Oculta Entre Las Sombras Capítulo 4

CAPÍTULO 4

Salí de la biblioteca furiosa después de hablar con mi padre. ¿Cómo es posible que me esté haciendo esto? Sé que lo está haciendo para fastidiarme… en toda la conversación no quitó esa estúpida sonrisita de “En verdad esto te encanta” pues no papá… ¡esto no me gusta nada!

Comencé a subir las escaleras cuando escuché una voz suave que salía de mi estudio de baile. Suspiré con fuerza y me dirigí hasta allí para largar al estúpido que hubiera osado entrar en mi sala sin permiso… pero antes de llegar a la puerta escuché como comenzaba una melodía dulce y triste…

Abrí con mucho cuidado la puerta y asomé la cabeza. Al principio no vi a nadie ya que la sala estaba completamente a oscuras…seguí el sonido de la música y me quedé de piedra al contemplar la oscura silueta sentada en el piano. La luz de la luna que entraba por la ventana hacía brillar en tonos azulados su cabello largo y negro. Con cuidado y sin hacer ruido, entré en la sala y me escondí en la esquina más alejada, donde se encontraban mis altavoces para las clases de ballet. Me escondí entre las sombras y comencé a observarla embelesada mientras tocaba la pieza en Adagio de moonlight de Beethoven. Se encontraba exactamente igual que el día en que la vi por primera vez, tres años atrás…

(Hace 3 años)

Salí de la clase de química antes de que terminara la hora porque ya estaba harta de la señora Blumer. Iba al baño a retocar de nuevo mi maquillaje para estar tan divina como siempre cuando escuché el sonido de un piano en un aula cercana. Investigué por las aulas hasta que llegué al aula de música.

Dentro, había una chica de mi edad que no había visto antes. Tenía el cabello de un rubio tan claro que parecía hecho de oro blanco y una piel tan clara que parecía querer competir con su cabello. La chica permanecía con los ojos cerrados mientras tocaba una la “Comptine d’un autre été, l’après-midi” de Yann Tiersen sin un solo fallo. Tenía una expresión dulce y calmada y de vez en cuando sus labios se torcían en una pequeña sonrisa en alguna parte de la melodía. Sin darme cuenta, estaba avanzando hacia ella, queriendo que abriera los ojos y me mirara. Pero a pocos pasos, una tabla a mis pies crujió y me escondí rápidamente en una gran cortina que había cerca del escenario de actuación del aula de música.

La chica rápidamente abrió los ojos y se giró, buscando la causa del ruido. Desde mi escondite, pude ver con claridad sus largas pestañas oscuras y sus extraños ojos azules. No eran oscuros, pero tampoco eran celestes…el iris delineaba perfectamente el color azul como si un dibujante hubiera querido destacar sus claros ojos con un lápiz negro, y se iba aclarando hacia el interior haciendo que parecieran tan blancos como su piel… contuve la respiración por el miedo a que me encontrara allí, espiándola… pero la chica recogió su bolsa y salió rápidamente de la sala, dejándome sola con mis pensamientos.

Había conocido a un ángel… ¡eso es! No podía ser otra cosa que eso… era la cosa más hermosa que había visto en toda mi vida. Salí de la clase, buscándola por todas partes, pero no volví a dar con ella, hasta la semana siguiente, cuando ya había comenzado a pensar que era producto de mi imaginación…

El profesor entró con ella en clase y la presentó él mismo debido a la excesiva timidez de la joven… se llamaba Alexia… desde ese día no pude apartar mi mirada de ella…la veía cerrar los ojos plácidamente y mover los pies mientras escuchaba música… veía como sus rostro cambiaba de expresión mientras leía libros hasta altas horas de la tarde en la biblioteca…pero nunca, nunca, volví a ver sus ojos. Siempre caminaba cabizbaja, metida en su mundo… y sólo miraba directamente a esas personas que le hablaban directamente. Vi como muchos chicos se acercaban a ella con intenciones más que amigables y como ella los rechazaba con cortesía y dulzura… al poco tiempo los pretendientes dejaron de intentarlo, haciendo que mi humor se relajara considerablemente…aun así…seguía sin tener lo que quería…su atención.

Toda mi vida he sido el centro de atención. Ya sea por mi dinero, mi influencia o mi belleza. Yo sabía muy bien los atributos que poseía y los usaba a mi antojo con todo el mundo… y funcionaba con todo el mundo… menos con ella. Ella no se giraba a mirarme cuando entraba a una habitación. Ella no me alababa cuando hacía una coreografía perfecta en clase de gimnasia. Ella no me miraba en absoluto.

Ya habían pasado ocho meses desde que entró en la Academia y aún no había hablado con ella. Me encontraba frustrada y triste cuando el día llegó. Estaba tan de mal humor que cuando alguien chocó contra mí en el comedor comencé a echar pestes del desgraciado que hubiera osado tocarme estando enfadada.

- ¿¡Pero quien coño te has creído que eres para ni si quiera tocarme!? – Grité, antes de girarme con odio contenido. Pero mi odio se convirtió en horror al ver que era ella la que se encontraba tirada en el suelo del comedor, con su comida completamente tirada encima de ella. - ¡Tú…! – Dije, asombrada y asustada.

- ¡Lo lamento muchísimo de veras, no te había visto! – Dijo, mirándome con sus maravillosos ojos azules por primera vez. Sentí como mi pecho se inflaba y comenzaba a sentir rápidas pulsaciones. Me marché rápidamente de allí, sin mirar atrás…sin ni siquiera disculparme con ella… todos los demás lo tomaron como algo normal, ya que desde que ella entró a la Academia había escogido a algún desgraciado para ensañarme con él de la frustración… ahora por fin había conseguido lo que quería… ¡me había mirado! ¡A mí! después de tanto tiempo esperando…

Esa noche llegué eufórica a casa. Y mi felicidad duró hasta el día siguiente, cuando me di cuenta de mi error. Ahora ella no sólo no me miraba, sino que también me evitaba. Fui al baño rápidamente sin importarme nada la clase que ya había comenzado y me eché a llorar de impotencia. ¿Por qué? ¿Por qué no puedes mirarme como todos los demás? Es lo único que quiero. ¡Que me mires como yo te miro a ti cada día! No podía concebir no volver a sentirme como lo hice ayer cuando me miraste… ¡no puedo!

Me lavé mi cara y traté de calmarme antes de salir del baño. Sabía lo que tenía que hacer… sabía lo que había que hacer para que me miraras…

Salí del baño y te esperé fuera de clase… cuando todos los demás salieron…saliste la última, como siempre, con tus cascos puestos y mirando hacia el suelo. Entonces golpee los libros que llevabas en los brazos y los tiré al suelo, haciendo que levantarás tu rostro y me miraras con temor…

Sonreí de placer al volver a sentir mi corazón inflarse en mi pecho…

Volví a la realidad al sentir el silencio de la sala. Alex había acabado de tocar y ahora miraba hacia el exterior con una expresión de dolor en su rostro. Vi los surcos de las lágrimas en su cara antes de que se las secara con las muñecas. Me oculté aún más entre las sombras al ver como se levantaba en silencio y caminaba hacia la puerta.

Había cambiado tanto desde la primera vez que la vi. El cuerpo andrógino que tenía con quince años no se parecía en nada a las curvas de mujer que ahora surcaban su cuerpo, firme y alto. Sentí una punzada de deseo recorrer mis espina dorsal al imaginar su cuerpo contra el mío…

Cuando Alex cerró la puerta de la sala de música salí de mi escondite y me dirigí hacia el piano en el que hasta hace poco ella estaba sentada… sentí el calor que había dejado su cuerpo en el banco de tela y posé mi mano sobre él… absorbiendo el calor… Dios, ¿Qué voy a hacer?...

(Sonata a piano presente)                        (Recuerdo)



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