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jueves, 10 de noviembre de 2016

Wild & Wise: White Wolf Among Black Sheeps - Parte VIII

PARTE VIII



1/1/16 (00:55h)

(LOGAN)


Después de dejar con placer a Jackie completamente descolocada en medio del salón. Me acerqué al pequeño tiburón hambriento y su pareja. Dudaba mucho de que alguien como ella pudiera haber hecho algo así. Pero con los años me había dado cuenta de que no importaba cómo fueras, un asesino podría ser la persona más dulce y educada del barrio… o, en este caso, la perra más evidente de él.

Buenas noches señoritas. Danielle, a la cual tan sólo había visto sonreír un par de veces en la noche, inclinó su cabeza a modo de saludo mientras continuaba girando pausadamente la copa de champagne que sujetaba con aburrimiento. Era asombroso verla de esa manera. Al principio de la noche no la había terminado de ubicar, pero cuando lo hice no pude evitar la sensación de vértigo en mi estómago… Quería preguntarle tantas cosas…

¿Y usted qué demonios quiere? Gruñó a su lado Rachel, con los ojos oscuros llenos de impaciencia. Sutilmente, vi como Danielle posaba una de sus finas manos en el brazo de Rachel. La expresión de Rachel, cambio casi por completo. Por favor, que bien me lo voy a pasar…

Tengo que hacerles algunas preguntas con respecto a lo sucedido esta noche.

Ustedes los federales están siempre metiendo las narices donde no les llaman. Danielle y yo hemos estado en este lado de la sala casi toda la noche. Ni siquiera nos hemos acercado a Frank.

Eso es cierto. Pero como bien sabrá, fiscal. La situación de los sospechosos a la hora de la muerte no siempre es decisoria… Y mucho menos en un caso de envenenamiento.

¿Envenenamiento? Pensaba que se trataba de un ataque al corazón o algo así. No me esperaba que Danielle hablara conmigo. Por un instante me quedé anclada a sus intensos ojos azules llenos de preocupación. Rachel, dijiste que era una ataque al corazón.

Y eso era lo que pensaba. Es un hombre mayor y robusto. Es lo más normal… ¿Qué pruebas tiene?

El estado del cuerpo. Sobre todo la zona de la lengua y la garganta. Yo no sé mucho del tema pero si quiere nuestra compañera puede ponerla al tanto más adelante. Dije, señalando a Cameron.

¿Tienen algo para coger muestras? Si por alguna razón es una sustancia que pueda desaparecer de aquí a que llegue la policía…

Nuestra compañera tiene una idea lo que puede ser, sí. Pero no sé si es algo que en la autopsia siga o no latente en el cuerpo. Para que puedan hacer algo tendríamos que encontrar, si queda, algún resto de la sustancia del lugar o… de alguno de los asistentes.

Espere… si no fue un ataque al corazón y hay signos de que le hayan envenenado… eso quiere decir que le mató alguien. dijo Danielle. Que de repente se puso muy seria. ¿Está acusando a Rachel de asesinato?

No. Contestó por mí Rachel. Pero como es obvio, todos los aquí presentes somos sospechosos. Primero familiares, amantes… compañeros de trabajo… la agente sólo sigue el protocolo.

¡Pero tú no has hecho nada! ¡Yo puedo testificarlo! ¿No?

Lo lamento, señorita. Pero debido a su implicación con la señora Vault su testimonio no sería válido. Debe ser interrogada como todos los demás, Incluida usted, me temo.

¿Y qué más es lo que quiere saber? Ya le he dicho que hemos estado en esta zona toda la noche. Ni siquiera he hablado con Frank hoy…

Obviamente, me interesaría saber qué clase de relación mantenía con el fallecido.

Era mi jefe. Punto.

Sí, pero un jefe que podría arruinar su carrera con sólo una llamada. Por no hablar de que una vez vacante el puesto de fiscal general. Usted parece ser una de las candidatas más fuerte para obtener el puesto… Rachel chirrió sus dientes, molesta.

Si el mundo no estuviera controlado por hombres YO sería la única candidata al puesto que se lo mereciera de verdad. Pero claro está, lo más seguro es que algunos de los consaguíneos de Frank se lleve el puesto por tener una polla entre las piernas. Tuve que morderme el labio para no sonreír ante tal muestra de frustración.

Por mucha razón que tenga me temo que ese sería un móvil bastante firme.

Lo sé. Pero ya le he dicho que yo no he sido. Dijo Rachel con seriedad.

¿Qué clase de pruebas tenía contra usted? ¿Fotografías tal vez?

¡Él no tenía pruebas de nada y usted tampoco! ¡Así que ya puedes volver la rubia tetuda de tu mujer y dejarnos en paz! Furiosa, me controlé para no darle el puñetazo que se merecía.

Eres una sadomasoquista. ¡Supéralo! Gruñí entre dientes, sin levantar demasiado la voz.

No te atrevas a decir eso en… o mierda. La furia de Rachel se convirtió en espanto cuando miró por encima de mi hombro. ¡Mierda! Si alguien me ha oído puedo olvidarme de que hable…

Al girarme, me encontré casi de bruces con mi asombrada esposa. Que abría y cerraba la boca una y otra vez.

¿Qué…Logan? Melinda estaba completamente descolocada. Así que era obvio que había oído lo que había dicho. ¿Cómo se te ocurre decir eso aquí, después de lo que ha pasado? sentí un pequeño pellizco en mi brazo cuando se puso a mi lado. Lo lamento mucho, en serio. No sé porque Logan habrá dicho que…

¡Porque lo es cariño! ¡A esta víbora sin modales le gusta duro!

¡Ni se te ocurra decir esas cosas de Rachel! Soltó furiosa Danielle.

¡Entonces que no vuelva a decir nada malo de Melinda!

¡Ya es suficiente! gruñó Melinda, enfadada. Me importa un comino lo que Rachel haya dicho de mí. Sé que en situaciones de estrés necesita desahogarse…

¡Pues que no lo haga contigo!

¡Vale! ¡Ya está bien! Dijo Danielle, que miró fieramente a Rachel. Rachel, ¿es eso cierto? ¿Pagas tu frustración con esta chica?

¡Por supuesto que no! Tanto yo como Melinda miramos a Rachel con seriedad. Bueno… Puede que a veces me estrese un poco y sea algo borde. Pero no me paso tanto…

La semana pasada me dijiste que moviera mi enorme trasero contoneante a buscarte un café. Que seguro que a mí me lo daban gratis por ser un, y cito textualmente, coñito rubio y fácil. Mi cabeza no fue tan rápida como mi cuerpo, el cual ya se había empezado a abalanzar sobre Rachel. Pero antes de poder tocarla, el cuerpo de Danielle se interpuso dándome un empujón de hierro.

¡Maldita perra! Le escupí a Rachel. ¿Por qué no me lo dijiste? Gruñí enfadada, mirando ahora a Melinda.

Porque te pondrías así. Y a pesar de eso me gusta mucho trabajar allí. Melinda también se puso en medio, mirando seriamente a Danielle. Mira, no pienso inmiscuirme en vuestros asuntos. Y nunca se me ocurriría usar algo así en contra de Rachel por muy mal que me trate. Yo no soy así. Pero necesitamos calmarnos y averiguar todo lo posible antes de que llegue la policía local. Frank era un buen hombre y no se merecía lo que le ha pasado.

Está bien. Pero quiero una declaración firmada de que… Rachel se calló al sentir la fría mirada de Danielle sobre ella. Oh, vale. Nada de firmas.

Bueno. Ahora. Crees que lo que… bueno, haga Rachel en su vida privada, ¿puede tener algo que ver con Frank?

Sí si alguien ha intentado chantajearla. Que creo que es el caso. Rachel apartó la mirada.

¿Es eso cierto? ¿Alguien intenta chantajearte por lo nuestro? Preguntó Danielle con preocupación. Deberías habérmelo dicho…

¡No podía hacerlo! Tenía miedo de que… — Por un instante, Rachel se paró y nos miró a Melinda y a mí. — Oye… te lo contaré todo. Pero podrías dejarme hablar a solas unos segundos. Que sepas lo que sabes ya es bastante vergonzoso, ¿No te parece?

— 10 minutos. Ni uno más. — Melinda y yo nos apartamos de la pareja, que en pocos segundos pareció ensalzarse en una lucha de voluntades. — Parece que la perra tiene sentimientos…

— Claro que los tiene… y ahora. ¿Vas a decirme cómo sabes eso? — Avergonzada, aparté la mirada.

— Estaba investigando un caso y…

— No me mientas. Dime la verdad. Prometo no enfadarme… si no has hecho nada malo. — Tomé aire profundamente y lo solté nerviosa. Esperaba de verdad que no se enfadara.

(Hace unos meses)
23:15 – Belle rogue, Philadelphia, Pensilvania

Entre en el local intentando no inhalar demasiado humo de todas las personas que estaban en la puerta fumándose un cigarrillo. En comparación con el comienzo del frío del exterior, en el interior se respiraba un aire caliente cargado y denso.

El olor a sexo me golpeó poco después de cruzar la pequeña barra y con la mayor educación que pude evité las invitaciones de las diversas personas que me crucé en mi camino a la única mesa que aún quedaba libre en una de las esquinas del local.

Nerviosa y algo avergonzada. Casi ignoro por completo a la camarera que se acercó a atenderme. Le pedí una cerveza y esperé impaciente a que empezara. Allí la mayor parte de las mesas estaban llenas de parejas, con roles bastante definidos. Hombres y mujeres de todo tipo pero con una… humm… afición común.

Las pocas personas que estaban aparentemente solas no dejaban de mirarme. Estaba incómoda, pero me había decidido a hacerlo…

— Hermosos pícaros míos… — Mi atención volvió al escenario. Una mujer mayor, pero muy bien conservada, fue iluminada tenuemente en medio de él. — Espero que estéis listos porque hoy tendremos algo especial. Nuestra fantástica Miss Dee ha traído a un juguete nuevo hoy con nosotros… será su primera vez delante de todos mis hermosos pícaros… así que portaros bien y haced que sienta todas vuestras miradas y deseos, pequeños míos…

La mujer se marchó del escenario ante los eufóricos aplausos de los clientes. Pero poco después, cuando el escenario volvió a la total oscuridad, se hizo el silencio. Nadie parecía interesado en sus bebidas o conversaciones…

Entonces, el eco de unos tacones sobre la madera me hizo buscar en todas partes… hasta sentir el roce de una mano enguantada sobre mi hombro. Asustado, mire y vi como una despampanante morena completamente vestida de cuero pasaba a mi lado con altos tacones de aguja. En sus manos llevaba una fusta corto, que golpeaba una y otra vez contra sus caderas con suavidad. Pero yo era la única que la miraba, ya que todos, incluida ella, miraban a la figura atada de pies y manos que acababa de aparecer en el escenario.

La mujer atada, vestida sólo en sus ojos con lo que parecía ser una corbata negra. Exponía su desnudez enrojecida, seguramente por la vergüenza, ante las atentas miradas de la gente.

Miss Dee llegó al escenario, haciendo que el sonido de sus tacones hiciera que la mujer atada mirara en su dirección y gimiera.

— Shh… — Dijo esta, colocando la punta de la fusta bajo la barbilla de la mujer, alzándosela. — no te he dado permiso para que gimas… — Al instante, en un movimiento ligero, golpeó con la fusta uno de sus pezones, completamente excitados, arrancando un grito de sorpresa y placer. — Tampoco te he dado permiso para gritar. — El otro pezón fue azotado, pero esta vez la mujer mordió sus labios para no hacer ningún ruido. Miss De ese acercó a ella, como si estuviera escuchando. — Así me gusta gatita… — Comenzó entonces un juego que me cautivo por completo.

Azotó y pellizcó sus pezones, marcó su vientre con sus uñas y golpeó con fuerza su trasero. Todo ello en un silencio casi mortal, menos cuando a la pobre desgraciada se le escapaba un siseo de dolor o un gemido de placer, que eran debidamente castigados, ahora, con caricias dulces que provocaban los nervios de la mujer atada.

— Mira cómo estás gatita… — Miss Dee pasó la fusta entre las piernas, provocando un grito ronco por ello, y la mostró brillante y goteante al público. — Eres una gatita muy mala… — Limpiando la fusta en el vientre de la mujer, se acercó a ella por detrás y le desató la corbata que tapaba sus ojos. Al instante, esta los cerró para no ver a la gente que la miraba. — Abre los ojos… hazlo. — La demanda era dulce, pero firme. A los pocos segundos, unos ojos oscuros y temblorosos miraban al público. — Quiero que les mires mientras te corres… — De nuevo, Miss Dee golpeó con su fusta, pero esta vez su destino era mucho más al sur. Castigando la entrepierna enrojecida y húmeda de la mujer. El grito de placer de la mujer me atravesó todo el cuerpo hasta llegar a mi palpitante centro.

Tenía que salir de allí. Había venido aquí buscando algo y lo que había encontrado había sido completamente distinto… tenía que volver a casa… ¡Ya!

Me levanté de la mesa y comencé a alejarme de allí, sin embargo, antes de atravesar la puerta, oí los látigos continuados y los gemidos cada vez más cercanos al orgasmo de la mujer. Sin poder evitarlo, me giré y contemplé el culmen final. Quedándoseme grabada la imagen de aquella mujer atada y temblorosa a merced de la morena. Sólo que esa mujer para mi tenía un aspecto diferente… su cabello rubio caía húmedo y tibio sobre sus hombros, y sus ojos azules me mirarían con un anhelo y deseo infinitos…

Mi coño se contrajo ante la imagen de Melinda en una situación así, conmigo como portadora de la fusta, viendo como se corre por mí, y sólo por mí…

Salí corriendo a casa… ya que necesitaba desesperadamente hacer el amor con Melinda.

— Espera… esa no sería la noche en la que… — Dijo Melinda sonrosada.

— Esa misma…

— Dios. No pude andar bien en una semana… — El cuello de Melinda se enrojeció ante el recuerdo, y yo misma sentí un escalofrío. — No debiste ir sola. Deberíamos haber ido juntas…

— Lo sé. Es sólo que no sabía que iba a encontrarme… y no quería que te acabaras asustando o… — Melinda puso un dedo en mis labios.

— No tengo miedo de nada mientras estés conmigo. Y ahora, prométeme que en cuanto volvamos a casa iremos una noche a ver una de esas actuaciones.

— Te lo prometo… pero sólo conozco ese sitio y no sé si ahora vas  a querer ir…

— ¿Por qué? — No pude evitar reírme.

— Porque cariño. Danielle era Miss Dee… creo que trabaja allí. Aunque no lo sé con certeza.

— ¡Oh! Bueno, eso no me importaría si… Oh… Oooohh

— Te acabas de dar cuenta…

— ¿¡No jodas!? ¿¡Rachel es una sumisa!? Pero… pero si yo pensaba que… cuando dijiste eso… ¡No le pega en absoluto!

— ¿Y por qué tiene que pegar? Nadie decide sobre sus gustos, ya lo sabes…

— Sí pero… ahora cada vez que la mire… Oh Dios… No me puedo creer que al final tenga cosas en común con esa mujer…

— Quién sabe, a lo mejor con el tiempo si se le pasa la mala uva podríais llegar a ser buenas amigas.

— Tú sueñas.

— Bueno, hagas lo que hagas yo si que voy a intentar mantener el contacto con Danielle.

— ¿Y eso?

— Necesito que me aconseje en unos… menesteres. — Dije, alzando juguetonamente ambas cejas mientras intentaba darle un abrazo.

— ¡No hagas el tonto! — Se rió Melinda nerviosa. — Pero… me parece bien que te aconseje, siempre y cuando nunca se trate de ninguna clase práctica.

— Tranquila.

— Parece que la pareja ya ha acabado y… wuoa… creo que Rachel está… ¿Llorando? — Al mirar, vi que efectivamente Rachel intentaba eliminar de su cara algunas lágrimas. La sonrisa de Danielle decía muchísmimo.

— Con suerte, el dragón habrá encontrado el amor de verdad y ahora estará más abierta a decirnos algo… ¿Vamos?


— Vamos

NOTA DE LA AUTORA: Espero no equivocarme... creo que íbamos por la parte VIII, si no es así o me he confundido en algo, pliss tell me. Voy a seguir con esta historia hasta terminarla y no creo que me lleve más de dos semanas. también habrá alguna que otra reseña por ahí de algún libro.

5 comentarios:

  1. Que excitante ha estado este capitulo, me encanta Melinda están comprensiva.
    Y también me encanta que hayas vuelto, con las energías renovadas; y espero que ese cambio que le has dado a tu vida, te traiga muchas satisfacciones.

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  2. Ve gusta tus historias y quería decirle que ojalá esta ves las subas más seguido y me alegra que seas una mujer fuerte y halla salido adelante con todo los obstáculos que se te presentaron te deseo lo mejor tienes talento en tus historias no las dejes morir

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  3. Por Dios!!! Quiero una melinda, una amelia, y una logan (jacky no pq soy yo jajaaj)

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  4. Por favor, no nos dejes así, me he leído de un tirón toda la saga wild & wise. Me encanta, acabo de descubrirte y escribes tan bien, espero poder seguir leyéndote (de momento terminare de devorar el resto de relatos)

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