Capítulo 26
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Bueno, bueno, señorita Kowalski. Ya veo que Katia no ha tenido paciencia para
traerme también al señor Johnson. Lastima. – Misha se sentó enfrente de mí,
mientras Katia me rodeaba calmadamente. Mi cabeza me pesaba después de todos los
golpes que había recibido de ella, aunque por suerte no he llegado a
desmayarme. – Este juego siempre me ha gustado con más participantes… - En ese
momento, Katia avanzó hacia una de las estanterías de la sala, y cogió un
pequeño maletín de aluminio, que dejó encima de la mesa. – Alguna vez, señorita
Kowalski, ¿ha visto usted un Nagant? – Preguntó Misha mientras habría el
maletín delante de mí.
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No. – Respondí secamente. Misha negó con la cabeza.
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Un arma curiosa. Rusa, por supuesto. – Por fin, Misha sacó del maletín un
revolver oscuro y antiguo. – Este, es un Nagant de 1895. Durante más de 30 años
fue el revolver que usaban los oficiales rusos en la época zarista. Tiene una
forma muy curiosa de cargarse. – Como demostración, Misha giró el tambor del
arma hasta que el martillo se armó. – Muy, pero que muy curiosa. Tanto, que fue
la causa de uno de los juegos más conocidos y peligrosos del mundo…
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La Ruleta Rusa. – Dije, con pesar.
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¡Exacto señorita Kowalski! ¡Muy bien! – Mientras hablaba, sacaba una a una las
balas finas del revolver. 7 en total. – La gente cree que la razón por la que
había 7 cartuchos en vez de 6 era para despistar al adversario y así pillarle
desprevenido cuando cargara su arma. – Misha sonrió, mientras negaba con la
cabeza. – Pero yo siempre he creído que la séptima es la bala que guardas para
ti mismo… Una muerte mucho más dulce y rápida que la tortura…
- ¿Así
que es eso? ¿Quiere que me juegue la vida con este juego estúpido? Tanto usted
como yo sabemos que ya estoy muerta.
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Nada de eso señorita Kowalski. Yo soy un hombre de palabra. – Comenzó Misha, antes
de decirle algo a Katia al oído. Katia salió de la habitación y volvió a los
pocos segundos. – Con este… “juego” digamos que sólo busco una compensación. El
señor Johnson se encontraba en una situación donde sabía que tarde o temprano
le tocaría pagar las consecuencias… - Misha tiró una bala al suelo. – Por desgracia
ese desgraciado tuvo muy mala suerte en su turno. Pero no se preocupe. Usted es
una mujer de honor, y por ello se merece una pequeña ventaja sobre su difunto
compañero. – Dos balas más fueron tiradas al suelo. – Tres vidas en juego,
cuatro balas en el tambor. Tres sobre siete señorita Kowalski. Después de todo,
soy un alma caritativa.
La
puerta de la habitación volvió a abrirse y vi como traían a Kyle con ellos.
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¡Kyle! – Grité nada más verle.
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¡Max! ¡Has venido! – Su alegría fue casi tan dolorosa como la realidad en la
que nos encontramos.
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Pues claro que sí, tigre. – A pesar de su felicidad, Kyle buscó en la habitación
cuando lo dejaron en el suelo, lejos de mí.
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Papá… él no ha venido. – Gimoteó Kyle.
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Oh cielo. Él iba a venir a por ti pero…
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Tu papaíto se ha ido al otro barrio. – Miré a Katia con odio al ver como el
pequeño Kyle se abrazaba a sí mismo en el suelo.
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¿Es… es verdad? ¿Papá… ya no está? – Preguntó con voz temblorosa.
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No cariño. Ya no está. – Como si quisiera aguantar el llanto, Kyle frunció los
labios y asintió una sola vez.
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Sigo pensando que este crío no puede ser hijo de su padre. Tiene más pelotas
que él. – Casi escupió Katia, al tiempo que otros dos hombre traían a mi padre,
semiinconsciente, y lo colocaban al lado de Kyle en el suelo.
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¡Papá!
- ¿Maxine?
¿Eres tú pequeña? – La voz de mi padre sonaba rota y perdida. Sus ojos no
parecían enfocar bien.
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¿Qué le habéis hecho? – Grité furiosa.
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Me temo que mis hombres a veces se pasan un poco. Costumbre quizás. Tu padre ha
aguantado el tipo como buen ciudadano polaco. – Los hombres en la sala
rompieron a reír antes de marcharse uno a uno. Sólo quedaron con nosotros Misha
y Katia. – Bien, dado que Katia decidió tomarse la venganza por su mano, ella
tomará el puesto del señor Johnson esta noche. – Con placer, vi como Katia
temblaba ligeramente antes de asentir y sentarse a mi izquierda, donde Misha le
indicaba. – Dado que los otros dos participantes están algo, digamos, fuera de
juego. Será usted, señorita Kowalski, la que sostenga el arma. – Después de
cargarla, dejó el revolver delante de mí. Katia comenzó a desatarme. – No juegue
conmigo señorita Kowalski. Cualquier movimiento en falso y Gus… - Al parecer,
uno de los hombres de Misha aún estaba en la habitación, y apuntaba a mi padre
y a Kyle con una automática. – Acabará con la vida de sus amigos en un
instante.
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Espera… ellos no pueden entrar en esto. ¡Kyle sólo es niño!
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Si quiere vivir, debe jugar. Esas son las reglas. Sin embargo, puede elegir.
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¿Elegir qué?
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Si en el turno de sus amigos prefiere dirigir la pistola a sí misma. Una vida
por otra vida. – Él sonrió. – Seguramente el señor Johnson no habría dudado en
apuntar a su propio hijo en vez de a sí mismo para salvar el pellejo. Pero usted
no es así, ¿Verdad? Usted tomará las balas por ellos. Claro está… si sobrevive
a la suya propia. – Los ojos de Misha brillaron mientras mis ojos se posaban en
el revolver frente a mí. – Cógela. – Tomando una respiración profunda y
nerviosa, alcé mi mano y alcancé la pistola. Era pesada y fría. O al menos, eso
me parecía. – Cárgala. – Al igual que había hecho antes Misha, golpeé el tambor
con un giro de muñeca hasta que sentí que el martillo se armó. – Y ahora, apóyela
aquí. – Señaló su sien, y lentamente, llevé la pistola a su lugar. El cañón se
apoyaba duro y molesto contra mi sien. Tragué con fuerza. – Perfecto. – Los ojos
de Katia y Misha estaban ansiosos y llenos de emoción. Tenía ganas de vomitar. –
Aprieta el gatillo…
Y
lo hice.
***
Media hora antes
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¿Dónde están? – Volví a preguntar, a pesar de los rostros enfadados que me rodeaban.
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Esto ya no es de tu incumbencia, Laura. – Dijo Máximo, girándose hacia sus
hombres. Enfadado, le agarré del brazo y lo giré con brusquedad. Por el rabillo
del ojo vi como algunos de sus hombres sacaban sus armas.
- ¡Claro
que lo es! Es mi familia la que está en peligro ahora mismo exijo que me digas
donde demonios están ¡Sé que lo sabes!
-
Los hombres de mi hijo irán a ajustar cuentas. Pero es demasiado peligroso. Max
lo ha hecho demasiado peligroso. Si mando a mis hombres donde se encuentran
ahora será un baño de sangre…
- ¡Señor! – Uno de los hombres entró
corriendo en la habitación y susurró algo al oído de Máximo. Este, pareció
aliviado por un momento, pero no del todo.
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¿Qué? ¿Qué ha pasado?
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Laura…
-
¡Dímelo!
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William está muerto. Los federales lo han encontrado en los muelles… -
Tambaleante, di un paso hacia atrás.
-
Max… ella…
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No. Ella no está. Lo más seguro es que se la hayan llevado. Aunque eso no es algo
bueno.
-
Máximo. Por favor… ellos son mi vida… ¡Son la vida de Muriel! ¡Tengo que ir! –
Máximo me miró durante varios segundos. El tiempo se me hacía cada vez más
lento y pesado
-
La mansión de Misha está en Palo Alto. Mis hombres te pueden llevar hasta allí,
pero no se quedarán. Estarás sola…
- ¡No
estará sola! ¡Yo voy con ella! – Dijo Jimmy, zafándose de los hombres que le
sujetaban.
-
Yo también. – Dijo Muriel, sobresaltando a Máximo.
-
¡Es un suicidio! ¡No te dejaré!
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Mi marido y mi hija están en ese lugar. ¡Por no hablar de mi futuro nieto! No
pienso dejar que esos malditos comunistas de mierda me arrebatan a mi familia. –
Máximo suspiró con fuerza.
-
Si es así os ayudaran algunos de mis hombres. Pero si ven que la cosa se
complica, tendrán órdenes para sacarte de allí, ¿Me has oído?
- Si
mi familia no está conmigo, tendrá que ser por encima de mi cadáver. – Muriel salió
con paso firme de la sala, seguida de Jimmy y de mí. Noté como Máximo reunía a
algunos hombres y les daba instrucciones. Aproveché ese momento para coger una
pistola que había sobre la mesa. Ni siquiera sabía si estaba cargada. Pero me
sentía mucho mejor llevándola conmigo.
Actualidad
- ¡La
mansión está completamente rodeada por federales! – Susurró uno de los hombres
de Máximo. Estábamos a una manzana de la mansión, escondidos tras los
todoterrenos que habíamos usado para venir hasta aquí. Al parecer, los hombres
de Máximo habían visto unas matrículas familiares en los alrededores, y después
de hacernos esperar en el coche cinco minutos, dos de ellos volvieron
alterados. – Tenemos que salir de aquí. Los federales se encargarán.
- ¡No!
Pienso entrar vengáis conmigo o no. – Bajé del coche seguida de Jimmy.
- ¡Soltadme!
– oí que gritaba Muriel dentro del coche.
-
Lo siento señora, sólo son órdenes. – Vi como Muriel se desplomaba en el
asiento de atrás mientras un hombre le sostenía un pañuelo en la boca.
- ¡Muriel!
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Está bien, sólo está dormida. – Dijo el único hombre que quedaba fuera del
coche. – Toma. – Le dio a Jimmy un par de pistolas y me tendió un puñado de
algo. Parecía pequeños cilindros. – Para pistola que cogiste antes… Ojalá no
tengas que usarla. – Asentí, cada vez más consciente de lo que estaba a punto
de hacer. – No te olvides de quitarle el seguro, está en el lado derecho. – El hombre
nos estrechó las manos a ambos. – Nunca pensé que lo diría, pero sois unos
blanquitos valientes. Mucha suerte. – El hombre, subió al todoterreno y ambos
coches se perdieron en la noche.
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Vale… ahora sólo hay que ver como entrar… - Dijo Jimmy, mirando hacia la
mansión.
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En eso os puedo ayudar. – Asustados, Jimmy y yo nos giramos y vimos a una chica
morena apuntarnos desde detrás de un arbusto.
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¡Policía! ¿Quién va? – Dijo Jimmy, apuntando con su propia arma.
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Me encantaría saber cómo es que la prima de mi prometida se codea con la mafia
colombiana, aunque eso puede esperar. – La chica avanzó hacia nosotros y la luz
de la farola más cercano mostro un hermoso rostro pálido como la porcelana y
uno ojos verdes tan claros como felinos.
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Espera… ¿prometida?
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Soy Logan. Y tú debes de ser Laura. Melinda me ha hablado mucho de ti. Aunque no
sé quién es el grandullón que te acompaña.
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¿Cómo sé que de verdad eres tú? Melinda nunca me enseñó una foto tuya… -Dije
reticente.
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Bueno, si sirve de algo. Melinda tiene una pequeña cicatriz con forma de media
luna en la espalda porque se cayó jugando contigo en el barco de tus padres
cuando teníais 6 años. Dice que desde entonces es incapaz de comer pescado
crudo porque se cayó en…
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El cubo de pesca del tío Rory. – Terminé. – Debe de quererte mucho si te cuenta
esas cosas. – La chica sonrió, haciéndola ver incluso aún más hermosa a pesar
de las circunstancias.
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Eso espero. ¿Qué tal si vemos como rescatar a tu hijo? Pueden que me despidan
por ello pero no pienso dejar esto en manos del equipo SWAT. Tenemos diez
minutos antes de que entren en la mansión.
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¿Sabes cómo está mi hijo? ¿Y Max? ¿Ella está bien?
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Por ahora, sí. Dentro de la mansión tengo un contacto que nos podría meter.
Pero esto será muy peligroso. Debéis hacer exactamente lo que yo diga. ¿Entendido?
– Jimmy y yo asentimos y seguimos a Logan entre las sombras de las enormes casas
de la zona. – Esperemos que tu chica sea tan buena como dicen los informes…
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Lo es. – Dije sin dudar.
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Bien… No me gustaría que alguien con tan buen gusto para las motos muriera esta
noche. Necesito un padrino para mi boda…
Ahhh que nervios!!! voy a esperar anciosa la continuación.����
ResponderEliminarQue maravilla encontrarme con otro capitulo!!......me encanta esta historia, lastima que este llegando al final.
ResponderEliminarSaludos desde Argentina