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domingo, 4 de octubre de 2015

STIGMA - Capítulo 4

Capítulo 4



Un sonido constante me despertó a las 6 de la mañana… Adiós horario nocturno… ¡Hola mañanas madrugadoras! Al salir de la cama volví a fijarme en mi habitación… necesitaba un buen repaso… algo de color… rosa tal vez… Con los primeros créditos que obtuviera pensaba arreglar toda esta austeridad… ¡así no puedo vivir!


Llegué al baño, igual de austero que la habitación, y comencé a asearme mientras me colocaba el casco de color instantáneo en la cabeza. Unos minutos después, un suave pitido me dijo que mi adorable tono chicle había desaparecido. Deslizando el casco de mi cabeza, me encontré con el soso rubio platino que heredé de mi padre. No me gustaba. Me hacía parecer fría y poco llamativa. Y yo tenía que destacar… yo tenía que hacer que los demás me miraran… si no… no serviría de nada…

Saliendo de nuevo a la habitación. Abrí el armario y vi varias prendas de color gris. Asqueada, comencé a ponerme el horrible mono militar de color gris y azul… Qué poco estilo tienen aquí… De los monos disponibles, al menos me puse uno que marcaba algo más mi figura, más elástico… eso estaba bien. Los otros, eran todos distintos. Algunos tenían multitud de bolsillos, otro parecía impermeable, otro era claramente de comando por las partes más gruesas y duras en las extremidades y el pecho… Sí lo piensas bien el que te has puesto es parecido a un body de gimnasia… algo más holgado…humm. Salí de mi habitación, dejando que la puerta se cerrara suavemente a mi espalda, y observé al maniquí que me había puesto de compañera. ¡Anda mira! Si come y todo…

La bajita italiana estaba sentada en uno de los dos taburetes de la pequeña cocina de nuestro departamento, removiendo con parsimonia un cuenco de cereales de chocolate… de vez en cuando, la cuchara se levantaba y acababa dentro de su boca…de una forma tan mecánica que daba repelus…

Sin molestarme siquiera a dar los buenos días, avancé por el piso y llegué a la cocina, abriendo los diferentes armarios buscando mi desayuno…

- Brigitta. – El inesperado sonido de su voz me hizo saltar del susto. Tenía la voz curiosa… no era suave del todo, pero tenía algo dulce… no le pegaba en absoluto con su actitud…

- ¿Sí? – Pregunté girándome. Valentina seguía en la misma posición, haciendo lo mismo, sin embargo, a su lado, había algo que no había notado antes… - ¿Yogurt con bayas y miel? ¿De dónde lo has sacado? – Pregunté, yendo rápidamente a su lado y comenzando a comerme mi plato favorito para el desayuno.

- De la nevera… - Dijo sin más, señalando una pequeña puerta en la zona baja de la cocina… una puerta que no había visto antes.

- Humm… está delicioso… ya no se encuentra miel tan buena… - Gemí, mientras comía del pequeño bol de yogurt, disfrutando de las grosellas que se estallaban en mi boca mezcladas con la acidez del yogurt y el dulce de la miel. - ¿Cómo sabías que me gustaría? – Inquirí mirándola.

- Lo pone en tu archivo. – Contestó Valentina, tan falta de emociones como antes. Sin poder evitarlo, me cabreé.

- ¿Es que nunca nadie te ha enseñado que no mirar a alguien cuando tenéis una conversación es de mala educación? – Casi grité. Por toda respuesta, Valentina dejo su cuchara y alzó la cabeza, clavando sus extraños ojos castaños en los míos.

- ¿Te sientes más cómoda ahora? – Preguntó, de la misma manera fría y distante. A pesar de que mi don siempre funciona de forma natural, tuve que hacer un esfuerzo por intentar entrar en ella… era… imposible… No había nada… Sólo vacío… sólo oscuridad… Tuve miedo. – Lo suponía. – Dijo, volviendo a bajar la mirada. Valentina se levantó y se dirigió al fregadero. Mientras fregaba mecánicamente los platos, dejé salir el aire que había retenido en mis pulmones… ¿Por qué? ¿Por qué no hay nada?

***

- Deja de mirarme. – Volví a decir, tratando de controlar mis emociones mientras terminaba mi té y mis tostadas. Natalie estaba apoyada en la mesa delante de mí, comiendo pausadamente un melocotón a mordiscos mientras no paraba de mirarme. Tenía los nervios a flor de piel y más de una vez estuve a punto de dejar caer la taza…

- No puedo. – Dijo con una sonrisa, terminando  de limpiar al hueso del melocotón. Lanzó el hueso a una papelera encestando limpiamente y después comenzó a lamerse los dedos con parsimonia. – Te queda muy bien el uniforme… - Suspiré cansada.

- El uniforme es un mono práctico, no creo que a nadie le quede bien… - Estaba mintiendo como una bellaca, ya que, al contrario de mí, Natalie se había puesto el uniforme más ajustado, que marcaba cada curva de su cuerpo a la perfección, dando una sensación de desnudez bajo él. Yo, por el contrario, había elegido el uniforme medio, con bolsillos y sujeciones extras para las armas. Si hoy eran las pruebas, este sería el uniforme básico que más me convendría.

- Pues a ti te queda bien… muy bien… - Ronroneo, antes de marcharse de nuevo a su habitación. Aproveché su ausencia para terminar mi desayuno rápidamente y limpiar la pequeña cocina. Estaba terminando de secar la taza cuando la pulsera de mi mano vibró. Al mirarla, unas letras azules informaban de una hora y un lugar <7:00h p24="" s3=""> - Parece que ya nos están buscando… - La repentina voz de Natalie en mi oído izquierdo puso mis sentidos al límite, soltando uno de mis brazos hacia atrás, dispuesto a inmovilizar al agresor. Sin embargo, en apenas un segundo, me encontraba inmovilizada contra el mostrador de la cocina con Natalie sobre mí… Cómo había llegado a bloquearme tan rápido no lo sabía… ni siquiera la había visto moverse… lo que sí podía ver era lo cerca que estaba de mis labios. – Tranquila, Cassie… No te voy a hacer daño… - Me dijo de manera pausada. Durante unos segundos pude sentir algo raro dentro de mí… algo… parecido a un tirón que me impedía respirar con normalidad…

- Cassandra… no Cassie. – Conseguí decir, cuando los brazos de Natalie se aflojaron dejando espacio para maniobrar lejos de ella. De camino hacía la salida, noté una desagradable sensación de abandono y vacío que me instaba a volver hacia atrás… aun así, seguí adelante…

***

- Bien cadetes. – Comencé. Paseándome por delante de los nuevos reclutas. – En esta sala se realizaran las primeras evaluaciones de capacidades físicas. Está completamente prohibido salir de estas pruebas usando cualquier tipo de habilidad mental. Las pruebas mentales serán esta tarde. Así bien, comencemos. – Uno a uno, los cadetes fueron llamados y realizaron distintas pruebas físicas, sólo presenciadas por mí y sus compañeros de equipo. Una vez terminadas las evaluaciones de los equipos normales, llegó el turno del equipo 7. Los tenía frente a todos frente a mí cuando la puerta a mi espalda se abrió de golpe.

- ¡Ya estoy aquí! – Ay señor… mantente firme… mantente firme… - No me perdería esto por nada del mundo… ¡Hola Natalie! – Casi gritó entusiasmada, avanzando hacia Natalie y dándole un fuerte abrazo. – Cuanto tiempo… la última vez que te vi aun eras una niña…

- Claire… - Suspiré intentando no reírme de la natural efusividad de mi mujer.

- Oh, cierto… Soy Claire Aldrich, la jefe médico de esta estación y la esposa de Isabel. – Dijo señalándome, aunque sin mirarme… ya que mi adorada mujer en esos momentos sólo tenía ojos para Natalie. – Cielo Santo… sí que te has convertido en una mujer preciosa… normal que Sophie no haga más que hablar de ti… - Comentaba, mientras toqueteaba inconscientemente varias partes del cuerpo de Natalie. – Tienes una medida perfecta… y mira los poros… como si no tuvieras… nada de vello corporal… interesante… - Natalie no hacía más que reírse, dejando a Claire entretenida con su cuerpo. A su lado, la señorita Scott parecía querer matar a Claire.

- Claire… - Volví a intentarlo, algo más fuerte. Claire me miró el tiempo justo para señalarle al resto de personas que había allí.

- Oh… cierto, cierto… Tú debes de ser Cassandra…humm… - La señorita Scott se alejó un par de pasos ante la insistente mirada de mi mujer, que ya comenzaba a alzar su mano para tocarla. – No te preocupes querida… no muerdo… sólo soy curiosa… y tu caso también es muy curioso… cómo de la noche a la mañana pasaste de…

- ¡Claire! – Cómo si acabara de darse cuenta de lo que estuvo a punto de decir, Claire se aclaró la garganta y se irguió en una postura algo más formal.

- Lo lamento mucho… me temo que soy algo impaciente a la hora de realizar mis evaluaciones fisiológicas y psíquicas de los nuevos cadetes. Espero que no os moleste que observe vuestras pruebas hoy, así mañana cuando haga mis evaluaciones ya nos conoceremos mejor… - Claire sonrió iluminando así sus profundos ojos azules. Una de las muchas razones por las que me enamoré de ella hace más de 20 años…

- Puedes quedarte, Claire… pero intenta no meterle mano a nadie más. No todos serán tan comprensibles como Isabel… - Comentó Natalie, consiguiendo que Claire se riera y le diera un empujón juguetón. Con todas mis fuerzas, intenté no ruborizarme ante el comentario ya que sabía que todas las miradas estaban en mí.

- Bien. Señor Koch. Usted será el primero, adelante. – El grande y fuerte joven, tras un par de respiraciones nerviosas, bajó a la sala de pruebas. Su prueba consistió en doblegar o eliminar a 20 soldados enemigos. Cuando los androides se posicionaron alrededor del muchacho, este, de forma tosca pero efectiva, los eliminó a todos de golpe y porrazo. Sólo puños. No fue capaz de esquivar ningún golpe enemigo, pero los aguantó perfectamente. Una bala a distancia del calibre adecuado lo eliminaría al instante… Necesita aprender a moverse… a esquivar… llevará tiempo, pero será un gran agente de campo en los enfrentamientos cuerpo a cuerpo… - Bien. Señor Dupont. Su turno. – Mientras Koch volvía a trompicones, cansado y con gran parte de su uniforme destrozado, Dupont bajó dándole una mirada aireada y con una sonrisa petulante en la cara. Conscientemente de que no era lo que debería hacer, subí el nivel de dificultad. Su prueba consistió en traspasar varias cámaras cerradas eliminando a los guardias de manera silenciosa. No lo hizo mal… era bastante obvio que estaba acostumbrado a utilizar sus poderes para salirse con la suya… optó por esconderse de los androides e ir abriendo las puertas poco a poco. A pesar del miedo del señor Koch, él fue lo suficientemente valiente para enfrentarse a todos los androides sin formación militar, sin embargo, el señor Dupont ha sido educado en una institución militar y no ha usado ninguna de las tácticas básicas, por no decir que ha evitado cualquier enfrentamiento… humm… poco confiable me temo… - Señorita Berg. – La joven modelo asintió una sola vez y bajó las escaleras, evitando intencionalmente la mirada apreciativa de Dupont. Su prueba resultó fascinante. A pesar de no tener ninguna instrucción militar, sus capacidades de lucha cuerpo a cuerpo eran envidiables. Suaves pero firmes. Sólo un par de veces se encontró en aprietos, pero supo librarse de los androides sin caer en sus habituales artimañas. Será una gran agente, sin lugar a dudas. Aún quedan las pruebas mentales, pero creo que todos saben de lo que es capaz… podría llegar a la dirección si se lo propusiera… - Señorita Scott, si es tan amable. – Solicita, la señorita Scott bajó a la sala, asintiendo de manera cordial al saludo de Berg. Perfecta. No había otra palabra para definir su actuación en la prueba. Las peleas cuerpo a cuerpo eran limpias. Y cuando un arma cayó en sus manos no hubo más que decir… una bala por androide. Directa a su sistema operativo. La soldado perfecta… Byron y Josephine han hecho un trabajo sublime… pero no sé si es algo que se deba celebrar… Está claro que Scott quiere dedicar su vida a la Organización… Yo también era así… hasta que llegó Claire… ¿Tendrá Cassandra tanta suerte o se convertirá en otro de esos agentes solitarios que viven por y para COMMIT?...

No será así” Escuché la voz de Natalie en mi cabeza. “Yo no dejaré que sea así” Suspirando complacida. Sabía que eso llevaría muchas complicaciones… pero no creo que pueda evitarlo… “No… no puedes” Miré a Natalie, que estaba mirando a Casandra subir de nuevo, entonces me miró… con la misma determinación que tenía su madre entonces… “Nadie puede”

- Señorita Argent. Adelante. – Natalie sonrió y comenzó a bajar, susurrándole algo a Scott al cruzársela. Fuera lo que fuera lo que le dijo, consiguió que la joven formal se ruborizara  fuertemente. Al llegar abajo, dejé mi mente abierta y le di un consejo “sé hábil… pero no muestres tus habilidades”. “Lo sé” vino mi respuesta. Limpia y eficazmente, esquivó a todos y cada uno de los androides, mostrando sus grandes habilidades tanto en escalada como en sigilo. Nada que la delatara… sólo lo que todos ya intuían por su antigua profesión de “ladrona”. Al subir volvió a colocarse al lado de la señorita Scott, regalándole una sonrisa que intentó no devolver. – Bien, pueden marcharse. Señorita Barone, es su turno, cuando quiera…

- Disculpe, ¿No dijo que el equipo podría ver las habilidades de sus compañeros? – Pregunto la señorita Berg, al ver que les estaba echando para la prueba de Valentina.

- Sí. Sin embargo, la señorita Barone no nos ha dado su consentimiento. Así que su prueba será privada. Y ahora… si nos disculpan… - Los demás se marcharon, pero Brigitta casi se negó a irse… hasta que Natalie volvió a la sala y se la llevó consigo. Cuando la puerta se cerró, me dirigí a Valentina. – Valentina, sé que muchos de los directivos de COMMIT no se sienten muy alegres de que estés aquí. Eres una potencial amenaza a la Organización. Sin embargo, yo he decidido darte una oportunidad… no sólo por ti, sino también por Natalie. Sé que le serás de mucha ayuda… al igual que ella lo será para ti. Lo que ponga en tu identificación no me importa, sólo me importan tus habilidades y lo que hagas con ellas. ¿He cometido un error? - La señorita Barone alzó la mirada, dejándome ver por un instante un destello rojo en sus ojos.

- No, Directora Guerrero. Guardaré su secreto con mi vida y ayudaré en todo lo posible para que el proyecto vaya por buen camino… Sólo deben asegurarme que nadie sabrá lo que soy… Ya hay bastantes monstruos sueltos como para que empecemos a matarnos entre nosotros… ¿No cree?

- Tiene mi palabra de que nadie excepto la jefa de medicina Aldrich y yo saben su secreto… - Por primera vez, una sonrisa se formó en los labios de Valentina. Dándole un aspecto espeluznante a sus brillantes ojos oscuros.


- Se equivoca, Directora. Ella ya lo sabe…

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