PARTE II
Por
fin habían llegado las tres de la tarde y la piscina se había calmado un poco. Los
niños del demonio estaban sentados junto a sus madres comiendo bocadillos y
helados y sabía que eso me daría al menos una hora más de tranquilidad. Incluso
la sombra del árbol ahora era perfecta para leer. Si al menos el agua que estaba bebiendo no pareciera arder en mi boca todo esto sería perfecto.
- ¡Me
aso! – Gimió Olga, tumbada de espaldas al sol con el bikini desabrochado.
-
Si no te hubieras jamado ese pedazo de bocata de tortilla hace media hora, ahora
te podrías refrescar. – Le respondí, sin ni siquiera levantar la vista. –
Siempre puedes ir a las duchas y mojarte con cuidado los brazos y las piernas. Ya
estas empezando a parecer un cangrejo.
-
¡Eso no es cierto! – Gritó, a pesar de erguirse con cuidado y mirar su espalda.
- ¡Eres una mentirosa! ¡Ni siquiera estabas mirando!
-
¿Y? Tampoco es que ponerse al sol a las tres de la tarde sin protector solar
sea muy inteligente de tu parte. Así tu Adonis podría confundirte con un crustáceo
al final del día.
-
¡Bruja!
-
Yo también te quiero… - Dejando mi libro a un lado, cogí de nuevo la botella de
agua, arrugando la nariz cuando mis dedos notaron el plástico caliente de la
botella. Yo no puedo beber esto…
Levantándome por primera vez desde que estábamos allí, rebusqué en mi bolsa mi
monedero y saqué un billete de cinco euros. – Voy a ir al chiringuito a por una
botella de agua, ¿Quieres algo?
- ¡Un
mojito! – Fulminando a mi prima, me la quedé mirando con expresión cotrina bajo
la mano que usaba como para-sol.
- ¡No
tengo dinero para eso! ¿O una coca-cola o un polo?
-
Agarrada… que sea una cola light entonces. Tengo que mantener la línea.
-
Ya, por eso tu bocata tenía mayonesa para hibernar un año entero. – Levantando su
dedo central, Olga volvió a cerrar los ojos contra la toalla. Metiendo mi libro
en la bolsa, bajé la pequeña colina de césped artificial y toqué por primera
vez el colado rasposo de color blanco que rodeaba la piscina. Todo estaba
mojado y mis pies lo agradecieron a pesar de la inestabilidad en algunas zonas
más desgastadas. Para mi desgracia, casi llegando a lo más profundo de la
piscina, un grupo de niños estaba jugando con unas pistolas de agua cerca del
borde. Intenté volver a la hierba, pero los muy odiosos no paraban de moverse y ahogar a un niño
rubio y gordo que estaba allí sentado. Sentí lástima por él, oyendo los
continuos insultos que le prodigaban los otros en relación a su peso.
Vi
mi oportunidad cuando se acercaron más a él dejando un pasillo estrecho al lado
de la piscina. Con cuidado de no resbalarme, fui hasta allí feliz de librarme
de tanto alboroto.
-
¡Dejadme en paz idiotas! – el grito desgarrado a mi izquierda fue lo último que
oí antes de notar un fuerte dolor en la cabeza... y frío. Mucho frío.
***
Pablo
estaba de espaldas a la piscina cuando ocurrió. Él estaba en el puesto de
socorristas, girado para responder a una mujer mayor sobre el tiempo requerido
para hacer la digestión después de comer boquerones mientras yo negaba con la
cabeza por las ocurrencias de la gente.
Me
dirigía de nuevo a los vestuarios para coger otra botella fría de Powerade
cuando un grito me llamó la atención al otro lado de la piscina. Mayor fue mi
sorpresa cuando me encontré de lleno con la guapa chica de pelo castaño caer
inerte a la piscina, dejando un reguero de sangre correr por su cara.
-
¡Pablo! – Grité, justo antes de tirarme a la piscina de cabeza. Corté con mi
cuerpo el agua fría a mi alrededor con eficiencia y avancé todo lo rápido que
pude hasta el cuerpo que flotaba bocabajo inconsciente. Mis manos agarraron con
fuerza sus hombros y la giraron antes de salir a tomar aire. - ¡Pablo! – Volví
a gritar.
- ¡Aquí!
– Pablo estaba inclinado cerca de donde la chica se había caído, rodeado de
niños y curiosos. – ¡Por favor, apártense! – Reticentes, los chicos se
apartaron cuando sus padres tiraron de ellos, pero siguieron pendientes de la
escena. Estaba alzando a la chica para que Pablo la cogiera cuando la rubia
pequeña que había estado con ella vino corriendo, con la parte de arriba del bikini
ladeada.
-¡Diana!
– Gritó alterada. – ¡Oh señor! ¿Diana?
-
Está muerta. ¡Carlos ha matado a la señora! – Gritó uno de los niños.
-
Lo siento mucho. ¡Lo siento! – Lloraba un niño rubio y rollizo mientras era
consolado por una mujer mayor de enormes dimensiones.
-
Ea, ea… No ha sido tu culpa. La seguridad aquí es malísima… - Si no hubiera
estado tan preocupada por la chica que ya estaba tumbada bajo la supervisión de
Pablo habría asesinado con la mirada a esa enorme y monstruosa mujer.
- ¡Mira
mamá! La pistola tiene un poco de sangre… ¡Mola! – Soltó otro chico, cogiendo
una enorme pistola de agua tirada en el borde, cerca de donde yo me estaba
alzando con los brazos para salir de allí.
-
Yo no quería, mamá… pero Luis y Gabi no paraban de meterse conmigo… - Seguía
llorando el niño.
-
Hay que hacerle el boca a boca. – Dijo Pablo, rápidamente inclinándose sobre la
chica. Molesta, justo antes de que sus labios tocaran los de la chica, lo
aparté con disimulo, sin querer hacer un espectáculo.
-
Deja de decir gilipolleces. – Le gruñí en su oído. – Ha sufrido una conmoción,
no se ha ahogado. ¿No ves cómo respira? – Estaba enfadada con él. Sabía que él
se había dado cuenta de eso y quería aprovecharse de la situación. - Ayúdame a llevarla a los vestuarios, lejos de
toda esta gente.
Sin
decir nada más, Pablo agarró a la chica en brazos y comenzó a dirigirse a los
vestuarios, seguida de la pequeña rubia que ahora más que preocupada parecía
estar celosa. Bufando cansada, fui a coger el botiquín de primeros auxilios rápidamente
antes de que a Pablo le diera por intentar algo más.
***
Me
dolía tanto la cabeza y tenía tanto frío que cuando noté un aliento cálido
cerca de mi cara estuve a punto de agradecerlo… A punto. Ya que al abrir los
ojos me encontré con la cara morena del socorrista a solo unos centímetros de
mí, con los ojos cerrados, a punto de besarme.
Cuando
sus labios tocaron los míos, el dolor se convirtió en unas arcadas incontenibles
y antes de poder empujar al insistente imbécil, mi cuerpo respondió antes que
mis brazos vomitando en su boca.
-
¡Mierda! – gritó el muchacho, girándose casi al mismo tiempo, escupiendo sin
parar. Yo, internamente feliz a pesar de mi indisposición, seguí vomitando lo
poco que tenía en el estómago a un lado del banco donde estaba tumbada.
-
¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? – Aún mareada, miré al punto borroso que se movía
hacia mí. Mis gafas… ¿Dónde están mis
gafas?
-
¡Me ha vomitado dentro de la boca! ¡Claro que no estoy bien! – Dijo el chico, fuera
de mi campo de visión.
- ¡A
ti no te lo pregunto imbécil! Límpiate y sal a calmar a la rubia. No hace más
que gritar y me está poniendo de los nervios… - Oh… Esa debe de ser Olga… Oí pasos furiosos que se alejaban y casi
saltó del susto cuando sentí que pasaban un trapo por mi cara. – Lo siento. Sólo
intento limpiarte el… vómito, de la cara…
-
Oh joder… que asco… - Gemí, aguantándome las ganas de vomitar otra vez.
-
Si bueno. Vomitar nunca es agradable… - Dijo la chica, que seguía limpiándome con
cuidado. Por la cantidad de rojo que veía, debía de ser la chica socorrista,
pero su pelo ahora estaba más oscuro. Cuando traté de mirar más detenidamente
mi cabeza comenzó a doler a horrores por fruncir el ceño. – No debes forzar la
vista. He dejado tus gafas aquí al lado, pero lo mejor sería que aún no te las
pusieras. Tienes un buen golpe ahí arriba.
-
Vomitar no es lo asqueroso. Él es asqueroso. – Quise erguirme pero ella me lo
impidió.
-
No te levantes. Debes esperar un poco para que no se coagule demasiada sangre
ahí arriba.
-
¿Qué ha pasado? Lo último que recuerdo es a
un niño gritando y luego el dolor de cabeza.
-
Uno de los niños lazó enfado una pistola de agua contra sus amigos. Y tú
estabas justo en medio de la diana. – A pesar del dolor, no pude evitar reírme.
-
No… Yo soy la diana.
-
Ya. Supongo que ahora mismo tu nombre te parece un tanto cómico ¿No?
-
¿Sabes cómo me llamo? – Pregunté extrañada.
-
La rubia lo gritó cuando pudo colocarse bien su bikini. Debería recordarle que
aquí no se puede hacer topless.
-
Esa es Olga. Mi prima… - Mi camisa estaba completamente empapada y fría, menos
por los lugares donde el vómito había llegado. Me sentía sucia. – Ojalá me
hubiera traído un maldito bañador…
-
Tengo una muda guardada en mi casillero. Puedo prestártela por si quieres
limpiar tu ropa mientras te secas. – mareada y fría, me mordí el labio sabiendo
que lo que iba a decir no era típico en mí.
-
La verdad es que te lo agradecería mucho… - Comencé a decir, notando como la
socorrista se alejaba de mí. – Pero. La muda no será uno de esos bañadores ¿Verdad?
A mi no me va el rojo de los vigilantes de la playa, me temo. – Una carcajada
grave y limpia me llegó a mi espalda.
-
Tranquila. Son unas bermudas y una camiseta de esas que regalan con el ron… no
es nada elegante. Pero te servirá mientras tu ropa se seca. – la socorrista
volvió a acercarse, esta vez llevaba algo que cubría su bañador. Supuse que era
una toalla. – Deja que te limpie la herida de la cabeza antes de nada. Después te
dejaré para que te cambies.
-
Está bien. – La dejé hacer. Gruñendo de vez en cuando cuándo el alcohol tocó
mis sienes.
-
Listo. No ha sido nada. Sólo un susto. Tienes la toalla y la ropa a tu derecha…
-Oye…
sé que has dicho que no debería. Pero como no me ponga las gafas voy a tener
otro accidente… - Antes de poder decir nada más. Noté que tomaba una de mis
manos y me dejaba las gafas en ella. – Gracias. – Dije tímidamente. Era la
primera vez que notaba su piel. Estaba mojada. – él no fue quien me sacó del
agua, ¿No?
-
No… - Cuando me puse las gafas, la socorrista ya había salido. Suspirando con
fuerza, me senté con cuidado, intentando no moverme con demasiada brusquedad.
-
Si tú me hubieras hecho el boca a boca, de seguro mi ropa no estaría manchada de pota… - Maldita mi suerte… he tenido a
ese bellezón mojado delante de mí y no he visto nada. ¡Asco de vista!
***
Apoyada
en la pared al otro lado del vestuario, se formó una enorme sonrisa en mis
labios.
Puede que no sea tan hetero como pensaba…
Me he reído bastante eh, me encanta. No sé si puedo esperar a la próxima semana para leer el siguiente capítulo... Saludos.
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