitieron llegar a la puerta antes de que la abriera del todo.
- No padre. Aún estoy en mis enaguas. – Canturreé inocentemente mientras hacía fuerza con todo mi cuerpo para que no abriera la puerta.
- Oh bien… ¡Baja en cuanto puedas! Tu madre te quiere acompañar a la iglesia. Dice no sé qué de volantes a juego.
- No tardaré padre. – Escuché las fuertes pisadas de mi padre alejarse. Poco a poco, pero con cautela, me aparte de la puerta y me dirigí a mi tocador. Hora de ponerse en marcha.

**********
- Querida Ada ¿Por qué insistes en fastidiar a tu querida madre haciéndome esperar? – Cuando llegué al salón, madre se encontraba abanicando su rostro. Un acto sin sentido teniendo en cuenta de que hacía mucho que se había acabado la temporada de la cosecha y dos palmos de nieve cubrían el húmedo suelo del exterior.
- Es el precio de que tu hija sea la más hermosa de la ciudad. – Comentó Georgia desde la cocina. – Si saliera tal y como sale de la cama sólo se oirían gritos de pavor a su paso.
- Muy divertido. – Respondí, cansada ya del día. - ¿Estáis lista madre?
- Una dama siempre está lista. – Con movimientos aireados y excesivamente barrocos mi madre se levantó del sillón y dejó el enorme abanico en la mesa del té. - ¡Hoy es un día maravilloso! ¿Verdad Ada? Todos esos muchachos ansiosos por conseguir la presa. – A mí. – Un majestuoso venado blanco. – Sigo siendo yo. – digno de los Dioses. – Y sí, todo acaba resumiéndose en mí. - ¡Esplendido! ¿Quién crees que será? El hijo de los Allen es bastante audaz con el arco… Pero los gemelos Ferrell son fuertes y rápidos como un ave rapaz. Aunque claro está, Victor Clay es el más apuesto…
- No. – Dijo sencillamente mi padre desde la butaca del fondo del salón. – Ese no.
- ¿Por qué no? También participa esta noche. – Pregunté, confusa.
- Así que te gusta Victor… Tienes buen gusto hija. Tendréis hijos muy hermosos. Mis nietos serían como ángeles en…
- ¡He dicho que no! – Sentenció mi padre, bajando su pipa. -  Los Clay apenas tienen un par de tierras áridas a las afueras de la ciudad. Sé de buena mano que tuvieron que vender la plata el año pasado para pagar los impuestos y jornaleros. Mi hija no se casará con un pobre muchacho por muy hermoso que fuere.
- Pero si esta noche caza al venado blanco… ¿No tendría que casarme con él? – En el fondo de mí, una pequeña yo inocente creyó en la posibilidad de escapar de este estúpido asunto concertado. Victor Clay no era de su agrado, era tonto y presuntuoso, pero amable a fin de cuentas, y tenía intenciones de marcharse a la capital en cuanto se produjesen las nupcias. Eso la llevaría lejos de su familia al menos, y los hombres son más fáciles de distraer en una ciudad grande que en un pueblo perdido en la niebla del bosque. Podría hacer lo que quisiera en mi casa, y no me importaba si era grande o pequeña.
- No ganará. – Dijo firmemente.
- ¿Cómo estas tan seguro? – Una fina sonrisa asomó por la comisura de sus labios.
- Hay hombres más capaces en el Valle de Korn, nada más. – Mi ceño se frunció, interrogante. Mi padre no era un hombre limpio…Siempre lo he sabido. Sólo espero que esta vez no se juegue algo más que sus licores y tabaco.
- Querida, el ceño. – Señaló mi madre.
- Lo lamento madre. – Como casi todo el tiempo, relajé mi rostro. Tenía que ser distante, impasible y hermosa.
- Perfecto. Mucho mejor así. Y ahora a la casa de los McCloud.
Y de vuelta a la rutina. Todos los días, sin importar el clima o época, las mujeres Wembley, o mejor dicho, las mujeres Wembley casaderas, deberán exponer sus dones a los necesitados varones del Valle de Korn. Mi madre visitaba cada día a las familias más acaudaladas tocando el arpa, hasta que dio con el combo perfecto de masculinidad y dinero que era mi padre sin tanta barriga. Mi abuela recibía en su hogar a innumerables hombres para que la vieran cantar Ópera, y me apuesto lo que quieras a que nunca se habría casado si no le hubieran arreglado un matrimonio con el Joven Wembley, heredero del Valle de Korn.
Y entonces, ¿Por qué debe ser mi futuro esposo elegido mediante esa ridícula caza del venado blanco?
- Madre. – Comencé, ya una vez nos encontrábamos con el frío invierno rodeándonos.
- ¿Sí, mi vida?
- ¿Por qué soy la única Wembley que va a pasar por la Caza Lunar?
- Oh querida. – Rio – Siéntete afortunada. La Caza Lunar es una tradición maravillosa y otorga buena suerte a los amantes ganadores. Nosotras lo tenemos fácil. Nuestro puesto en el trono ya está asegurado, pero ellos aún deben pelear por él. Las ventajas de nuestros esfuerzos para ser las más hermosas.
- Pero, yo no recuerdo haber presenciado ninguna Caza Lunar cuando era pequeña. ¿Cada cuántos años se realiza?
- No lo sé con exactitud cariño, los hombres son los únicos que lo saben. Supongo que tendrá algo que ver con el avistamiento de venados blancos. No son muy comunes.
- Pensaba que sería algo más religioso.
- Ya sabes que por aquí hay más cosas que la cristiandad no ha llegado nunca a conocer. El bosque siempre ha tenido algo especial y nuestro deber es rendirle culto de la mejor manera que podamos.
- ¿Ofreciendo a vuestra única hija a la Caza Lunar? – Me habría reído si no me estuviera muriendo por dentro.
- Por supuesto. – Y ya está. Madre es feliz consigo misma. – Ya estamos cerca, yérguete y estate atenta. John McCloud está con su padre en la verja. – Cómo si nunca estuvieran ahí. Desde que mi cuerpo cambió esta parecía ser nuestra rutina. El casi idiota del pueblo John y su padre Matthew McCloud nos esperaban en la verja para conversar por unos segundos antes de seguir nuestro camino a las distintas casas y negocios de nuestros vecinos de Korn. John cruzó sus brazos sobre el pecho para marcar lo estrecha que le quedaba su chaqueta de caza nueva. Si no fuera tan arrogante hasta me daría pena. Entre todos los pobres desdichados de este pueblo, John y yo parecíamos esclavos de nuestros padres. Su trabajo era algo distinto del mío. Cada mañana debía salir a cazar y donar sus presas al mercado de la iglesia, asistía a las reuniones del ayuntamiento cada tarde y por la noche patrullaba las calles colindantes al bosque para proteger al pueblo. De verdad, si no hubiera sido tan idiota tal vez me habría encaprichado de el en mi adolescencia. Pero era verle y sentir a un niño de músculos grandes señalarte con el dedo y decir que eres su juguete nuevo.
- Rose Wembley, ¡Que maravillosa mañana! – exclamó el señor McCloud. – Y la bellísima Ada. Cada día que pasa eres más hermosa. – Acerqué el dorso de mi mano y casi muestro el asco que me provocó cuando inhaló con fuerza antes de besarla. – John hijo, no seas tímido. Dile a Ada lo hermosa que está esta mañana.
- Esta noche cazaré el venado blanco para ti Ada, dicen que está delici… ¡Auh! – Tuve que mirar para otro lado para no reírme de la escena. Su padre le había dado un puntapié como si madre y yo fuéramos incapaces de mirar más allá de nuestros pechos corseados. – Estás muy hermosa hoy Ada. – La sonrisa congelada de mi madre respondió por mí.
- Debemos seguir con nuestro camino Matthew. Un placer como siempre John. – Se despidió mi madre. Una vez alejadas de la verja, mi madre dejó de sonreír. – Sigo sin saber por qué tu padre se empeña de que vengamos aquí primero. Con la cantidad de hombres elegantes y cultos que hay en este valle.
Es curioso como mi madre me habla siempre de esa manera cuando estamos en nuestro paseo diario. Teniendo en cuenta de que ante los demás jamás me han permitido abrir la boca. “El misterio de la belleza puede con cualquier hombre” Decía mi madre. “A los hombres no les gustan las mujeres que hablan” Decía mi padre. Y así fue, que nunca he hablado con nadie del valle que no trabajase en nuestra casa. Oía los comentarios de muchas mujeres insultándome y diciendo falsedades sobre mí. Y las entendía. Yo era como un pájaro bonito en su jaula de cristal, sólo disfrutable por aquellos merecedores de observar tal belleza. Pero un pájaro enjaulado sólo canta para su dueño, sólo se expone ante él, y si un pájaro se cría en cautividad cuando salga sólo se encontrará la soledad o la muerte.
Ya había gastado muchos años llorando. Muchas noches de insomnio deseando escapar de allí, de este cuerpo y de esta familia. ¿Por qué no pude haber nacido fea y sin fortuna? Así tal vez habría disfrutado de mi libertad, como hacía la señora Phillips.
El día continuó sin mucha novedad. Todos los jóvenes tenían permisos para dejar sus quehaceres y halagarme o contarme sus últimas proezas. Yo escuchaba y asentía, y de vez en cuando mi madre me pinchaba por la espalda para que dejara salir una sonrisa coqueta. Porque daba igual quién ganara la pieza, pero cuantos más participaran más dinero se llevaría mi padre.
Como tributo, los amantes debían donar al padre de la amada 1000 monedas de oro, para así asegurar su bienestar económico y el de las generaciones futuras. Hay más de 27 jóvenes en este valle capaces de pagar esa cantidad y sé por los comentarios de Georgia que mi padre estuvo enseñando imágenes mías a todos sus socios con hijos potenciales. Alguna vez habían venido a cenar familias acaudaladas de todo el país con el único pretexto de dejar pagada ya su participación. Al menos agradecía que en la Caza Lunar no podía participar ningún hombre excesivamente mayor. Al parecer la palabra amante tenía una connotación que yo aún no entendía.
De vuelta a casa, Georgia me raptó y me llevó a los baños. Tardamos cerca de dos horas antes de salir de allí con la piel enrojecida y brillante de tanto lavarla y untarla de bálsamos  florales. Como si fuera de oro, trajo con sumo cuidado el largo vestido blanco y vaporoso. Y entre ella y mi madre conseguimos ponérmelo sin que se rasgara la fina tela de los brazos y el cuello.
- Hasta que llegue el momento de recibir a los amantes podrás ponerte mi abrigo de visón para que no pases frío. – El abrigo, tan largo que casi rozaba el suelo, era cálido y reconfortante. – Ponte también estos botines de cuero blanco, pero tendrás que quitártelos cuando los hombres de las lindes del bosque muevan sus antorchas. Eso significará que la cacería ha finalizado.
- ¿Alguna vez has visto una Caza Lunar madre?
- He tenido la suerte de ver dos. Y ahora mi hija será la tercera amada. Es un gran honor.
- ¿Cómo fueron?
- De la primera apenas me acuerdo, tendría tan solo dos o tres años, pero me la contaron más tarde. Y la segunda fue justo antes de cumplir mi decimoquinto cumpleaños. Fue muy hermosa, aunque apenas duró una hora. Ese año los venados blancos aparecieron casi en las lindes del bosque.
- ¿Quiénes fueron?
- Ya no lo recuerdo, se marcharon de Korn un año después. Era ambos muy jóvenes.
- ¿Y qué pasó en la primera?
- Bueno… - Madre hizo una larga pausa. – Los amantes estuvieron en el bosque hasta que amaneció, pero ninguno consiguió traer ninguna presa.
- ¿Y qué le pasó a la chica? ¿Eligió entonces a su prometido?
- Me temo que no. Tras esa noche ningún hombre la quiso como esposa. Dijeron que algo raro había pasado y que las fuerzas oscuras se habían metido en medio. Después de eso Emma se marchó sola al bosque, y un par de años después volvió y se construyó una casa en las lindes del bosque.
- ¿Te refieres a la anciana Phillips? ¿A la que Georgia llama bruja?
- Pamplinas. No es más que una vieja boticaria con mala suerte. Las brujas hace mucho tiempo que dejaron de existir. Las matamos a todas. Los hombres son simplemente muy supersticiosos. El venado simboliza la belleza y lo salvaje, la amada y el amante, por eso sólo se cazan venados blancos en la Caza Lunar. Da buena suerte. – Como si recordara algo, mi madre alzó un dedo. – Lo que me recuerda. Pensé que te lo daría en el día de tu boda, pero nunca está de más llevar un poco de suerte extra. – Madre salió a toda prisa de la habitación, volviendo en pocos segundos con un paño bajo el brazo. – Deberás llevarlo con cuidado de que tu padre no lo vea, dice que no le da buena espina, pero a las mujeres de mi familia siempre les ha dado muy buena suerte. – del paño sacó un guardapelo de color cobrizo. -  Según tu bisabuela, este colgante fue un regalo de la diosa del bosque, y en su interior. – Madre abrió el guardapelo y en su interior había un rubí de aspecto rugoso. – Se haya su corazón. Tu bisabuela decía que cuando brillase era que algo importante iba a pasar. Un romance, una muerte, un nacimiento…
- ¿Brilla de verdad? – Pregunté fascinada, tocando la rugosa piedra.
- No lo sé, si lo ha hecho yo nunca lo he visto. Ella decía que lo vio brillar dos veces. Una fue en las lindes del bosque, cuando creyó haber visto un hombre lobo de piel plateada, y otra fue el día antes de la muerte de tu bisabuelo. Dijo que cuando la piedra brilló, su corazón se partió, y supo que iba a pasar algo malo.
- ¿Crees que es cierto? ¿Crees que la bisabuela sitió su muerte?
- Cuando era pequeña me encantaban esas historias. Y cuando recibí el colgante la verdad es que una parte de mí estaba deseando verlo brillar. Pero nunca lo hizo. Lo que sí es cierto es que siempre que lo llevaba conmigo sentía una especie de paz.
- Nunca te lo he visto puesto.
- Desde el día en el que nos casamos tu padre me lo prohibió. Dice que le hace sentirse mal. Que le da dolor de tripa. – Dijo entre risas. – Por no oírle quejarse lo guardé en mi viejo joyero y de vez en cuando lo tocaba para que me diera suerte. – Madre me colocó el guardapelo cerrado y cerró el abrigo para que no se viera. – ¿Sientes su fuerza?
- No. La verdad es que no siento nada.
- Quien sabe. Tal vez con los años pierda su fuerza. Adelante, es hora de la ceremonia.
- Espera madre, quiero ir un momento a ver como esta Estela, hoy no he tenido tiempo de acicalarla.
- Está bien, pero no tardes.

************

Llegué a las cuadras sin que me viera nadie, no quería que nadie me molestase en el único lugar donde me sentía en paz.
Estela estaba con el hocico metido en el fardo de heno, comiendo como una glotona, como siempre. Aproveche y la cepille un rato mientras pensaba en la noche que me esperaba. ¿Mi futuro marido me dejaría seguir montando a Estela? Las damas no deberían montar a caballo. No tiene clase.
- Menudo asco. – Estela soltó un sonido desaprobatorio pero sin dejar de comer. – Eres genial, ¿Lo sabías? El único ser de por aquí que me entiende. Te mereces una manzana. – Estela alzó la cabeza y me empujó de camino al cobertizo. – Pero como entiendes lo que te conviene. – Reí, dirigiéndome al cobertizo.
Entre por la puerta trasera del cobertizo y me dirigí hacia la pila de manzanas rojas que había en una de las cestas, estaba a punto de morder una cuando oí como la puerta delantera el cobertizo se abrió de repente y se volvió a cerrar abruptamente. La luz de la lámpara se apagó, dejándolo todo a oscuras.
-  ¿Wembley? ¿Estáis ahí? – Gritó alguien en la oscuridad del cobertizo. ¿Un hombre? Me quedé quieta y en silencio. ¿Cómo me había encontrado? ¿Qué quería?
- ¡Shh! No alces la voz mentecato, los demás ya están esperando en las lindes del bosque cerca de mi casa. – ¿Papá? La voz de mi padre salía de la bodega, bajando las escaleras.
- ¿Hay trato o no? – Preguntó la voz del desconocido.
- Depende, ¿pensaste lo que te dije sobre la cesión de tus tierras a cambio del veinte por ciento de lo recaudado esta noche? - ¿Qué?
- No aceptaré menos del cincuenta.
- ¿Menos de cincuenta qué papá? – Preguntó una tercera voz que me sonaba muy familiar.
- ¿te has traído a tu hijo? ¿Estás loco? – Mi padre parecía molesto.
- John debía saberlo, si no el plan no funcionaría. - ¿John? ¿John McCloud? ¿Pero qué demonios es todo esto?
- ¡Está bien está bien! Pero como me entere de que mi Ada se entera no habrá trato. – Mi padre hizo una pausa y oí como sus pasos le llevaban fuera de la bodega de la bodega. – La presa está abajo. Contraté a un cazador del norte para que me trajera al mejor de la manada. Los de por allí son más grandes que los nuestros, no debería tener problemas en ganar. – oí como los pasos de John y su padre bajaban a la bodega y volvían a subir al poco tiempo.
- Es esplendido Wembley.
- Sí, ¡es genial! Pero pensaba que usted no participaba. Espero cazar uno más grande que el suyo, si no va a ser muy raro que se case con su propia hija.
- ¡Serás idiota! – Gritó el padre de John. – Este es tu venado John.
- No, es el del señor Wembley. – Oí como una mano chocaba con algo duro. – ¡Ay! Me haces daño papá.
- A ver si te queda claro. Este es tú venado. Saldrás con los demás de caza, y cuando nadie te vea vendrás a la bodega, sacarás el venado al bosque, pegarás un tiro al aire como hemos estado practicando y regresaras a la ceremonia con él para ganarte a Ada. ¿Entendido?
- Sí, padre. Pero yo quería cazar un…
- ¡Silencio! Le diré a Roger que te acompañe para que no metas la pata. Se reunirá contigo cuando llegues al cruce Simmons. – John no dijo nada, pero se le oía refunfuñar.
- Como a tu hijo… - Comenzó mi padre.
- De mi hijo me encargo yo. ¿Hay trato o no? Recuerda que tu hija podría acabar como esa desgraciada de Phillips.
- Hay trato. Esta es la llave del cobertizo, por si los criados la cierran antes de la ceremonia. Limpiad la sangre de la nieve cuando lo saquéis, no quiero osos curiosos por aquí.
- Lo que sea Wembley. – las voces del señor McCloud y su hijo salieron primero, luego las pisadas fuertes y enfurecidas de mi padre salieron después.
¿Qué había sido todo esto? ¿La cacería estaba amañada? ¿Por mi propio padre?
Entonces, mientras aun no podía creerme lo que había oído. Algo empezó a vibrar en mi pecho. Asustada, abrí el abrigo y vi con terror como una luz roja intentaba salir del guardapelo. Esto no podía ser verdad.
Acerqué mi mano, y al rozarlo, un espantoso sonido retumbó dentro de mi cabeza. El alarido de una bestia me heló la sangre.


PD: Bueno, aquí está la nueva historia. Sé que aún no se le ven los tiros, pero tened paciencia. Como siempre, espero que me digáis que tal os ha parecido en los comentarios o en su entrada de Facebook. Y si, lo sé, lo mío no es la charla de época. Intentaré subir los capítulos lo antes posible. Un beso. 

2 comentarios:

  1. Uf!! como extrañaba tus historias y esta es de las que me van a gustar. De momento me intriga lo que va a pasar y que capullo el padre amañando la cazeria.

    PD ya me me enganchaste a la historia ;)

    mas-galicia

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  2. No has perdido tu toque ;). Como siempre, genial.

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