PARTE III
Hoy
había decidido acostarme temprano. Algo bastante raro en mí. Pero como mañana
tenía un parcial muy importante de la universidad, quería levantarme temprano
para poder repasar un poco antes de ir al trabajo.
Tenía
el cuerpo molido de todo el tiempo que pasaba tanto de pie sirviendo en la
cafetería como sentada frente al ordenador escribiendo o estudiando en la
universidad. Me estiré en la cama gimiendo al sentir los músculos quejarse. Me
coloqué bocabajo y me dejé caer poco a poco en el sueño… Hasta que, de la nada,
un grito espeluznante rompió la calma de la noche.
Asustada,
me levanté corriendo y miré por la ventana. Al otro lado, la ventana cerrada
del vecino sólo mostraba oscuridad, hasta que una luz intermitente, como la de una
linterna, comenzó a parpadear rápidamente. Entonces, el sonido de un cristal rompiéndose
terminó de convencerme y cogí el teléfono para llamar a la policía. Apenas
tardé un minuto en dar toda la información y justo después de que la agente me
dijera que me quedara donde estaba y que llegarían lo antes posible, un nuevo
grito se oyó, esta vez femenino, y la luz de la linterna se apagó.
-
¡Mierda! – Rápidamente, cogí el bate de baseball que tenía debajo de cama y corrí
descalza hasta la puerta…
***
-
¡Aaahh! ¡Joder! ¡Puto payaso de las narices! – Grité, golpeando la cara del
último muñeco de Circo del Horror V. –
Si no me pagaran porque salgas detrás de mí en los videos, te prendería fuego…
¿Y dónde coño están los malditos fusibles? – Pregunté a la semioscuridad
iluminada por la linterna, la cual, volvió a parpadear. – ¡Oh… vamos! – Golpeé la
linterna una y otra vez hasta que finalmente, después de varios segundos
completamente a oscuras, por fin se encendió, con la mala suerte de que lo hizo
justo cuando estaba delante de un espejó. - ¡Aaahh! – Chillé como una cría. - ¡Puta
capucha! – Gemí quitándomela con fuerza y dándole sin querer a un jarrón de
cristal alto que estaba cerca de mí. - ¡Mierda, mierda y más mierda! Tranquilízate
Bell, sólo es un puñetero juego… ninguna niña espeluznante va a matarte en
cuanto te des la vuelta… así que respira hondo. – Cerré los ojos y esperé a que
mi corazón se calmara. – No hay nada, no hay nada, no hay nada… - Fue mi mantra
antes de abrir los ojos, al abrirlos, sólo estaba mi piso iluminado por la
linterna. Suspiré más calmada y continué con mi búsqueda de los fusibles. Fui a
la entrada y por fin vi la caja con los fusibles justo al lado de la puerta. -
¡Por fin! – Con entusiasmo, abrí la caja de fusibles y acerqué la linterna para
encontrar el interruptor que había saltado cuando sentí un cosquilleo en la
mano que la sujetaba… Al mirar, una araña de patas largas comenzaba a subir por
mi brazo. - ¡Aaaaahhhhh! – Un escalofrío recorrió mi cuerpo antes de soltar la
linterna y comenzar a agitarme como una loca. - ¡Quitamela, quítamela,
quitamela! – Sin saber que hacer a oscuras, acabé por buscar rápidamente el
pomo de la puerta de entrada.
Lo
siguiente que supe fue que estaba en el suelo con un dolor de cabeza espantoso…
…
-
Oh… por favor… No estés muerta… - Oí que alguien decía encima de mí.
-
Ah… mi cabeza… - Gemí, cuando fruncí el ceño y noté un dolor punzante en la
frente.
-
Lo siento mucho… Yo no quería hacerte daño… - Abrí un poco los ojos y vi un
bate en el suelo a mi lado.
-
¿Me has pegado con un bate de baseball? – Exclamé molesta, mientras me llevaba
una mano al chichón que se estaba formando en mi frente.
- ¡Oh
no! Creo que abriste la puerta justo cuando yo iba a golpearla… Te has dado con
ella. – La voz era suave y preocupada, y cuando levanté la vista para ver de
quien se trataba comencé a balbucear como una idiota. – Oh no… creo que el
golpe ha sido más fuerte de lo que esperaba… - Dijo, creyendo que era el golpe
lo que me hacía babear.
Delante
de mí estaba la chica rubia de la ventana de al lado. Pero no estaba
completamente vestida para salir a la calle… es más, daba las gracias de que la
camiseta de tirantes que llevaba le cubriera algo las bragas, porque si no se
habría desmayado del impacto de verla en ropa interior…
-
Vas… ejem… - Carraspeé. – vas en… en bragas… - Ella, extrañada miró hacia abajo
y tomó aire con fuerza cuando se dio cuenta de ese hecho. Rápidamente tiró de
su camiseta lo más abajo que pudo, consiguiendo que mis ojos dejaran sus bragas
y se anclaran en los pechos que ahora se remarcaban a la perfección. – Eh… -
Comencé, mirando hacia otro lado mientras le señalaba más arriba.
-
¡Demonios! – Exclamó ella, dirigiéndose a su apartamento.
-
Un placer conocerte… - Murmuré, antes de gruñir de nuevo por el dolor de
cabeza.
-
¡Alto policía! ¡Levante las manos! – Oí que gritaban desde la escalera.
-
Fantástico… - Gruñí mientras levantaba las manos…
***
Me
puse unos pantalones de chándal lo más rápido que pude y agarré un chaleco sin
mangas para evitar que mis pezones se vieran salvajes. Estaba a punto de salir
de mi apartamento cuando escuché a la policía llegar.
Mordí
mi labio inferior sin saber que hacer…
Eso me pasa por ver tantas series
policiacas… Siempre me imagino lo peor… En fin, es hora de salir a pedir
disculpas…
Sin
embargo, cuando abrí la puerta, la imagen me descuadró bastante.
Dos
policías estaban hablando con la chica de pelo oscuro y ojos azules como si
fueran amigos de toda la vida… es más, la chica parecía estar escribiéndoles algo
en un trozo de papel… Una firma tal vez…
-
Muchísimas gracias Bell, a mi hijo le encantará. – Dijo uno de los agente.
-
No hay de qué. Y siento mucho el jaleo. Estaba grabando un juego de terror
cuando dejé caer un vaso de agua en el ladrón y se fueron las luces… Creo que
todo el edificio a escuchado mis gritos de pánico. – Explicaba ella.
-
Sólo tenga más cuidado la próxima vez. Buenas noches señorita. – Dijo el otro
agente. Ambos se marcharon saludando cortésmente al pasar a mi lado.
-
Siento muchísimo haber llamado a la policía. – Me disculpé cuando finalmente se
fueron.
-
No te preocupes. Sé que no es muy agradable vivir cerca de la loca que grita a
todas horas…
-
Oh, para nada… Tu novio y sus amigos son mucho más ruidosos…
-
¿Mi… novio? – Preguntó ella, confusa.
-
Sí… ese chico que vi la semana pasada. Llevaba ropa de skater o algo así como
que 3 tallas más grande que él… - Ella seguía teniendo el ceño fruncido y
entonces creí que me había pasado. – Oh… ¿No es tu novio? Lo siento… supuse que
al vivir juntos erais…
-
Era yo.
-
¿Cómo?
-
Digo que era yo… La de la ropa inmensa y la pinta de tío. – Dijo algo
ruborizada. – Aún no había llegado mi ropa y un amigo me presto ese saco de
patatas… - Ella dio un par de pasos tímidos hacia mí. - Bellini Chiancone…
Aunque todos me llaman Bell. – Estreché la mano que me tendió.
-
Veronica Crawford… y una o dos personas desconocidas me llaman Ronnie. – Bell sonrió
y durante un instante mi corazón se paró. Cielos,
ella es caliente…
-
Encantada Ronnie… y por cierto. – Dijo, aun sosteniendo mi mano. – Vivo sola… y
estoy soltera.
- Ah…Bien.
– dije soltando su mano. – Yo… será mejor que entre ya. Mañana tengo que
levantarme temprano. Nos veremos por ahí. Buenas noches. – No sé por qué, pero
tuve la urgencia de entrar en mi apartamento a toda prisa. Una vez dentro, me
apoyé en la puerta y suspiré con fuerza. – Oh vamos… Esto parece sacado de una película
de serie B… No puedo pillarme por la vecina sexy…
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