Llegamos
a su piso y, tras prestarme un pijama y darme un cepillo de dientes nuevo, nos
metimos en la cama y nos quedamos dormidas una en brazos de la otra.
Todo
el fin de semana nos lo pasamos en la cama. Y no como ustedes pensáis. Creamos
un fuerte lleno de almohadas, papeles y expedientes y equipadas con pantalones
cortos deportivos y cómodas camisetas de tirantes, mucha cola light y pizza de
atún, nos enfrascamos en las notas y encontramos al fin una fisura. El domingo
por la tarde nos enfrascamos en llamadas para conseguir nuevos testigos y
finalmente dimos con un total de cinco examantes del marido dispuestas a
declarar, claramente despechadas o engañadas por el mismo. Al parecer no sólo
tenía relaciones esporádicas, sino que mantenía a varias amantes al mismo
tiempo y gastaba en ellas parte del poco dinero que tenía la mujer de herencia
paterna en vez de gastarlo en su hijo, como exhibía la cláusula del suegro.
También averiguamos que el marido cobraba la subvención estatal por desempleo
mientras trabajaba en una empresa de la construcción como capataz habiendo
mentido en su número de la seguridad social y usando la de su mujer. Lo
teníamos.
El
lunes a las 8 de la mañana, Mackenzie y yo nos presentamos en el juzgado y
escasos 20 minutos después de mostrar las pruebas de la seguridad social,
mandamos llamar a las amantes y ganamos el caso consiguiendo una manutención
completa por parte del padre, así como la devolución a plazos por el dinero
“robado” de la herencia, además de pagar una multa de más de 12000 dólares por
el delito de falsificación y estafa. Por los cuales le cayeron 8 años de cárcel
por no disponer del dinero. “Está hecha
para el derecho, Letrada, aun es joven, pero quién sabe, tal vez en menos de
veinte años llegue a jueza…” Dijo el juez Ferrer, el cual había llevado
varios de sus casos “Gracias Juez, muchas
gracias” dije, mientras estrechaba su mano. Estreché la mano del abogado defensor
mientras escuchaba los improperios del marido mientras lo sacaban de la sala
los policías judiciales.
Carla
me abrazó y lloró como una niña pequeña mientras Janine le acariciaba la
espalda dulcemente “Es usted una Santa,
Doña Evelyn. Mi hijo y yo le estaremos eternamente agradecidos” dijo
mientras levantaba a un niño de apenas 4 años y lo llenaba de besos “No todo ha sido cosa mía, sin la letrada
Richardson no lo habría conseguido. Se pasó todo el fin de semana conmigo
ayudándome con el caso” Carla corrió y abrazó a una muy sorprendida
Mackenzie, la cual, como pudo, respondió al efusivo abrazo.
Ya
en el bufete, Mackenzie y yo nos tomamos un café y nos relajamos un poco
después del ajetreado fin de semana. “Dios,
sólo quiero dormir… ¿Cómo has podido aguantar todo el trabajo extra durante
todo el mes?” “Pues, siendo sincera,
con el agradecimiento de todas las personas a las que ayudo” Mackenzie me
miró con orgullo y pasión “Evelyn, eres
sin duda la mujer más maravillosa del mundo. Y de verdad, ojalá no estuviéramos
ahora aquí… deberíamos estar metidas en la cama…” la insinuación me subió
más colores de los que debería y provocó un inadecuado pinchazo en cierta zona
para un horario laboral “¡Mackenzie!”
dije enfadada, aunque divertida. Ella levantó las manos como si no hubiera roto
un plato en su vida.
Cada
tarde desde entonces, salíamos juntas del trabajo y salíamos a cenar o a dar un
paseo juntas. Se notaba lo que ambas deseábamos, pero amaba la sensación de la
dulce y cruel espera. Fuimos juntas a la fiesta de cumpleaños de July y Don nos
saludó con un fuerte abrazo y una mirada cómplice “Veo que os estáis llevando bien chicas” dijo, mientras nos tendía
un par de cervezas “Ahora mismo te
presentaré a Paul y las niñas Evelyn, te van a encantar, son adorables… aunque
antes” Dijo, mientras bebíamos de nuestros botellines “¿Para cuándo es la boda?” no bañamos a Don de cerveza de milagro,
ya que se apartó justo a tiempo para empezar a reírse fuertemente “¡Don! ¡No seas viejo verde! Lo siento mucho
chicas, a veces le da por hacer de celestina y se le pasa la mano” dijo un
hombre alto y canoso, cercano a los 60 años que debía tener Don. “Lo siento de verdad, pero es que sois tan
adorables intentando conteneros en el bufete que no podía evitarlo” dijo
Don “Os presento a mi marido Paul. Paul,
ya conocer a Mackenzie y esta joya pelirroja de aquí es Evelyn Doherty, la hija
del cascarrabias de Marcus. Y menos mal que la belleza la sacó de Keyla, que si
no…” Don se rio de su propio chiste. Mi padre no era feo, pero tenía lo que
se podría llamar una belleza irlandesa. Alto, robusto, barbudo y medio calvo y
mi madre era una refinada señorita inglesa. Fina, pequeñita y elegante. Se
podría decir que hicieron un buen coctel conmigo y saqué lo mejor de ambos. “Oh, por cierto Mackenzie, tu padre está por
aquí, y creo que ya ha oído algunos rumores sobre Evelyn…así que ya te puedes
ir pensando la fecha, ya sabes cómo es” Mackenzie se puso blanca como la
tiza “¿Cómo qué rumores? ¿Fuiste tú
verdad Don? Vieja alcahueta”
Don
y Paul se rieron sin parar “¿Y qué
esperabas querida? El pobre lleva un año preocupado por ti. No hacías más que
suspirar por aquella joven cajera y desde que se ha enterado que estás con la
nueva joven promesa del derecho de esta ciudad está que no cabe de felicidad”
vi como Mackenzie me miraba de reojo entre avergonzada y furiosa…supongo que
contra su padre. Yo, que no me avergonzaba de mi antiguo trabajo dije sin
reparos “Yo era la joven cajera, Don. Y
no me avergüenzo de ello. Estoy orgullosa de haber sabido mantenerme sin la
ayuda de mi padre y aun lo estoy más de que ese trabajo me diera la oportunidad
de conocer a la mujer más brillante, maravillosa y preciosa que he conocido y
conoceré jamás” Don sonrió de manera cómplice “Yo ya lo sabía querida, tú padre me lo dijo, el que no lo sabía es él.
Y creo que ahora no te libras de ser su nuera” Don señaló a mi espalda y
Mackenzie y yo nos giramos, para encontrarnos con un hombre alto y fuerte, de
cabello rubio, seguramente teñido debido a sus más de 50 años y unos
escrutadores ojos grises que me miraban de arriba abajo. “Papá…” dijo Mackenzie. La miré rápidamente, intentando ganar
fuerzas, pero ella estaba roja como un tomate, así que volví mi mirada de nuevo
hacia el que seguramente era James Richardson. No iba a dejar que su padre mi
viera débil. No señor. Avancé lentamente hacia él sin apartar mi mirada y le
tendí la mano “Encantada de conocerle,
señor Richardson. Espero parecerle lo suficientemente buena para su hija,
porque no pienso dejarla esté o no de acuerdo” James Richardson pareció
momentáneamente asombrado y me trague el nudo que sentía en mi garganta ante el
miedo de tener a este hombre de más de metro noventa a punto de aplastarme como
un bichito. Hecho que casi ocurrió, al encontrarme de repente rodeada de unos
fuertes brazos y siendo alzada sin dificultad por ese gran hombre. Empecé a
notar una fuerte vibración…se estaba riendo. “¡Bienvenida a la familia! Y por favor, llámame James, no soy tan
viejo” James me dejó en el suelo y me quedé momentáneamente en shock. Sentí
una mano apoyarse suavemente en la parte baja de mi espalda y me encontré con
una sonriente Mackenzie “Siento todo
esto, de verdad” iba a decirle que no se preocupara cuando apareció una
mujer clavada a Mackenzie solo que veinte años mayor. Tenía el cabello de un
rubio más oscuro y unos vibrantes ojos verdes “Querida, me dijiste que era preciosa pero sin duda supera mis
expectativas…siempre soñé con tener hijos pelirrojos… ¡me conformaré con
nietos!” ¿Qué? ¿Hijos? ¿Ya? Pero si ni siquiera hemos ido a la cama todavía
“Dios, mamá, por favor. Sólo llevamos
juntas dos semanas, no quiero que la asustéis…” “¡Tonterías Mac! Ya he hablado con su madre y me cae de fábula, y no
pienso dejar que se escape la mejor compañera de Bridge que he tenido en la
vida” espera, ¿mi madre qué…?
De
repente, se escucharon unos fuertes gritos fuera de la cocina que eran demasiado
familiares…oh, no es posible. “Eres
horrible para las direcciones Marcus, ¡llegamos una hora tarde!” “No es culpa
mía Keyla, estos barrios no tienen ni pies ni cabeza, con lo fácil que sería
que todo estuviera encuadrado…” “Lo que sea Marcus, yo solo quiero ver a mi
niña y conocer a la hija de Nora, seguro que es tan guapa como ella…” de
repente, el gran tonel pelirrojo de mi padre, y mi alegre y pequeña madre
irrumpieron en la cocina. “Hija” Gritó
mi padre al verme. Vino hacia mí y me doblo como un palillo en un abrazo de oso
“¡Marcus compórtate! No estamos en el
campo” le riñó mi madre, mientras examinaba detenidamente a Mackenzie, a la
que le tendió la mano con una cortés sonrisa “Encantada de conocerte Mackenzie, tu madre me ha hablado maravillas de
ti y por lo que veo eres tan preciosa como ella” mi madre se giró hacia mí “Menos mal que tienes más gusto que yo hija,
al menos tienes el gusto exquisito de tu padre con las mujeres” “Madre…” “¡Chitón! Que si no llega a decirme
Nora que tú y esta maravillosa chica salíais juntas no me entero hasta el día
de la boda” “pero mamá ni siquiera…” “Nada de peros, eres igual de cazurra que
tu padre, ¡conozco a los Richardson desde hace años! Si me hubieras llamado más
de vez en cuando os habrías conocido mucho antes de tener que jugar a las
tiendecitas” “Oh Keyla, no creo, ambas son iguales. ¿Mackenzie, recuerdas aquella
fiesta de hace 4 años donde te dije que iríamos a una casa de campo en a las
afueras?” Mackenzie asintió, “¿Recuerdas
también que te dije que quería presentarte a alguien?” espera…hace 4
años…oh “Pues resulta que quería
presentarte a Evelyn. Acababa de conocer a Nora cuando fui a la ópera con unas
amigas, me habló de su hija y yo pensé en presentaros para que así Evelyn
tuviera a alguien conocido aquí en la ciudad…y como tenías los mismos gustos…ya
sabes” No fastidies, esa estúpida fiesta a la que no fui porque estaba
demasiado ocupada con el papeleo de la universidad y buscando como loca un piso
barato y decente. “No te preocupes
Mackenzie, aquí la homenajeada no apareció porque decidió adelantar su marcha a
la ciudad” Dijo mi madre.
Mackenzie
y yo nos miramos. “Sucedió cuando tenía
que suceder” dije sin apartar mi mirada de ella “Ni antes ni después” concluyó ella, dándome un casto beso en los
labios. “Creo que voy a llorar…” dijo
mi madre agarrando las manos de Nora, que también parecía al borde del llanto. “Ya, ya… Dios, las mujeres son unas
sensibleras” “¡Dios Marcus eres un insensible! Nuestra hija ya es toda una
mujer comprometida…” no quería seguir oyendo más planes de boda así que
agarré a Mackenzie del brazo y empecé a sacarla de la cocina “Se acabó, ustedes hablen de lo que quieran,
yo me llevo a mi novia a ver a las cumpleañeras y nos vamos de esta jaula de
grillos”
Dos
horas más tarde, Mackenzie y yo llegamos a su piso en la ciudad después de
escapar ambas de nuestras atosigantes madres. Por suerte, a nuestros padres
sólo les interesaban las repercusiones sociales y económicas, así que nos
dejaron un poco más en paz. Pero mi madre y Nora no pararon de hablarnos sobre
trajes de novia y lo bonita que sería una boda en invierno.
“Dios, ha sido demasiado intenso” Dijo Mackenzie, dejándose caer en el sofá y
quitándose rápidamente los tacones “¿Intenso?
¡Ha sido una tortura! Y yo que pensaba que esto sólo le pasaba a los heteros” me
dejé caer junto a Mackenzie en el sofá, abriendo mi camisa sin mangas hasta el
escote “¡Qué calor! ¿Te importa que me
ducho aquí? No sería capaz de volver a salir a la calle con el calor que hace
sin refrescarme primero” Mackenzie negó con la cabeza “Hay toallas de sobra en el baño de invitados. Yo también me daré una
ducha en el baño de mi dormitorio” Me dirigí al baño del fondo cuando
Mackenzie me llamó “Es sábado, ¿Por qué
no te quedas y vemos un peli y pedimos una pizza?” “¡Claro!” “Genial, te dejaré
el pijama en el cuarto de invitados. ¿La pizza de siempre?” “Yep”
Me
duché rápidamente con agua fría y disfruté del olor del champú de melocotón y
mango de Mackenzie. Encontré un poco de aceite coco y me lo puse por el torso y
las piernas…siempre me gustó el olor del coco. Me puse la toalla después de
peinar mi cabello y dejarlo húmedo sobre mis hombros y salí para dirigirme a la
habitación de invitados. Antes de entrar, Mackenzie salió de su cuarto con unos
culotes rosas y una camiseta de futbol rota sobre el ombligo de color blanco y
rojo. Iba descalza e iba mirando al suelo mientras se cogía el pelo en un moño
alto. Estaba tan sexy siendo descuidada que era casi doloroso…pensé en darle
una pequeña sorpresa, así que en cuento levantó la vista y me vio, le sonreí y
fui dejando que la toalla se fuera deslizando hasta que entré por completo en
la habitación de invitados y tire la toalla fuera, para que pudiera verla. Sólo
fue un susurro pero creo que oí “Tramposa”. Mi pijama era muy parecido al suyo, sólo que
en vez de una camisa suelta que enseña el ombligo, yo soy más de taparlo todo
pero enseñarlo de otra manera. Me puse los pantalones cortos a lo comando, ya
que la ropa interior de Mackenzie me quedaba algo suelta. Admito que tiene
mucho mejor culo que yo…y más pecho, pero en fin. Me puse la camiseta de
tirantes negra y me miré en el espejo de cuerpo entero de la habitación. Los
culotes y la camiseta negra me daban un look sexy y desenfadado. Perfecto.
Salí
de la habitación justo cuando llamaron a la puerta “¿Puedes abrir tú? He dejado el dinero en la entradita gris” Me
gritó Mackenzie desde el salón. “Claro”
llegué a la puerta, cogí los 20 dólares y abrí la puerta a la nerviosa
adolescente. La chica no debía de tener más de 17 o 18 años y me estaba
repasando sin mucho disimulo “Humm…esto,
¿pizza grande de atún?” le extendí el billete de 20 y ella me pasó la
pizza, empezó a rebuscar el cambio en su riñonera mientras yo dejaba la caja de
la pizza en la mesa de la entrada. Me volví y la chica me dio el cambio
alargando el contacto de nuestras manos más de los necesario “Hasta la vista…” Dios, que descarado.
Cerré la puerta y llevé la pizza a la cocina, después de dejar el cambio en el
mismo sitio donde encontré el dinero. Mientras buscaba un par de cervezas para
acompañar la pizza, Mackenzie gritó desde la entrada “¿Por qué hay dinero? Te di el dinero justo…” cogí la pizza y las
cervezas y me dirigí al salón “¿Quién es
Chris y porque quieres que la llames para “divertiros”?” “¿Cómo?” Dije
girándome y encontrándome con la miranda furiosa y asombrada de Mackenzie “¿Has abierto la puerta así?” “¿Y cómo
quieres que abra? Sólo voy en pijama” Mackenzie se acercó y me tendió un
dólar “Ten, creo que esto es tuyo”
Cogí extrañada el dólar y vi que tenía algo escrito < 555-937-423 llámame, ¡nos divertiremos! Chris> sonreí ante la
arrogancia de la joven adolescente y me di cuenta del enfado y los celos de
Mackenzie. Así que arrugué al dólar, lo tiré sin miramientos a la basura y
agarré firmemente a Mackenzie de su desnuda cintura. Le di un profundo y
posesivo beso hasta que dejó de estar tan rígida, al separarnos me dijo “No vuelvo a dejarte abrir la puerta…Nunca
más”
Bebimos
cerveza y comimos pizza mientras veíamos como Reese Witherspoon pasó de rubia
tonta a rubia abogada. Hablamos de algunos de nuestros profesores de la
universidad y la televisión dio paso a una película de terror. Yo no se podría
decir que era una valiente, pero a veces me reía de algunas películas de
terror. Esta era un clásico, El Grito, y como ya la había visto un par de
veces…en vez de ver un fantasma veía una cabeza de fregona pegada a un palo moviéndose
por el techo asustando a una anciana muda mientras Buffy, que en esta peli en
vez de cazar vampiros cazaba fantasmas, perseguía a un niño albino de pelo
negro con aires de Pavarotti y a una mujer contorsionista con el síntoma de la
rana croadora. Intenté mostrar estas impresiones a Mackenzie, pero no parecían
dar resultado del todo. A veces reía de manera nerviosa y otras sencillamente
cerraba los ojos con fuerza, así que me acerqué a ella, la rodee con mis brazos
y puse el canal de cocina. Empecé a hablarle de cosas sin sentido hasta que
empezó a reírse normal de nuevo. Al consolarla no me había dado cuenta de la
cantidad de cuerpo que teníamos pegado y ahora era bastante consciente.
Sentí
como Mackenzie se ponía rígida de pronto. Me fui apartando de ella hasta que
sentí como me agarraba firmemente de la muñeca “No” dijo sin más. La miré, buscando una señal que me dijera qué
hacer. Yo la deseaba, muchísimo, pero sería capaz de esperar por ella, sería
capaz de… “Te deseo, Evelyn…” ¡A la
mierda!
Alcé
a Mackenzie y la volqué sobre el sofá, besando sus labios con un deseo
desbordado. Mackenzie me rodeo la cintura con sus piernas y me acercó más a
ella, mientras nuestros besos se volvían más profundos y exigentes. Ambas
gemimos al sentir nuestras pelvis unidas, sólo separadas por la fina tela de
nuestros pantalones. Sentía la humedad creciente en mi entrepierna, y aún más
sentía la suya. Deslicé mi mano derecha dentro de su camiseta y un escalofrío
me recorrió cuando sentí sus pequeños y duros pezones. Alcé la camiseta sin
contemplaciones y se la saqué de un solo movimiento. Besé su cuello mientras
mis manos masajeaban una y otra vez los abundantes y lechosos pechos, coronados
por unos pequeños pezones rosados que gritaban por la ausencia de mis labios. Deslicé
mi lengua entre sus pechos dejando un camino húmedo y sediento hasta el
ombligo, donde introduje mi lengua suavemente imaginando otra clase de botón.
Mackenzie gimió con impaciencia hasta que mis labios encontraron su pecho
izquierdo y soltó un grito ahogado de excitación “Dios, Evelyn” viaje de uno a otro mientras mis manos bajaban
hábilmente sus pantalones, dejando unas preciosas braguitas de encaje rosa a la
vista, visiblemente empapadas por su excitación.
Mackenzie
se irguió y me quitó rápidamente la camiseta de tirantes. Vi sus pupilas
dilatarse hasta el borde de sus ojos verdes mientras contemplaban mis pequeños
y tersos pechos. Los besó y mordió mientras sus manos subían y bajaban por mi
espalda, provocándome espasmos de deseo y anhelo. Le robé su boca a mis pechos
mientras rodábamos de un lado a otro del gran sofá. Por el camino conseguí
deslizar mis pulgares por la cintura de su encaje y deslizarlas por sus suaves
y largas piernas hasta tenerla completamente desnuda a mi merced. Estaba sobre
ella, separada, contemplando toda su belleza “Mackenzie…eres preciosa…” “No tanto como tú” quise contestar pero
su mano se adentró velozmente dentro de mis pantalones y sus ojos se abrieron
tanto como los míos al sentir su mano directamente en mi caliente e hinchada
humedad. Ahogamos juntas un grito de placer al sentir como se movía hábilmente sobre
mí. No tardaría mucho si seguía así “No,
así no” saqué su mano a la vez que bajaba de un tirón mis pantalones y
encaje mi muslo entre sus piernas. Me estaba inclinando sobre ella cuando sentí
que me daba un suave empujón y quedó sobre mí, con una sonrisa victoriosa que
en un instante se volvió lujuriosa al sentirnos completamente unidas. Se movió
sobre mí, como una diosa embriagada por el placer, besando mis pechos, mi
cuello, mi boca… podía sentir como nuestras respiraciones se volvía cada vez
más rápidas y nuestros movimientos más urgentes. Quería que se corriera sobre
mí… deslicé una mano entre nosotras y la alcé ligeramente para penetrarla
primero con uno y luego con dos dedos. Sentía su interior caliente y húmedo
vibrando a mí alrededor a la vez que sentía su muslo contra mi entrepierna.
Cabalgó sobre mí como una amazona salvaje hasta que ambas llegamos a la cima
gritando nuestros nombres. La abracé con fuerza con mis dedos aun dentro de
ella, sintiendo los últimos coletazos de placer en su interior, hasta que ambas
nos derrumbamos en el sofá exhaustas.
Esa
noche hicimos el amor en el pasillo de caminos al dormitorio como dos
adolescentes impacientes, en la mesa del comedor la degusté cual manjar
culinario, en la cocina rodee sus hombros mientras mis glúteos sentían el frío
mármol y mi entrepierna el calor de su lengua. En el baño nos duchamos y nos
limpiamos muy a fondo para acabar empotradas contra el cabecero de la cama con
la ayuda de un colorido arnés. Fue la noche más excitante, pasional y sexual de
toda mi vida…y espero que también de la suya…
La Joven Cajera by Belladonna Literaria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
La Joven Cajera by Belladonna Literaria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
No hay comentarios:
Publicar un comentario