CAPÍTULO 8
Nota de la Autora: Perdonad chicas, que hasta esta mañana no volví a casa y mi móvil tiene un Internet demasiado malo para editar una entrada. Espero que os guste el capítulo y deciros que si esta noche no me da tiempo, mañana publicaré esa historia corta que prometí.
¡Feliz Lectura!
43
días…
Habían
pasado 43 días desde el día de Navidad. 43 días sin ver a Max. 43 días sin
saber nada de ella… Hasta ahora.
Llegué
a mi oficina a las 9, después de dejar a Kyle en el colegio. Cómo todos los
días, solté mi abrigo en el perchero de la puerta y fui a prepararme un café
que me ayudara a aguantar un días más. Desde Navidad apenas había podido
dormir… Tantas cosas pasaban por mi cabeza que me resultaba imposible conciliar
el sueño.
Volviendo
de nuevo a mi despacho, me percaté de que había algo que antes no estaba ahí.
Un sobre de manila grueso descansaba en mi escritorio con un post-it amarillo
pegado;
Con esto será suficiente
M.
Como
una exhalación. Solté el café encima de la mesa y salí corriendo de mi
despacho. Buscando. Al llegar a la puerta principal del edificio, salí a tiempo
para ver como una gran moto negra se alejaba de allí. El sonido de la moto
junto con el frío invernal de la mañana fueron suficientes para terminar de
desmoronarme.
Comencé
a llorar sin importarme los transeúntes extrañados que pasaban por mi lado.
Estaba tan cansada. Tan dolida por su ausencia… Si me paraba a pensar,
realmente no había pasado ni una semana completa en su compañía… apenas 6 días.
6 días con horas robadas o escasos minutos… en ese tiempo Max había conseguido
darle una vuelta a mi vida.
Aletargada,
me adentré de nuevo en el interior, caminando pausadamente de vuelta a mi
despacho. Ignoraba los comentarios o las llamadas de mis modelos y diseñadores.
Sólo quería llegar a mi despacho y hundirme en mi soledad. Disfrutar de lo
último que quedaba de Max en mi vida, un sobre manila que contendría,
seguramente, más fotos e información sobre los escarceos de mi marido.
Efectivamente,
a pesar de que aún mantenía la esperanza de que dentro del sobre hubiera algo
más, en el sobre había tres pequeñas divisiones. En cada una, había fotos e
información de la mujer, el lugar y la hora del encuentro. No quería ver las
fotos, así que sencillamente eché un vistazo a la primera página del informe a
ordenador. Tres mujeres. Las tres distintas tanto en edad como en ocupación. La
primera, tenía 19 años, era estudiante universitaria y vivía en una residencia.
La segunda, tenía 22 años, trabajaba en una tienda 24h y vivía con sus padres
en las afueras y la tercera, la única que tenía algo que ver con William en su
día a día, tenía 27 años y era la secretaria del encargado de contratación de
la empresa de William. Cada una de ellas tenía un momento al día o la semana
para William… ¿Qué tan necesitada de placer podía estar una persona para
mantener a 3 mujeres y sus respectivos encuentros? Lo único que podía pensar es
que William necesitaba ayuda… Ya fuera por agrandar su ego o por necesitar de
las varias atenciones de estas mujeres, William estaba enfermo.
De
forma mecánica llamé al abogado de la familia. Pero no al que William usaba
para nosotros… No, llamé al señor Grant, en abogado de mis padres y amigo de mi
padre desde hacía 30 años… él era el único en el que podía confiarle algo así.
No le di mucha información por teléfono, de todas formas. Le dije que le
llegarían unos documentos importantes y que sólo lo tenía que hablar conmigo.
Preocupado, aceptó. Tras colgar, escaneé todos los documentos y se los envié.
Guardé los originales en la pequeña caja fuerte de mi despacho y volví a
sentarme frente a mi escritorio.
Mis
dedos estaban jugando como tantas otras veces el llamador de ángeles de mi
cuello cuando el sonido estridente del teléfono me asustó.
- Ross Designs – Respondí automáticamente,
alegrándome de haber decidido mantener mi apellido de soltera para la marca de
ropa.
- ¡Hola
primita! ¿Qué tal van las cosas al otro lado del País? – La primera sonrisa
después de varios días se formó en mis labios.
-
¡Melinda! Cielos, hace meses que no sé nada de ti. – Le respondí algo molesta. –
Ni siquiera dijiste ni pío en Navidad…
-
Lo sé, lo sé… ya sabes que lo mío no es estar en contacto. Ya sabes lo
olvidadiza que soy…
-
Se supone que trabajas de secretaria…
-
¿Y? ¿Sabes la cantidad de papeles que he perdido esta semana? Soy un desastre organizándome…
Estoy deseando que el periodo universitario termine por fin y empezar a ejercer
de abogada… tener un becario que me lo tenga todo limpito y organizado… - Dijo riéndose.
-
Cierto. Ya debes estar por tu último año… ¿Conseguiste esas prácticas que
querías?
- ¡Sí,
las conseguí! ¡Y también conseguí la beca para el post-grado en Penn! Estoy en
una nube Lauri… ¡Todo está saliendo tan bien que no me lo puedo creer y tenía
que llamarte para darte la gran noticia! – Exclamó contenta.
-
Bueno… Yo estoy muy feliz de que todo vaya viento en popa con tu futuro… -
Comencé, pero Melinda me cortó.
-
No, no… Esas no son las grandes noticias… Sí es verdad que es genial… pero hay
algo mucho mejor…
- ¡Pues
no me tengas en ascuas!
- ¡Me
caso! – La boca se me abrió de par en par.
-
¿Te casas? ¿Tú? Pero si tú eras la que te metías conmigo en las reuniones
familiares por haberme casado tan pronto… Cielos… ¡Es maravilloso! ¿Quién es el
afortunado? Nunca me habías dicho que hubiera alguien especial…
-
Sí, lo sé… es que, realmente no llevamos juntas mucho tiempo y no quería
gafarlo… - Espera… ¿juntas?
-
Espera Melinda… ¿Es una mujer?
-
Sí, por supuesto… ya sabes que yo y los hombres nunca nos hemos llevado bien…
-
Pero… tú nunca me dijiste nada…
-
Lo sé Lauri, pero es que yo no me quería encasillar con una etiqueta… Con ella
fue como un flechazo… Tienes que conocerla.
-
Pero, ¿Dónde os conocisteis? ¿Es mayor que tú? ¿Más joven? ¡No me dejes en
ascuas! – Escuché la risa de Melinda al otro lado del teléfono.
-
Sabía que serías así… creo que eres la única de la familia que no me he dicho: Pero Melinda, tu eres lo suficientemente
guapa para atraer a un hombre… Sé que tenemos suerte de pertenecer a una
familia relativamente abierta, aun así… tienen algunos momentos un tanto
confusos… Pero me alegro mucho de que no te moleste.
-
¿Cómo me iba a molestar? El género de la persona de la que te enamores no me
importa… mientras seas feliz, yo será feliz… - Mientras decía esas palabras,
intentaba con todas mis fuerzas implantármelas a mí misma… aún así, tenía
miedo.
-
Sí… soy muy feliz. Su nombre es Logan y tenemos la misma edad. Es la mujer más
maravillosa y sexy que he conocido en mi vida. Trabaja aquí como detective de
homicidios y tiene a todos los hombres aterrorizados… pero de verdad Laura, me
trata como una princesa… Es tan romántica, tan dulce… y a la vez tan explosiva…El
mes que viene nos mudaremos juntas a Filadelfia. Dice que no puede estar tanto
tiempo lejos de mí y ha pedido el traslado… Dios, la amo tanto. Aun no tenemos
fecha para la boda, pero lo más seguro es que sea en verano, cuando haya
terminado mis prácticas…
-
Melinda… ¿Puedo preguntarte algo? – La corté, ya sin poder evitarlo.
-
Claro cariño, ¿Qué pasa? – Preguntó Melinda, seria de repente. Eso era algo que
me encantaba de ella. Podía ser la chica más alegre y explosiva de la fiesta,
pero si tenías algún problema, la fiesta se acababa y se volvía una madre
sobreprotectora.
-
Yo… Me gustaría saber… ¿Cómo te diste cuenta de que te gustaban las mujeres? ¿O
es que sólo te ha gustado Logan?
-
Humm… No lo sé Lauri, yo la verdad es que siempre he sabido que podía valorar
tanto a hombres como mujeres… supongo que a los doce o trece años… cuando
empecé a fijarme en los demás… pero siempre fue sólo atractivo físico… Nunca me
había pasado lo que me ha pasado con Logan… con ella fue como caerse al vacío.
No pude hacer nada… A veces es así… a veces pasa…
-
Y… ¿Si sólo te ha gustado una mujer?
-
Bueno… cada persona es diferente Laura. Hay mujeres que alguna vez en su vida
quieren experimentar el sexo con otra mujer y eso no les hace lesbianas o
bisexuales…
-
¿Y si no es sólo sexo? ¿Y si también hay… amor?
-
Laura… Cariño. ¿Hay algo que quieras contarme?
-
Yo… - Respondí temblando. –No lo sé, Melinda… Yo ya no sé nada…
-
Tengo tiempo cariño. Te escucharé.
***
Hablé
con Melinda por más de una hora. Se lo conté todo. Cómo conocí a Max. Los
engaños de William. La historia de Max y William. Mi historia con Max… Incluso
le hablé de como Kyle le había cogido cariño. Y después de todo lo que le había
dicho, ella sólo me dijo una cosa.
“No hay que tenerle miedo al amor… Sea
de la forma que sea”
No tener miedo… que fácil es de decir…
De
nuevo, el sonido del teléfono me asustó.
- Ross Designs. – Respondí de nuevo, aun
alterada por mi conversación con Melinda.
-
¿Podría hablar con Laura Johnson, por favor?
-
Sí, soy yo. ¿En qué puedo ayudarle? – Pregunté, mientras me levantaba y me
encaminaba a tirar el café frío y olvidado.
-
Llamo del Gregory Hill. Verá, nos ha extrañado que Kyle no haya venido hoy a
clase. Normalmente llamaba usted con antelación para avisar de una falta…
-
¿Cómo que Kyle no ha ido hoy a clase? ¡Yo misma lo dejé en la entrada esta
mañana! – Grité alterada, dejando caer el café de mi mano…
***
-
¡Max! Ey, espera… últimamente no hay quien te pille… - Era Jimmy. Este último
mes he cogido más turnos de la cuenta y apenas nos habíamos visto a pesar de
ser compañeros. Ahora me sentía un poco mal.
-
Lo siento. Tenía que terminar lo de la señora Johnson… A partir de ahora
volveré a un horario más normal…
-
Espera… ¿Señora Johnson? ¿Desde cuándo Laura ha pasado a ser la señora de “gilipollas”
Johnson? – Preguntó Jimmy, deteniéndome finalmente en medio de un pasillo en la
comisaria.
-
Pues, creo que desde que se casó con él… - Le mordí, algo molesta.
-
Max. Esta no eres tú… Sé que has tenido que ver a ese desgraciado cepillarse a
no sé cuantas tías a espaldas de su mujer pero…
-
¡Me acosté con ella! – Le solté. – Mientras su marido se cepillaba a otras tías
yo me cepillé a su mujer… Por si no había tenido suficiente acostándome con él
ahora encima me acuesto con ella… Si él es un gilipollas yo soy una zorra…
-
Ey, ey… Espera. Max, no eres una zorra… Incluso cuando te acostabas con él era
porque sentías algo por él… y muchísimo menos te habrías acostado con Laura si
no sintieras algo por ella… Te conozco Maxie…
-
¿Y qué más da que sienta o no algo por ella? Está casada…
-
Por poco tiempo…
-
Es hetero… - Continué sin prestarle atención.
-
No lo creo si se acostó contigo…
- ¡Tiene
un hijo!
-
Sí… ese niño al que adoras más que a mí…
- ¡Oh,
joder Jimmy, me acosté con su marido!
-
No sabías que era su marido… Sin embargo sí que sabías todo esto cuando te
acostaste con ella… ¿Verdad?
- ¡No!
¡Sí! ¡Arg! Ella estaba borracha… triste y necesitada… yo estaba ahí ¿Vale? Me
aproveché de ella… ¡Ella nunca va a sentir nada por mí! Con suerte se habrá
acostado conmigo por diversión y no para saber lo que sintió William al
acostarse conmigo… - Notaba las lágrimas picando detrás de mis ojos… pero no
iba a llorar… no más… ya había tenido suficiente.
-
¿Quién ha dicho nada de William? No puedes dar por sentado nada de eso sin
hablar con ella… - Iba a replicarle cuando unos gritos en el vestíbulo nos hizo
correr a ambos.
Al
llegar al vestíbulo, un corro de policías rodeaban lo que parecía ser un
altercado. Pero en vez de ayudar, sólo se reían. Cuando conseguí quitar a
algunos de nuestros compañeros de en medio, me quedé estática.
Dos
policías sujetaban como podían a un nervioso niño rubio que no para de gritar y
dar patadas, acertando bastantes de ellas.
-
¡Maldito crío! – Gritó uno de ellos alzando la mano con la palma abierta.
Enfadada, di dos pasos hacia delante, enganchado al policía de la pechera del
uniforme antes de propinarle un puñetazo en la mandíbula.
- ¡No
te atrevas a levantarle la mano! ¿Me has oído? – Grité, haciendo que el otro policía
soltara a Kyle por fin.
-
¡Max! – Gritó el niño, antes de lanzarse a mis brazos. Instintivamente lo
abracé con fuerza y le acaricie la cabeza, preocupada. – Te he echado de menos…
- Dijo Kyle, apretando aún más su abrazo. Me llevé a Kyle lejos del jaleo,
entrando en una sala de espera vacía.
-
Kyle, ¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿Tú madre está bien? – Le pregunté nada más
dejarlo en el suelo.
-
Te echaba de menos Max… Te fuiste sin despedirte y mami tampoco me dijo nada…
Así que hoy cuando mami me dejó en el colegio esperé que se marchara y cogí un
bus hasta aquí… El conductor fue muy amable y me dijo donde tenía que bajarme
para hacer un trasbordo…
-
¿Has venido aquí tu solo? – Pregunté alterada, agachándome a su lado. – Espera…
¿Has hecho pellas?
-
¿Qué es pellas Max?
-
Ah… humm… es cuando te saltas las clases sin permiso… ¿Tú madre no sabe que
estás aquí? – Kyle negó con la cabeza. – Oh, señor… Tengo que llevarte a casa
cuanto antes…
-
Mami no está en casa… está en el trabajo. – Me dijo Kyle mientras abría mi móvil
y comenzaba a marcar. - ¿Estás enfadada conmigo? – Me preguntó con ojos
tristes.
-
Claro que no tigre… Yo nunca podría enfadarme contigo. Pero lo que has hecho es
muy peligroso y está mal. Tienes que prometerme que nunca volverás a hacerlo… -
Kyle me miró muy serio.
-
Sólo si tú me prometes no volver a irte sin despedirte. – Sin poder evitarlo,
me incliné y le di un beso en la cabeza.
-
Lo prometo… Y ahora, vayamos a buscar a tu madre… con suerte, aún no le habrá
dado un ataque…
***
-
Mire, me importa una mierda lo que diga. ¡Yo dejé a mi hijo en las
instalaciones y ustedes lo han perdido! – Grité mientras cogía mi abrigo. – ¡Tendrán
suerte si después de mi demanda no les despiden a todos! – Colgué el teléfono,
furiosa, al mismo tiempo que un par de golpes sonaban en la puerta de mi
despacho. – Ahora no… – Comencé a gritar girándome. Fue tan impactante ver a
Max de pie en la puerta de mi despacho que tardé unos segundos en darme cuenta
de que llevaba a Kyle en brazos.
-
Siento molestarte, pero un aventurero vino a verme a la comisaria. – Dijo Max,
entrando en mi despacho y soltando a Kyle en el suelo. – Y tú, tigre, recuerda
lo que me has prometido… No más escapadas.
-
Vale Max.
-
¿No deberías decirle algo a tu madre? – Kyle se giró y me miró avergonzado.
-
Siento haberte preocupado mami. No volveré a hacerlo. – Fui hasta Kyle y lo
abracé con fuerza.
-
Estaba muy asustada… Pensaba que te había pasado algo malo. – Le dije, palpando
todo su cuerpo comprobando que estuviera bien. – Pero ahora todo está bien…
todo está bien…
-
Será mejor que me vaya… - Escuché decir a Max. Rápidamente me levanté y busqué
su mirada, que parecía muy centrada en el suelo de mi despacho.
Vi
cómo se giraba para salir de mi despacho y mis piernas y mis brazos actuaron.
Sin saber cómo, mis brazos se encontraron rodeando el cuello de Max, con mis
labios firmemente pegado a los suyos. Sólo fueron un par de segundos… pero fue
como volver a respirar… como volver a vivir… Quería mucho más que eso… Lo
quería todo… Ahora lo sabía… Sólo necesitaba mostrárselo a Max… Sólo necesitaba
dejar de tener miedo…
-
Por favor, no te vayas… -Le supliqué, al separarme de ella. Los ojos de Max
estaban turbios… parecía a punto de echarse a llorar. Pero sólo tragó con
fuerza y me respondió.
-
No me iré. – Tan simple como eso… y mi cuerpo se relajó, sabiendo que sería
verdad. Una presión en mis piernas me hizo mirar hacia abajo, viendo a Kyle
felizmente abrazado a nuestras piernas. Max lo alzó de nuevo y él se abrazó a
su cuello.
-
Te queremos, Max. – Dijo mi hijo, arrancándole una sonrisa a Max.
-
Yo también os quiero… - Respondió ella, atrayéndome hacia sí, rodeándonos tanto
a Kyle como a mí en sus brazos.
Gracias hijo… Gracias por decirlo por mí…
Genial como siempre, y valío la pena la espera
ResponderEliminarY me encanta como haces q las protagonistas de las historias aparezcan y se relacionen entre ellas , ya te lo dije en varias ocasiones tus historias atrapan y tienes una mente impresionante para la escritura
Besos
M.S(galicia)
aaaaaah!!! more please!, gracias
ResponderEliminarMe encantan tus historias, me sorprende cada vez más la facilidad con la que me enganchan y como relacionas las protagonistas, me alegras los dias al leerte. Gracias
ResponderEliminar- Maria - Colombia
Me alegro q estes bien el lunes q no publicastes me asuste ,gracias m BellaNat
ResponderEliminarOiggggg........que tierno es este pequeño !!....y en realidad toda la historia ja... siempre la leo desde mi movil y no se porque no puedo comentar desde el mismo @#&%$%@.., saludos desde Arg.
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