CAPÍTULO 13
Empecé a despertarme lentamente sintiendo el pulso
latente del golpe en mi cabeza. No necesité abrir los ojos para ubicarme.
Estaba atada en una silla metálica de pies y manos y por la intensa molestia de
mi cuello me hablaba de varias horas en esta incómoda posición.
Intenté no centrarme en la desagradable sensación de
la falta de sangre de mis manos y comencé a parpadear con pesadez, apurada por
averiguar a quién me había entregado Neal…
Oh Neal… ¿Por
qué lo has hecho? Solo espero que tengas razón y que con esto Jimmy vaya a
estar bien… Aun así, pienso llevarme la situación de Laura y Kyle a la tumba…
Sólo espero que ese momento no llegue demasiado tarde…
¡Oh joder! Soy
demasiado joven para morir a manos de unos torturadores…
***
- ¿No puedes dormir? – La voz de Muriel me sobresaltó.
Estaba mirando tan fijamente el fuego que había perdido la noción del tiempo.
- Algo así… - Le respondí. Muriel se sentó a mi
lado.
- Tampoco has dormido demasiado bien desde que
llegaste… es normal. Yo también estuve igual una vez… - Muriel me miró y me
dedicó una media sonrisa nostálgica. - ¿te gustaría escuchar una vieja historia
de amor?
- Me encantaría. – Me acomodé aún más en el sillón y
miré a Muriel, expectante.
- Mucho antes de que Maxine naciera yo fui… bueno,
digamos que no era un ángel. – Se rió. – Oh sí… yo era muy mala y, por
supuesto, salía con un chico muy malo…
- No me puedo imaginar a Bart siendo un chico malo…
- Reí.
- Oh no. Me temo que en aquella época aún no había
conocido a Bartozt… - Dijo Muriel. – Veras. La familia de mi madre era polaco-estadounidense,
así que cuando tuve 16 años, mi padre me trajo aquí, a Estados Unidos, para
estudiar. – Se mofó. – Eran los finales de los sesenta… así que te puedes
imaginar lo mucho que estudiaba. – Muriel hizo el gesto de inhalar
profundamente y soltar una calada. – Fue una gran época… Fiestas, drogas,
libertad sexual… - Me tapé la boca con la mano para que no me viera reírme. – Y
sí, por si te lo estás preguntando, sé lo que es estar con una mujer… varias
además…
- ¡Muriel! – Exclamé divertida. Ella sólo se rió más
fuerte.
- Cómo crees si no que cuando la pequeña Maxine me
vino con trece años toda preocupada porque le gustaba una compañera de clase yo
le respondiera; Normal hija, estás en la edad… - Carcajeó. – Nunca la he visto
abrir tanto los ojos… Aunque claro, ella obviamente se tapó los oídos cuando
intenté explicarle que experimente en la juventud.
- Yo también lo hubiera hecho si mi madre lo hubiera
insinuado… - Me estaba empezando a doler el estómago tanto reír y Muriel
parecía igual. – Y bien… ¿Cuándo conociste a ese “chico malo”? – Pregunté.
- Humm… Tenía diecinueve años cuando le conocí… Él
era algo mayor, tenía veinticuatro, pero para lo que tenía en la cabeza yo era
mucho mayor que él. Se llamaba Máximo. – Yo la miré asombrada. – Sí… él fue mi
primer amor… Sin embargo, no fue el único. Me pareció que la mejor forma para
recordar todo lo bueno que había en él era poniéndome su nombre a mi hija… Por
eso a ella nunca la llamó Max… Para mí sólo hubo un Max, y fue él…
- ¿Y qué pasó? – Pregunté curiosa. – Parece que le
amabas profundamente…
- Y así era… Es más, aún lo es. Siempre he creído
que en el amor nunca hay reglas y en mi corazón siempre tendré amor para él…
sin embargo, mi amor por Bartozt es… inmortal. Lo cierto es que aún me asombro
por ello, pero fue su bondad y gran corazón los que me enamoraron… Yo quería
esa bondad en mi vida, y aunque amara a Max con él nunca hubo… no lo sé, futuro
tal vez… al menos el que yo quería. Él no era un mal hombre, su moral y su
honor eran enormes…pero su deber para con los suyos era mayor… así que me
marché antes de que fuera demasiado tarde…
- ¿Cuánto tiempo estuviste con Max?
- Poco más de tres años… Con los 23 recién cumplidos
volví a Polonia con mi familia. Al contrario de lo que él seguramente pensaba,
no huía de él… huía de su mundo… huía de la maldad… - Terminó en un susurró.
- ¿Y a Bart? ¿Lo conociste allí? ¿En Polonia? –
Muriel asintió.
- Lo conocí en Lodz, donde vivía mi familia, un año
y medio después de volver… - Los ojos de Muriel brillaron. – Él era un
estudiante bastante tardío de la universidad y había ido a mi ciudad a hacer
una especialidad… Cuando le vi por primera vez, un niño le estaba timando en la
calle. – Se mofó. – Yo vi la escena divertid riéndome del pobre tunante… hasta
que dejé de fijarme en el acto y me empecé a centrar él… intentando averiguar
por qué era tan ingenuo… ¿y sabes que
vi? – Negué con la cabeza. – Su sonrisa… su enorme y permanente sonrisa. –
Sonreí comprensiva… Como Max… La sonrisa
de Max… Qué daría por volver a verla pronto… - Después de ese día lo vea
pasar de vez en cuando por la calle donde vivía y siempre, siempre le pasaba
algo. – Rió. – Hasta que finalmente me acabó dando pena y lo ayudé…
- ¿Ah sí?
- Sí, como oyes… la dura e independiente chica mala
hizo algo bueno por primera vez en su vida… aunque bueno, nunca creía que
volvería a verle así que cuando él insistió en saber mi nombre le mentí.
- ¿Le mentiste?
- Sí, le di un nombre falso…
-¿Cuál? ¿Cómo le dijiste que te llamabas? –
Pregunté.
- Lo sabes… no ha dejado de llamarme así desde
entonces…
- ¡No! ¿En serio? – Muriel asintió. – Pero entonces…
¿No te llamas Muriel? – Ella se rió.
- No, pero ya hasta yo misma me llamo así… A veces
me amonesto a mí misma por no haberme puesto algún otro nombre más sexy… como Lola
o Jasmine… piensa que en esa época se llevaban esos nombres… sin embargo, tuve
una amiga de mi época hippie que se llamaba Muriel, así que fue el que elegí…
- Entonces… ¿Cómo te llamas?
- Me llamo Dominika… Aunque así sólo me llamaban mis
padres… mis amigos siempre me llamaron Niki.
- Dominika… Es un nombre bonito.
- Oh, me gusta mucho más Laura… En realidad, me
gusta todo lo que pueda tener un aire español o latino. – Me Reí.
- A mi madre también, aunque ella sólo pensó que me
daría algo de clase… No le gustaban los nombres como Helen o Lauren… decía que
un nombre extranjero bien escogido es mejor que un nombre estrafalario con
exceso de pluma.
- Muy cierto…
- Entonces, ¿Fue ahí cuando te enamoraste de Bart?
- No lo sé la verdad… Lo nuestro fue algo evolutivo…
aunque imparable. Él era de la vieja escuela. Muy romántico. Y yo no quería
amarle… Aún me quemaba lo de Max. Tardamos casi dos años en comenzar a salir,
pero cuando me dejé llevar todo fue muy rápido… Nunca había estado tan segura
de algo en mi vida. Así que cuando me pidió casarme con él dije que sí sin pensármelo…
Sin embargo…
- ¿Sin embargo?
- Sin embargo… Le pedí que me dejara volver a
Estados Unidos antes…
- ¿Para verle? – Muriel asintió.
- Sí, para verle a él… tenía que verle y saber que
en un futuro si nos volvíamos a ver, no le haría daño a Bartozt abandonándole…
Si lo hacía debía hacerlo antes de casarme con él… Así que maché a Estados
Unidos y me separé de un amor para encontrarme con otro…
***
En la pequeña habitación oscura donde me encontraba,
hubo un chirrido desagradable y la luz del otro lado de la puerta me iluminó.
Era hora de conocer a mis captores…
La silueta de tres hombres se dibujaron delante de
mí y alcé la cabeza intentando no mostrar el pánico que tenía.
Uno de ellos se adelantó al resto y colocó una silla
delante de mí, donde se sentó con las piernas abiertas. No fue hasta que se
inclinó hacia mí ligeramente que lo reconocí…
- Maxine Kowalsky… Hace mucho que quería conocerte. –
Dijo el hombre con un marcado acento. – Seguro que sabes quién soy, aunque
preferiría que a partir de ahora me llamaras simplemente Félix…
oh gracias por la continuacion, me encanta este fic.!!
ResponderEliminarCuando tendremos la continuación de esta historia??? Quedo en la mejor parte...
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