— ¡No! ¡Por favor! Yo
no he hecho nada malo… Sólo tenía hambre… ¡No me entregue! – Grité, entre
llantos y pataleos. El enorme panadero me llevaba sobre sus hombros mientras
gruñía una y otra vez palabras sin sentido.
— Maldita rata… tendrás
lo que te mereces. – Escupió junto con algo de su tabaco. El pueblo hacía meses
que estaba con los nervios a flor de piel por la cercanía del día de la cosecha.
Cada año el pueblo entregaba una joven virgen a la bruja del páramo. Pero ya se
habían quedado sin ninguna joven que entregar… las pocas que quedaban se fueron
hace meses para evitar su captura.
Yo, ingenua de mí, creí
que al vestirme como un chico podría pasar desapercibida hasta poder viajar más
al sur, donde podría pasar el invierno en las calles sin temer por una muerte
helada.
Apenas llevaba tres
semanas en este pueblo de mala muerte cuando el hambre superó mi cautela y el
panadero me encontró con las manos en la masa, literalmente. Su furia y
desesperación dieron paso al alivio al ver como mi gorra se caía al suelo en el
forcejeo y mi cabello rubio y largo caía en cascada.
Sin pudor o respeto
arrancó la camisa que llevaba y descubrió mi pecho vendado. Estaba perdida.
Sabía por qué me
entregaba. El alcalde había prometido, preso del pánico, una cuantiosa suma de
dinero para quién proporcionara una joven apta para la cosecha.
No podía creer mi mala
fortuna. Morir a manos de una bruja… habría preferido morir de frío en las
calles a sufrir las innumerables torturas que seguramente me esperarían en el
páramo de Kron.
***
— Es pura. — El dolor
continuaba después de que esa vieja asquerosa hincara sus dedos en mí y
rebuscara a saber qué. Cerré las piernas de inmediato en cuanto las otras dos
mujeres que me sujetaban me soltaron. Las lágrimas corrían por mi cara sin
pausa. Mi destino ya estaba sentenciado.
— Bien. Llevadla a las
lindes del páramo. Apenas quedan unas horas para el anochecer. — Dijo el
alcalde, mientras se secaba el sudor de la frente. Puto bastardo… ojalá muera…
¡Ojalá murieran todos estos estúpidos paletos!
***
— ¡Corre! ¡Átala bien y
tírala del carro! No quiero estar aquí cuando ese monstruo aparezca. —
Maniatada y amordazada como estaba, sólo pude lanzarle una mirada de odio
infinito al cochero, que miraba nervioso de un lado a otro. Ridículo, ya que no
se veía nada con la espesa niebla que nos rodeaba.
— ¡Shh! ¿¡estás loco!?
¡Si la bruja te oye nos degollará a los dos! — Gruñó el otro, justo antes de
lanzarme del carro con fuerza.
Las pequeñas piedras
dieron con fuerza contra mi cara y mis brazos al caer al suelo. Con un gemido
de dolor, me levanté como pude al tiempo que escuchaba como el carro huía del
lugar a toda prisa. Mis prendas, humedecidas ahora por mis innumerables
arañazos y el pringoso suelo del páramo, me provocaban temblores continuos.
Forcejee con mis ataduras sin conseguir más que magullar mis muñecas.
El vaho que salía de mi
boca era tan espeso como la niebla a mi alrededor. No sabía a dónde ir. Podía
seguir las huellas del carro, pero no tendría tiempo de salir del páramo a
tiempo para evitar…
“Crac”
Mi espalda se erizó
ante el sonido. Miré asustada a mi espalda pero no vi nada.
— Habrá sido una
ranita, Linna. No te mees encima aún…
“Crac… crac”
— Joder joder joder
joder… — croé con horror mientras empezaba a correr en la dirección contraria
de donde provenían los ruidos. ¿Era pisadas? ¿Sería la bruja?
“Auuuu”
Peor… ¿un maldito lobo?
No hay lobos en el páramo… ¿Qué demonios?
“Tutum tutum tutum”
Al oír como el animal
se acercaba a mí con velocidad no pude más que intentar correr más rápido. Pero
mis piernas parecían quebrarse a cada paso. El dolor era cada vez más
insoportable. Pero no podía dejar de correr… mi vida dependía de ello.
El jadeo del animal
podía oírse justo detrás de mí cabeza. De algo no había duda. Era más grande
que un lobo normal. Pero no pensaba girarme para averiguarlo.
De repente, algo me
golpeó la espalda lanzándome al suelo, dejándome un escozor latente en la
espalda. El jadeo, ahora más lento, se acercaba a mí mientras intentaba reptar
por el suelo con desesperación. No podía dejar de llorar. ¡Iba a morir
devorada!
Hubiera
preferido enfrentarme a una bruja que a esto…
Entonces, tras un
gemido asustado, la bestia echó a correr lejos de mí.
Como pude, me giré en
el suelo, aun maniatada, y miré a mi alrededor en busca de la bestia. Pero no
había ni rastro de ella.
— Así que prefieres a
una bruja… — El vello de todo mi cuerpo se erizó al escuchar esa voz aguda a mi
espalda. Paralizada por el horror, escuché como un cuerpo ligero caminaba a mi
alrededor, hasta que fui capaz de ver una sombra oscura a mi derecha. Tragando
con fuerza, cerré los ojos temiendo lo que podría ver. Algunos decían que si
mirabas a una bruja a los ojos serías capaz de ver todas y cada una de las
almas que había arrebatado… su dolor, su sufrimiento… su ira. — Abre los ojos.
— Sentí como si algo tirara de mis párpados hacia arriba, y antes de que se
abrieran, bajé la cabeza atemorizada. — ¡Mírame! — mi cabeza se alzó de golpe
haciéndome daño hasta que por fin pude ver la figura oscura que había frente a
mi… Era… Era… No era lo que me esperaba. — ¿Por qué no mueres? — Y tan rápido
como escuché sus palabras, una bruma densa y oscura cubrió mis ojos.
Si esto era la muerte,
era mucho más dulce de lo que me esperaba…
***
Noté como algo me
zarandeaba ligeramente, aunque con impaciencia.
— Hmm… Un ratito más… —
gruñí. Hundiendo mi cara aún más en la mullida y limpia tela debajo de mí.
Hacía tanto tiempo que no estaba en una cama tan cómo… ¡Espera! ¿Cama? Abrí los
ojos al instante, encontrándome con los suyos a escasos centímetros de mi cara.
— ¡Ahhh! — Grité, saltando lejos de ella.
— ¿Por qué no mueres? —
Volvió a preguntar, con una expresión seria y enfadada. — ¡No mueres!
— Yo… no te entiendo…
— ¡Mira! ¡Mira esto! —
Gritó, señalando a su rostro con insistencia. Yo, extrañada, no hice más que
encoger los hombros, confusa. — ¡Ves! ¡No mueres! — Levantó los brazos, como si
aquello fuera lo más inusual del mundo.
— ¿Y por qué tendría
que morirme? — No entendía absolutamente nada. ¿Esta loca era la bruja del
páramo?
— ¡Eh! ¡No estoy loca!
¡Tú eres la rara aquí! — Dijo molesta.
— ¿Puedes… puedes
entrar en mi mente? — pregunté asustada. Ella sólo cruzó los brazos sobre su
pecho y se sentó en el borde de la cama. Yo, insegura, me pegué lo máximo que
pude a la pared de la cabaña. No sabía como aquella… aquella… ni siquiera
sabría cómo llamarla, me trajo hasta aquí sola.
— Malin te trajo,
obviamente. — Dijo, como si fuera lo más lógico del mundo.
— ¿Malin?
— Sí… el guardián del
páramo. Esta noche estabas en su territorio. Lo que demuestra que la única loca
aquí, de nuevo, eres tú.
— Espera… Malin es… es…
¿El lobo?
— ¿Qué lobo? ¿Es que no
lo has…? — Achicando los ojos un instante, ella me miró con la boca abierta. —
¡No intentes distraerme! ¡Dime por qué no mueres! — Inquirió.
— ¡No lo sé!
— ¡Pues deberías
morirte! ¡Todas mueren!
— ¿Todas? ¿Te
refieres a las… chicas de la cosecha? — Tragué con dificultad.
— ¿Así las
llamáis? — Soltó indignada. — Yo más bien las llamaría insensatas. Todos los
años viene una nueva… ¿Es que es la nueva moda? ¿Morir del espanto?
— Yo… no… ellas…
digo nosotras… No venimos porque queramos. Se supone que somos… una ofrenda
para ti.
— ¿Para mí? ¿Por
qué? — Preguntó confusa.
— Pues… no lo
sé… se supone que si no ofrecen una joven virgen a la bruja del páramo caerás
sobre el pueblo maldiciéndolo a todos o algo así…
— ¡Menuda
gilipollez! ¿En qué año creen que estamos? ¡Las maldiciones ya no se llevan! —
Negaba una y otra vez con la cabeza, como si le resultase lo más absurdo del
mundo. — De verdad, los humanos están cada vez peor…
— Entonces… ¿no
me vas a matar? — Pregunté con cautela.
— ¿Yo? ¿Por qué?
Las otras se murieron solitas… ellas fueron las que decidieron morir…
— Pero… tú me
obligaste a mirarte…
— Claro, me lo
pediste tú; hubiera preferido enfrentarme a una bruja… me llamaste. Preferiste
que te matara yo a Malin…
— ¡Yo no quería
que me matara nada!
— ¡Pues haber
sido más específica! — Esto era… absurdo. — Y que lo digas. Aunque no pienso
dejarte marchar hasta saber por qué no mueres.
— Ya te he dicho
que no lo sé…
— ¿Eres humana?
— ¡Pues claro
que soy humana! ¿Es que no me ves? — Me señalé entera, con todas mis
magulladuras y cortes.
— Nunca se sabe,
hay de todo en este mundo. No todos los seres mágicos son como yo…
— ¿A qué te
refieres?
— A mi aspecto…
¿Es que no lo ves?
— ¿Ver qué?
— ¡Esto! — Se
señaló entera, aunque se quedó durante mucho tiempo en su cara. No parecía nada
contenta.
— Sólo te veo a
ti. ¿Qué más tendría que ver? — Frunciendo el ceño, ella me miró enfadada.
— ¿Estás de
broma? ¿Es que acaso estás ciega?
— Claro que no.
Sencillamente no veo nada raro…
— En una bruja…
— En una mujer,
iba a decir… ¿O es que tienes algo entre las piernas? — Fije mi atención en ese
lugar justo cuando ella se tapaba.
— ¡No! ¡Soy una
mujer!
— ¿Entonces?
Sigo sin entender qué quieres que vea…
— ¡A mí! ¡Quiero
que me veas a mí! — Gritó.
—
¡Eso hago! — Grité.
—
¡¿Pero por qué gritas?!
—
¡Porque tú lo haces!
Durante unos
segundos, ambas nos quedamos calladas. La miré de arriba abajo, intentando ver
aquello que no era capaz de ver, pero sólo la veía a ella. ¿Qué había de malo
con eso?
—
¿Cómo te llamas?
—
¿Qué? — La pregunta me dejó algo descolocada.
—
¿Es que ahora también vas a ser sorda? Digo que cómo te llamas.
—
Linna… me llamo Linna.
—
Linna… es bonito… pega con tus ojos. — Aparté la
mirada, azorada.
—
No es nada del otro mundo… ¿Y tú?
—
La bruja del páramo. — Contestó.
—
Lo digo en serio. Yo te he dicho mi nombre… dime tú el tuyo.
—
Ese es mi nombre.
—
No puedes decirlo en serio…
—
¿Qué pasa? Así es como todo el mundo me llama… no tengo otro nombre por el que
llamarme.
—
Pero eso no está bien… ¿Y Malin? ¿El también te llama la bruja del páramo?
—
No… él sólo gruñe.
—
Entonces… ¿Cómo sabes que se llama Malin?
—
No lo sé. Sólo le llamo así porque es…
— ¿Pequeño y fuerte? — Pregunté, confusa.
— Claro. Es un Trol…
— ¿Y por qué aúlla?
— Creo que aún no tiene muy definida su identidad.
— Ya… Entonces, lo que me dio en la espalda no fueron sus
garras...
— No… probablemente te dio con esa porra sucia que lleva a
todas partes.
— Iugg.
— Tranquila. Te limpié la herida… no quería que murieras
antes de decirme por qué no mueres.
— Lógico. — Sin poder evitarlo, sonreí. Esto era muy raro…
pero era, agradable…
— Sí… es muy agradable. Nunca pensé que los humanos fuerais
tan divertidos. Hasta ahora sólo os he visto huir o colapsar en el barro al
verme. — Parecía triste, así que me acerqué un poco.
— ¿Por qué crees que las otras murieron?
— Está claro… Murieron del susto. — Dijo muy convencida.
—
No digas chorradas. ¿Cómo se van a morir del susto?
—
De verdad, tienes un problema muy gordo ahí. — Dijo, señalando
mi cabeza y poniendo cara rara.
—
No lo tengo… — Estaba diciéndolo cuando de repente,
algo cambio. Fue muy rápido, pero pude notarlo. — ¿Qué has hecho?
—
¿Hecho? Yo no he hecho nada.
—
¡Claro que sí! Antes eras… eras… y ahora… ¡Eres completamente diferente! —
Estaba asustada… y asombrada. ¿Cómo era posible?
—
¿Qué quieres decir?
—
A que… no tienes el mismo aspecto de antes… has… ¡cambiado!
—
¿Eso significa que ya me ves tal y como soy? — Parecía
extrañada… y algo… ¿decepcionada?
—
No lo sé… ¿Cómo sería eso?
—
Horripilante. — Dijo sin más, apartando la mirada. —
Ahora no quiero mirarte… no vaya a ser que te mueras…
—
No digas bobadas… ahora eres cualquier cosa menos horripilante.
—
Mientes.
—
No miento. — A pesar del dolor, me acerqué a ella y
la obligué a mirarme a los ojos. — ¿Ves? No me
muero.
—
Eso es porque eres rara. — dijo, dibujando un puchero infantil con
sus labios. Cosa que me hizo sonreír.
—
Pues seré la rara más valiente de Korn si puedo mirar a los ojos a… a…
—
A una bruja.
—
No… a una bruja no…a… — Vaya… no sabría a qué.
—
Bruja está bien. No te preocupes. Es lo que soy.
—
Pero… Yo no te veo como a una bruja.
—
Eso no importa…
—
¡Claro que importa! — De nuevo, ambas nos quedamos calladas, mirándonos
a los ojos. Podía notar como ella buscaba dentro de mí algo que no podía ver. —
¿No… puedes verlo?
—
No. — Dijo con suavidad. —
Yo… quiero verlo.
—
Entonces yo te enseñaré a verlo. Te enseñaré a verte como te veo… si eso tiene
algún sentido.
—
¿Y cómo piensas hacerlo?
—
Pues… no lo sé. ¿Alguna idea?
—
Hmm… ¿Y si te saco el cerebro y me lo como? A los muertos vivientes les
funciona eso…
—
Ya… si quieres dejarme los sesos como una papilla de bebé, tal vez…
—
Entonces no… — Se quedó pensando un rato, mientras
jugaba con sus dedos. — Ya que ninguna de las dos sabemos cómo
hacerlo… qué tal… ¿Qué tal si te quedas aquí hasta que lo descubramos? Hay
espacio de sobra en la cabaña para las dos y Malin no suele dar mucho la lata
por las noches… Creo que me tiene algo de miedo, pero no le gusta mostrarlo. Orgullo
de Trol quizás…
—
¿Me estás… pidiendo que viva contigo? — Al instante, se
levanto y se puso a dar vueltas delante de mí, nerviosa.
—
¡Claro que no! Estás… estás prisionera… sí, eso. ¡Eres mi prisionera!
—
¿Hablas en serio?
—
No… sí… ¡Sí! ¡Por supuesto que sí!
—
Vale vale… no me gustaría llevarle la contraria a una bruja. Me quedaré aquí
hasta entonces.
—
Genial. Digo claro, por supuesto…hmm… iré… iré a preparar el otro catre… —
Se veía… curiosa, están así… era casi como sí… — ¿Eh?
—
Nada, no he dicho nada.
—
Ah, bien… voy por las mantas… — Ella se marcho
de la estancia a toda prisa. Tendría que tener cuidado con mis pensamientos…
iba a ser muy duro, pero no quería que ella viera que… —
¿Ver qué? — Me asustó ver su cabeza aparecer por la
puerta tan de repente.
—
¿A qué distancia puedes leer la mente?
—
A mucha.
—
Genial… — Estaba a punto de irse cuando una idea
pasó por mi cabeza. — ¡Ey!
—
Ya te he dicho que no tengo…
—
Lo sé. Pero necesito un nombre por el que llamarte que no sea la bruja del
páramo si voy a estar aquí contigo. Gasto demasiada saliva. —
Frunciendo el ceño, acabó bajando sus ojos.
—
No… no se me ocurre ninguno…
—
My.
—
¿Qué?
—
My… de ahora en adelante te llamaré My.
—
¡No puedes llamarme así! Yo no soy…
—
Está decidido. — por un instante, pude ver como las
mejillas de My se cubrían de un intenso carmesí antes de que se marchara de
nuevo. — Sí… My… me gusta.
Esta convivencia
va a ser interesante…
Cuando My volvió
a la habitación, llevaba consigo algunas mantas que dispuso en un camastro
justo enfrente del mío… mientras las colocaba en su lugar, miró una vez de
reojo hacia mi cama, y por un instante creí ver algo… pero eso es imposible…
Las brujas no
brillan… ¿o sí?
FIN
Notas de la Autora:
Bueno, aquí tenéis este pequeño relato, que más que de terror, es una especie
de… ¿cuento con moraleja? He querido plasmar de forma simple algo que a muchas
personas les cuesta entender. Que es mi forma de ver a las personas… y
seguramente de muchos otros, aunque por desgracia, no es la mayoría. En esta
historia no hay descripciones… lo único que se puede entrever de la historia
con respecto al físico de los integrantes es, si no recuerdo mal, el color del
pelo y los ojos de Linna. No hay edades... no hay formas... ¿Y vosotras? ¿Qué veis cuando leéis sobre My? ¿Cómo
la imagináis? Recordad que a veces hace falta otra persona pare ver lo hermosos
que somos en realidad. Porque lo que piensa la mayoría, Bella’s mías, no
siempre es lo que piensa el corazón.
Referencias a palabras escandinavas
Korn: de la
corona
Malin: Pequeño
guerrero fuerte
Linna: Pequeña
flor azul
My: Hermosa dama
¿Te apetece leer otra historia?
Que bien sienta volver a leer otra historia tuya ;)
ResponderEliminarMS
Gracias MS. También sienta muy bien volver a leer vuestros comentarios otra vez ^^
EliminarOhhh me alegra que vuelvas. Solo que ahora esperare con mas ganas las historias pendientes ejejejeje me gustaria q tenga una continuacion y espero con ansias oculpa entre las sombras.
ResponderEliminarSaludos.
Con cariño Maria Rene
Tendrán continuación, no te preocupes. He editado la página de índice de historias para que veáis más o menos cuando se publicarán. sobre todo las que son continuaciones cerradas (como mi maravillosa y extraña familia o Latidos de Tinta). Antes quiero terminar con las que están abiertas (es decir, a medias) las cuales espero terminar todas antes de Navidades ^^
EliminarSaludos para ti también Maria Rene :)
Natiiii dios qe espera mayy goott jajaja estoy feliz de leerte otra vez me alegro qe hayas encontrado el amor es hermoso y bueno como siempre un placer leerte mucho la verdad y bueno espero seguir leyendote y un besaso y abrazote psicologico para vos desde Argentina
ResponderEliminarBy.Lourdes Avalos