Oculta Entre Las Sombras Capítulo 8

CAPÍTULO 8

Alexia y yo nos habíamos pasado toda la semana ensayando juntas en la sala de música. Al principio no sabía que pensar de todo esto. No me sentía segura de estar tan cerca de ella, pero poco a poco, mientras me iba enseñando los nuevos movimientos, pude concentrarme en la nueva coreografía y dejarme llevar por la música.

La coreografía era increíblemente original y tenía una puesta en escena inesperada para el público. Alexia había conseguido mezclar la música clásica del Danubio Azul con un tango moderno de Gotan Project hacia el final de la coreografía. Nadie se esperaría el cambio mientras bailaba el comienzo de la coreografía con Stephen y luego…

- ¡Eli! No te desconcentres… ya sólo nos queda perfilar el final. – Dijo Alexia secándose el sudor con una toalla cercana. – Por cierto, ya he hablado con tu modista para los trajes nuevos. Al principio quería matarme, pero en cuanto vio que el mío era sencillo se relajó un poco. – Dijo con una sonrisa.

Esta última semana había visto una imagen de Alexia que pensaba que no vería jamás. Le apasionaba el baile tanto como a mí… y tenía una forma de moverse que nunca en toda mi vida me hubiera imaginado. Era segura y terriblemente sensual. Tenía mucho talento…

- Genial. – Respondí, sentándome un momento en el suelo. Miré hacia el espejo más cercano y me sorprendió de nuevo el contraste de estilos en nuestra ropa. Yo, con mi atuendo habitual de bailarina clásica y un moño perfectamente recogido, y ella con unos pantalones de chándal muy cortos y una camiseta ancha recortada, que mostraba su vientre a la perfección cuando levantaba los brazos. Aún tenía que recordarme a mí misma que quedarme mirándola lujuriosamente no me ayudaría demasiado. – Por cierto, esta noche es la fiesta de Ira… y me dijo que le gustaría que fueras… - Dije tímidamente.

- No creo que sea buena idea Eli… - Dijo de nuevo. Durante toda la semana me había respondido de manera parecida, y deseaba que fuera conmigo… así que usé la última baza que me quedaba…

- ¿No se suponía que tenías que estar siempre conmigo? – Le dije mordiéndome el labio. La miré de reojo y pude ver cómo me miraba con intensidad. Estaba  a punto de ahogarme en sus claros ojos azules cuando por fin apartó la mirada.

- ¡Tú ganas! – Dijo en un suspiro. – Voy a ducharme y ver que tengo por ahí que me pueda servir… ¿Tengo que llevar pajarita? – Preguntó de manera socarrona.

- ¡No! Ira ha alquilado una discoteca del centro sólo para nosotros… así que en teoría puedes ir como quieras… mientras no vayas… ya sabes…

- Ya, ya… que no vaya de vagabunda quieres decir… - Dijo, dirigiéndose hacia la puerta. – Por cierto… con lo de “Sólo para nosotros”, ¿A quiénes te refieres?

- Supongo que a los de la Academia… no sé exactamente a quien ha invitado Ira… supongo que a todos… ¿Por qué?

- Por nada…estaré lista en un par de horas.

- Ok. – Dije, antes de que saliera. En cuanto me quedé sola comencé a saltar como una idiota por la sala de música. Bien Elizabeth, esto no es una cita… pero con suerte, podrás salir a bailar con ella y disfrutar el momento… ¡eso es!

Subí corriendo a mi habitación y comencé un ritual de casi una hora de baño de sales y cremas para estar perfecta. Al salir del baño sentía cada uno de mis poros limpios y abiertos. Empecé a correr de un lado a otro en mi habitación sólo con la ropa interior puesta, buscando algún conjunto que fuera digno de la primera vez que salíamos…era estúpido, lo sabía. Pero me hacía feliz pensar que esto era algo más que una fiesta como otra cualquiera. Después de amontonar más de doce conjuntos en el suelo de mi habitación, acabé enfundándome en un vestido ligero de verano de color añil a juego con los tacones de tira que me compré hace poco. Estaba terminando de retocarme el pintalabios cuando llamaron a mi puerta.

Miré mi reloj de pulsera y me di cuenta de que ya iba veinte minutos tarde. ¡Mierda! Corrí como pude a la puerta, agarrando mi bolso y mi móvil por el camino y la abrí de par en par.

- Lo siento, no me di cuenta de la… - La palabra “Hora” murió en mis labios al ver la imagen de Alexia ante mí… estaba preciosa…

Llevaba unos vaqueros negros ajustados que marcaban perfectamente sus piernas… las botas de tacón grises a juego con la blusa en palabra de honor que quedaba en volantes sobre sus estrechas caderas. El conjunto se completaba con una americana roja de hombreras negras que llevaba remangada hasta los codos. Estaba parada ante mi puerta con los hombros erguidos y las manos metidas en los bolsillos traseros de sus vaqueros, remarcando así sus pechos. Pero lo que no esperaba, por nada del mundo, fue la expresión de asombro de Alexia…mirándome igual que yo la miraba a ella.

***

Terminé de vestirme a la hora acordada y fui a esperar a Elizabeth al vestíbulo, pero por más que pasaban los minutos no daba señales de vida. Empecé a exasperarme. Yo había tardado más de una hora en arreglarme…eso ya era mucho tiempo, así que ¿qué demonios estaba haciendo la presumida esta para tardar tanto?

Subí de dos en dos los escalones de la gran escalera principal y me planté ante la puerta de Elizabeth. Llamé con fuerza un par de veces, escuchando como uno zapatos de tacón correteaban de un lado a otro de la habitación, apresurados. Estaba preparada para decirle que si tardaba más en prepararse ya se podía ir sola a la fiesta cuando la puerta se abrió de par en par… al igual que mi boca.

Elizabeth llevaba un vaporoso vestido azul que enseñaba la mayor parte de sus preciosas y largas piernas de bailarina. Sus tacones de tiras, que  dejaban sus labios apenas unos centímetros más abajo que los mío… Espera ¿Qué? Cerré la boca que había estado manteniendo abierta sin darme cuenta y carraspeé incómoda, intentando mostrar la ya olvidada frustración por la tardanza de Elizabeth. Me ha dicho algo ¿Verdad?

- ¿Qué? – Dije, aun con los ojos en sus…digo, estando en la luna.

- Em… digo que no me di cuenta de la hora… - Dijo Elizabeth completamente ruborizada. Qué verde se ponen sus ojos cuando se ruboriza…

- Sí…eso…esto… ¿Nos vamos ya? – Dije, impaciente por acabar con esa creciente incomodidad que se iba creando entre nosotras. Cielos, es mucho más fácil meterse con ella…

- Sí. – Dijo, cerrando la puerta de su habitación. Entonces mi mente se volvió algo más nítida al ver sus hombros completamente descubiertos.

- Deberías llevarte algo de abrigo… esta noche hace frío. – Dije, en apenas un susurro, debido a la extraña aspereza de mi garganta… ¿tenía la garganta constreñida o algo?

- No te preocupes… estaré bien así. – Dijo bajando las escaleras bastante rápido. Algo hay que reconocerle, tiene equilibrio para andar así con esos zapatos… la seguí hasta el coche que nos esperaba pacientemente a la entrada de la mansión, intentando con todas mis fuerzas no fijarme en los suaves coletazos que hacía su vestido al caminar.





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