13/03/15 (19:41h)
Jackie
y yo llegamos Watertown apenas quince minutos después de salir de la estación
de policía. Durante todo el trayecto estuve por gritarle a Jackie que por muy
rápido que fuera el cadáver no se iba a mover del sitio, pero me trague mi
aviso sobre el exceso de velocidad y me agarré con fuerza al reposa brazos
rezando a lo que fuera que hubiera ahí arriba para que no nos matáramos.
Bajamos
del coche y cruzamos la cinta policial mostrando sencillamente la placa, ya que
muchos de los agentes eran los mismos de esta mañana. Nadie parecía tener un
horario laboral normal en Boston estos días. El cuerpo se encontraba cerca del
puente de Galen Street, por lo que los alrededores ya estaban llenos de
curiosos y periodistas. Al teniente no le iba a gustar nada ese tipo de
publicidad.
Esta
vez, el perito forense era un hombre joven, de no más de 30 años. Nos saludó y
nos dirigió hacia el cuerpo. Nada más llegar, saqué de mi bolso un pañuelo para
poder taparme la boca. El hedor del cuerpo era mucho más intenso que el de esta
mañana.
-
Hace una hora un hombre que paseaba a su perro olió algo raro cerca del paseo
Greenway. Tuvimos suerte de que el perro no destrozara demasiado las pruebas,
ya que el hombre salió corriendo a pedir ayuda dejando al perro suelto. –
Jackie y yo nos pusimos mascarillas para poder acercarnos más al cuerpo, aunque
mantuve el pañuelo en mi mano después de rociarle algo de perfume que llevaba
en el bolso. Me arrepentí de la decisión cuando los olores se mezclaron
provocándome arcadas.
-
Puedes esperar atrás, Amelia. – Dijo Jackie suavemente.
-
No, yo de verdad…
-
Espera atrás, por favor. Sólo será un momento. – Permanecí apartada, pero no me
marché. Observé como Jackie se agachaba sobre el cuerpo tapándose la nariz con
su manga, mientras asentía a las observaciones del forense. Dos minutos más
tarde, Jackie volvió sola quitándose la mascarilla por el camino. – Vamos, te
invito a una copa. – Yo me quedé extrañada mientras la seguía. Hasta que no
llegamos al coche y entramos no me quité mi mascarilla.
- ¿Cómo
que una copa? – Pregunté, mientras ella arrancaba el coche.
-
Necesito una copa después de esto… y preferiría no beber sola. – Dijo sin más.
Veinte
minutos más tarde, estábamos adentrándonos en el centro de Boston,
dirigiéndonos a Boylston Street. Sabía a donde nos dirigíamos, pero no pensaba
decírselo a Jackie… aún.
Entramos
en Machine estando el local casi
repleto y eso que aún no eran ni las nueve de la noche. Era la noche latina y
en la planta de arriba se escuchaban las risas y los pasos de la gente bailando
salsa, mientras que en la planta baja la gente disfrutaba tranquilamente de sus
copas con la música de fondo.
Jackie
consiguió dos taburetes en la barra y pidió dos cervezas. Estaba por molestarme
por pedir sin preguntar cuando el camarero trajo dos Samuel Adams ya abiertas.
Jackie pago y se bebió la suya casi del tirón.
-
¿Me vas a decir ya qué pasa? – Pregunte, bebiendo de mi cerveza…no me gustan rubias…
-
El chico tenía la cara completamente destrozada. – Dijo sin más. – Lleva muerto
más de un mes al menos, llevaba las manos atadas a la espalda como el otro y a
pesar de llevar poca ropa también parecía ser un chico de alterne. – Dijo,
terminando su cerveza. – Apuesto lo que quieras a que la bala que le destrozó
la cara era también de calibre 44. – Llamó al camarero para pedir otra cerveza,
y al ver que no venía, le pasé la mía automáticamente. La cogió sin reparos y
bebió otro largo trago. – Le dispararon a bocajarro por detrás… este ni
siquiera tuvo una oportunidad.
-
¿Tampoco llevaba identificación? – Pregunté, esperando a que acabara la
cerveza. Después vuelvo en metro a casa…
-
Nada… mañana tendremos que ir a Alley por la noche para intentar interrogar a
los chicos que trabajan las calles por allí…
-
¿Por qué no me dejaste acercarme al cuerpo? No es el primero que veo… - Dije
molesta. Jackie me miró con una expresión inescrutable.
-
Ante todo, no creo que sea conveniente que tu primer día disfrutes de un plato
doble de muerte. Bastante tienes ya con haberte metido en un caso así nada más
llegar a homicidios… - Dijo, dejando la botella vacía en la barra. – Además,
habrías vomitado encima de las pruebas…
-
¡Eso no es cierto! – Grité indignada.
-
¿A no? ¿Entonces me puedes decir porque ya tenías arcadas a más de 20 metros
del cuerpo? Fuiste tan descuidada de mezclar tu perfume con el olor de un
hombre muerto… es lo peor que podrías hacer…
-
Pero yo…
-
No lo sabías… ya lo sé. – Dijo Jackie, tranquila. Jackie hizo el amago de sacar
un paquete de cigarrillos, cuando se dio cuenta de que estábamos en un local
cerrado y se los volvió a guardar, suspirando ruidosamente.
-
Si quieres salimos para que puedas fumar… - Dije, señalando a la puerta.
Además, había empezado a llegar más gente de la cuenta y ya me costaba oírla
hablar. Jackie me miró por un momento hasta que finalmente asintió.
Nada
más salir, sacó de nuevo el paquete de cigarrillos, tendiéndomelo primero a mí.
Los rechacé con educación y esperé a que acabara de encenderlo para hablarle.
-
No te hacía de las que fumara… - Dije cruzando los brazos alrededor de mi
estómago…estaba empezando a refrescar. Jackie se quitó la chaqueta de cuero y
me la puso sobre los hombros. – No es necesario…
-
Aguanto bien el frío. - Dijo sin más,
dándole una profunda calada al cigarrillo. Yo me abracé a su chaqueta… olía
bien… - Y antes no fumaba…pero todo el mundo fuma en la guerra. – Dijo con la
mirada ausente.
-
¿Fuiste muy joven a Afganistán, verdad? – Ya sabía la respuesta, pero sería
descortés además de incómodo desvelar que me había leído de cabo a rabo su
expediente.
-
Como si no lo supieras ya… - Dijo con una sonrisa. Yo correspondí a su sonrisa
a mi pesar.
-
Estuviste en el peor momento… ¿Viviste el octubre negro? – El rostro de Jackie
se ensombreció de pronto y me fustigué internamente por ser tan insensible. –
Lo sien…
-
Estaba en Kabul el 28 de octubre… - Dijo Jackie… por mi mente pasaron imágenes
horribles de ese día… - En ese momento ya estábamos bastante tocados después de
que mataran a ocho de los nuestro en un ataque talibán el 4 de octubre… y
después del ataque suicida en la embajada de Kabul creímos que ya se había
acabado…pero nos equivocamos… - Aplastó con fuerza el cigarrillo con su pie
izquierdo. – Creo que ese fue el día más horrible de mi vida… - Dijo, bajando
la voz apenas a un susurro… - Desde ese día no le temo a la muerte…
-
¿No tienes miedo a morir? – Pregunté, preocupada. Sabía de muchos soldados que
volvían a casa y acababan suicidándose debido a las constantes pesadillas de la
guerra
-
No… lo que no me da miedo es la muerte en sí… he visto morir a tanta gente que
ya sencillamente es algo más… - Era triste ver como alguien tan joven tenía esa
visión de la vida.
-
Entonces… ¿Por qué dejaste el ejército? – ¡Amelia!
No seas cotilla, por Dios… Jackie comenzó a reírse a pleno pulmón.
-
¿Por qué crees tú que lo deje? – Me preguntó, mirándome directamente con sus
profundos ojos azules.
-
E-Eh… pu-pues yo… - Mierda, había empezado a tartamudear…se va a dar cuenta…
-
¡Ja, ja, ja! Venga agente Wise…seguro que has oído toda clase de rumores
sórdidos sobre mí… - Dijo Jackie, de manera socarrona alzando sus cejas.
-
Pues… la verdad es que… no…
-
Mientes fatal, Amelia. – Dijo Jackie riendo. – Pues… como ya sabes, deje el
ejército por una mujer. – Dijo sencillamente.
-
Y es cierto que esa mujer… ¿Era tu superior? – Jackie me miró con una sonrisa y
una ceja alzada. Mierda, acababa de cavar mi propia tumba…
-
Que poco sutil eres Amelia… recuérdame que nunca te deje hacer a ti los
interrogatorios… y sí… era mi superior. – Dijo suspirando.
-
¿Y… qué pasó? ¿No te correspondió? – Puede que la mujer no fuera…
-
No…ese no era el problema… - Suspiró. – El problema era que quería ascender a Suboficial
antes de que acabara el año…y teniendo una amante femenina no lo iba a
conseguir… - Dijo con una media sonrisa. – Se casó con un General de División
casi quince años mayor que ella. - Dijo con una mueca de asco y tristeza. –
Creo que la obligó a abandonar el ejército después de casarse y ahora debe
estar en algún lugar perdido del medio oeste en una gran casa blanca y un par
de soldaditos para el General… - Dijo riendo. Pero yo podía ver la tristeza que
había tras esa falsa sonrisa.
-
La querías… ¿Verdad? – Le pregunté, tocándole ligeramente el codo. Ella miró el
gesto extrañada y luego me miró a mí.
-
Sí. – Dijo con la voz mucho más grave que antes. Se separó de mí lo suficiente
para evitar el contacto. - ¿Quieres que te acerque a tu casa? Se está haciendo
tarde y mañana tenemos mucho que hacer…
-
Claro… – Parece que olvidé por completo de que Jackie conducía como una loca y
acababa de beberse dos cervezas… pero sentía que lo correcto era dejar que me
llevara a casa. - …compañera.
Jackie
sonrió de nuevo de camino al coche. A lo mejor no era tan malo trabajar juntas
después de todo…
14/03/15 (21:45h)
-
¡Es imposible trabajar contigo! – Me gritó Amelia. Saliendo disparada del
segundo local en el que entrábamos. Yo la seguí lo más rápido que pude entre la
marabunta de hombres en la puerta del local. - ¿Cómo se te ocurre enseñar unas fotos así a un hombre que claramente está
más que ebrio? – Amelia se quitó el ahora inservible jersey azul. - ¡Era de
Cashmere!
Vale,
admito que mi método de sonsacar información no era muy sutil, pero para nada
me esperaba que el hombre bañara a Amelia de vómito nada más ver las fotos.
-
¿Y cómo iba a saber que ese mastodonte peludo tenía el estómago de una nena? –
Le dije mientras la seguía a una cafetería cercana.
-
Dios, ¡Qué asco! Huele a cerveza y a…. – Decía llevando el jersey cogido sólo
con dos dedos lo más alejado posible de su cuerpo. – Gambas… Iugg – Arrugó la
nariz y pude ver como todo su cuerpo temblaba en un escalofrío. No pude evitar
reírme ante la estampa de la que fue una perfectamente arreglada Amelia, que
ahora entraba en una cafetería pareciendo una universitaria que debía haberse
pasado con las copas. - ¡No te rías!
La
camarera nos miró extrañada y vi su intención de pedirnos que nos fuéramos. Lo que
era lógico ya que estábamos manchando su lustroso suelo blanco de gotas de
vómito fresco. Mostré mi placa y ella sonrió a regañadientes. Bueno… alguna ventaja tiene que tener ser
policía…
Al
entrar en el baño, vi a Amelia hundir el jersey bajo un fuerte chorro de agua
en el lavabo. Frotaba y maldecía una y otra vez… a Dios, al hombre de la
discoteca… y por supuesto, a mí.
- ¡Esto
no va a salir! ¡Tendré que gastarme una fortuna en la tintorería! – Me apoyé en
el lavabo contiguo, disfrutando como una niña pequeña de la furiosa y agitada
Amelia. - ¡Y te he dicho que no te rías! – Levanté ambas manos en señal de
rendición. – Pienso hacer que me pagues la tintorería…
-
¿Por qué? ¡Yo no tengo la culpa de la falta de control oral de un hombre de más
de cuarenta años! – Dije molesta. – Es más, la que podría haberse bañado esta
noche podría haber sido yo… él sencillamente se giró hacia un color más
llamativo. – Dije con una sonrisa. Un fuerte color rojo subió por las mejillas
de Amelia, que ahora temblaba de ira.
-
¡El color de mi ropa no ha tenido nada que ver! – Gritó Amelia. De uno de los cubículos
salió una rubia alta y muy atractiva. Me aparté del lavabo para dejarle paso
cuando esta habló.
-
Ten cuidado con el jersey, querida… si usas agua caliente la mancha se adhiere con
más facilidad. – Dijo, con una voz mucho más grave que la de una mujer – Procura
dejarlo en agua fría durante toda la noche y si no funciona, échale un chorrito
de vinagre blanco y a la lavadora. - ¡Mierda es un tío!
-
Gracias, lo tendré en cuenta. – Dijo Amelia con una sonrisa. La rubia le sonrió
de vuelta y se dirigió a la puerta del baño para salir cuando caí en que podría
servirnos de ayuda.
-
Oye, ¿Vienes mucho por esta zona? – Le pregunté rápidamente. La rubia se giró y
me miró con un puchero.
-
Lo siento querida, eres muy mona, pero no eres mi tipo…
- ¡No!
– Por Dios, eso no. – No me refería a
eso. Soy la detective Wild y esta – Dije señalando a Amelia. – Es la detective
Wise…
-
¿Wild y Wise? ¿Acaso tenéis una serie en la WWLP? – Dijo soltando una gutural
carcajada. No me hacía falta mirar a Amelia para sentir como su opinión sobre
la alta rubia había cambiado por completo.
-
No, no tenemos ninguna serie. – Dije seriamente. – Estamos investigando el
asesinato de dos jóvenes que han sido vistos trabajando las calles de por aquí.
Pueden ser menores y no tenían identificación. ¿Le importaría echar un vistazo
a unas fotos antes de marcharse?
-
Claro que no, agente. – le mostré dos de las fotos más agradables de los chicos.
Con la primera, del chico que llevaba más de un mes muerto, sólo conseguí
sacarle un tono desagradable en el color de su cara, pero con la foto del
primer cuerpo que encontramos, sus ojos se abrieron como platos. - ¡Toby! ¡Ay
Dios, no es posible! ¡Le vi hace sólo unos días!
-
¿Le conoce? – Le pregunté impaciente. Al menos ya teníamos algo…
-
Bueno… no realmente, era camarero en The
Rose hasta hace poco menos de un mes… escuché que le echaron por robar
dinero de la caja. – Apunté la información rápidamente en una libreta. – Pero él
no trabajaba las calles… que yo sepa…
- ¿Cuándo
dice que fue la última vez que lo vio?
-
Pues… serían las 19:30 del martes, más o menos. Lo vi salir de The Rose bastante alterado y le pregunté
si se encontraba bien, pero él apenas me miró…
-
¿De qué conoce el lugar?
-
Actúo allí el primer y tercer jueves de cada mes junto con otras compañeras. Somos
bastante populares…
-
Está bien ¿señorita…?
-
Oh, Lucinda. – Dijo con una gran sonrisa.
- ¿Su
nombre real, Lucinda? – Pregunté, intentando no alterarme mucho.
-
Humm… John Arnold Olsen. – Dijo Lucinda, molesta. Apunté su nombre y su número
de teléfono.
-
Muy bien Lucinda, nos pondremos en contacto con usted si es necesario, y si
recuerda algo más no dude en llamarnos a este número. – Le entregué la tarjeta
con mi prefijo de la comisaria. - ¿De acuerdo?
-
De acuerdo agente. Un placer conocerlas y espero de todo corazón que pillen a
quién le hizo esto a Toby… era un buen chico. – Y salió del baño.
Me
acerqué a Amelia, que se había quedado quieta escuchando mi interrogatorio y
ahora estaba escurriendo su jersey con fuerza.
-
Si lo que dice es cierto el patrón se cortaría. – Dijo Amelia. – Si uno de los
dos no es un chico de la calle no tendremos realmente nada más que el método de
atar sus manos y la suposición de que la bala era del mismo calibre. – Cierto,
el segundo chico tenía la cabeza tan destrozada que había varios posibles
calibres de bala que hubiera echo tal destroce, debido a la cercanía del
disparo.
-
Tendremos que hacer una visita a The Rose
para averiguar más sobre el muchacho e interrogar a su jefe. ¿Lista? – Le pregunté,
viendo como doblaba como podía el jersey modado.
-
Lista.
14/03/15 (22:57h)
Salimos
de The Rose con más notas que no nos
llevaban a ninguna parte. Lo único que habíamos conseguido de provecho era algo
más de información sobre el muchacho. Se llamaba Toby García y tan sólo tenía
19 años. Trabaja ilegalmente de camarero en The
Rose tres días a la semana, de los cuales dos de ellos siempre robaba entre
10 y 15 dólares de la caja. Su jefe, Tom Brown, había colocado cámaras sin decírselo
a sus empleados debido al descuadre de la caja los últimos meses. Echó a Toby y
el martes cuando el muchacho volvió rogando por una nueva oportunidad, Tom le
amenazó con enseñarle las grabaciones a la policía.
-
Bueno, al menos ahora sabemos algo más. – Dije en un suspiro.
-
Sí, podríamos pasarnos el lunes por la dirección que nos ha facilitado el señor
Brown y ver si sus vecinos saben algo. No creo que sea necesario una orden para
revisar su apartamento, aunque nunca se sabe si el casero va a facilitarnos o
no el registro… por la zona no me extrañaría que ya haya vaciado el apartamento
y vendido todas sus cosas… - Dijo Jackie.
El
sonido de unas risas me hizo fijarme en una de las esquinas de la calle, donde
un par de chicos jóvenes reían y charlaban alegremente. Un hombre mayor,
cercano a los cincuenta años, se acercó a los apuestos jóvenes y habló con
ellos durante un rato, antes de irse con el más moreno de los dos a un callejón
cercano.
-
Podría ser así… - Dije para mí misma.
-
Es lo más probable - dijo Jackie a mi lado, encendiéndose un cigarrillo.
- ¿No
sería mejor que habláramos con ellos por si saben algo? – Pregunté, encaminándome
hacia donde estaban los chicos. Jackie me agarró del brazo evitando que
avanzara más. - ¿Qué?
-
Así no vamos a conseguir que nos digan nada. Somos mujeres… además de policías…
nos van a notar a leguas y van a intentar escabullirse entre las sombras.
-
¿Y qué propones? – Dije viéndola dibujar pequeños circulitos con el humo del
cigarrillo.
-
Hoy nada. Lo mejor será que nos centremos en lo que tenemos por ahora y
volvamos más adelante mejor preparadas para interrogar a los chicos de por
aquí.
-
¿A qué te refieres? – Jackie volvió a mirarme de arriba abajo.
-
Primero, deberías intentar vestir de otra manera… cualquiera de ellos que te
vea pensará que eres una bautista republicana que viene a acabar con la
degeneración de Sodoma… - Abrí la boca para rechistar pero Jackie habló antes
de que lo hiciera. – Además, contigo no puedo hacer nada, tienes demasiado
pecho…
-
¿Cómo qué demasiado pecho? – Grité enfadada, tapándome instintivamente.
-
No lo digo como algo malo. – Dijo Jackie tirando el cigarrillo. – La única forma
de acercarse a ellos y conseguir algo de información es siendo un cliente… y
dado que por mucho que te tapes se sigue notando que tienes atributos femeninos,
lo mejor será que sea yo quien los interrogue.
-
¿Y cómo lo piensas hacer? Tú tampoco eres una tabla… - Jackie me miró
divertida.
Me gusto el capitulo... ya se van conociendo mejor y pues pregunta... el proximo sera el otro domingo?... esta bastante lejos jajaja
ResponderEliminarme encanta, misterio, humor que se piquen mutuamente esto terminara en ...
ResponderEliminarestoy deseando el siguiente capitulo
M.S(galicia)