(Maddie)
— ¿Te importa si me
siento? — Levanté la cabeza del libro de francés y vi a un chico alto y moreno
señalar la silla a mi lado.
Miré rápidamente a mi
alrededor para ver que la biblioteca de la universidad estaba casi tan vacía
como siempre a estas alturas del semestre.
—Eh…
Sí claro. —
Respondí extrañada.
—
Genial… — Sonriente, el chico se
sentó a mi lado. Yo volví a mi libro. —
Entonces… ¿Cómo te llamas? —
Un poco irritada, marqué la página del libro y le miré. Estaba completamente
girado hacia mí. —
Llevo un par de semanas observándote. Nada creppy, lo prometo. Soy Charlie,
trabajo a medio tiempo aquí con Gloria… ayudándola a ordenar un poco los libros
y eso…
—
Ahh… nunca te había visto. —
Dije sin más. Alcancé mi móvil y lo desbloqueé. — ¡Mierda! ¿Ya es tan tarde? — Las ocho y media… me va a matar…
—
¿Ya te vas? —
Mientras yo recogía mis cosas, el chico me ayudó a llevar los cuatro libros que
tenía esparcidos al mostrador principal. —
¿te los vas a llevar? Pesan mucho, si quieres te puedo acompañar hasta tu
coche… ¿O vives en el campus? En ese caso podría…
—
Charlie… —
Le corté. —
¿Te llamabas así no? —
El chico asintió, encantado. —
Mira tengo prisa y ya hay alguien esperando por mí así que…
—
Oh… ¿Tu novio? —
Con una sonrisa, me dirigí hacia la máquina de préstamos.
—
Mi hermana en realidad…
—
¡Genial! Esto… ¿y si me das tu número? Conozco un sitio genial en la calle
Wallmore que…
—
Ejem… — Charlie y yo nos
giramos hacia la figura que pisaba impaciente el suelo con tacones altos y los
brazos cruzados. —
¿Interrumpo?
Lara no había cambiado
nada en estos dos últimos años. Seguía teniendo su pelo largo y castaño
perfectamente a juego con su look casual y femenino. El cuerpo alto y en forma
de sus años en el instituto como animadora favorecía la esbeltez de sus curvas
y sus claros ojos azules seguían tan exigentes como siempre… casi
perturbadores. Estaba enfadada… muy enfadada.
—
No, ya he acabado… Siento la espera… —
Fui a coger los libros pero Charlie se me adelantó. Apoyándose los libros sobre
el pecho mientras lo sostenía con una mano, estiró la otra para estrechársela a
Lara.
—
Tú debes de ser la hermana. Charlie.— Con una sonrisa amarga. Lara le apretó la
mano con evidente fuerza. — Vaya, eres una chica fuerte…
—
Y que lo digas…
—
¿Has traído coche? Puedo llevar los libros hasta donde queráis… —
Evidentemente, Charlie no se daba cuenta del odio que estaba creciendo dentro
de Lara.
—
Sí, nos encantaría. — Esa sonrisa… Dios…
espeluznante.
Casi
divertida, seguí a Charlie y a Lara hasta el parking de la biblioteca, donde
estaba el Beetle rojo que le regaló Pear cuando entró en la universidad.
Después de dejar los libros en el maletero, Charlie se frotó las manos,
esperando.
—
Bueno… como dije antes hay un…
—
Gracias por ayudarnos a mí y a… mi hermana Carlson.
—
Charlie, es Charlie.
—
Lo que sea… — Entonces, Lara se dirigió hacia mí y antes de que lo hiciera ya
sabía lo que iba a pasar. Sin preocuparse por la asombrada mirada de Charlie,
Lara me besó con insistencia mientras golpeaba sus caderas contra las mías.
Estaba
tan inmersa en el beso que apenas entendí las palabras de Charlie. Cuando nos
separamos, estábamos solas.
—
Lara… — La reñí, aunque sin separarme de ella.
—
¿Qué? Ha sido un beso entre hermanas…
—
Ya… Que yo sepa a las hermanas no las empotras contra tu coche.
—
No, como tampoco te acuestas con ellas… — Lara me miró, muy seria. — ¿Por qué
le dijiste que era tu hermana? Ya no estamos en el instituto. Ya no tenemos
porque fingir…
—
Lo siento. Costumbre supongo… aún no me he hecho a ello. — Lara me miró y
asintió sin más. Aunque pude ver algo de decepción en sus ojos. — Lara…
—
Vamos, llegamos tarde a cenar… — Antes de que Lara pudiera sentarse en el
coche, levanté la palanca del asiento y lo incliné hacia delante. — ¿Qué…?
—
Calla y entra boba. — alzando una de sus cejas, Lara entró a los asientos
traseros del coche. La seguí, teniendo cuidado con la puerta, cerrándola justo
detrás de mí. Volviendo a colocar el asiento en su sitio, apenas éramos
visibles para los transeúntes. — La llave… — Lara me dio la llave del coche y
presioné el botón de cerrado, para luego ponerla lejos de su alcance.
—
Tu madre se va a poner histérica si…eh ¿Qué haces? — Mordiéndome el labio
inferior, me terminé de bajar las medias y levanté un poco mi falda. — Maddie…
no podemos…
—
Oh… claro que sí… — Sin darle tiempo a nada más, me senté en su regazo, con mis
rodillas ancladas a ambos lados de sus caderas… sabía cuánto le gustaba esta
postura… la oí rugir debajo de mí.
—
Oh Maddie, no me hagas esto… — Me suplicó.
—
Con tu campamento de verano y la entrada de ambas a la universidad apenas hemos
podido disfrutar de verdad de nuestra nueva vida adulta…
—
Pero… dijimos que esperaríamos… hasta tener listo el apartamento en el campus.
Ya sabes… ningún rapidito más… — La callé con un beso, lento y profundo,
mientras dirigía su mano entre mis piernas.
—
No puedo esperar ni un minuto más, Lara. Quiero que me tomes ya… — Los dedos de
Lara tantearon con cuidado mi entrada. Lara se veía extasiada.
—
Por Dios Maddie, estás empapada…
—
¿Por qué demonios crees que vengo a la biblioteca cada día? Me cuesta tanto
tenerte justo al otro lado del pasillo y no poder compartir la cama contigo…
—
Tu madre es tan cruel… — Casi gruñó, comenzando a acariciarme.
—
Pues la tuya fue la que puso un pestillo exterior en nuestras habitaciones… es
tan injusto…
—
Nos pillaron juntas Maddie… más de una vez. Es comprensible… — Mi respiración
se estaba volviendo pesada. Lara ya sabía exactamente como me gustaba… suave y
lento… casi imperceptible…
—
No, no lo es… Seguro que ellas están siempre…
—
¡Oh por favor! No metas esa imagen en mi cabeza… — Me suplicó.
—
Lo siento… ahora mismo no pienso con claridad… hmm. — Notaba mi interior pulsar
desesperado. — Entra en mí… Por favor… ya estoy lista Lara.
—
No… esperaremos, Maddie. No quiero que sea de esta manera… quiero que estemos
ambas desnudas en la cama… tocándonos mutuamente… quiero que lo perdamos juntas
Maddie… Y eso no va a pasar en la parte de atrás de mi coche.
—
Uhh. — Casi gruñí, pero sabía que tenía razón. — Oh… ahora cariño… estoy a
punto de… ¡ahh! — En apenas cinco segundos, Lara incrementó la fuerza y la
velocidad, haciendo que me corriera al instante. Sus brazos me sostuvieron
mientras mi cuerpo se recuperaba, anclado a ella. — Te quiero cariño… — Le
susurré al oído, mordiendo su lóbulo con cuidado.
—
¡Oh joder! — El cuerpo de Lara se convulsionó casi espasmódicamente mientras
apretaba con fuerza mis hombros. — Mierda…
—
¿Cielo? — Pregunté preocupada. — ¿Están bien?
—
No… yo… Dios que vergüenza. — Gimió hundiendo su cabeza en mi cuello.
—
Espera… acabas de…
—
Sí. — Gruñó.
—
¿Debo llevarte al médico? — Me burlé un poco. — La eyaculación precoz a tu edad
es un tanto… ¡Ay! — Grité, frotándome el hombro deñado por su puño.
—
No te rías… llevábamos desde Junio sin… ya sabes.
—
Sí, pero eso fue hace más de tres meses Lara. No me digas que tu no…
—
No me gusta hacerlo si no es contigo… — Dijo, apartando la mirada.
—
Ohh… pero que novia más dulce tengo. — Dije, poniendo morritos y dándole un
beso en la nariz. — Compartiste habitación con Mildred en el campamento ¿no?
—
Seh — Gruñó. Asentí en consecuencia.
—
Supongo que sus ronquidos no son nada eróticos. — Me reí.
—
Eres lo peor.
—
Yo también te quiero cariño.
***
(Pearl)
—
Cariño, cálmate. Seguro que están bien. — Miré a April ir de un lado para otro
de la cocina. Llevaba el delantal puesto, prácticamente impoluto a pesar de la
enorme cantidad de comida que había preparado. Algo que siempre me pareció
asombroso en ella.
—
¿Cómo quieres que me calme? Llegan más de una hora tarde… Mi Madeline nunca
llega tarde… ¿Y si las han secuestrado o algo así? Dicen que en las
universidades las jóvenes se dejan engañar fácilmente por…
—
April. Basta. — Fui más severa de lo que debería, pero ya me estaba empezando a
doler la cabeza. — Amor, son mayorcitas y ambas saben cuidarse mutuamente. No
te preocupes.
—
Es que…
—
Lo sé. Anda ven. — En cuanto abrí los brazos, April se hundió en ellos. — Ya
verás como las razones por las que llegan tarde no son tan malas… o bueno, no
esa clase de malas. — Me reí, recordando a Lara preguntándome si una mujer se
puede quedar estéril si… en fin.
—
¿A qué te refieres?
—
A nada cielo. ¿Qué tal si te ayudo con la nata de la tarta? Aún hay que
montarla… Tú mientras puedes cortar las fresas.
—
Está bien… — Con un suspiro de derrota, April se puso a cortar las fresas
mientras yo cogía la batidora. Ni siquiera sé para qué me propuse para esta
tarea cuando yo era un completo desastre en la cocina. Nada más encender la
batidora, el líquido empezó a salpicarme toda la camiseta.
—
Ug… ¿Cariño? — Al alzar la vista, April me miró divertida.
—
¿Se puede saber que te ha hecho la nata para que intentes mandarla a la luna? —
April se lavó el jugo de las fresas en un trapo de cocina y se acercó a mí. —
Anda, dame la batidora.
—
A sus ordenes mi general. — Bromee, alzando la mano en el saludo típico
militar.
—
Déjate de tonterías. Mira… — Quitando la cabeza de la batidora, buscó en un
cajón otra y se la puso. — La nata hay que batirla con unas varillas. ¿Ves? —
Colocándome a su espalda, vi como el líquido blanco pronto se volvía cada vez
más espeso. — Con la otra cabeza lo único que hacías era marear al pobre
líquido.
—
Entiendo… — Soplé en su oído, haciendo que su cuerpo se estremeciera.
—
Ya está, ¿Quieres probarla para ver si le hace falta más azúcar? — April cogió
una pequeña cuchara y la hundió en la nata, pero antes de poder sacarla, agarré
su mano instándola a soltarla.
—
Me encantaría pero… — estirando uno de sus dedos, lo pasé por la nata hasta
coger una buena porción. — Creo que así estará mejor… — Pude notar como sus
ojos oscuros no se apartaban ni un instante de mi boca chupando con lentitud su
dedo. — Hmm… deliciosa.
—Hmm…
Sí, eso parece. — La boca de April se apoderó rápidamente de la mía, saboreando
los restos de nata en mi boca. — Sí, perfecta…
—
Perfecta… creo que quiero más. — April fue a coger más con su dedo, pero antes
de llegar a la nata, un chillido salió de su garganta al sentir como la alzaba
sobre la encimera. — No cariño… esta vez, quiero un plato diferente…
—
Pear yo… ahhh — No le di tiempo a decir nada más. Bajé sus pantalones y sus
bragas y la abrí de piernas delante de mí.
—
Preciosa. — Antes de nada, me incliné y pasé la lengua por el centro caliente y
palpitante delante de mí. Sus clítoris se hinchó con el contacto de mi lengua.
Sus piernas estiradas temblaban con antelación. Cuando me alcé, me encontré con
su rostro completamente ruborizado, pero al bajar la mirada a sus manos, la vi
sostener el cuenco de nata con una y un dedo ya cubierto en la otra.
Sin
apartar sus ojos de los míos, cubrió su centro de la dulce sustancia hasta
quedarse satisfecha con el resultado.
—
La cena está lista… — Ronroneó.
En
pocos segundos mi cara estaba completamente cubierta de nata…
***
(Lara)
—
¡Ya estamos en casa! — Grité al traspasar el umbral. — ¿Mamá? — La mesa estaba
puesta y servida en el salón pero sólo estaban encendidas las luces auxiliares.
Me estaba dirigiendo a la cocina cuando Maddie me frenó.
—
Espera un poco tigre. — Pasó rápidamente las manos por mi pelo. — ya está…
parecía como si vinieras de un intercambio caliente en un coche. — Dándome un
pequeño beso en la mejilla, comenzó a subir las escaleras. — Voy a dejar los
libros en la habitación y después de asearé un poco… y tú deberías ir pensando
en hacer lo mismo.
Cuando
desapareció en lo alto de la escalare, aproveché para oler mi mano,
ruborizándome al notar el fuerte olor a sexo no sólo en ella, sino también en
mi ropa.
Entré
rápidamente en el lavabo para los huéspedes y me lavé bien las manos y la
cara... así como también me quité el desastre en el que se habían convertido
mis bragas. Por suerte en este baño guardaba algunas de mis cosas para cuando
volvía de animar en el instituto, así que me puse unas bragas algo viejas para
hacer el apaño hasta después de cenar. Justo antes de salir, me eché un poco de
colonia… o más bien mucha, y salí al vestíbulo. Encontrándome de bruces con mi
madre.
—
¡Mamá! Te he llamado al entrar pero…
—
Oh… April y yo estábamos terminando de preparar el postre. ¿Esta Madeline
contigo?
—
Sí, ha subido a dejar sus libros de la universidad… Oye, tienes… algo blanco en
la comisura de los labios. — Estaba a punto de quitárselo cuando mi madre se
frotó bruscamente los labios, entrando rápidamente al baño, a enjuagarse.
—
Hay tarta de fresa de postre… No me he podido resistir a… robar algo de nata.
—
Ah… genial.
—
Venga, ve a sentarte a la mesa. Con suerte April no va a cortar vuestras
cabezas si la cena sigue caliente.
—
Volando.
La
cena fue sin muchos incidentes. April no nos preguntó demasiado sobre nuestra
tardanza, así que todo fue bien. Todo estaba deliciosa… era una de las cosas
que más me habían gustado de April… con mi madre todo era comida preparada o
par llevar, así que no comía demasiado. Sin embargo desde que se casó con April
hace ya año y medio, he tenido que esmerarme para no engordar como una foca.
Hace sin duda los mejores dulces.
Como
todos los viernes, mi madre y yo nos pusimos a lavar los platos mientras April
y Maddie se sentaban en el porche a ver las estrellas y hablar sobre la semana.
Eso era algo que les envidiaba… ella hablaba mucho con mi madre, pero
normalmente esta salía corriendo a preguntarle a April qué hacer. Sabía que su
madre no era la mejor consejera del mundo pero era una buena madre, al fin de
cuentas.
—
¿De qué crees que hablaran? — Le pregunté, pasándole un plato.
—
Cosas de chicas, supongo. — Con una mirada significativa, le pasé un nuevo
trapo para secar.
—
Todas somos chicas, mamá.
—
Sé eso cielo, pero a veces siento que nos ha tocado la parte, humm… ¿masculina
de la relación?
—
¿A qué te refieres?
—
A que cada vez que las oigo cuchichear, tengo la extraña sensación de que se
ponen a hablar de nosotras… y no en el buen sentido.
—
Seh… la verdad es que yo también pienso eso.
—
¿Por qué no lo intentamos nosotras?
—
¿Te refieres a hablar de ellas?
—
Sí… bueno, sé que tú y yo siempre hemos hablado, pero no creo que nunca hayamos
hablado solas sobre todo esto… sobre nuestra relación familiar y, bueno, romántica.
—
Supongo que no…
—
¿Nunca te pareció extraño? ¿Qué tu madre se haya casado con la madre de tu
novia?
—
¿Nunca te apreció extraño que tu hija salga con la hija de tu mujer?
—
Punto para ti.
—
Es… bueno. Yo no lo veo raro… al menos cuando estamos aquí, todas juntas. Pero…
no sé…
—
¿Qué es cielo?
—
A mí… me hubiera gustado no tener que esconderme con Maddie los primeros años…
Yo no me sentía como que quisiera esconderlo. Pero sé que la gente habría
pensado mal de nosotras… y de ti y April. Y yo no quería eso.
—
Siento mucho que tuvierais que esperar tanto para ser, bueno, libres.
—
Mamá… lo entiendo. Necesitabas ser egoísta después de lo de papá… Fuiste
valiente y te casaste con la mujer que amabas. Yo… espero tener ese valor algún
día.
—
Aun eres muy joven para eso cielo. Por ahora disfruta de tu tiempo con April y
pase lo que pase, siempre seremos una familia.
—
Eso es lo que me asusta mamá. ¿Y si algún día meto la pata? No sé si sería
capaz de vivir con Maddie siendo sólo… mi hermana. Yo… creo que es mi persona, ¿sabes?
—
Eso es muy serio Lara. ¿Lo has pensado bien?
—
Sí. Sé que soy joven, pero no soy tonta. Quiero esperar a que ambas terminemos
la universidad y estar algo más asentadas… espero que para entonces ella aún
quiera estar conmigo.
—
Si no quiere es que estará loca. — Con un empujón juguetón, conseguí que Lara
se riera.
—
Me gusta en lo que te has convertido. Antes… estabas demasiado triste. Pero desde
que estás con April eres otra persona… más feliz.
—
Lo soy hija, lo soy.
—
¿Cuánto tiempo estuvisteis juntas? Antes de… ya sabes.
—
Cerca de dos años y medio… aunque a mí me gustaba desde mucho antes.
—
Ya… entiendo el sentimiento. ¿Tú también fuiste mala con ella?
—
¿Mala? ¿Tú fuiste mala con Madeline?
—
No exactamente… no sabía cómo expresar mis sentimientos y me metía mucho con
ella. Tú hacías lo mismo.
—
No. Yo opte por la pose distante.
—
Suena guay.
—
No te creas, fue un infierno.
—
Seguro que no. Las Mitchell somos las mejores. Por dentro se morían por
nuestros huesos. Nosotras les hicimos un favor.
—
Absolutamente de acuerdo.
***
—
¿No saben que las escuchamos verdad?
—
No.
Ambas
mujeres negaron con la cabeza antes de comenzar a reír como locas. Hasta que
Maddie se dio cuenta de algo.
—
Espera… ¿Crees que lo que dijo Lara significa que quiere… quiere…?
—
Claro que no cielo. Eso es imposible.
—
¿Por qué?
—
Porque mi hija no se va a casar nunca. Se va a meter a monja.
—
¡Mamá!
FIN
Nota de la Autora: Siento la tardanza, pero al menos aquí está por fin! No sé si habrá más o no de estas personitas mías. Pero estoy abierta a sugerencias. Ni siquiera tuve tiempo para poner foto a la historia T.T
Me alegra que hayas regresado, se te extrañaba muchísimo, eres una excelente escritora, y tus historias nos encantan. Gracias por esta historia, se esperaba con ansias, y espero que la continúes, seria interesante ver a Pearl y señora ser abuelas.
ResponderEliminarBienvenida a casa.
La espera ha valido totalmente la pena, me encanta que estés de vuelta, ojalá continúe la historia.
ResponderEliminarPues si espero q continúe q se casen sería una locura de boda y como no de embarazo
ResponderEliminarMS
Fue un capitulo muy bueno aunque creo que me quede con ganas de más, quizas fue por la laaaaarga espera o quizas fue por que me gusta mucho esta historia y en especial la relacion entre Lara y Maddie, me gustaria saber un poco más de ellas, en especial verlas como madres y a April y a Pearl como abuelas, seria muy interesante. Gracias por regresar y espero esta vez no te vayas por favor
ResponderEliminarEspero que sigan mas historias, estas en las primeras que leo y me parecen geniales, apenas di con la pagina.
ResponderEliminarLa historia aun tiene tela para cortar yo creo que la puedes dejar en stand by pero igual tener presente para en un futuro cerrar ciclos
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