PARTE I
Esperé
impaciente en la cafetería durante media hora. Sabía que era culpa mía por
llegar antes de tiempo. Pero estaba nerviosa. Nunca había quedado con nadie
así… con estas reglas…
De
nuevo, el sonido de la puerta me hizo girarme, pero sólo era una joven morena…
¿Dónde estaría ese hombre?
— ¿Miranda? ¿Eres tú?
¡Dios estás fantástica! —
Extrañada. Miré a la joven que acababa de entrar. No parecía tener más de
veinticinco años. De ojos castaños y piel clara… Tenía algo… su voz… la había
oído antes…
La
chica se acercó hasta mi sitio y se sentó sin más frente a mí. Iba vestida como
una universitaria. Vaqueros, camiseta y sudadera… incluso llevaba una de esas
mochilas de cuero que tanto se llevaban ahora. No entendía nada.
— Disculpa… yo no…
— ¿No me digas que te
habías olvidado? Ya sé que llego tarde pero las clases se me han alargado. Nada
que ver como cuando tú y yo íbamos a la universidad. Este curso de diseño es
horrible. —
Estaba a punto de volver a preguntar cuando vi que la chica se tocaba
discretamente el cuello mientras me miraba a los ojos. Instintivamente me toqué
el cuello y sentí el pañuelo que me había puesto para la cita.
“Lleva algo rojo, intenso. Que destaque sobre
el resto de la ropa. Así te reconocerán”
me dijo la chica del teléfono… espera. ¿la chica del teléfono es…?
— Oh… lo-lo siento
mucho. Se me fue el santo al cielo… —
Dije temblorosa.
— No te preocupes,
siempre fuiste olvidadiza. Aquí te traigo el libro que me pediste. De verdad.
Es buenísimo. Y cuando los protagonistas llegan a la casa encantada. ¡Dios!
Nunca he pasado tanto miedo. Así que mejor léelo en casa. — De la mochila, la
chica sacó un libro bastante usado y lo dejó delante de mí. — Y ahora dime que te
has acordado de devolverme el pintalabios. Ya sabes lo mucho que me gusta ese tono…
— Oh… sí, sí… ¡Por
supuesto! —
Mientras rebuscaba en mi bolso recordé lo que me dijo.
“Te pedirán en algún momento de la conversación
que saques algo parecido a un pen drive.
Esto es muy importante, entrégalo con el puño cerrado, para que nadie pueda ver
lo que es.”
Sin
saber muy bien cómo hacerlo, llevé mi puño apretado con el pen al lado del
libro. Estaba tan nerviosa que cuando sentí la caricia de la chica casi salto
de la silla. Apretándome delicadamente en la muñeca me instó a abrir la mano
con una sonrisa, sin dejar de mirarme a los ojos.
Lo
siguiente que supe fue que mi mano estaba vacía y ella sacaba un espejo de su
bolsillo para poder maquillarse… ¡Con un pintalabios! ¿De dónde demonios lo
había sacado?
— Me encanta este color,
¿a ti no? Resalta mucho mi piel… —
el rojo del pintalabios era tan intenso como el de mi pañuelo. Y efectivamente
hacía que mis ojos se fijaran sólo en sus labios. — Bueno, por desgracia
tengo que irme ya a trabajar. Pero no te olvides que la semana que viene nos
vemos ¿eh? —
La chica se levantó de inmediato y yo me alcé como un resorte. ¿Y mis
instrucciones? Ella me dijo que…
Estaba
a punto de abrir la boca cuando la chica me abrazó, pegando demasiado su boca a
mi oído.
— Relájate, lo has hecho
muy bien. —
Depositando un beso suave, la chica se separó de mí y se marchó. Estaba tan
descolocada… ¿Ya está? ¿Eso es todo?
Temblorosa,
cogí el libro y lo metí en mi bolso. Pagué el café que aún estaba intacto en la
mesa y fui corriendo al baño.
El
escaso espacio apenas tenía un pequeño lavabo y un espejo rajado, pero había
sitio suficiente para apoyar el bolso con comodidad. Cerrando el pestillo,
saqué de mi bolso el libro.
Al
abrirlo, no sentí nada extraño. Sólo era un libro. Frustrada, pasé las páginas,
pero tampoco vi nada entre sus hojas. Tenía ganas de llorar. ¿Me habrías
estafado? No puede ser… aún no les he pagado. Tiene que haber algo… ¿Qué dijo
ella?
“La casa encantada…” No puede ser tan
obvio…
Sin
embargo, al mirar el índice, efectivamente había un capítulo que se titulaba
terror en la casa encantada. Impaciente, busqué la página.
Al
llegar, me asombró ver que el capítulo faltaba por completo. Pero… antes del
siguiente capítulo, había una página con una carta, con el mismo color y letra
que el resto del libro.
“Cuando llegue a casa, encontrará
los dispositivos de escucha y video en la tercera maceta de la derecha. Pero no
los coloque aún. Él ya estará en casa esperándola. Su marido ha contratado los
servicios de otra compañía, muy distinta a los servicios que nosotros ofrecemos.
Por ello la única forma que tiene de obtener información de su marido, es en su
propio domicilio. Con los dispositivos van unas pequeñas instrucciones de cómo
y dónde debe colocarlos. Me temo que la empresa que contrató su marido ya ha
entrado en su casa y colocado, al menos, escuchas. Más adelante le diré paso a
paso como deshacerse de ellas sin que lo noten. Todo y cuanto obtenga en su
domicilio no podrá ser usado en un tribunal, pero nosotros nos encargaremos de
que aunque no sean válidos, si supongan una información definitiva para el
juez. Por lo poco que hemos podido averiguar sobre su marido, lo mejor será que
no se quité el pintalabios. Le dará una cuartada más firme. Recuerde, soy una
antigua compañera de universidad. Si pregunta más sobre mí invéntese un nombre
rápido y dígale que he estado trabajando en el extranjero y que por eso hemos
perdido el contacto. Y recuerde, nunca, bajo ningún concepto, debe
identificarnos como lo que somos. Su contacto es el papel que interpreta, nada
más.”
— ¿Qué marca de…? Oh… — Sutil, pero
inconfundible, la chica había dejado una marca de pintalabios ladeada. Como el
que se quedaría en un saludo o una despedida entre amigas… — Al menos valen lo que
cuestan… ¿Pero era necesaria tanta película? — Con cuidado, toqué la marca de
pintalabios. —
Tiene una boca muy bonita…
***
— ¿Dónde estabas?
¡Deberías haber llegado hace más de media hora! — Juan gritó nada más crucé el umbral de
la puerta. Al principio, me asustaba por esos ataques, pero ya… ya sólo estaba
cansada. Mientras no me tocara, podría aguantar cualquier cosa.
— He quedado con una
antigua compañera de la universidad…
— ¡Mientes! Conozco a
todas tus amiguitas… seguro que me la estabas pegando con alguno de tus
estúpidos modelos de pasarela. —
Con fuerza, Juan me agarró de la muñeca y tiró de mí. Pude oír como inhalaba
con fuerza, ¿intentando oler qué? ¿El olor del sexo?
— Te he dicho que he
estado con una amiga… —
La cara de furia de Juan se calmó al fijarse en mi mejilla.
— Hmm… límpiate la cara.
La tienes toda manchada de carmín… —
Soltándome con desgana, Juan se marchó de la habitación. Dejándome como siempre
inestable. Deseaba tanto que esto acabara ya… pero tenía que hacerlo bien. Si
no me lo quitaría todo.
***
— Bien, llegó la hora de
la limpieza… —
Dije en voz alta, antes de conectar la aspiradora. Di las gracias de tener de
vez en cuando estos ataques de limpieza, si no sería muy extraño limpiar una
casa impoluta que ya dispone de servicio de limpieza… Chelo se iba a enfadar
conmigo mañana por haberle dejado todo recogido, pero no tenía otra. Tenía que
hacerlo ahora.
“Si puedes, canta, tararea, lo que sea…
cuanto más ruido hagas, mejor…”
Dios,
cantaba de pena… pero bueno…
Empecé
a limpiar con fuerza todos los cristales del salón. Me esmeraba sobre todo en
las esquinas, como si intentara sacar alguna mota invisible, para así poder
mirar mejor debajo de las baldas y entre los libros…
“Son pequeños y negros normalmente. Como
pequeños ojos de mosca del tamaño de una canica. Planos y delicados… para
romperlos sólo debes apretarlos con fuerza y se distorsionaran”
Por
ahora, había encontrado dos de esos malditos aparatos… uno en el salón y otro
en el dormitorio… ¡En mi dormitorio! ¡Malditos bastardos! Espero que no me
hayan tocado la ropa interior…
“Recuerda. No los estropees todos,
sólo los que crees que te impiden estar del todo a gusto en casa”
Todos
me impiden estar a gusto en casa…
Después
de tres horas de limpieza, había roto también otro más en el dormitorio, uno en
el baño y otro en mi vestidor.
“Ya hemos comprobado tu coche y está limpio.
Por ahora. Déjalo siempre en la cochera para evitar que te lo pinchen también”
“A partir de ahora, si tienes que contactar
con la empresa para lo que sea, cómprate un móvil desechable. Será más difícil
de pinchar. Este debes dejarlo siempre encima y el otro dejarlo olvidado a
propósito varias veces en casa. Será lo que quiero que nos des la próxima vez
que nos encontremos”
En
tres días… ¿Será la misma chica de la última vez?
No
había dejado de pensar en ella desde nuestro encuentro. Había algo… atrayente
en ella. Había visto a mujeres muy hermosas a lo largo de mi carrera, pero ella
tenía algo. Simplemente algo…
Dios,
no había tenido un encaprichamiento parecido desde la universidad… Tal vez,
cuando todo esto acabe, podría intentar… ¿Pero qué demonios estoy pensando?
¡Nunca he tenido una relación con una mujer! Sólo algunos besos robados… alguna
que otra caricia…
Aún
recuerdo como si fuera ayer la última vez que besé a una mujer… Tan suaves… tan
delicadas… siento escalofríos sólo de pensarlo.
Y
con una mujer como ella… ¿Cómo sería?
***
No
vino.
Apareció
una mujer de mediana edad bastante anodina. Tenía una voz monótona y nada
particular. Se hizo pasar por una conocida de mi madre. Lo cual, mira por donde,
pegaba por lo sosa que era. Lo siento
mamá pero no eres nada interesante.
Esta
vez la mujer cogió mi móvil con la escusa de enseñarme algo. Me di cuenta de
cómo le metía algo al móvil. Por un momento tuve miedo, por si no era la
persona que tenía que verme y sí una de los que trabajaba para mi marido. Pero
no fue así. La mujer me devolvió el pen dejándolo en el asiento antes de irse.
La
joven lo hacía mucho mejor… ¿o eran ilusiones mías?
La
próxima vez tampoco vino ella. Esta vez ni siquiera hablaron conmigo. Fue un
hombre que me dio algo justo cuando iba a entrar en el coche. Al principio
pensé que sólo se estaba chocando conmigo por accidente pero luego noté el peso
extra en mi bolso.
Algo
de lo que sí me había dado cuenta era de la letra. Las pocas notas que recibía
escritas a mano siempre tenían la misma letra… y esperaba que al menos fuera la
suya.
Sabía
lo que me estaba pasando… estaba teniendo uno de esas estúpidas obsesiones
adolescentes por una joven que ni siquiera conocía. Sólo la había visto una
vez… y apenas 5 minutos. Esto era estúpido.
Pero
mi vida… mi vida era horrible…
Sólo
quería quedarme sola para poder soñar… soñar con ella. Con cómo se llamaría…
qué le gustaría… cómo sería en…
¡No!
¡Miranda no! No pienses en eso…
Ugh…
Demasiado tarde… ahora sólo veo tetas.
***
— ¡Siento llegar tarde! — Por un momento creía
que me lo estaba imaginado. Ahí estaba ella. Deslumbrante. No se parecía en
nada a la última vez que la había visto. Hoy la cita era tarde. Cerca de las
nueve de la noche. Así que estaba en un bar de copas bastante lejos de la
cafetería donde habían sido los otros encuentros. Ella iba vestida para la
ocasión. Como si fuera a salir con unas amigas de copas por la ciudad. Llevaba
un vestido corto y negro acompañado de unos tacones bastante altos. Iba
completamente maquillada, de forma sutil y coqueta. Y de nuevo sus labios
estaban pintados con el rojo más intenso. —
Ya sabes lo mal que corro llevando tacones. Casi mato a un chico en el metro.
— Eh… no te preocupes.
Está bien… Hmm… ¿Quieres algo de beber? —
Si se tomaba algo conmigo estaría bien ¿no? Entra dentro del papel.
— No puedo beber esta
noche. Me toca hacer de canguro. —
Me respondió extrañada, aunque rápidamente volvió a su sonrisa habitual. — Bueno, tengo buenas
noticias. Te acuerdas de Pablo, ¿el chico con el que salía? — Pablo… Pablo… sí.
Pablo era Juan…
— Sí… ¿Qué… qué pasa con
Pablo?
— Ha conseguido la beca
que andaba buscando. Se marcha al extranjero y ni siquiera sabe cuánto tiempo.
¿A qué es fantástico?
— Al… extranjero… pero… — Ella me giñó el ojo y
asintió varias veces. —
Pensé que Ju… Pablo estaba humm… de vacaciones.
— Al parecer esta es una
ocasión que no puede rechazar. Sus vacaciones se han cancelado. — Cualquiera que nos estuviera
escuchando se extrañaría de mi reacción. Los ojos se me llenaron de lágrimas.
— ¿De… de verdad? — A través de las
lágrimas vi como su sonrisa se volvía comprensiva.
— De verdad. — Ella se quedó conmigo
mientras lloraba. La gente nos miraba pero me daba igual. Por fin… por fin se
había acabado. El muy cerdo iba a ir a la cárcel. — Miranda… — Al susurrar mi nombre
de esa manera me sentí estúpidamente feliz. —
He de marcharme ya… —
Sus manos se estaban separando de las mías cuando conseguí retenerla antes de
que se levantara del todo.
— ¡Espera! ¿Cuándo
volveré a verte? —
Extrañada, ella volvió a sentarse.
— Bueno… supongo que en
unos meses… Aunque no sé si…
— ¡No me refiero al
juicio! — Salté.
— Miranda… — Ella siseó.
— ¡Ya no me importa!
Estoy harta de este juego…
— Señora Aguirre, por
favor. — Susurró, inclinándose
hacia mí. Olía muy bien… ¿violetas?
— No. Si ya se ha
acabado ¿Por qué tengo que seguir con esto?
— Por mí… debe seguir
por mí. — Dijo, alarmada. — Señora si…
— Miranda, por favor.
Llámame Miranda. —
No quería oír esa formalidad de ella… nunca.
— Está bien, Miranda. Se
supone que no existo… que no existo en su vida. En mi profesión no deben
vernos… Por eso tanto secreto. Para que podamos hacer nuestro trabajo no nos
deben ver…
— ¡Pero yo quiero verte!
— ¿Qué?
— Quiero verte… quiero
saber cómo te llamas, quiero poder hablar contigo… quiero…conocerte. — Supliqué.
— Eso no puede ser Miranda. — Ella
comenzó a levantarse de nuevo.
— ¡Por favor!
— Lo siento, he de irme.
— ¿Por qué? Dime al menos por qué no me
das una oportunidad.
— Yo no… No puedo decírselo. Lo siento,
de verdad. — Esta vez el llanto no fue de alivio. Fue de desesperación. ¿Por
qué no?
— ¿Por qué no puedes darme una
oportunidad? Si me conoces…
— Miranda. — Esta vez su voz era seria,
pero en sus ojos había algo que me gustaba aún menos que su tono. Pena. — Toma…
— De su bolso, sacó una tarjeta y me la entregó. Era de un local de ambiente. —
ahí tendrás tu respuesta.
Nota de la Autora: Ya sé que es una historia un poco rara y que deja muchos vacíos en la trama (sobre todo las razones de por qué todo ese paripé) pero ya se explicaran más adelante
Amo todas tus historias, cada una tiene algo que te atrapa
ResponderEliminarSe que todas tenemos ocupaciones y prioridades y que tu nos haces un favor al escribir para nosotros sin nada a cambio solo nuestros agradecimientos
Solo que me daña emocionalmente engancharme en alguna y que se quede pendiente por mucho tiempo
P.d. me encantas
I'G'
Pues se ve interesante.....
ResponderEliminarMS
Muy buena historia, un poco confusa su inicio, pero se ve que promete, y conociéndote se que sera una magnifica historia. Amo como escribes.
ResponderEliminarMe gusto mucho que historia interesante e intrigante. Saludos
ResponderEliminarOye Bella, cuando actualizas esta historia?.... Me tiene intrigada como sigue. Saludos cordiales desde Argentina, María
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