CAPÍTULO 5
A la mañana siguiente, bajé cerca de las doce de la tarde a la cocina. Donde de nuevo Ruth me riñó por no comer en el comedor como es deber de un invitado. Después de una charla con ella de algo más de treinta minutos, mientras ella hacía sus tareas, me dirigí a la biblioteca, ahora vacía y me paseé por las estanterías en busca de algo que entretuviera mi mente. Cuando salí de allí, ya eran más de las cuatro y media de la tarde, y me dirigí al salón de música con la intención de volver a tocar ese maravilloso piano…pero la sala estaba ya ocupada.
En su interior estaban dos bailarines dando vueltas de un lado a otro, al ritmo de Strauss con su vals del Danubio Azul. El chico, alto y moreno, llevaba unas mallas negras y una camiseta de tirantes ancha y larga, que mostraba su cuerpo definido y esbelto. La chica, con un maillot verde con la espalda descubierta, mallas de seda blanca y una falda corta de un vaporoso verde veronés, giraba grácilmente alrededor del chico con una expresión tan tranquila que no la reconocí hasta pasados varios segundos…Elizabeth…
Les observé tras la puerta durante algunos minutos, disfrutando de la actuación, cuando de repente el estéreo falló y la Elizabeth que conocía salió tras la tranquila mascara de la bailarina…
- ¡Maldito trasto! Así nunca conseguiremos acabar el ensayo… - Dijo frustrada Elizabeth, acercándose al estéreo y dándole varios golpes.
- Tranquila Eli… aún queda un mes para el baile y ya lo tenemos más que ensayado… - Dijo el chico moreno, con una voz más aguda de la que su apariencia denotaba.
- ¡No lo entiendes Stephen! Tú te irás a estudiar economía a la universidad pero yo quiero entrar en la RAD… Y en ese baile estarán todas las personas importantes del mundo de la música y el baile de Londres… ¡Necesito destacar! – Oh cielos, no me creo lo que voy a hacer.
- Por mucho que le pegues al estéreo no volverá a funcionar bien…desde aquí puedo ver que el cable de la corriente está pelado… - Dije, entrando en la sala de música, haciendo que tanto el chico llamado Stephen como Elizabeth me miraran extrañados.
- ¡Nadie te ha invitado a entrar aquí! – Dijo Elizabeth, volviendo a girarse hacia el estéreo. - ¡Odio esta antigualla! – Yo, sin hacerle demasiado caso a la quejica de Elizabeth, me dirigí hacia el final de la sala bajo la atenta mirada del chico, que parecía más que extrañado de mi presencia. Al llegar a los instrumentos me giré hacia ambos y pregunté a nadie en particular.
- ¿Piano o Violín?
- ¿Cómo? – Dijo el chico, acercándose más a mí.
- Digo que si preferís que toque la pieza a piano o a violín. Normalmente para el ballet se usaría el piano, pero como estáis haciendo el vals puede que prefiráis el violín. – Dije señalando el estuche del mismo, que se encontraba apoyado en una pared cercana.
- Esto… - El chico miró hacia Elizabeth, que parecía haberse tragado un canario con la cara completamente roja de ira. – A piano está bien… ¿Verdad Eli?
- Cómo sea… - Dijo Elizabeth con desdén, volviendo a situarse en el centro de la sala.
- ¿Deseáis que comience desde el principio o continuo por “Lejos del bosque negro”? – Pregunté mientras me sentaba y levantaba la tapa del piano.
- Em… desde el principio está bien. – Dijo Elizabeth colocándose en posición. Mis dedos comenzaron a moverse con seguridad por las teclas creando la melodía del vals de Strauss… “Danubio tan azul, tan bello y azul…”. Que lastima que se cargaran la letra con tantos ideales políticos…
Tras tres ensayos completos, Stephen cayó al suelo exhausto y Elizabeth se sentó en una banqueta en una postura poco femenina para el atuendo que llevaba.
- Bueno… al fin hemos acabado. – Dijo Stephen desde el suelo. – Tocas muy bien… ¿Cómo te llamas? – Preguntó, apoyándose en su codo para poder mirarme desde el suelo.
- Soy Alex, la nueva niñera de Elizabeth. – Dije desafiándola a quejarse, lo que no tardó mucho en llegar.
- ¡Já! – Se quejó, alzando la barbilla con prepotencia.
- Espera…Alex… ¿No será Alexia, verdad? – Me preguntó Stephen.
- Sí, ¿Por qué? ¿Nos conocemos de algo?
- No, no… sólo quería darte las gracias por lo que hiciste ayer… parece que no saliste bien parada. – Dijo, señalando mi mejilla y mi labio.
- Sobreviviré… - Me levanté del piano y me dirigí a la puerta. Ya había tenido suficiente de Elizabeth por hoy. – Un placer Stephen… - Dije al salir de la habitación.
***
- ¡El placer ha sido mío! – Le gritó Stephen a una Alex que ya había salido de la habitación. Stephen se levantó y se dirigió hacia mí… aquí viene la inquisición. - ¿Cuándo pensabas decirme que el sexy demonio que te tortura en tus sueños ha empezado a vivir contigo? – Dijo alzando sus cejas sugerentemente.
- ¡No me tortura en sueños! Y solo es algo temporal hasta que mi padre arregle lo del secuestro… - Dije, sintiendo como el vello de mis brazos se erizaba.
- Lo sé, lo sé… pero vamos, ¡esta es la oportunidad que has estado esperando! Llevas obsesionada con ella desde hace años y por fin no tienes a esa barriobajera de por medio… ¿cómo se llamaba? ¿Sabrina?
- Sabine…se llama Sabine. – Dije sintiendo como mis manos se apretaban inconscientemente alrededor de mi estómago. – Y eso no quiere decir que Alex no esté aún… enamorada de ella… - Dije mirando por la ventana.
- Eli… no quiero ser del tipo que dice “te lo dije” pero…
- Lo sé… sé que en parte fue culpa mía…pero…todo se volvió un círculo vicioso… una vez que empecé ya no pude parar… - Cerré los ojos con fuerza y recordé el día en que todo volvió a cambiar…
(Hace 7 meses)
Por fin comenzaba el curso de nuevo. Habían sido dos meses horribles sin verla y ahora por fin podría mirarla de nuevo. Esa mañana llegué pronto a la Academia para así poder observarla desde la azotea sin que nadie me viera. Esperé alrededor de 10 minutos, cuando por fin la vi…
Había cambiado tanto en estos dos últimos meses… ya el curso pasado noté que había crecido bastante más que yo, pero ahora se podía ver que perfectamente me superaba por al menos un palmo de altura… llevaba el pelo algo más corto pero tan claro como siempre… captando los escasos rayos de sol de una mañana nublada de septiembre.
Este año no iba a ser como los anteriores…me había propuesto al fin enmendar mis errores y conseguir acercarme a ella… ya se me hacía demasiado duro ver su expresión dolida y triste cuando me metía con ella…no se merece eso…ella se merece…
Algo llamó la atención de Alexia haciendo que ésta levantará la vista de sus pasos… era extraño…estaba mirando hacia algún lugar muy detenidamente… ella no hace eso… ella no… y entonces la vi. La que sería el peor de todos mis demonios. Sabine…
Hacía años que no veía a esa niñata francesa pavonearse cerca de aquí. Odiaba admitirlo, pero Sabine tenía lo que podría considerarse como atractivo sexual. Tenía curvas de infarto, una piel bronceada y tersa y unos profundos ojos castaños que quitaban el hipo. Sabine iba por la vida como si se tratase de una buscavidas atrayendo la atención de todos los que la rodeaban. Iba de rebelde sin causa con sus tatuajes y su ropa oscura… pero yo sabía lo que quería…
Hace un par de años la conocí por primera vez en una fiesta que celebró mi padre donde invitó a todas las personas importantes de la ciudad, y allí estaba ella, vestida de princesita de cuento, acrecentando su falso acento francés, idioma que sólo poseía en su apellido, rodeada de un montón de jóvenes cuervos adinerados. Sólo era otra de esas mosquitas muertas de la sociedad en busca de un marido rico que les diera una vida como la que sus madres vivieron… sin esfuerzo ni gloria.
Y aquí estaba, de pretender, ganándose miradas de toda la Academia con su rollo rockero y perdido de la vida… ganándose su mirada.
Al principio lo achaqué a la novedad, y dejé pasar la semana sin hablar con Alexia…pero la veía mirarla, la veía mirarla como yo quería que me mirase… y lo peor de todo era que Sabine la observaba a ella. Sabía que no tramaba nada bueno… Sabine había visto la cantidad de miradas que atraía Alexia… sólo necesitaba tenerla cerca…
Así que, después de contenerme todo lo que pude, ataqué con todo a Alexia en el comedor… pero cometí un error…eso era lo que Sabine quería… Sabine sabía que podía usarme para acercarse a ella… pero no esperé en ningún momento lo que pasó… ver como Alexia se iba con ella me rompió el corazón. Esa noche rompí todo lo rompible en mi habitación. Quería gritarle a Alexia que se alejara de ella… que sólo era una chupasangre que le haría daño…
Desde ese día Sabine y Alexia no se separaron la una de la otra… hablaban alegremente en los pasillos, salían justas de la Academia… Alexia comenzó a ser más abierta con la gente, y ahora siempre estaban rodeadas tanto de chicos como de chicas. Empezó a cambiar su forma de vestir sencilla por una más atrevida y sugerente… el día que vino por primera vez a clase después de teñirse el pelo completamente de negro me quedé sin aliento…
¿Qué le había pasado a mi maravilloso ángel? ¿Dónde estaba esa inocencia tan dulce que me había robado el corazón hace años? Y su maravilloso cabello plateado ahora estaba mancillado por un tinte oscuro y sin vida… parecía una persona completamente distinta. Pero sin duda lo peor de todo fue darme cuenta de lo que sentía…
Pude ver como su expresión cambiaba de fascinación por Sabine a una expresión mucho más profunda, mucho más íntima…
- ¿Eli? – Preguntó Stephen, sacándome de mis recuerdos. – Chica, te acabas de ir muy lejos…
- Lo siento, sólo estaba recordando algo…
- Sí ya… bueno, he de decirte que Alex me ha dejado alucinado… si no me gustaran tanto los rabos… yo mismo estaría loquito por ella… ¡parece puro fuego!
- ¡No mientas Stephen! Eres tan Gay que no sabrías que mujer es un callo maltrecho y cual es una diosa de… ¿Cómo dijiste?... ah sí… de fuego. – Dije riendo.
- ¡Mira quién fue a hablar! ¡En tu vida te he visto mirar a un hombre! Y yo que me acerqué a ti para poder hablar de chicos… - Dijo Stephen haciendo un puchero exagerado.
- Sí ¿no? Como en el jardín de infancia había tanto tío bueno…
- Oye, oye… que aún recuerdo a ese monitor tan guapo que me ayudaba con el peto… humm… si yo hubiera tenido diez años más… - No pude evitar reír a pleno pulmón. Una de las cosas que más amaba de Stephen era su falta de pudor al hablar de su sexualidad. – ¡No te rías! Quien sabe… tal vez nos reencontremos y sea yo quien le ayude con su peto…
- Iugg… ¿De verdad te lo montarías con un viejo?
- Ay, chica, que exagerada eres… ahora debe rondar los cuarenta… tampoco es para tanto…
- Lo que tú digas, Stephen…
Ese día no volví a cruzarme con ella… y por mucho que Stephen diga que esta es la oportunidad que necesitaba para acercarme a ella, sólo creo que es una especie de castigo divino por mi comportamiento… yo soy la única culpable de convertir su dulce mirada en una mirada vacía y llena de odio…
Oculta Entre Las Sombras by Belladonna Literaria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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Esta historia no me puede gustar mas! Que ganas de que llegue mañana para poder leer el siguiente ;)
ResponderEliminarHay ya vamos entendiendo mejor todo... espero q Elizabeth encuentre la manera de acercarase... y hay son tantas cosas... que quisiera q pusieras dos capitulos a la vez... jajaja
ResponderEliminarGracias y felicidades por la historia
Hay ya vamos entendiendo mejor todo... espero q Elizabeth encuentre la manera de acercarase... y hay son tantas cosas... que quisiera q pusieras dos capitulos a la vez... jajaja
ResponderEliminarGracias y felicidades por la historia
Espero q ninguna sufra, pero no se dirán nada hasta q alguna este en peligro
ResponderEliminarQuiero leer ya el siguiente capitulo :)
M.S (galicia)
Excelente excelente, ya me quede atrapada con esta historia, sufriré los viernes, sábado y domingo cuando no este publicado, u.u.
ResponderEliminarOjala mas adelante nos regales 2 publicaciones por dia jejejjeje, se te quiere mucho.
Atentamente, Maria Rene