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viernes, 5 de junio de 2015

Cheated and Loved Parte I

(CHEATED)

- ¡Serás cabrón! ¡Largo! ¡Largo de aquí ahora mismo! ¡Y llévate a esa puta contigo! – Grité, mientras le lanzaba todo lo que iba cayendo en mis manos.

- Vamos cariño… no ha sido nada. Sólo es diversión… - Decía Dean, aún desnudo sobre la cama. La chica, de no más de 20 años, estaba empezando a vestirse rápidamente.

- ¡Lo siento, lo siento! ¡No sabía que tenía novia! – Decía la chica, aun con la expresión desencajada.

- ¡FUERA! – Le grité a la chica, que salió corriendo por el pasillo. A los pocos segundos pude escuchar como la puerta principal se cerraba de un portazo. Una menos…


Empecé a sacar toda su ropa de los armarios sin preocuparme por evitar los desgarros de algunas prendas al tirar fuertemente de las perchas.

- Vamos cariño, vamos a hablarlo ¿vale? – Me dijo Dean, tras colocarse los calzoncillos… el muy asqueroso aún estaba empalmado.

- ¡He dicho que te largues! ¡No quiero volver a ver ese careto tuyo! ¿Me has oído? ¡Quiero que te lleves todas tus cosas de mi apartamento! O si no mañana les prenderé fuego… ¿Me oyes? – Seguí gritando. Estaba fuera de mí. Esto ya había sido la gota que colma el vaso.

- Pero pastelito…

- ¡De pastelito nada! ¡Lo nuestro se ha acabado! ¡Búscate otra idiota que te mantenga! – Le dije, terminando de sacar todas sus cosas. Estaba por salir de la habitación cuando sentí que me agarraba fuertemente de la muñeca.

- No digas eso cariño… vamos… podemos arreglarlo. Tú y yo… - Me decía. Acercándome a él con fuerza.

- ¡No! ¡Suéltame! – Grité. Pero Dean no me soltaba y cada vez estaba apretándome contra él con más fuerza.

- Venga amor… llevamos mucho tiempo juntos… es normal que busque diversión fuera después de estar tanto tiempo sin tener sexo… - Me decía al oído. Yo intentaba zafarme de él pero era mucho más fuerte que yo. – Seguro que lo arreglamos… - Seguía diciéndome. Entonces sentí como su entrepierna se hincaba entre mis piernas, dura y preparada.

- ¿Qué haces? ¡Déjame! ¡Para! – Le grité, moviendo de un lado a otro mis piernas y dándole golpes con mis hombros como podía.

- Eso es cielo… - Me decía al oído. – ¿Nunca te he dicho que me gusta duro? – Abrí mis ojos como platos al sentir como me besaba rudamente, sintiendo la sangre de sus mordidas en mis labios.

- ¡Basta! ¡Basta! – Grité, antes de sentir un fuerte dolor en mi mejilla izquierda, tras recibir un fuerte guantazo de su parte.

- ¡Calla zorra! No queremos que nadie nos moleste… ¿Verdad? – dijo, tirándome encima de la cama y colocándose sobre mí. Comencé a gritar y gritar hasta que sentí su gran mano colocarse sobre mi boca, apretando con fuerza y haciéndome daño. – Eso es… - Comencé a llorar al sentir su mano desabrochar mis pantalones y bajarlos a tirones.

Estaba empezando a rendirme ante lo que iba a suceder cuando escuche un fuerte estruendo no muy lejos de donde nos encontrábamos. A los pocos segundos, sentí como el peso de Dean se desvanecía sobre mí y sólo pude agazaparme entre las sábanas observando la escena.

Una mujer, alta y vestida completamente de negro, había empujado a Dean contra una pared y lo había esposado… ¿Esposado?

- ¡Central! Altercado doméstico en la octava con la quinta… bloque 11, segunda planta. Un detenido para llevar a comisaria… - Le decía a una radio que llevaba en la cintura… junto con una pistola y una placa. - ¡Y tú no te muevas, cabronazo!

Dean estuvo soltando improperios durante un par de minutos a esa alta mujer que lo mantenía retenido, hasta que dos policías de uniforme llegaron y ella les mando vestirle y llevárselo a comisaría. Entonces fue cuando se giró hacía mí.

- ¿Te encuentras bien Taylor? ¿Necitas que llame a una ambulancia? – Me pregunto. ¿Me conocía? De qué… Entonces me fijé mejor en la alta policía… sí, la había visto antes. Vivía en el piso de abajo, pero casi nunca se había cruzado con ella en el año que llevaba viviendo en el apartamento.

- N-no… estoy bien… so-solo necesito… – Entonces miré hacia abajo y vi que mis pantalones estaban rasgados hasta mis rodillas y me agazapé más en mi misma.

- No te preocupes. – Me dijo ella, tapándome más con la sábana. Se giró y abrió un par de cajones de mi cómoda, sacando unos pantalones de chándal de mujer, tendiéndomelos. – Ahora voy a salir al salón para que puedas cambiarte, ¿De acuerdo? – Me decía en una voz dulce y melódica. Asentí levemente con la cabeza y entonces ella salió de la habitación y me dejó sola en medio de todo aquel desastre.

Después de varios minutos en los que me dediqué a recuperar el ritmo cardíaco, me cambie de pantalones y salí al salón, donde ella me esperaba sentada mirando hacia el suelo. Me sentía mal al no recordar su nombre después de lo que había hecho, así que me abrace a mí misma mientras me apoyaba en la pared del pasillo y la miraba. Tenía el cabello a la altura de los hombros, de un color caramelo lacio y brillante, que combinaba muy bien con sus ojos color avellana y sus largas pestañas.

- Gracias por… - Empecé a decir, por lo que ella levantó la cabeza y me miró. - …salvarme…

- No tienes que dármelas… no sé qué habría pasado si hubiera llegado más tarde del trabajo. – Dijo, apretando los puños con fuerza. – Siento tener que pedírtelo ahora, pero es mejor que lo haga yo ahora a que tengas que ir a comisaría a declarar. – Me dijo apenada.

- No te preocupes, está bien… - Dije, sentándome a su lado. Ella sacó una especie de PDA y comenzó a hacer una serie de preguntas sobre lo ocurrido esa noche. Me resultó extrañó hablar tan fríamente sobre el engaño de Dean y del comienzo del supuesto “altercado doméstico”.

- Me temo que el hecho de que entrara en tu apartamento sin permiso y todo sucediera tras un engaño con una tercera persona que puede declarar hará que tu… que el señor Jones no pase más de 24 horas en prisión preventiva, así que te recomiendo que mañana por la mañana presentes una orden de alejamiento contra él si lo ves necesario y por supuesto denunciar el que haya incurrido en violencia de género. – Me dijo, levantándose.

- Está bien… - Le dije en un susurro. Ella me miró unos segundos y luego me dijo algo que no me esperaba.

- Será mejor que cojas algo de ropa y vengas a mi apartamento esta noche…

- Yo… no es necesario… en serio… - Le dije apurada, aunque realmente no quería permanecer sola en el apartamento.

- Lo cierto es que sí es necesario. – Me dijo avergonzada dirigiéndose a la entrada. – Me temo que al entrar en tu casa me cargue las bisagras de la puerta… y no pienso dejar que una mujer duerma sola en un apartamento donde pueda entrar cualquiera… esta noche precintaremos la puerta para que nadie pase y mañana arreglaré las bisagras en cuanto vuelva de comisaría…

- Oh… eso no será necesario… yo misma puedo…

- Insisto. – Dijo tajante, a lo que asentí sin más.

No tardé mucho en preparar un macuto con algo de ropa y utensilios de aseo. Cuando terminé, ella ya me estaba esperando fuera con algo de celo policial. Colocó la puerta lo más derecha que pudo y comenzó a precintar la cerradura, los bordes y crear cruces de izquierda a derecha. Bajamos a su piso, que era justo el que estaba debajo del mío y entramos a una sala sencilla y de buen gusto. Pude notar una bolsa de la compra caída al suelo en la cocina, y antes de preguntar, ella ya se estaba agachando para recogerla.

- Lo siento. Nada más escuchar los gritos salí corriendo y… bueno…esto – Dijo, dejando la compra de nuevo encima de la encimera. Dejé mi macuto en el suelo de la entrada y la ayudé a guardar la compra en silencio. Era agradable a pesar de no conocernos demasiado… me di cuenta de que bebíamos la misma marca de zumos y comíamos la misma cantidad de porquerías semanales…seguro que también pasa los domingos viendo películas…- Ya está. Ven, te enseñaré donde está la habitación para que puedas soltar tus cosas.

La seguí por un pasillo muy parecido al mío. Supongo que las estructuras de los apartamentos son las mismas si están orientados al mismo lado de la calle… la habitación constaba de una cama de matrimonio algo más grande que la mía y con estructura de madera oscura…las sábanas, de un bonito tono pistacho, y los grandes y mullidos cojines marrones, denotaban el pequeño toque femenino a un mobiliario simple y funcional. Coloqué mi macuto al pie de la cama y puse mi cepillo de dientes en el baño más cercano a la habitación… El mío es morado y el suyo azul, pero de la misma marca… No sabía por qué pero me gustaba tener esas pequeñas cosas en común con mi salvadora.

Cuando salí del baño ella ya estaba vestida con unos pantalones de chándal muy parecidos a los mío y una fina sudadera universitaria… ¿Rivales eh?

- ¿Fuiste una Leona de Columbia eh? – Dije con una sonrisa.

- Vaya, vaya… ¿no me digas que eres una rojilla de Cornell? – Asentí orgullosa de mi universidad. – Bueno… al menos teníais buenos corredores… - Dijo picándome.

- ¡Oye! Los Big Red somos muy buenos en muchos deportes… ¡gracias! Además… ganábamos en casi todos los campeonatos de canto y ajedrez…

- Ya, ya… pues nosotros tuvimos a Obama. – Dijo, sacándome la lengua.

- ¡Será posible! ¿Pero cuántos años tienes para comportarte como una cría? – Pregunté, al ver su fanfarronería, con una sonrisa.

- 28… y eso no significa que no pueda ser payasa de vez en cuando, y menos si es con una locutora de radio de Ithaca que ni si quiera sabe cómo me llamo… - No pude contener mi sonrojo.

- Lo siento… cómo apenas te he visto este año y no suelo hablar mucho con los vecinos pues…

- No te preocupes Taylor. No a todos se nos conoce por ser una de las presentadoras matinales más famosas de Nueva York…

- ¿Escuchas mi programa? – Pregunté alagada. Ella desvió un poco la vista, algo avergonzada.

- Digamos que a veces he tenido que hacer vigilancias muy largas en el coche y tu voz se agradece como compañía… - Dijo mientras se dirigía a la cocina – Y por cierto, por si te interesa, mi nombre es Victoria, pero todos me llaman Tori.

- Me interesa.  –Dije sonriendo de nuevo… era sencillo sonreír con ella… - Entonces, ¿Eres policía?

- Sí, soy detective de homicidios, aunque aún soy una novata. Sólo llevo 4 años en el cuerpo y 1 como detective de homicidios… por eso no he tenido mucha vida social por el barrio. – Dijo, mientras cogían algunas cosas de la nevera y las colocaba encima de la encimera.

- Homicidios…suena muy…desagradable. – Dije con una mueca. Tori se rio por el comentario.

- Ya, pero alguien tiene que hacerlo, ¿No te parece? – Estaba empezando a cortar tomates y cebollas mientras en una pequeña cacerola hervía algo de pasta de colores. – Estoy haciendo ensalada de pasta, espero que no te moleste…

- Para nada… ¡me encanta la ensalada de pasta! ¿Puedo ayudarte en algo?

- Humm… si quieres puedes ir poniendo la mesa. Los platos y los cubiertos están en el armario a mi espalda.

Seguimos hablando mientras cada una hacía sus cosas. Era extraño como habíamos pasado rápidamente de casi desconocidas a… ¿Amigas? Ni si quiera recuerdo a ninguno de mis novios compartiendo el tiempo así conmigo… era muy agradable. Cenamos sentadas en el sofá viendo Saturday Night Live y riéndonos del político de turno que estaba siendo torturado. Descubrí que Tori tiene un sentido del humor muy ácido y fresco… que le gusta comer sentada al estilo indio y que no pude beber alcohol mientras come, ya sea vino o cerveza.

Cuando recogimos y fregamos los platos de la cena, nos sentamos a ver una película de terror japonesa, acompañadas de seis latas de cerveza y un bol grande de palomitas para mí. Después de pelearnos como niñas por escondernos bajo los cojines del sofá y limpiar la nevera de latas de cerveza, ambas estábamos bastante mareadas para sólo ser las once de la noche.

- Dios… menos mal que mañana no estoy obligada a ir a trabajar… - Dijo casi balbuceando Tori. – Porque te juro que ya estoy teniendo resaca. – Y empezó a reírse como una boba.

- Y tú eres la que tiene permiso para llevar armas… ¡eres un peligro! – Vale, yo tampoco estaba muy fina. Me levanté tambaleante del sofá y alargue una mano hacia Tori. – Venga… vámonos a la cama. – Dije tranquilamente. Tori dejó de reírse y mi miró incómoda.

- No te preocupes, yo iba a dormir en el sofá… - Dijo muy seria.

- ¿Pero cómo vas a dormir en el sofá con lo grande que es tu cama? Venga… déjate de tonterías y vámonos a dormir. – Le dije de nuevo, pero ella seguía sin moverse del sofá.

- En serio Taylor, no quiero incomodarte, estaré bien en el sofá, es muy cómodo.

- ¿Por qué ibas a incomodarme? Ambas somos mujeres… a menos que tengas algo entre las piernas que no me hayas contado. – Tori empezó a reírse nerviosamente, entonces trague ruidosamente. – Porque no tienes nada entre las piernas… ¿Verdad? – Dije, alejándome un poco.

- ¡Por dios, no! ¡Soy una mujer! – Dijo rápidamente. – Emm… ¡Desde siempre! – Dijo poniéndose la mano en el corazón y haciendo una pequeña cruz. – Prometido…

- ¿Entonces qué?

- Yo… - Tori agachó la cabeza y comenzó a jugar con sus dedos. – Taylor yo… soy lesbiana… - Dijo, mirándome al fin. Por unos segundos no pude procesar la nueva información. Lesbiana… Tori era lesbiana… Pero Tori no se parece a esas lesbianas que salen en la tele todas tatuadas o con ropa de hombre… ella es una mujer normal…lesbiana…le gustan las mujeres… yo soy una mujer… ¿entonces es como si me metiera en la cama con un hombre? Pero sigue siendo Tori… la misma con la que he pasado una noche genial de chicas sin problema alguno… entonces… ¿Por qué mi corazón está latiendo tan rápido?

- Ves… lo mejor será que me quede en el sofá. – Dijo, tras mi lapso de tiempo sin hablar.

- No, ¡por dios! Ahora mismo nos vamos las dos a la cama… ¡y no hay más que hablar jovencita! – Dije con una seguridad que no sentía.

- Sólo eres 5 meses mayor que yo… eso no te da derecho a decirme jovencita, vieja enana… - Dijo, levantándose y encarándome.

- ¿Cómo que vieja enana? ¡Yo no soy enana, tú eres enorme! – Le dije, pinchándola con el dedo.

- Disculpa, pero la última vez que miré, un metro setenta y cuatro no es ser enorme, pero el escaso metro sesenta que tienes sí que es bastante bajito… - Dijo con una sonrisa socarrona.

- ¡Serás! – Dije, dándole un fuerte cojinazo antes de salir corriendo hacia la habitación. Tori me siguió tras recuperarse del mareo del golpe y comenzó a perseguirme alrededor del cuarto, haciendo que me acabara subiendo a la cama armada de las largas almohadas. – Ni se te ocurra vengarte… ¡te lo prohíbo!

- ¿Tú y quién más? – Preguntó, lanzándose sobre mí como un jugador de fútbol.

- ¡No! – Grite riéndome ante su ataque de cosquillas. Estuvimos un buen rato dando vueltas sobre la cama hasta que al fin gané la batalla después de una contienda difícil y pude agarrarla con ambas manos y sentarme firmemente sobre sus caderas. Ambas estábamos exhaustas por la batalla y nuestras respiraciones eran pesadas. – ¡Gané! – Dije victoriosa. Pude sentir la vibración del cuerpo de Tori al reír.

- ¿Y qué ganaste si se pude saber? – Preguntó. Sí Taylor, ¿Qué has ganado con todo esto? ¿Estar encima de ella? ¿Poder sentir su cuerpo vibrar bajo el tuyo? ¿O tu entrepierna caliente a tan solo dos centímetros de tela de la suya? Espera ¿qué?...

- Yo… - Dije, acercándome poco a poco a ella. Estaba a tan sólo un palmo de distancia de su cara cuando me frené en seco y contemplé la expresión de terror de Tori. ¿Qué carajo estás haciendo Taylor? – Yo… gané el lado derecho de la cama. – Dije rápidamente, separándome de ella de un salto. La pérdida de contacto me dejó más fría de lo que pensaba y me metí rápidamente en la cama. Ya bajo las cobijas, me quité la sudadera y los pantalones. Quedándome tan sólo con una camiseta de manga corta y las bragas de lycra azul. Escuché como Tori se aclaraba la garganta un par de veces y se levantaba de la cama.

- Voy un momento al baño… - Dijo justo antes de desaparecer por la puerta del baño. Una vez sola, comencé a darle vuelta al casi beso que llego a darle a Tori. ¡Por el amor de cristo! ¡Sea o no una mujer acabas de conocerla! Espera… ¿acabas de decir sea o no una mujer? ¿Pero tú sabes lo que estás pensando? Eres hetero, Taylor… en 29 años sólo has salido con hombres y en tu vida te has sentido… oh mierda…

No Taylor. Erika era tu mejor amiga del instituto…nada más… y Ruby y Jordana sólo eran muy liberales en la universidad… pero se acabaron casando… ¿No? En las fiestas siempre estaban muy mimosas y tú mirabas por curiosidad… nada más… Y la chica del correo no es tan mona… ¿Verdad? Toda esta paranoia es sólo porque nunca antes te habías sentido tan cercana a una lesbiana… o metido en su cama… nada más…eso es…

Pero todo eso no servía una mierda sintiendo mi entrepierna mojada y el clítoris con la hinchazón de un balón de futbol por jugar un rato a la fiesta de pijamas. Tori salió del baño y se dirigió hacia su lado de la cama sin mirarme. ¿Habría notado algo? ¿Cómo no lo iba a notar estúpida? ¡Casi le comes la boca hace un minuto!

Antes de meterse en la cama, Tori también se quitó los pantalones y la sudadera celeste de Columbia, dejándome una visión bastante agradable de sus pequeños pechos bajo la fina camiseta de tirantes blanca. No pude evitar notar lo erizados que estaban sus pezones…el frío, Taylor… hace frío… porque sea lesbiana no significa que se ponga cachonda por cualquier tía… ¡a pesar de parecer tu misma una maldita perra en celo!

- Si…necesitas cualquier cosa, sólo tienes que pedírmelo. – Dijo Tori en apenas un susurro, carraspeando al final, debido a la gravedad de su voz. - ¿Tienes frío? Puedo poner otra colcha si quieres…

- No, no te preocupes. Así estoy bien… – Le dije. – Más bien hace calor… - ¿Qué demonios estás diciendo, Taylor?

- Ah… vale. – Dijo Tori, colocándose boca arriba como una tabla en su lado. – Entonces…buenas noches…

- Buenas noches. – Dije mordiéndome el labio. No sabía que me estaba torturando más… si su respiración agitada a mi lado, o la urgente humedad de mi entrepierna. Sin darme cuenta, baje mi mano derecha y la apreté con fuerza entre mis piernas, soltando un pequeño gemido involuntario al sentir mis bragas empapadas sobre mi clítoris hinchado.

- ¿Taylor? – Preguntó Tori preocupada. Oh, mierda… ¡me ha oído gemir! - ¿Te encuentras bien?

- ¿Eh? Oh…sí, sí… no es nada. – Dije girándome, dándole la espalda y ocultando la cara en la almohada. ¡Duérmete estúpida! Crucé con fuerza las piernas y cerré los ojos obligándome a dormir. Sentí como Tori suspiraba y también se giraba en la cama.


Después de un tiempo que se me hizo eterno, mi entrepierna se calmó y me permitió descansar…

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8 comentarios:

  1. Primero que todo me alegra mucho que tengas tu propio blog, luego debo decir que me encanta esta historia, me parece fenomenal... Gracias por tomarte tantas molestias y compartir con nosotras todas tus historias y proyectos, por lo mismo ten por seguro que sere una visitadora costante de este espacio y obvio siempre tendrás un comentario de mi parte.
    Que bno es volverte a leer.
    Saludos y felicitaciones :)
    Luisa V.

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  2. Buen inicio de historia... Interesante y muy gracioso jajaja...sigue asi.

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  3. Genial jejeje, ya me ha enganchado , mis tardes de trabajo ya no serán aburridas

    M.S (galicia)

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  4. La verdad alegra mucho y me encanto entrar a tu blog besos

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  5. Por fa me atrapo esta historia quiero que sigan mas capitulos quede intrigada

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  6. Y el siguiente capítulo??? :(
    me ha dejado muy enganchada est historia, esperando con ansias el siguiente (((:

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  7. Queremos mas capitulos queremos mas capitulos queremos mas capitulos....... xfaaaaaaa no demores en subir besos

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  8. Siii por faaa un capitulo mas keremos de esta historiaa Bella por faaa

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