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viernes, 16 de octubre de 2015

Bajo El Punto De Mira - Parte I

PARTE I



“La joven estrella de cine y cantante Emily Hall, cumple hoy su décimo octavo cumpleaños junto con algunos de sus compañeros de reparto de su última película, y de nuevo podemos verla de la mano del joven Jake Lovett… Esto me huele a romance de verano, Rose…”


Apagué la televisión, hastiada de escuchar una y otra vez las mismas estupideces de siempre… A los periodistas de hoy en día apenas les importa la crisis económica o el hambre en el mundo… pero en cuanto a una de las niñas de Hollywood le aparece celulitis o se les rompe un tacón en medio de la calle, acuden corriendo como sanguijuelas en busca de “noticias jugosas”… ¡Patético!

- ¿Vera? ¡Cariño… llegaremos tarde! – Gritó mi tía desde la puerta de la casa. Después de coger mi maleta, eché un último vistazo a la casa que me vio crecer… ahora puesta a la venta. La muerte de mi madre aún estaba fresca y mi padre ya empezaba a borrar todo rastro de su vida… empezando por la casa que hacía años no pisaba. Ahora, tres meses después de la muerte de mi madre, me veía obligada a mudarme a Estados Unidos donde mi padre vivía con su nueva esposa. Yo era feliz en España… hubiera preferido quedarme con mi tía Carmen en Madrid, pero la cosa no estaba para tirar cohetes y si mi padre no me había convencido con la palabra “Master”, lo consiguió con la palabra “UCLA”. Puede que no fuera la mejor Universidad para hacer un Postgrado en Periodismo, pero de ahí podría saltar con facilidad a Chicago o Nueva York, donde los programas eran mucho mejores… Tenía 23 años y sabía que era una oportunidad que no podía dejar pasar… Sólo unos años con mi padre y después podría irme y trabajar donde quisiera… - Cómo perdamos el avión tu padre va a enfadarse… - Mi tía Carmen, hermana de mi padre, como siempre tan histérica… cómo si mi padre fuera a venir a buscarme al aeropuerto…

El viaje a Barajas fue en silencio… Notaba a mi tía triste por dejarla sola, pero era lo mejor. Ella ya tenía suficiente con sus dos trabajos y era demasiado orgullosa para pedirle ayuda a su hermano. Nos despedimos con un fuerte abrazo y me prometió intentar ir a verme a mí y a mi padre en Navidades. Sabía que no iba a venir… aun así asentí y le dije que me encantaría.

12 horas… 12 malditas horas de vuelo… fue horrible.

Al salir del avión tenía la cabeza a punto de estallar y sólo quería llegar a algún sitio y tirarme en una cama… Nunca pensé que echaría tanto de menos la horizontalidad…

Llevaba las gafas de sol puestas dentro del aeropuerto, ya que aunque para mi fueran las 5 de la mañana, allí era plena tarde. Nada más cruzar las puertas tras recoger mi equipaje y dejar que incontables manos masajearan mi cuerpo buscando alguna bomba escondida en mi entrepierna, un sonriente chofer de unos 50 años agitó un cartel con mi nombre.

- ¿Señorita Ortiz? ¿Es usted? – Preguntó el hombre extrañado.

- Sí, soy yo. – Respondí simplemente… No me costó mucho cambiar el chip y hablar en inglés, ya que desde pequeña había tenido una educación bilingüe por mi padre.

- Vaya… usted no se parece nada a su padre… Sin ofender… - Sonreí a mi pesar, ya que no era la primera vez que pasaba. Mi padre, era el máximo exponente de belleza masculina ibérica. Moreno tanto de piel como de cabello, ojos marrones oscuro y pecho leonino y fuerte… parecía sacado de una película antigua de mineros con su sonrisa blanca y sus hoyuelos de hombre de campo. Yo, sin embargo, por vicisitudes del destino, había nacido con todos y cada uno de los rasgos de mi madre. Española sólo de nacimiento y de familia austriaca, tenía el pelo de un castaño muy claro, a juego con la piel blanca y liviana. Mis ojos, como los de ella, fueron los que enamoraron a mi padre… Tan azules y oscuros como el mar mediterráneo. Lo único que había sacado de mi padre era sus hombros anchos y su alta estatura. Él, ya de por sí alto para ser español, media cerca del metro noventa de altura… y yo, muy lejos de mis compatriotas españolas, media cerca del metro ochenta. Mis ojos y mi altura siempre me hicieron destacar entre las otras chicas, aunque ciertamente siempre fue un problema a la hora de ponerse tacones… Muy pocos chicos quería salir con chicas tan altas… la moda al parecer eran las chicas llavero, pequeñas y manejables… Mi gran tamaño y mi temperamento siempre me dieron problemas a la hora de encontrar novio, aunque con las chicas nunca tuve ese problema…

- No me ofendo, no se preocupe. – El chófer sonrió y cogió todas mis maletas y me guio hasta el coche… bueno, hasta la limusina… Mi padre, como siempre, tan discreto. Por suerte, gracias a Dios no había cámaras presentes… eso siempre fue algo que me molestó de la vida de mi padre… tan llena de flashes y falsedades. Sabía que tendría que acostumbrarme, aunque con suerte, los paparazzi no se darían cuenta de quién era por un tiempo… a lo mejor podía hacerme pasar por alguien más trabajando en la casa… Eso me daría el tiempo suficiente para hacerme con la rutina de las clases al menos. Media hora más tarde, estábamos enfrente de una pequeña mansión en Glendale… Yupi… La mansión Adams en tonos marmoleos y dorados… Que hortera es esa mujer por favor… Y hablando de Morticia…

- ¡Vera! – Llegó a mis oídos la estridente y soprana voz de Jessica, la nueva esposa de mi padre, tan rubia y plastificada como una Barbie. - ¡Nos encanta que hayas decidido venir a vivir con nosotros! ¡Por fin podremos ser una familia! – Por el amor de Dios, ¿Esta mujer sólo sabe gritar?

- Hola Jess. – La saludé sin más, mientras la dejaba estrecharme lo más fuerte que pudo en su escaso metro sesenta y brazos de espagueti. Ver como sus manos se mantenían abiertas a causa de las largas uñar con manicura francesa me hizo reír sin poder evitarlo… A esta mujer sólo le hace falta un vestido de tubo con lentejuelas y sería la personificación de la extravagancia americana. Todo en esta mujer es tan falso… ¿Habrá algo en ella que no esté operado?

- Tu padre me dijo que dejaras todas tus cosas aquí y que fueras de inmediato a verle al plató. ¡Quiere verte cuanto antes! – No pude evitar un gruñido de fastidio… Yo sólo quería descansar.

- ¿Puedo al menos darme una ducha? Me he pasado 12 horas metida en una lata de sardinas… - Jessica frunció el ceño sin entender, aunque pronto asintió con la cabeza.

- Ducha… sí claro. Pero no tardes. Patrick te estará esperando en el coche cuando acabes… - El chofer inclinó la cabeza justo antes de que me adentrara en la mansión Monster… Sólo espero que mi cama no tenga sabanas demasiado chillonas… mis ojos podrían estallar si ven más ostentosidad fluorescente…

***

- ¡Corten! Vamos Emily, sólo es un beso… ¿Qué tanto te cuesta ponerle algo más de pasión? – Me gritó Jorge en su característico acento. Él era uno de los mejores directores del momento y tenía muchísima suerte de trabajar con él… pero si tenía que volver a besar la babosa boca de Jake hoy iba a vomitar.

- ¿Podemos dejar esta escena para mañana? Ya son más de las 6 de la tarde y llevamos aquí encerrados desde las 7 de la mañana… ¡Necesito descansar! – Gemí con fastidio. Al menos era cierto… aunque al menos 5 de esas horas se habían invertido en mi maquillaje y mi pelo para que coincidiera exactamente con la escena anterior, aunque fuera grabada hace más de un mes…

- ¿Las 6? ¿Ya es tan tarde? – Preguntó Jorge levantándose rápidamente de su silla. Era raro… ya que realmente había soltado la queja sabiendo que vendría un rotundo y grandioso NO. Jorge siempre terminaba las tomas… tardaran minutos o horas en hacerlo. – Bien chicos, nos vemos mañana a las 10… y esta vez Emily… ¡Quiero pasión! – Gritó Jorge mientras se alejaba. Estaba ya caminando con mis altos tacones lejos del decorado cuando sentí una presión en mi brazo.

- Emily, ¿Qué te parece si vamos tú y yo a relajarnos a algún sitio? Cómo dijiste ayer que querías un cumpleaños más tranquilo… - Sabía perfectamente a qué tipo de cumpleaños se refería Jake, y con sólo de pensarlo me entraron arcadas. Aún maldigo el día que acepté la tonta idea de mi Agente para hacer creer a la prensa que Jake y yo teníamos algo… el muy idiota también lo creía.

- Lo siento, pero realmente estoy muy cansada Jake. Nos vemos mañana. – Antes de que pudiera responderme, salí pintando de allí, escondiéndome en mi camerino lo más rápido que pude. A pesar del exagerado maquillaje, decidí dejármelo y sencillamente cambiarme un poco de ropa… ya que el vestido de coctel era de lo más incómodo. Cinco minutos después, la primera sonrisa verdadera del día se formó en mis labios. A casa… a darme un largo y caliente baño con burbujas… después, me haré una enorme pizza vegetal y haré una maratón de Matrix… Sí, eso sí que es un cumpleaños…

Al abrir la puerta de mi camerino, me di de bruces sin querer con una mujer joven que corría hacia el plató. Ni siquiera tuve tiempo de verle la cara antes de que la chica desapareciera de mi vista. Sin darle mayor importancia, a pesar de su falta de educación, me dirigí a la salida del plató. La sonrisa se borró rápidamente de mis labios al ver la cantidad inmensa de fotógrafos que había a la salida.

Ofuscada, me di la vuelta y crucé de nuevo el plató, con la mala tina de que al cruzarme con unos focos me trastabillé con uno y lo dejé caer, provocando un fuerte estruendo. Avergonzada, intenté colocarlo de nuevo en vertical, fracasando estrepitosamente al resbalarse de mis manos, rompiendo, por si no se había roto ya, la bombilla interior del aparato.

- ¡Mierda! – Grité enfadada. Menudo día de mierda… Escuché las voces de los técnicos volver al plató a toda prisa y planteé mis opciones. Opción uno, quedarse aquí y pagar el pato… Eres una persona famosa, con suerte solo saldrá en los periódicos de mañana como “El mayor tropiezo de Hall”. Opción dos, sales corriendo como una cobarde y dejas que otro pague el pato… Sí, opción dos. Sin embargo, al empezar a correr, vi que no me daba tiempo llegar de nuevo a los camerinos sin que me vieran… A la porra… tendrás que apechugar Emily… Entonces, arrancándome un grito de asombro que rápidamente fue silenciado con una mano, alguien me escondió detrás de un decorado, a tiempo de que los técnicos no me vieran.

Comencé a moverme asustada hasta que por fin vi el rostro de mi opresor… u opresora, ya que se trataba de una mujer. Era muy joven, y su ropa me resultaba familiar. Tenía el pelo castaño claro a la altura de los hombros y su boca no dejaba de mostrar una sonrisa perfecta, sin embargo, fueron sus intensos y oscuros ojos azules los que me calmaron.


- Mira. – Dijo, señalando más allá. Soltó mi boca y me dejó girarme, para que contemplara la escena. Tres técnicos se gritaban los unos a los otros, echándose las culpas de la mala colocación de los focos y la supuesta caída inocente de uno de ellos… estaban peleándose por ver a cuál de ellos les iban a cobrar tan caro aparato cuando Jorge apareció en escena. – Vaya… será mejor que nos larguemos de aquí. – Sin saber por qué, seguí a la chica de acento peculiar. Fuera donde fuera donde me llevara…


Nota de la Autora: Aquí tenéis la primera parte de este relato. No será muy largo, como mucho 3 partes más. Aún no diré cuando se publicaran, ya que prefiero que sea sorpresa :D Espero que lo hayáis disfrutado, y nos vemos mañana con un capítulo más de STIGMA, donde puede que conozcamos a un nuevo integrante del grupo... quién sabe ;)

3 comentarios:

  1. Me encantaaaaa...... Se te echaba d menos

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  2. Uyyyyy esta historia si me engancho. Estare en ascuas esperando su publicacion. Ojala sea pronto...
    Saludos a la distancia.
    Maria Rene

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  3. Ya esta, otra historia q me engancho espero el próximo capitulo

    M.S(galicia)

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