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miércoles, 3 de junio de 2015

Una Asistente de Alto Riesgo Parte V

CAPÍTULO 8

Las grandes olas me obligaban a hundirme bajo ellas con la tabla en Duck Diving. Hacía mucho que no surfeaba olas tan grandes, pero siempre era bueno desempolvar un poco los músculos.

Ya llevaba tres semanas en Pulau Liar*(Isla salvaje) y ya empezaba a habituarme a mis nuevos horarios y exigencias. Ahora trabajaba en un hotel de lujo que tenía un amplio abanico de actividades de riesgo. No éramos muchos monitores, así que todos los días tenía un par de aventureros listos y predispuestos para hacer Wakeboard, ciclismo de montaña o parapente.

Llevo desde que llegué levantándome temprano para disfrutar de las olas en soledad. Eso era mejor que permanecer más tiempo tirada en la cama sin poder dormir. Subsistía de pequeñas cabezadas en su jeep entre actividades. Sabía que la falta de sueño no era muy segura para su trabajo, pero no podía evitarlo. Al cerrar los ojos sólo la veía a ella con esa víbora rubia. Al principio sólo eran recuerdos del club, pero al paso de los días su maldita imaginación había llegado a traumatizarla. Veía a Gwen en posiciones demasiado comprometedoras con ella y su última pesadilla favorita era la de Stephanie jugando con una pequeña muñeca de porcelana de pelo negro, la zarandeaba a su gusto para luego romperla en mil pedazos…


El golpe lateral de una ola la sacó de sus ensoñaciones haciéndola tragar más agua de la recomendada. Escupí el exceso de agua con molestia y me dirigí a una buena ola que empezaba a romper. Realicé el Take off sin problemas y comencé un movimiento de Botton turn lateral, de repente, me encontré de lleno en un movimiento de Tubo. La adrenalina me mantuvo de pie el tiempo suficiente como para salir indemne de la ola, pero al final perdí el equilibrio y acabe sufriendo un Wipe out en toda regla. Después de un par de volteretas bajo el agua, conseguí salir y me agarre con fuerza a la tabla. No creo que haya sido mi movimiento más elegante, por suerte no hay nadie tan temprano en la playa del sur.

Me senté en la tabla y vi como terminaba de salir el sol. Era una vista preciosa y no pudo evitar sonreír con pesar al imaginar a una pequeña morena a su lado… el bolsillo de su traje de neopreno corto empezó a vibrar y sacó de él el robusto móvil amarillo sumergible, regalo del hotel.

- Manson. – Respondí.

- ¿Dónde estás? Apenas te escucho. – Dijo Harry, otro de los monitores.

- Estoy en Setan Pantai*(Playa demonio) cogiendo unas olas…

- Brooke, no deberías ir allí sola, es peligroso…

- Ya, ya…dime, ¿Para qué me llamabas? – Pregunté impaciente, poniéndome de frente para cruzar por encima una ola. – Si sigo hablando por el teléfono voy a acabar ahogándome…

- Va, va…tienes un cliente vip. Quiere el paquete de actividades completo y ha pedido a una monitora femenina… - Genial, otro chulito hormonado. – Enviaré al cliente a la caseta sur para que se encuentre contigo en 20 min.

- ¡Ok! – Colgué y me despedí de mi agradable mañana surfeando. Monté una última ola antes de salir, realizando un Aéreo limpio. Cuando el agua empezó a llegarme por la cintura, agarré mi Evolutiva TBLS de color lima por el centro con la Quilla hacia afuera y caminé con la pesada tabla hasta el jeep verde de la empresa, que estaba aparcado a pocos metros de la caseta. Antes de llegar, otro jeep, de color rojo, aparcó al lado del suyo. O el cliente llegaba pronto o no calculé bien la última ola…

Clavé la tabla en la arena para poder desabrocharme el traje de neopreno negro y remangarlo en mi cintura. Apenas acababa de salir del agua y ya tenía calor. Me até el traje en la cintura y revolví mi pelo mojado, ahora mucho más corto después de un buen merecido saneamiento. Estaba por volver a coger la tabla cuando sentí un fuerte puñetazo en mi estómago. Me doblé de dolor justo para recibir una bofetada tan fuerte como el puñetazo recibido en el estómago.

- ¿Pero qué…? – El agresor me empujó violentamente haciéndome caer de espaldas en la arena. Intenté gritar para pedir ayuda, pero este ya estaba encima de mí dándome otra fuerte bofetada en la mejilla contraria. Empezó a golpearme el pecho con ambos puños cerrados. Si no hacía algo pronto podría…

- ¡Me dejaste! ¡Tú, estúpida cabezota! ¡Me dejaste…! – No era posible… mi atacante fue disminuyendo sus golpes hasta que acabó hundiendo una cabeza de melena negra en mi cuello. - ¡Te odio! ¡Te odio! ¡TE ODIO! – sentí un líquido caliente correr por mi cuello mientras el pequeño cuerpo se aferraba con más fuerza a mí, vibrando con graves sollozos…Gwen…

Al principio me quedé paralizaba. ¿Cómo…? ¿Cómo es posible? Cerré los ojos con fuerza, intentando alejar de mi mente el cuerpo caliente que lloraba encima de mí, pero no podía. No podía. Alcé mis brazos y apreté a Gwen en un fuerte abrazo. Sentí como un sonoro suspiro salía de sus labios y me hacía cosquillas en la húmeda nuca, pero no dejó de llorar. No sé cuánto rato estuvimos así, tiradas en la playa, con nuestros cuerpos pegados… sentí como su cuerpo quedó quieto de repente y me asusté. Estaba por preguntarle si se encontraba bien cuando volví a escuchar ese sonido tan extraño… ¡Se ha quedado dormida y está roncando!

Me alcé lo más delicadamente que pude sin despertarla y cuando conseguí ponerme de pie y sostenerla en mis brazos pude contemplarla después de tanto tiempo. Tenía la cara cubierta de grandes surcos de lágrimas que salían de unos ojos muy hinchados, que mostraban profundas ojeras oscuras en una piel más pálida de la habitual. Al llevarla en brazos pude notar la pérdida de peso de Gwen y la delgadez de sus brazos, cuyas manos inconscientemente se aferraron a mis hombros con fuerza. ¿Qué te ha pasado Gwen? ¿Quién te ha hecho daño?

Llevé a Gwen a la caseta sur, donde había una pequeña cama para tratar a los clientes si ocurría alguna emergencia. La dejé con dificultad sobre la cama, ya que se seguía aferrando a mí profundamente dormida, y salí a recoger la tabla y sacar mi macuto del jeep. Antes de entrar me desnudé y me metí en una pequeña ducha exterior para quitarme los restos de arena y sal marina. Dejé el traje y el bikini colgados fuera de la caseta y me enfundé unos pantalones de deporte cortos y una camiseta blanca de manga corta con el logotipo del hotel. Cuando entre, Gwen se aferraba con fuerza a la almohada y se agitaba visiblemente.

- ¡No te vayas! ¡No! – Decía en sueños.

Me senté con cuidado a su lado en la pequeña cama, y al sentir el peso de mi cuerpo, Gwen se giró dormida y me agarró con fuerza la cintura “No te vayas…”. Me tumbé junto a ella como pude y pasé mi brazo derecho debajo de su cuello y el otro rodeando sus hombros. Gwen se acomodó a la nueva postura dejando sus brazos entre nuestros cuerpos, aferrándose a mi camiseta.

Mis parpados se fueron cerrando poco a poco hasta caer en un sueño profundo… “No me iré…”

CAPÍTULO 9

Cuando abrí los ojos había muy poca luz. No sabía dónde me encontraba, sólo sabía que se estaba tan a gusto…sentí una suave brisa que me erizó el vello de la coronilla, así que me acerqué más a mi gran estufa, que me apretó contra ella aun dormida. No podía creer que estuviera aquí, con ella, abrazadas las dos en la estrecha cama.

Cuando bajó del jeep por la mañana, tenía preparado un discurso sobre sus sentimientos, pero al verla allí de pie en la playa, con su pelo castaño mojado y dorado al sol agitarse sin control por una mano, mientras la otra bajaba la cremallera del traje negro y ceñido, mostrando sus maravilloso torso tostado, sentí tantas cosas que mi discurso se hizo papilla y mi cerebro quedó reducido a un gran cúmulo de masa blanda. Cuando me di cuenta, estaba casi corriendo hacia ella. Quería besarla, quería tocarla… Dios, ¡Quería matarla a golpes por haberse ido! Así que arremetí contra ella con todas mis fuerzas. La golpee, la abofeteé y la abracé como nunca había abrazado a nadie…se sentía tan bien tenerla cerca de mí de nuevo…supongo que me quedé dormida sobre ella.

Lloré porque quería gritarle que la quería. Que la amaba. Pero sólo pude decirle que la odiaba…cuando no era cierto… ¿Ahora qué? ¿Y si ella sí la odiaba? ¿Y si sólo había sentido lastima por ella? Ella la había abandonado por un trabajo en una isla a cientos de kilómetros de mí. Y sí eso significaba qué…

- Eres demasiado llorona, ¿Lo sabías? – La ronca voz de Brooke me sobresaltó. No me había dado cuenta de que me había puesto a llorar de nuevo. Hundí la cara rápidamente en su pecho cuando sentí que Brooke soltaba un quejido.  –Ay, ay, ay… con cuidado tigre. Que antes me diste una buena paliza… - entonces vi que en el borde del cuello de su camisa se podían ver algunas marcas rojas y moradas. Dios, ¿Yo le he hecho esto? Puse una mano con cuidado en el centro de su pecho y seguí llorando. Soy una estúpida… seguro que me odia.

- Gwen, vamos. – Me dijo Brooke, limpiándome las lágrimas con cuidado. – No es para tanto. Sólo son mis cicatrices de guerra…una guerra que perdí ante una enana drogada de esteroides… - No pude contenerme y le pellizqué fuertemente el estómago, provocando un grito entre dolorido y divertido. – Vale, vale… sólo enana. – Dijo, sacándome la lengua.

- Yo no soy enana, tú eres una patilarga – Le dije, con fingido enfado. Se sentía tan bien bromear como antes. – Brooke yo… - Pero no pude continuar.

- ¿Cómo te has hecho esto? – Preguntó preocupada, viendo las cicatrices de mis dedos.

- Yo… - ¿Qué le puedo decir? ¿Qué me lo hice yo misma en mi desesperación?

- ¿Alguien te ha hecho daño? Dímelo Gwen, sabes que no me importaría romperle las piernas a alguien… - Entonces tendrías que rompértelas a ti misma… suspiré con fuerza…llegó la hora de poner las cartas sobre la mesa.

- La verdad, es que no me lo ha hecho nadie…directamente… - Brooke me miraba extrañada. – Yo… - ¡Vamos Gwen! ¡Dilo! Me sentía con la garganta terriblemente seca. - ¿Podrías darme un vaso de agua?

- Claro. – Brooke salió de la cama extrañada y volvió con una pequeña botella de agua. Me senté en la cama y me la tendió. Bebí gran parte de la botella hasta ver que no podía alargar el momento. Se la pasé a Brooke, que bebió un par de tragos para luego dejarla en el suelo cerca de la cama.

- Lo cierto es que esto me lo hice yo misma sin darme cuenta. – Le dije. Sus ojos se abrieron como platos y la interrumpí antes de que llegara a conclusiones equivocadas. – No, no es eso. Yo…estaba tan triste y furiosa que no me di cuenta de que apretaba un cristal demasiado fuerte hasta que mi padre me encontró e hizo que me curaran… - Brooke tenía una expresión dura y decidida. Parecía querer matar a alguien. – yo no… yo no me di cuenta de lo mucho que amaba a esa persona hasta que…hasta que me abandonó…

- ¿Fue ella? – Dijo rápidamente Brooke. Sus ojos echaban fuego y apretaba con fuerza las sábanas. – ¡Sabía que esa víbora te haría daño…!

- ¿De quién hablas? – Brooke se levantó de un saltó y comenzó a soltar improperios. Entonces caí “¡te mereces algo mejor que esa víbora!” - ¿Te refieres a Stephanie?

- ¡Por supuesto que me refiero a ella! En cuanto la pille pienso estrujarle ese cuello de urraca que tiene… - No pude evitar sonreír. Brooke estaba comportándose como un hermano sobreprotector.

- Brooke…no he vuelto a ver a Stephanie desde el día del club. – Brooke paró en seco y se giró hacía mí con cara de asombro.

- Entonces… Sí no es la víbora, ¿quién ha sido? ¿La conozco? ¿Es alguien de Sappho’s? – Se sentó a mi lado sin mirarme hasta que se le iluminó el rostro por un momento para luego poner cara de pocos amigos - ¿No habrá sido Bobby no? Mira que la mocosa esa no paraba de mirarte cada vez que íbamos a…

- ¡Brooke! ¡Basta! No, no es Bobby. – Dios, ¿cómo es que no se había dado cuenta? En ningún momento se ha sentido aludida. Es tan obtusa…

- ¿Y entonces quién Gwen? Es alguien qué has conocido mientras yo no estaba. – a Brooke se le puso la cara muy blanca. – Dime que no por favor… prefiero a alguien a quién poder pegar al menos… - Basta Gwen, tienes que decírselo.

- Brooke, si lo que quieres es pegar a alguien… - Uff…vamos allá. – Puedes pegarte a ti misma. – Brooke me miró durante varios segundos sin comprender.

- ¿Por qué iba a pegarme a mí misma? ¡Eso es estúpido! ¡Eso es…! – Brooke se paró en seco. Se acaba de dar cuenta… genial. Ahora Gwen, mírala a la cara por lo menos… - ¿Gwen…?

- Yo… - Dios, me sentía fatal. Se supone que cuando le confiesas a alguien tus sentimientos tiene que ser bonito, o al menos emocionante… yo sólo tenía ganas de potar… - Brooke… yo te… - ¿Qué…?

Sentí una suave presión sobre mis labios…era…cálido y…dulce…Brooke… eso significa que… Brooke se separó lentamente de mí y me miró preocupada.

- Por favor, dime que esa frase decía que me querías porque si no yo… - Me lancé a su cuello y la besé con fuerza. Dios, esto era demasiado bueno para ser verdad. Me dolía el pecho de felicidad, ¿Cómo era posible? Me sentía incomoda besándola de lado, así que me senté en su regazo y hundí mis dedos en su pelo para evitar que se alejara de mí. Brooke me estrecho por la cintura con fuerza mientras sus besos se volvían más profundos. Casi grito cuando Brooke se alejó un poco de mi para respirar. – Te quiero Gwen. Te quiero como nunca he querido a nadie… no podía quedarme y ver como salías con otras mujeres. Mujeres elegantes y ricas que pudieran darte todo lo que desearas… yo no podía. – La callé con un beso profundo y lleno de amor.

- Yo también te amo Brooke. Cuando te fuiste se me desgarró el corazón. No sabía dónde estabas… ni siquiera sabía si volvería a verte. Te odiaba por haberte ido sin despedirte, pero me odiaba mucho más a mí misma por haberte dicho que te fueras. Me di cuenta demasiado tarde de que te quería sólo a ti… por favor, por favor… perdóname por lo que te dije, perdóname por no haberlo notado antes…

- Gwen…tú eres la que debería perdonarme por haberte hecho daño. Fui egoísta y sólo pensé en mí misma. Creía tan ciegamente que sólo me veías como alguien que trabajaba para ti que no pensé… - Brooke estaba llorando. Esta fuerte y maravillosa mujer estaba llorando por mí…


Vi el dolor reflejado en sus preciosos ojos azules y sólo quise eliminarlo. Quería verla sonreír. Así que lo borré con mis labios. Besé sus lágrimas, sus ojos, sus labios…lo quería todo de ella, pero sobretodo, quería su felicidad.


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