CAPÍTULO 16
El
domingo me levanté sin ganas de hacer nada. Me dirigí a la ducha arrastrando
los pies y me duché con poco entusiasmo. Apenas había podido pegar ojo después
de todo lo que había pasado ayer.
La
euforia y el deseo después de los besos… el insufrible dolor que aún tenía en
el pecho tras escuchar como Alexia se disculpaba por hacerlo… “tuviste una buena idea y como escuché que
nos estaban buscando yo simplemente… bueno… lamento eso…”. Levanté la cara
y dejé que el agua de la ducha me ahogara un poco. Tenía que dejar de pensar en
eso… lo importante ahora era practicar la representación del próximo viernes y
olvidarse de lo que nunca podrá pasar de nuevo por mucho que lo deseara.
Me
puse un maillot azul marino con unas medias transparentes. Este era uno de mis
favoritos, ya que la corta falda de un azul más claro me hacía marcar el poco
trasero que me había proporcionado la genética y me hacía el culo bastante más
deseable. Siempre que necesitaba sentirme bien conmigo misma, me lo ponía para
sentirme cómoda con mi cuerpo… no es que odiara mi cuerpo… pero a veces deseaba
tener un cuerpo más femenino… apenas tenía caderas y el pecho tampoco es que
fuera muy grande. Cuando era más joven mi profesora de ballet me dijo que tenía
un cuerpo perfecto para ser bailarina, pero eso no me hacía parar de desear
tener unos pechos más grandes o unas caderas más pronunciadas…
Miré
mi móvil y vi un mensaje de Stephen que me decía que me esperaba en el salón de
baile. Miré el reloj y no me extrañe de que ya hubiera llegado. Eran más de las
once de la mañana y normalmente comenzábamos a practicar sobre las diez y media.
Así que salí de mi habitación y bajé rápidamente las escaleras. Estaba por
dirigirme directamente a la sala de música cuando escuché voces en la cocina.
La
curiosidad me pudo más que el deber de ir con Stephen y me dirigí hacia la cocina.
Al entrar me quedé de piedra ante lo que tenía ante mí. Alexia estaba sentada
en uno de los taburetes altos agitando con placer el escaso pelo que ahora
tenía sobre la cabeza. Estaba arrebatadora… el corte era claramente de aire masculino,
con los lados casi rapados por completo y la parte de arriba mucho más larga,
dejando la raya al lado derecho creando un precioso tupe de un rubio tan claro
como la plata… Se ha quitado ese horrible
tinte negro…Dios, está preciosa…
-
No sé señorita… - Decía Ruth, ajena a mi presencia. - ¿Está segura de que esto
era lo que quería? Ahora perecerá un muchacho…
-
Esto es exactamente lo que quería Ruth, está perfecto… aunque me siento un poco
rara teniendo tan poco pelo… no creo poder parar de tocarme la cabeza. – Dijo Alexia
riendo. – Deberías replantearte ser peluquera…
-
Ya soy muy vieja para cambiar de ocupación señorita Alexia… además, sólo le he
cortado igual que a mi marido… aun así me alegro de que se haya quitado ese
espantoso tiente negro… tiene usted un pelo rubio precioso… parece un ángel…
-
Yo pienso lo mismo. – Dije en voz alta, atrayendo la atención de ambas. Alexia
se levantó de inmediato y pude ver como el rubor cubría sus mejillas… El cambio
de estilo la había vuelto a transformar por completo. Ahora, con su sencilla
camiseta blanca y sus pantalones cortos de deporte tenía ante mí a la mujer más
dulce y preciosa que había visto en mi vida… el aire andrógino que le daba el
corte de pelo le hacía parecer un chico joven y de belleza femenina. Era extraño
imaginarse a Alexia como a un hombre… por suerte, sus maravillosos pechos sin
sujetador se marcaron tras la camiseta recordándome de nuevo porque su
presencia resulta tan dolorosa como tentadora.
-
Oh, señorita Elizabeth, ¿No cree que está guapísima con su pelo natural? Aunque
no sé si el corte ha sido demasiado extremo… muy moderno para mi gusto… con la
preciosa melena que tenía… - Decía Ruth, mientras barría los restos de pelo
negro en el suelo.
-
Yo creo que está fantástica así… - Dije con la voz ronca. Había algo en la
mirada nerviosa de Alexia que me hacía olvidar por completo que yo no le interesaba… pero no podía evitar mirarla con
un deseo descarado.
-
Gracias… - Dijo Alexia avergonzada. Sus ojos no habían parado de moverse de un
lado a otro desde que se había dado cuenta de que estaba en la cocina. – Yo…
nunca te había visto con ese maillot… ¿Es nuevo? – ¡Bingo! Así que te gusta que vaya más ligerita de ropa… Alguien
entró rápidamente en la cocina llamándome con voz de exasperación.
- ¡¿Eli?!
– Stephen entró en la cocina y me miró con cara de pocos amigos. – Por fin te
dignas en bajar. Llevo casi una hora dando vueltas como un idiota yo solo… -
Stephen se dio cuenta de la presencia de Ruth y Alexia y su expresión cambio de
amabilidad hacía Ruth a un asombro exagerado por la nueva apariencia de Alexia.
- ¡Oh…Dios…Mío! – Aquí va la loca. – ¡Eli no me habías dicho que Ruby Rose estaba
de visita! – Ahora que lo miraba, el pelo, el cuerpo de Alexia, sus ojos y algún
que otro tatuaje que se dejaba entrever por la camiseta de manga corta le hacía
parecer una versión joven y rubia de Ruby Rose…Humm… Stephen se acercó a Alexia con descaro. – ¡Por Cristo! Si no
supieras que tienes vagina te estaría violando ahora mismo… ¡Eres demasiado
mono! – Empecé a negar con la cabeza. Aun no sabía cómo Stephen podía seguir
engañando a su padre con su sexualidad. Era una autentica reinona… - Bueno
niñas… será mejor que nos pongamos manos a la obra, sólo tenemos cinco días y
debemos poner el turbo…
Alexia
y yo seguimos a Stephen hasta la sala de música mirándonos disimuladamente,
pero antes de poder entrar, la voz de mi padre me erizó los pelos de la nuca.
-
¡Elizabeth Juliet Kensington! – Gritó mi padre desde la biblioteca. Yo me giré
como un palo de escoba mirándolo con miedo. – Tú y yo tenemos que hablar
seriamente…
-
Pero ahora tengo q…
-
¡Ahora! – Dijo bruscamente, entrando en la biblioteca y dejando la puerta
abierta para que le siguiera. Cerré los ojos con fuerza… Mierda, ahora viene la charla por lo de ayer… fantástico… Empecé a
dirigirme a la biblioteca pero sentí como Alexia me agarraba firmemente del
brazo.
-
Síguele la corriente. – Me dijo con cara de preocupación.
-
¿Cómo? – Pregunté extrañada.
-
Tú sólo síguele la corriente ¿vale? Anoche la cosa se me fue un poco de las
manos y…
-
¡Elizabeth! – Gritó mi padre desde la biblioteca. Alexia me soltó pero mantuvo
su expresión suplicante hasta que entré en la biblioteca. No entendía nada, lo
único que tenía sentido para mí en ese momento era la expresión de indignación
y enfado que tenía mi padre mientras daba vueltas por toda la biblioteca.
Seguirle la corriente… bien, eso es fácil,
sólo tengo que dejar que suelte todo el enfado que tiene dentro, callarme como
una niña buena, asentir a todo lo que diga y prometerle que nunca más lo haré…
sí… pan comido…
- ¡Eres
una Kensington! ¿Cómo es posible que teniendo a una preciosa chica que te ama
no le hayas echado narices y le hayas dicho lo mismo? – La mandíbula se me
desencajó por completo…
-
¿Qué?
***
Vi
como Elizabeth entraba en la biblioteca mirándome extrañada. Cuando la puerta
se cerró tras ella, me llevé ambas manos a la cara y gemí de impotencia.
Mierda… la he cagado… lo mejor será que
empiece a buscar algún sitio donde vivir… en cuanto Will se entere de que le he
mentido tendré suerte si no me echa de su casa a patadas…
Supongo
que mi expresión de horror era demasiado evidente, porque Stephen se acercó a
mí, pasó uno de sus musculosos brazos alrededor de mis hombres y me hizo entrar
en la sala de música.
-
A ver preciosa… ¿Qué es lo que te pasa por ese cabecita tan mona tuya? – Me
pregunto Stephen, visiblemente interesado.
-
Creo que la he cagado Stephen… - Dije aun tapándome la cara con las manos.
-
¿Y con qué la has cagado exactamente?
-
Yo… verás… ayer ocurrió algo…
-
¿Sí? – Stephen tenía la misma expresión que tiene un niño pequeño al abrir un
regalo.
-
Pues… digamos que ayer pasaron muchas cosas… entre otras que intentaron
llevarse a Elizabeth de nuevo. – No pude evitar sentir el nudo en la garganta al
recordar la expresión de horror de Elizabeth cuando el hombre al que le abrió
la cabeza la estaba apuntando con el arma… no quería volver a ver aquello.
- ¡No
es posible! ¿Otra vez? Pero Elizabeth parece estar bien…
-
Si, bueno… físicamente parece estar bien pero… no lo sé. Nos habíamos vuelto a
llevar bien, pero ayer creo que hice algo que la molestó bastante antes de que
ocurriera y no he vuelto a hablar con ella desde entonces… por no decir que
ayer cuando su padre me pidió explicaciones, yo fui tan estúpida como para
mentirle…
-
Espera, espera… vamos por partes. – Dijo Stephen alzando las manos. - ¿Qué explicaciones?
Tú no tienes la culpa de que intentaran llevársela…
-
No… no era por eso… - Dije avergonzada… Ay
cielos… no sé si es bueno hablar esto con su mejor amigo… tal vez sería mejor
callarme… - Olvídalo, no tiene importancia…
- ¡Claro
que tiene importancia! Te conozco desde hace poco pero ya te considero una
buena amiga, y todos tus problemas son también mis problemas. – Dijo con
seguridad.
-
Gracias Stephen, te lo agradezco, lo cierto es que no tengo muchos amigos… -
Dije con tristeza.
-
No te preocupes, ya estoy acostumbrado al alma en pena de Elizabeth con todos
esos espantapájaros que tiene alrededor… la única que no me parece lo bastante
falsa con ella es esa que tiene nombre de terrorista irlandés… - Comencé a reírme.
- ¿Te
refieres a Ira?
-
Esa… en serio, no sé lo que piensan algunos padres a la hora de poner nombres. Cuando
la conoció me relajé un poco… no me gustaba nada que estuviera rodeada de tanta
prepotencia y aristocracia estirada…
- ¿No
se supone que tú también formas parte de esa aristocracia estirada y
prepotente? – Pregunte divertida.
-
No querida… los Gays con dinero nos libramos de esas ataduras de la sociedad si
somos lo bastante fuertes como para salir del armario…
-
Pero tú no has salido del armario… - Dije extrañada.
-
Bah… lo sabe todo el mundo, el único que no lo quiere ver es el gruñón de mi
padre. Sigue pensado que soy amanerado por la danza y que llevo colado por
Elizabeth desde hace años. – Stephen se empezó a reír a pleno pulmón. – Si el
supiera que ambos tenemos más plumas que piel… - ¿¡¿Espera qué?!?
-
Pero Elizabeth no…
-
¿No qué? ¿No me digas que no te has dado cuenta? Es la tía más bollera que he
conocido en toda mi vida… bueno, tampoco es que haya conocido muchas, pero
cielos… ¡es más que obvio! Es su vida a mirado a un chico, ni que decir que
jamás ha salido con ninguno... por no decir que lleva años enamo… - Stephen se
tapó la boca de repente al mismo tiempo que la puerta de la sala de música se
abría con fuerza, dando paso a una Elizabeth muy furiosa.
-
¡TÚ! – Me gritó. Estoy muerta…
Se va desatar la de Troya... Jajajajaja, me divertí mucho con este capitulo y ya quiero ver a Eli diciéndole unas cuantas a Alex por lenta, ojala que en el intercambio salgan a relucir algunas verdades.
ResponderEliminarSaludos y abrazos
Luisa V.
Q mal nos lo haces pasar ...... un dia destos nos matas del susto .
ResponderEliminarmenos mal q cristina llego en el momento mas oportuno espero q apartir de ahora su relacion se haga mas fuerte
M.S (galicia)
bueno como podeis comprobar me he confundido al comentar el capitulo,en fin hoy no es mi dia
Eliminarno se como me pudo pasar :-(
M.S(galicia)
Vamos tomalo con positivismo, realmente fue muy gracioso y divertido, yo había acabado de comentar cuando lo vi pensé que la que me había equivocado era yo.... Jajajajaja
EliminarTe doy las gracias por sacarme una sonrisa :D
Luisa V.
No te preocupes M.S.
ResponderEliminarCon poner cristina ya me he dado cuenta. Al menos no era un correo vergonzoso mandado a tu jefe (eso me ha pasado T.T)
Un beso a una de mis más fieles seguidoras ;)
jajajaja yo diciendo como no se publico ..esto va lento y cuando voy a comentar esta historia pense q me habia vuelto loca o q un espiritu cojonero habia hecho de las suyas
ResponderEliminarpero bueno me alegro q con esto nos rieramos un poco :-P
Las cosas se pusieron candela, minimo se gana una cachetada alex.
ResponderEliminarOjala y no se vaya de la casa nuestra querida alex. Y tu bella no nos hagas sufrir mucho xD
Otra mas enamorada de mi Ruby Rose xD
ResponderEliminarMe pregunto quien es ruby rose? Algun cantante
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