BELLA'S

¡NO OLVIDÉIS SEGUIR LA PÁGINA EN FACEBOOK!
¡CUANTOS MÁS SEGUIDORES HAYA EN EL BLOG Y EN FACEBOOK, MÁS FACILIDAD TENDRÉ PARA ESCRIBIR A DIARIO!

Para poneros en contacto conmigo, no dudéis en escribirme al correo: belladonnaliteraria@gmail.com


HISTORIA MÁS POPULAR

miércoles, 3 de junio de 2015

La Joven Cajera Parte IV

Los primeros meses de nuestra relación fueron duros…pero no por lo que muchos puedan pensar. Nos costaba los mil demonios no hacer el amor en el bufete. Don nos advirtió de que por mucho que estuviera al tanto de la relación y la aprobara, no podía hacer nada si de repente alguien se quejaba de alguna escenita de porno lésbico en la oficina. Sin embargo, el deseo a veces ganaba, y por las noches, o algunas vez temprano en la mañana, Mackenzie y yo acabábamos enredadas en el baño, la oficina o incluso en la gran mesa de la sala de conferencias. Averiguamos como venirnos en silencio en la biblioteca y la sala de estudio…o también en los calabozos del juzgado cuando no había nadie… nos arriesgábamos a que nos metieran en la cárcel, pero nos resultaba imposible resistirnos la uno a la otra…

Compramos toda clase de juguetes nuevos y originales y los probamos en todas partes, incluido mi nuevo Beetle Cabrio rojo, que usamos más de una vez para escaparnos de fin de semana a la playa o a la montaña a hacer “Turismo rural”.


En el trabajo todo iba viento en popa. Por ahora no habían perdido aún ningún caso de importancia y la organización empezó a ganar más importancia, consiguiendo nuevos benefactores y mejorando notablemente en sus ayudas. Ya no era tan necesaria mi participación en los casos dado que otros abogados se mostraron voluntarios, puede que algunos no con demasiadas buenas intenciones, pero la ayuda siempre es buena. Ahora que ganaba algo más de dinero podía proporcionar un flujo mayor a la fundación y el hospicio. Las madres solteras ahora podían recibir un pequeño salario durante unos meses mientras encontraban nuevos trabajos y los niños del hospicio tenían comida, ropa y materiales suficientes para una buena temporada. Mackenzie y yo nos dedicamos sobre todo a la captación de voluntarios especialistas en cualquier campo necesitado o   posibles interesados en la inversión en estas organizaciones. Poco a poco se fueron añadiendo nuevas organizaciones y causas y en Navidad, Nora y mi madre nos ayudaron a celebrar un baile benéfico donde serían los principales beneficiarios.

El día de año nuevo, llevaba viviendo con Mackenzie tres meses en su piso de la ciudad, y tras librarnos de nuestros atosigantes padres, la llevé a las afueras a contemplar las estrellas desde un pequeño refugio abovedado de cristal que había alquilado para la ocasión. Estaba tan nerviosa que casi me caigo por las escaleras al subir a la enorme habitación cubierta de pétalos de rosas blancas y rojas. En el centro de la habitación, una enorme cama de sábanas blancas estaba justo debajo de la enorme y acristalada bóveda. Le pedí que se tumbara conmigo a contemplar las estrellas, algo que me costó ya que sólo quería quitarme la ropa. Después de mucho insistir lo hizo, y tras un breve discurso sobre lo poco que sé de las estrellas, respiré hondo y le hablé contemplando el oscuro cielo estrellado “Sé que no llevamos mucho tiempo juntas, pero a mí me parece que llevo contigo toda la vida. Eres mi amante, mi mejor amiga, mi compañera, mi familia… me apoyas y me reconfortas cuando es necesario y dejas que yo lo haga cuando lo necesitas. Me encanta ver tu adormilada sonrisa al despertar, tus tostadas quemadas con mantequilla debido a las prisas, tu absoluta falta de decoro cuando comemos comida basura e incluso todos aquellos pequeños gestos que haces cuando algo te disgusta o te entristece. Quiero ver como las arrugas se forman en tu rostro al reír a mi lado a lo largo de los años. Quiero ver como tu estómago se vuelve enorme y redondo para darnos paso a una nueva vida, quiero que el mío también lo haga. Quiero amar y cuidar a un pequeño ángel rubio mientras tú riñes y malcrías a un demonio pelirrojo. Quiero espantar a los pretendientes inadecuados y dar vergonzosas charlas sobre  sexo. Quiero verlos tan felices como nosotras lo seremos. Quiero una vida a tu lado y todo lo que ello conlleva. Quiero que me hagas el honor de ser tu esposa y la madre de tus hijos” saqué de mi bolsillo derecho las dos sortijas de oro blanco y la miré con el corazón henchido.

Mackenzie me miraba con los ojos inundados de lágrimas, asintiendo una y otra vez sin parar, mientras yo le colocaba su anillo con delicadeza. Ella cogió el mío temblando y me lo puso con cuidado mientras yo besaba y secaba como podía las interminables lágrimas. Cogí el telefonillo de la habitación y marque el número del propietario “Ha dicho que sí” Mackenzie, extrañada, me miró expectante, y yo sencillamente le señalé al cielo, que empezó a llenarse de fuegos artificiales, hasta que un último dibujó un enorme corazón rojo en el firmamento. Mackenzie me abrazó con fuerza mientras me susurraba su amor y yo dejaba correr mis lágrimas de felicidad por fin. Esa noche nos amamos despacio, sin prisas…tendríamos toda la vida por delante.

Al día siguiente no pudimos ocultar demasiado nuestra felicidad, así que nuestras madres lo anunciaron felices por todo lo alto. El otoño siguiente, Mackenzie y yo nos casamos en una ceremonia preciosa y discreta con nuestros familiares y amigos más cercanos. Al día siguiente, nos pasamos dos meses visitando Hawaii, España, Francia, Grecia y Japón. Comimos, reímos y bailamos como las niñas que siempre somos juntas.

Al volver, morenas y con kilos de más, buscamos donantes adecuados para las dos. A principios de año, encontramos a un donante de ascendencia escocesa, alto, pelirrojo y de ojos azules, que acaba de acabar un master en económicas en Berkeley. Después de realizar los trámites, se realizó la inseminación, y tras el segundo intento, Mackenzie quedó embarazada de nuestra primera hija.

Olivia Keyla Doherty-Richardson nació un nublado día de octubre sin complicaciones. Tenía unos preciosos ojos azules y el cabello tan rubio como su madre. Las suaves y delicadas pecas sobre su nariz no concordaron con el carácter rebelde e imperioso de la primogénita de Mackenzie y Evelyn. Más adelante, después de sus años de rebeldía y la universidad, conocería el amor de la mano de un joven tímido y estudioso de Boston, donde abrirán juntos una empresa de diseño gráfico que les obligará a ser padres tardíos del risueño y alegre Connor, tras Olivia cumplir los 37 años.

Dos años después de Olivia, después de que Mackenzie y Evelyn abrieran su propio bufete y se mudaran a una casa más grande a las afueras de la ciudad. Encontraron a un hombre joven, rubio, fuerte y de gran carácter y temperamento que aceptó ser donante, pues no creía que de otra forma dejara descendencia en este mundo, ya que no es hombre de una sola mujer. No quiso saber nada del niño o la niña, mientras estuviera sano y fuerte, él sería feliz.

Los mellizos, Mark y Nataly tampoco fueron santos, pero al menos no fueron tan salvajes como su hermana mayor. Los pequeños demonios pelirrojos de ojos grises fueron y serán siempre uña y carne, siempre lo compartieron todo, secretos, ilusiones, sueños, incluso la sexualidad. Ambos se declararon bisexuales al cumplir los 15 años, cuando ambos se enamoraron a la vez del mismo chico en el instituto y para desgracia de Nataly, eligió a Mark antes que a ella, por lo que está se marchó con la hermana pequeña del mismo. En la universidad, ambos estudiaron la misma rama de criminología que estudiaron sus madres, pero ambos decidieron impedir los crímenes a castigarlos. Entraron en la policía de asalto y tres años más tarde juntos se pasaron a homicidios. Cuando no tengan el cuerpo para trotes, dicen que abrirán una agencia de detectives para entretenerse en vez de jugar a las cartas. Mark conoció a varias personas cuando estuvo en la universidad, aunque siempre fue más de flor en flor, hasta que a los 32 se enamoró de un hombre casado…aún no sabe muy bien hacia donde encaminar su vida amorosa. Nataly, por el contrario, conoció a un chico en la universidad con el que disfrutó durante cinco maravillosos años, hasta que él la dejo por otra. Después de una visita de Mark, el chico se esfumó de la zona, y Nataly poco a poco volvió a confiar en sí misma. A los 28 años conoció en uno de sus primeros casos de homicidios a la nueva ayudante del fiscal, fría al principio, y muy tierna después. A los 31, Nataly y Jessica se casaron provocando el llanto de sus madres y su hermano Mark, el cual decía, que lo dejaba sólo en la soltería. Al año siguiente, Jessica dio a luz a dos preciosas gemelas morenas, llamadas Kylie y Alexis, usando de donante a un muy orgulloso Mark. Ambas, al igual que los mellizos, serán uña y carne, hasta que ambas se fijen en el mismo chico en la universidad, aunque eso es otra historia.

5 años más tarde del nacimiento de los mellizos, Mackenzie querrá agrandar aún más su maravillosa familia y consigue dar con el mismo donante de Olivia, aunque este ya está casado y a su mujer no le parece bien, ya que ellos aún no han tenido ningún hijo, así que, tras casi un año de búsqueda del donante perfecto, la agencia les pone en contacto con chico inglés que ha venido a Estados Unidos con una beca a estudiar bellas artes. Como es joven, le avisan de todos los detalles, pero a él le parece bien y no pondrá inconvenientes más adelante ya que se irá de Estados Unidos en cuanto acabe su grado. Evelyn, al ver el talento del joven pintor, le ofrece, en vez de dinero, una beca para el futuro para el master que desee en el país que sea. El joven, ilusionado, le pinta a cambio un cuadro de ellas dos, el cual colgarán en su gran salón y que servirá de pie a su maravillosa historia.

Erin nació en un caluroso día de julio. Con su rizado y anaranjado pelo y sus brillantes ojos verdes. Al ser la más pequeña, fue algo más tímida al ver los desastres de sus hermanos mayores. Siempre estuvo protegida por toda la familia y su pasatiempo favorito era la lectura. Erin se sentaba largas horas con sus madres en el gran despacho de su casa. Mientras estas estudiaban sus casos, Erin se adentraba en mundos de fantasía, misterio o terror. A los 13 años, comenzó a escribir sus pequeñas historias. A los 16, sufrió una pequeña crisis de identidad sexual, ya que, aun a esa edad, no sentía atracción ni por chicos ni por chicas y se metían mucho con ella en el instituto. Sin embargo, con el apoyo de su familia, olvidó los temas amorosos y se centró en sus estudios y en sus historias. Mientras estudiaba filología inglesa en la universidad escribió el que sería el primero de muchos libros, pero ante todo el más importante. Le costó mucho acabarlo, ya que debía ser perfecto. Al cumplir los 23 años, tras acabar la universidad y su primer libro, comenzó a trabajar en una editorial pequeña, y allí conoció a Victoria, quién le dio la fuerza y el valor de publicar su novela. Un año más tarde, esta se convirtió en un best-seller, y a pesar de las ofertas, Erin se quedó en aquella pequeña editorial, la que la había apoyado y seguido desde el principio. Sacó varias novelas cortas de misterio que agradaron mucho al público, tanto que llegaron a rodar una miniserie con todas ellas. A los 25, cuando se puso a pensar en su vida amorosa, empezó a creer que había encontrado el amor en Peter, un joven reportero de un periódico literario, sin embargo, tras unos meses, se dio cuenta de que eso no era lo que buscaba. Vio a un par de hombres más sin ningún resultado, sin darse cuenta del daño que le hacía a una persona que la amaba desde hacía tiempo. Victoria se marchó a España de vuelta con su familia y Erin se sintió tremendamente desolada. Al hablar con Evelyn sobre sus últimos intentos de amor y la marcha de Victoria, esta sólo le hizo una pregunta “Cariño, además de tu familia, ¿Quién es la persona que te ha hecho feliz en tu vida?” Erin besó a su madre y cogió el primer vuelo que encontró a España. A su regreso, 6 meses más tarde, Erin volvió comprometida y con un nuevo libro de amor bajo el brazo. Tras su matrimonio, Erin y Victoria se hicieron cargo de la pequeña editorial tras la jubilación de su anterior propietario, Erin se dedicó a escribir y escribir, sacando todos los años magnificas historias de amor, pasión y aventuras. Victoria buscaba las pequeñas joyas que las grandes editoriales no ven y así crearon unas de las editoriales más exquisitas de Estados Unidos, cuando Erin tenía 29 años, Victoria, con 31, tuvo al pequeño Josh y un año más tarde, Erin dio a luz a la viva imagen de su madre, a la que llamó como ella, Mackenzie. Que fue una de las pequeñas ilusiones de Evelyn. Hoy en día, cuando los periodistas le preguntan a Erin por cómo surgió la idea de su primera y exitosa novela, que será llevada a la gran pantalla ella responde:


“Cuando era pequeña y me senté en el regazo de mis madres en el gran salón de nuestra casa, cuando mis hermanos corrían y gritaban por ahí, yo les pregunté por la curiosa imagen que decoraba nuestro salón, ya que no concordaba ni con el estilo ni con el gusto de mis madres. Ellas, sin embargo, se rieron, y dijeron que en ese cuadro, me veían a mí y a mis hermanos, a la vida que llevaron y llevaran. Yo, ingenua aún debido a mi temprana edad, no lo entendí. Entonces ellas me dijeron simplemente: Erin, ¿te gustaría escuchar una historia? ¿Qué clase de historia? Pregunté. La historia de ese cuadro, y lo volvieron a señalar. Mira, fíjate bien. Observé el cuadro con detenimiento, intentando descubrir que había tras esa anciana de mirada feroz, qué había de misterioso en aquella lata de refresco o en la joven mujer de negocios que revolvía en su bolso mientras miraba a una bella pelirroja  vestida de amarillo bajo un estúpido Fez rojo esperando el pago mientras la observaba con intensidad. Y entonces ella comenzó su historia con una frase que me llevaría a titular así mi libro: Érase una vez una joven cajera…


FIN


¿Te apetece leer otra historia?

IR A ÍNDICE DE HISTORIAS

Licencia de Creative Commons
La Joven Cajera by Belladonna Literaria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas populares