CAPÍTULO 18
Nota de la Autora: Lo siento, acabo de llegar a casa. Culpa Mía :$
- ¡¿Que qué?! –
Lancé mi vaso contra el inútil de Yura. Que nuevo me traía malas noticias. – ¿No fuisteis capaces de traerme a Johnson y
ahora me dices que han liquidado a su novia?
- S-sí… eso
parece… Pero uno de nuestros chicos, uno de los técnicos, dice que había algo
raro en los restos. – Dijo nerviosamente. – Al parecer, el cuerpo era demasiado corto y le faltaban muchos dientes…Puede
que sólo haya sido una distracción de los mexicanos o de…
- El Gato…
- Terminé, furioso. – ¡Putos latinos de
mierda! Pienso acabar con esa escoria en cuanto encuentre a esa rata de Johnson…
- Eso es lo
bueno señor. Hemos recibido un soplo de aduanas… Johnson estaba a punto de
salir de la ciudad, pero le denegaron la salida porque llevaba demasiado dinero
en efectivo… No ha parado de moverse, pero tengo a un par de chicos siguiéndole.
Parece que intenta salir de la ciudad por carretera en un coche alquilado…
- ¿Y por qué
coño no empiezas por ahí? Ve por ese pedazo de mierda y cerciórate de traérmelo
con vida… quiero… hablar con él en privado antes de enseñarle mi último juego
de cuchillas… - Yura rió nerviosamente.
- Sí señor…
- Y no me
falles… si vuelves a perderlo dejaré que te devoren las ratas mientras te saco
los ojos. ¿Entendido? – La cara sudorosa de Yura palideció al instante
antes de que el hombre saliera rápidamente de la habitación.
Girándome hacia la ventana, contemplé con deleite
las calles de San Francisco desde el enorme ventanal de mi edificio.
- Pronto… Muy
pronto será mía pequeña. Y después me encargaré de este país de estúpidos y
gordos capitalistas caiga a mis pies…
***
- ¡Lo hemos encontrado! - Gritó uno de los hombres de Félix nada más
entrar en la habitación. – Intentó coger un avión hace un par de horas pero
aduanas no le dejó pasar. Intentaba largarse a Cabo Verde con demasiado dinero
y decidió cambiar de planes al parecer… - El hombre llegó al centro de la
habitación y dejó un par de móviles en la mesa. – Santi me llamó en cuanto lo vio
y dejó su puesto en equipajes para seguirle, pero hay un problema…
- A ver si lo adivino – Dijo Félix. - No somos los únicos que han visto al idiota
intentando salir del país…
- No. Los rusos y los chinos también le están
siguiendo aunque por ahora no han visto a Santi. Supongo que están esperando a
que pare a descansar en algún momento. Ha alquilado un coche en efectivo para
dos semanas en North Beach hace
veinte minutos.
- Entonces no hay tiempo que perder. – Dije, levantándome
de la silla en la que había estado sentada demasiado tiempo.
- ¡¿Qué?! – Gritó Laura, a mi lado, agarrándome del
brazo. – No pesarás ir, ¿Verdad?
- William no huirá de mí, Laura. Debo encontrarle antes
de que lo hagan los otros… - Bajando la voz, me acerqué a su oído. – No puedo
dejar que los hombres de Félix lo maten, Laura… No puedo. William debe ir a la cárcel.
- Sí… pero no a costa de que arriesgues tu vida. –
Laura susurró, aferrándose a mi chaqueta. – Por favor Max… No podría soportarlo
otra vez… no podría… Y Kyle… - Laura comenzó a temblar, así que la agarré con
cuidado de la muñeca y la saqué de la habitación, para poder tener mayor
privacidad. Una vez estuvimos en mi habitación, abracé a Laura con fuerza.
- Debo ir Laura. Sabes que es la única manera de
conseguir que William salga vivo de esta…
- ¡Pues que se muera! – Asombrada, me aparté un poco
de Laura, viendo unos furiosos y brillantes ojos verdes. - ¡Él es el culpable de
todo esto, Max! ¡No tú! No tú… Yo… no quiero perderte, no puedo…
- ¡No me perderás Laura! – dije, acariciando su
mejilla. – Te lo prometo… - Los ojos de Laura se suavizaron, al mismo tiempo
que un par de lágrimas caían por sus mejillas. Limpiándoselas, la besé en la
frente con veneración. – Se lo debo Laura, al menos le debo intentarlo…
- ¿Por qué? – Preguntó, furiosa, apartándose de mí bruscamente.
- ¿Por qué fuisteis amantes? ¿Por qué le amabas?
- No… Se lo debo porque sin sus mentiras… Sin él…
Nunca te habría conocido. Nunca te habría encontrado. – La atraje de nuevo a
mis brazos. – Y sin ti la vida ya no me merece la pena…
- Eso no es cierto… Yo fui quién llamó en Halloween.
Nos habríamos conocido igualmente. – Yo negué con la cabeza.
- Oh… así que, si yo no me hubiera dado cuenta de
que eras la mujer de William, y hubiera ido a decirte lo que sabía… ¿Tú habrías
venido a buscarme por lo sexy e irresistible que soy de todas formas? Es bueno
saberlo… - Laura me golpeó el hombro juguetonamente.
- No seas boba… - las mejillas de Laura estaban
cubiertas de un leve rubor. – Aunque, si soy sincera, siempre me has parecido
muy guapa…
- Menos mal… - Laura volvió a intentar empujarme
ligeramente pero esta vez aproveche su inclinación y atrapé sus labios. El movimiento
la atrapó desprevenida y tardó unos segundos en responder, pero cuando lo hizo,
fui yo la que no supo qué hacer con su insistencia.
- Max…hace tanto tiempo… - Mi cuerpo tembló ante sus
palabras. Sí, hacía demasiado tiempo que había tenido el cuerpo de Laura contra
el mío… ¿Y Sólo fue una vez? Dios… Mi cuerpo lo siente como una eternidad, pero
está tan grabado a fuego en mi cabeza…
La lengua de Laura nubló mi mente al entrar sin
pudor alguno en mi boca. Sentía sus manos aferradas con fuerza a mi espalda, apretándome
con fuerza contra ella. Notaba como una corriente caliente atravesaba mi cuerpo
hasta llegar a mi entrepierna… Dios…
Ahora no es el mejor momento…
- Hmmm… - Gimió Laura, abriendo un poco las piernas
pegándose más a mí.
- Oh, joder. – Alzando un poco a Laura, la llevé
hasta la cama y me coloqué sobre ella abriendo aún más sus piernas. Mientras nuestros
labios se negaban a dejarse, mis manos lucharon con el botón de sus vaqueros,
soltando una exhalación victoriosa al conseguir abrirlos y bajarlos lo
suficiente para que mi mano pudiera ir cómodamente a su interior. Cuando mis
dedos entraron sin problemas en la cálida humedad de Laura ambas gemimos con
asombro. – Laura…
- ¡Sí! ¡No pares! – Dijo entre jadeos, alzando sus
caderas apretándose aún más contra mi mano. Cuando comencé a mover mi mano
Laura solo un quejido casi hedonista. - ¡Ahh! – mis ojos abrieron con deleite
cuando noté que el interior de Laura se cierra con fuerza. - ¡Oh Dios! – Las uñas
de Laura se clavaron con fuerza en mi espalda, haciéndome gruñir mientras su
cuerpo se contorsionaba. Nuestras respiraciones agitadas se fueron calmando
poco a poco. – Quiero… - Jadeó. – Quiero tocarte. – Al oírla mi entrepierna se
endureció como el infierno… Pero no había tiempo, sabía que no había tiempo.
Los hombres de Félix se irían sin mí.
- Lo sé… y quiero que me toques. No sabes cuánto… -
Poco a poco, me fui apartando de ella. – Pero tengo que irme…
- No… - Débilmente, Laura se irguió y me agarro de
la muñeca.
- Tranquila… ahora seguro que vuelvo. Tenemos que
acabar lo que empezamos… - Para mi sorpresa, la mirada de Laura se endureció.
- Más te vale agente Kowalski, más te vale… - Y
Laura me soltó, no antes de darme un beso feroz.
***
Vi a Max bajar las escaleras con la ropa y el pelo
revueltos y un intenso rubor en las mejillas. Algunos de mis hombres
compartieron miradas de complicidad y algunas risas que pararon en cuanto Max
llegó hasta nosotros.
- Bueno, ¿Te unes o no? – Pregunté, divertido. –
Parece que tienes algunas cosas interesantes que hacer por aquí… - Max se
ruborizó aún más mientras se recolocaba un poco la ropa.
- Por supuesto.
- ¿Por supuesto a…?
- Me uno. – Gruñó Max, haciendo que los demás se
rieran. – Pero quiero un arma. Y no pienso ir en esos mamotrecos vuestros. Voy en
mi moto. – Negué inmediatamente.
- Estás loca si piensas ir en una moto. Nuestros
todoterrenos están blindados. en una moto te pueden derribar fácilmente, por no
hablar de que eres vulnerable a los disparos. – Max bufó.
- Que lo intenten si quieren… ¿Se sabe algo más de
William? – Preguntó, mientras cogía un par de 45 de Rico y uno de los móviles.
- Sí, al parecer el muy idiota se ha parado en
Berkeley. En una residencia femenina. – Al instante, Max se paró por completo y
se giró, mirándome con ojos furiosos.
- ¡¿Qué?! ¿Ese idiota se ha parado para ver a Lindsay?
– Gritó furiosa.
- ¿Quién?
- Es una de las mujeres a las que ha estado viendo
los últimos meses… ¡Por no hablar de que es una cría que aún ha cumplido los
veinte años! ¡Te juro que si ese cretino ha puesto en peligro la seguridad de
esa chica solo para echar una cana al aire pienso estrangularlo con mis propias
manos! – Max enfatizó sus palabras estrangulando un cuello invisible. Divertido,
miré a mis chicos.
- No sé si a William le gustaría que lo pilláramos
nosotros antes que Misha… Parece que Maxi es algo a tener en cuenta… - Max
eligió ese preciso momento para cargar su arma.
- Pronto lo averiguaremos…
***
- Vamos nena, lo pasaremos bien. – Insistí,
impaciente. – Tú y yo solos en coche por el país… Sólo serán un par de semanas…
- Sabes que no puedo Will, tengo clases… - Susurró
Lindsay, aún sin dejarme entrar en su habitación. – Además, deberías irte. Se supone
que no debemos tener visitas más allá de las siete en los dormitorios…
- Si quieres podemos ir a un hotel para estar más
tranquilos… - Acaricie el brazo de Lindsay como siempre, esperando que se
ablandara, sin embargo, dio un paso atrás, a la habitación.
- No… No quiero volver a… Eso fue un error… -
Tartamudeó Lindsay.
- ¿Cómo que un error? Sabes que te quiero y… - De
repente, la puerta se abrió por completo y una chica alta y morena, con un par
de piercings en las cejas me miró con furia.
- ¡Será mejor que te largues si no quieres que te
parta la cara pervertido! – Gritó.
- ¡Sylvia!
- ¿Pero cómo te atreves? ¡Yo soy su novio! – La chica
morena se colocó delante de Lindsay de manera protectora.
- ¡Y una mierda! ¡Sólo eres un puto mentiroso! Te vi
follarte a una rubia pechugona cuando fui a tu edificio a repartir el correo
hace unos días. Una chica como Lindsay no se merece a un puerco como tú…
- ¿Qué? ¿Lo dices en serio, Sylvia? – Preguntó Lindsay,
con los ojos llorosos.
- ¿No irás a creer lo que dice esta bollera de mierda,
no? Seguro que sólo está celosa de lo nuestro… - Intenté defenderme, aunque
sabía que la morena decía la verdad… Eso
me pasa por tirarme a Sarah en la oficina… Sin embargo, las lágrimas de
Lindsay desaparecieron y dieron paso a una mirada llena de odio.
- ¡Pues esta bollera es mi mejor amiga así que no
vuelvas a llamarme! – Gritó Lindsay, dando media vuelta, entrando en su
habitación.
- Pero Lind… - Antes de poder terminar de llamar a
Lindsay, el puño de la tal Sylvia impactó con fuerza en mi mandíbula, haciéndome
tambalear hacia atrás.
- ¡Serás puta! – Gemí, agarrándome la mandíbula. – Pienso
demandarte por esto, marimacho… ¡Ahh! – Un intenso dolor en mi entrepierna me
nubló la vista por completo antes de caer al suelo con dolor. Había estado
empalmado toda la tarde así que fue como sentir que mi amigo se partía por la
mitad.
- ¡Inténtalo capullo! – Gritó antes de cerrar la
puerta de un portazo.
Como pude, me levanté y avancé por el pasillo
agarrando mi dignidad con cuidado, intentando que ninguna de las celadoras me
viera. Varios minutos más tarde, conseguí salir del edificio, llegando al coche
de alquiler.
Tenía que encontrar alguna manera de conseguir a una
mujer pronto… Las prostitutas no me valían, ya lo había probado antes y no era
tan satisfactorio como tener a una mujer que realmente le abría las piernas por
placer… A pesar del dolor, noté que endurecía un poco al pensar en lo dispuesta
que había estado Sarah en la oficina… Tal
vez pueda convencerla para que se venga conmigo…
- Vaya, vaya… Mira la rata rastrera que me he
encontrado… - Escuché a mi espalda.
- ¡Mierda! – Grité antes de intentar entrar
rápidamente en el coche. Sin embargo, antes de poder abrir el coche, noté el
cañón de una pistola en mi espalda, helándome por completo.
- Ni lo intentes capullo…
Ohhhhhh....porque tiene que terminar??...me parece que está llegando al final mmmmm..saludos
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