CAPÍTULO 1
Siempre
he sido una persona tímida. Tan tímida que a veces podía ser invisible. Iba y
venía sin que nada ni nadie me molestara. Yo era feliz así. Me pasaba los días
entre libros, música y sueños. A pesar de mi timidez, nunca fui una persona
introvertida al hablar con los escasos amigos que tenía. La gente me
consideraba una persona afable y simpática, así que a pesar de mi personalidad
no se metían demasiado conmigo.
Bueno,
he mencionado que la gente no se metía demasiado conmigo, y ese demasiado se
debe a ella. Elizabeth Juliet Kensington. Ella es la abeja reina de la Academia
Hamilton. Tiene dinero, tiene estilo…tiene poder. El director le permite hacer
lo que quiera. Llega tarde, hace los exámenes como quiere y nadie se enfrenta a
ella cuando me humilla en medio de todo el mundo. La gente no se suele reír de
mí, ya que cada mes escoge a una presa diferente, pero ya lleva un año
haciéndome la vida insufrible sólo a mí… por suerte, este último año, llego
ella.
Sabine…desde
la primera vez que la vi me enamoré perdidamente de ella. Su aire rebelde, su
fuerza, su belleza… no seguía las normas y hacía lo que quería con ellas, pero
al contrario de Elizabeth, ella no venía de una familia importante ni tenía
tanto dinero, así que más de una vez fue expulsada. Una de esas veces en las
que ella fue expulsada, fue por defenderme ante Elizabeth. La gente se quedó en
silencio a nuestro alrededor y cuando ella me tendió la mano para salir de
allí, yo simplemente se la tomé sin prestarle atención a los insultos y gritos
de Elizabeth.
Esa
tarde dimos vueltas por la ciudad sin rumbo ni destino. Fue la mejor tarde de
mi vida. Nos reímos, nos burlamos de Elizabeth y sus drones que la seguían a
todas partes…hablamos de nuestros gustos, de nuestros miedos y de nuestros
sueños. Esa tarde fue el día que me tatué por primera vez… elegí una valkyria
negra y Sabine me dijo que a partir de ahora, yo sería la que elegiría que
héroes deben morir en la batalla, como en la leyenda nórdica.
Los
días siguientes, Sabine y yo estábamos siempre juntas. Poco a poco, dejé mi
timidez a un lado y comencé a llevar ropa más atrevida y a hablar de forma más
abierta. La gente a mi alrededor comenzaba a mirarme, y me gustaba como eso me
hacía sentir… había dejado de ser invisible. Un par de meses después, tras las
vacaciones de navidad, pensé darle una sorpresa a Sabine y aparecí en la Academia
con mi pelo rubio completamente teñido de negro. Recibí halagos tanto de chicos
como de chicas, incluso Elizabeth se quedó literalmente sin palabras al verme.
Aun así, no conseguía llamar la atención de Sabine como yo quería. Ella me veía
tan sólo como una buena amiga con la que hacer trastadas, con la que romper las
reglas…
Después
de estar más de 6 meses enamorada hasta las trancas de ella, mis sueños se
hicieron trizas. En una de nuestras salidas nocturnas, fuimos a un local a las
afueras donde conoció a David…Dios, era un chico tan increíble que por mucho
que quisiera odiarlo me resultaba imposible. ¿Sabéis ese momento en el que veis
a la persona que amáis mirar a otra persona con la misma mirada que tenéis por
las mañanas al veros al espejo y pensar en ella? Bien, pues ese momento es una
auténtica mierda. Esa noche me fui de allí antes de ponerme a llorar como una
histérica.
Al
día siguiente conseguí poner la más falsa de las sonrisas cuando Sabine me
hablaba de la maravillosa noche que había pasado con David. Desde ese día, ella
cambió. Dejó de ser la chica rebelde y libre que conocí para ser otra chica
enamorada que sólo sabe hablar de su novio. Estaba tan absurdamente enamorada
que comencé a alejarme de ella debido al terrible dolor que me atenazaba en el
pecho cada vez que me hablaba de algo relacionado con David. Y eso me lleva al
día de hoy…
Sabine
fue tan absorbente que no me di cuenta de las personas que dejaba de lado.
Ahora me encontraba sola y con un humor de perros. No me apetecía hablar con
nadie y evitaba a toda costa volver a caer en brazos de Sabine. Sabía que si
volvía solo acabaría sufriendo más, sin embargo, lo pasé aun peor cuando me di
cuenta de que me había reemplazado. Desde lejos, pude ver cómo era ella en
realidad. Una persona insegura y necesitada de compañía a todas horas. Entonces
pensé en todas las veces en las que me preguntaba si estaba guapa, y yo como
una ingenua le decía que estaba fabulosa…no recuerdo exactamente como nos
llaman, pero creo que es algo así como amigas florero. Son esas amigas que una
chica insegura se echa para así destacar ante los demás.
Y
aquí estaba yo, en mi dieciocho cumpleaños… sola. Bebiéndome un paquete de seis
botellines mientras me preparaba un canuto… ¿Qué fue de esos cumpleaños
estúpidos rodeada de mis amigos viendo una peli de terror en casa? Me terminé
el segundo botellín y encendí el cigarrillo… me tumbé en el asfalto y contemple
las estrellas. No sé cuánto tiempo estuve allí tirada bebiendo y fumando, pero
antes de empezarme mi cuarta cerveza escuché el sonido de unas ruedas derrapar
con fuerza. Me alcé un poco y asomé la cabeza por el muro bajo del centro
comercial en el que me encontraba.
Un
Mercedes s-class coupé negro estaba parado en medio de la carretera. De la
parte de atrás salió una chica a toda prisa dando un fuerte portazo al coche.
Iba vestida con tacones altos y un vestido de fiesta rojo. Al principio pensé
que se trataba de una prostituta, pero llevaba demasiadas joyas para serlo.
A
los pocos segundos de bajar la chica, dos hombres altos salieron a toda prisa
del coche. Iban completamente de negro y parecían ser peligrosos. Uno de ellos
aferró a la chica por la muñeca y está empezó a gritar a pleno pulmón pidiendo
ayuda… sin pensarlo demasiado cogí dos de las botellas que tenía vacías y
avancé hacia la escena.
-
¡Dejadla! – Les grite, ocultando las botellas a mi espalda. Uno de los hombres
se giró y me miró amenazante.
-
¡No te metas, yonki de mierda! – Me dijo el que la tenía sujeta. En cuanto el
hombre que me miraba se giró de nuevo hacia el coche, le estampé una de las
botellas en la cabeza. El hombre gritó de dolor, lo que alertó al otro. Este
sacó una pistola dejando momentáneamente libre a la chica, que se echó al
suelo. Al ver la pistola me asusté como nunca lo había hecho y sin pensarlo
mucho lancé la otra botella a la mano que sujetaba la pistola. Ésta cayó al
suelo mientras el hombre se sujetaba la mano, ahora cubierta de sangre por la
botella rota. - ¡Serás puta! – El hombre se abalanzó sobre mí alzando el otro
brazo, profiriéndome un fuerte puñetazo en la mandíbula. Caí al suelo de golpe,
sintiendo el sabor de la sangre en mi boca. El hombre se acercó a su compañero,
al que le sangraba gravemente la cabeza. – ¡Ve al coche estúpido! – El otro se
marchó a trompicones mientras yo intentaba levantarme. El hombre recogió la
pistola del suelo y avanzó hacia nosotras. Aun mientras tenía el arma bajada,
le golpee fuertemente la entrepierna, haciéndole apretar el gatillo y consiguiendo
que una bala pasara peligrosamente cerca de mi pie izquierdo. - ¡Zorra de
mierda! ¡Te voy a…!
Por
suerte, el maravilloso sonido de las sirenas policiales se hizo eco en la noche
y poco a poco luces azules y rojas se fueron acercando. El hombre alzó la
pistola en dirección a la chica que aún permanecía agazapada en el suelo y yo
me puse entre ellos, evitando así que la chica quedara descubierta.
-
¡Jefe, la pasma! – El hombre me miró con fiereza, con una mano aun alzando la
pistola y la otra en su entrepierna.
-
Esta vez te has salvado puta yonki, pero la próxima vez no tendrás tanta
suerte… - El hombre salió corriendo hacia el coche, y nada más entrar, éste
arrancó y se escapó a toda velocidad entre las calles de la ciudad.
Me
dejé caer temblando al suelo. Ahora que todo había pasado mi corazón se hacía
eco en mi interior amenazando con estallar… ¿Cómo he podido ser tan estúpida?
Dios santo, ¡Soy una jodida kamikaze!
Me
acerqué lentamente hasta la chica que temblaba aún más asustada que yo en el
suelo, completamente agazapada, agarrando sus piernas con sus brazos haciendo
un enorme ovillo.
-
Tranquila… ya pasó todo… - La chica paró de repente de temblar, y empezó a
alzar su cabeza. El largo y ondulado pelo castaño le cayó sobre los hombros y
unos llorosos ojos verdes me miraban extrañados…
-
¿Alex…?
-
Elizabeth…
Oculta Entre Las Sombras by Belladonna Literaria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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Que bna persona Alex que le ayudo aun sin saber quien era y poniendo en riesgo su vida, ahora creo que si Elizabeth la molestaba tanto algún gustito le debería tener... Jajajaja en fin estaré atenta al próximo capítulo.
ResponderEliminarUn abrazo y saludos.
Luisa V.
Muy intenso y padre capitulo, felicidades sigue asi de talentosa, ten la seguridad de que tienes otra fan. Cory de Mexico
EliminarBacano todo por lo q ha pasado alex en tan poco tiempo... y lo de elizabeth ... hay bastante tela por cortar hay...
ResponderEliminarSaludos desde colombia
Me alegra que tengas este blog y pues te seguire donde publiques, me encantan tus historias eres genial, un saludote desde mi lindo pais Bolivariano
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