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lunes, 18 de abril de 2016

Por Las Mentiras De Él, La Encontré A Ella - capítulo 18

CAPÍTULO 18



Nota de la Autora: Lo siento, acabo de llegar a casa. Culpa Mía :$

- ¡¿Que qué?! – Lancé mi vaso contra el inútil de Yura. Que nuevo me traía malas noticias. – ¿No fuisteis capaces de traerme a Johnson y ahora me dices que han liquidado a su novia?


- S-sí… eso parece… Pero uno de nuestros chicos, uno de los técnicos, dice que había algo raro en los restos. – Dijo nerviosamente. – Al parecer, el cuerpo era demasiado corto y le faltaban muchos dientes…Puede que sólo haya sido una distracción de los mexicanos o de…

- El Gato… - Terminé, furioso. – ¡Putos latinos de mierda! Pienso acabar con esa escoria en cuanto encuentre a esa rata de Johnson…

- Eso es lo bueno señor. Hemos recibido un soplo de aduanas… Johnson estaba a punto de salir de la ciudad, pero le denegaron la salida porque llevaba demasiado dinero en efectivo… No ha parado de moverse, pero tengo a un par de chicos siguiéndole. Parece que intenta salir de la ciudad por carretera en un coche alquilado…

- ¿Y por qué coño no empiezas por ahí? Ve por ese pedazo de mierda y cerciórate de traérmelo con vida… quiero… hablar con él en privado antes de enseñarle mi último juego de cuchillas… - Yura rió nerviosamente.

- Sí señor…

- Y no me falles… si vuelves a perderlo dejaré que te devoren las ratas mientras te saco los ojos. ¿Entendido? – La cara sudorosa de Yura palideció al instante antes de que el hombre saliera rápidamente de la habitación.

Girándome hacia la ventana, contemplé con deleite las calles de San Francisco desde el enorme ventanal de mi edificio.

- Pronto… Muy pronto será mía pequeña. Y después me encargaré de este país de estúpidos y gordos capitalistas caiga a mis pies…

***

- ¡Lo hemos encontrado! -  Gritó uno de los hombres de Félix nada más entrar en la habitación. – Intentó coger un avión hace un par de horas pero aduanas no le dejó pasar. Intentaba largarse a Cabo Verde con demasiado dinero y decidió cambiar de planes al parecer… - El hombre llegó al centro de la habitación y dejó un par de móviles en la mesa. – Santi me llamó en cuanto lo vio y dejó su puesto en equipajes para seguirle, pero hay un problema…

- A ver si lo adivino – Dijo Félix. -  No somos los únicos que han visto al idiota intentando salir del país…

- No. Los rusos y los chinos también le están siguiendo aunque por ahora no han visto a Santi. Supongo que están esperando a que pare a descansar en algún momento. Ha alquilado un coche en efectivo para dos semanas en North Beach hace veinte minutos.

- Entonces no hay tiempo que perder. – Dije, levantándome de la silla en la que había estado sentada demasiado tiempo.

- ¡¿Qué?! – Gritó Laura, a mi lado, agarrándome del brazo. – No pesarás ir, ¿Verdad?

- William no huirá de mí, Laura. Debo encontrarle antes de que lo hagan los otros… - Bajando la voz, me acerqué a su oído. – No puedo dejar que los hombres de Félix lo maten, Laura… No puedo. William debe ir a la cárcel.

- Sí… pero no a costa de que arriesgues tu vida. – Laura susurró, aferrándose a mi chaqueta. – Por favor Max… No podría soportarlo otra vez… no podría… Y Kyle… - Laura comenzó a temblar, así que la agarré con cuidado de la muñeca y la saqué de la habitación, para poder tener mayor privacidad. Una vez estuvimos en mi habitación, abracé a Laura con fuerza.

- Debo ir Laura. Sabes que es la única manera de conseguir que William salga vivo de esta…

- ¡Pues que se muera! – Asombrada, me aparté un poco de Laura, viendo unos furiosos y brillantes ojos verdes. - ¡Él es el culpable de todo esto, Max! ¡No tú! No tú… Yo… no quiero perderte, no puedo…

- ¡No me perderás Laura! – dije, acariciando su mejilla. – Te lo prometo… - Los ojos de Laura se suavizaron, al mismo tiempo que un par de lágrimas caían por sus mejillas. Limpiándoselas, la besé en la frente con veneración. – Se lo debo Laura, al menos le debo intentarlo…

- ¿Por qué? – Preguntó, furiosa, apartándose de mí bruscamente. - ¿Por qué fuisteis amantes? ¿Por qué le amabas?

- No… Se lo debo porque sin sus mentiras… Sin él… Nunca te habría conocido. Nunca te habría encontrado. – La atraje de nuevo a mis brazos. – Y sin ti la vida ya no me merece la pena…

- Eso no es cierto… Yo fui quién llamó en Halloween. Nos habríamos conocido igualmente. – Yo negué con la cabeza.

- Oh… así que, si yo no me hubiera dado cuenta de que eras la mujer de William, y hubiera ido a decirte lo que sabía… ¿Tú habrías venido a buscarme por lo sexy e irresistible que soy de todas formas? Es bueno saberlo… - Laura me golpeó el hombro juguetonamente.

- No seas boba… - las mejillas de Laura estaban cubiertas de un leve rubor. – Aunque, si soy sincera, siempre me has parecido muy guapa…

- Menos mal… - Laura volvió a intentar empujarme ligeramente pero esta vez aproveche su inclinación y atrapé sus labios. El movimiento la atrapó desprevenida y tardó unos segundos en responder, pero cuando lo hizo, fui yo la que no supo qué hacer con su insistencia.

- Max…hace tanto tiempo… - Mi cuerpo tembló ante sus palabras. Sí, hacía demasiado tiempo que había tenido el cuerpo de Laura contra el mío… ¿Y Sólo fue una vez? Dios… Mi cuerpo lo siente como una eternidad, pero está tan grabado a fuego en mi cabeza…

La lengua de Laura nubló mi mente al entrar sin pudor alguno en mi boca. Sentía sus manos aferradas con fuerza a mi espalda, apretándome con fuerza contra ella. Notaba como una corriente caliente atravesaba mi cuerpo hasta llegar a mi entrepierna… Dios… Ahora no es el mejor momento…

- Hmmm… - Gimió Laura, abriendo un poco las piernas pegándose más a mí.

- Oh, joder. – Alzando un poco a Laura, la llevé hasta la cama y me coloqué sobre ella abriendo aún más sus piernas. Mientras nuestros labios se negaban a dejarse, mis manos lucharon con el botón de sus vaqueros, soltando una exhalación victoriosa al conseguir abrirlos y bajarlos lo suficiente para que mi mano pudiera ir cómodamente a su interior. Cuando mis dedos entraron sin problemas en la cálida humedad de Laura ambas gemimos con asombro. – Laura…

- ¡Sí! ¡No pares! – Dijo entre jadeos, alzando sus caderas apretándose aún más contra mi mano. Cuando comencé a mover mi mano Laura solo un quejido casi hedonista. - ¡Ahh! – mis ojos abrieron con deleite cuando noté que el interior de Laura se cierra con fuerza. - ¡Oh Dios! – Las uñas de Laura se clavaron con fuerza en mi espalda, haciéndome gruñir mientras su cuerpo se contorsionaba. Nuestras respiraciones agitadas se fueron calmando poco a poco. – Quiero… - Jadeó. – Quiero tocarte. – Al oírla mi entrepierna se endureció como el infierno… Pero no había tiempo, sabía que no había tiempo. Los hombres de Félix se irían sin mí.

- Lo sé… y quiero que me toques. No sabes cuánto… - Poco a poco, me fui apartando de ella. – Pero tengo que irme…

- No… - Débilmente, Laura se irguió y me agarro de la muñeca.

- Tranquila… ahora seguro que vuelvo. Tenemos que acabar lo que empezamos… - Para mi sorpresa, la mirada de Laura se endureció.

- Más te vale agente Kowalski, más te vale… - Y Laura me soltó, no antes de darme un beso feroz.

***

Vi a Max bajar las escaleras con la ropa y el pelo revueltos y un intenso rubor en las mejillas. Algunos de mis hombres compartieron miradas de complicidad y algunas risas que pararon en cuanto Max llegó hasta nosotros.

- Bueno, ¿Te unes o no? – Pregunté, divertido. – Parece que tienes algunas cosas interesantes que hacer por aquí… - Max se ruborizó aún más mientras se recolocaba un poco la ropa.

- Por supuesto.

- ¿Por supuesto a…?

- Me uno. – Gruñó Max, haciendo que los demás se rieran. – Pero quiero un arma. Y no pienso ir en esos mamotrecos vuestros. Voy en mi moto. – Negué inmediatamente.

- Estás loca si piensas ir en una moto. Nuestros todoterrenos están blindados. en una moto te pueden derribar fácilmente, por no hablar de que eres vulnerable a los disparos. – Max bufó.

- Que lo intenten si quieren… ¿Se sabe algo más de William? – Preguntó, mientras cogía un par de 45 de Rico y uno de los móviles.

- Sí, al parecer el muy idiota se ha parado en Berkeley. En una residencia femenina. – Al instante, Max se paró por completo y se giró, mirándome con ojos furiosos.

- ¡¿Qué?! ¿Ese idiota se ha parado para ver a Lindsay? – Gritó furiosa.

- ¿Quién?

- Es una de las mujeres a las que ha estado viendo los últimos meses… ¡Por no hablar de que es una cría que aún ha cumplido los veinte años! ¡Te juro que si ese cretino ha puesto en peligro la seguridad de esa chica solo para echar una cana al aire pienso estrangularlo con mis propias manos! – Max enfatizó sus palabras estrangulando un cuello invisible. Divertido, miré a mis chicos.

- No sé si a William le gustaría que lo pilláramos nosotros antes que Misha… Parece que Maxi es algo a tener en cuenta… - Max eligió ese preciso momento para cargar su arma.

- Pronto lo averiguaremos…

***

- Vamos nena, lo pasaremos bien. – Insistí, impaciente. – Tú y yo solos en coche por el país… Sólo serán un par de semanas…

- Sabes que no puedo Will, tengo clases… - Susurró Lindsay, aún sin dejarme entrar en su habitación. – Además, deberías irte. Se supone que no debemos tener visitas más allá de las siete en los dormitorios…

- Si quieres podemos ir a un hotel para estar más tranquilos… - Acaricie el brazo de Lindsay como siempre, esperando que se ablandara, sin embargo, dio un paso atrás, a la habitación.

- No… No quiero volver a… Eso fue un error… - Tartamudeó Lindsay.

- ¿Cómo que un error? Sabes que te quiero y… - De repente, la puerta se abrió por completo y una chica alta y morena, con un par de piercings en las cejas me miró con furia.

- ¡Será mejor que te largues si no quieres que te parta la cara pervertido! – Gritó.

- ¡Sylvia!

- ¿Pero cómo te atreves? ¡Yo soy su novio! – La chica morena se colocó delante de Lindsay de manera protectora.

- ¡Y una mierda! ¡Sólo eres un puto mentiroso! Te vi follarte a una rubia pechugona cuando fui a tu edificio a repartir el correo hace unos días. Una chica como Lindsay no se merece a un puerco como tú…

- ¿Qué? ¿Lo dices en serio, Sylvia? – Preguntó Lindsay, con los ojos llorosos.

- ¿No irás a creer lo que dice esta bollera de mierda, no? Seguro que sólo está celosa de lo nuestro… - Intenté defenderme, aunque sabía que la morena decía la verdad… Eso me pasa por tirarme a Sarah en la oficina… Sin embargo, las lágrimas de Lindsay desaparecieron y dieron paso a una mirada llena de odio.

- ¡Pues esta bollera es mi mejor amiga así que no vuelvas a llamarme! – Gritó Lindsay, dando media vuelta, entrando en su habitación.

- Pero Lind… - Antes de poder terminar de llamar a Lindsay, el puño de la tal Sylvia impactó con fuerza en mi mandíbula, haciéndome tambalear hacia atrás.

- ¡Serás puta! – Gemí, agarrándome la mandíbula. – Pienso demandarte por esto, marimacho… ¡Ahh! – Un intenso dolor en mi entrepierna me nubló la vista por completo antes de caer al suelo con dolor. Había estado empalmado toda la tarde así que fue como sentir que mi amigo se partía por la mitad.

- ¡Inténtalo capullo! – Gritó antes de cerrar la puerta de un portazo.

Como pude, me levanté y avancé por el pasillo agarrando mi dignidad con cuidado, intentando que ninguna de las celadoras me viera. Varios minutos más tarde, conseguí salir del edificio, llegando al coche de alquiler.

Tenía que encontrar alguna manera de conseguir a una mujer pronto… Las prostitutas no me valían, ya lo había probado antes y no era tan satisfactorio como tener a una mujer que realmente le abría las piernas por placer… A pesar del dolor, noté que endurecía un poco al pensar en lo dispuesta que había estado Sarah en la oficina… Tal vez pueda convencerla para que se venga conmigo…

- Vaya, vaya… Mira la rata rastrera que me he encontrado… - Escuché a mi espalda.

- ¡Mierda! – Grité antes de intentar entrar rápidamente en el coche. Sin embargo, antes de poder abrir el coche, noté el cañón de una pistola en mi espalda, helándome por completo.


- Ni lo intentes capullo…

1 comentario:

  1. Ohhhhhh....porque tiene que terminar??...me parece que está llegando al final mmmmm..saludos

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