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domingo, 20 de septiembre de 2015

El Ritmo Del Deseo Capítulo 34

CAPÍTULO 34



(KATE)

- ¡Sam, el sitio es genial! – Grité de un lado a otro del corredor del viejo instituto de Sam. - ¿Seguro que podemos usarlo? ¿No entorpeceremos la obra? – Vi como el Alcalde, que no se había despegado del lado de Sam en toda la tarde, negaba con la cabeza.


- No se preocupe señorita Blake, la compañía se centrará las próximas semanas en los alrededores… mejorando el pavimento y arreglando la grada sur del campo de futbol. Pueden usarlo todo el tiempo que quieran… es más, el director me ha dicho que habrá muchos voluntarios del club de teatro que os ayudaran con los decorados y la preparación… Sé que la señorita Campbell sólo nos pidió un par de técnicos y algunos extras… pero el entusiasmo de los jóvenes era demasiado fuerte… así que al final tendrá a su disposición más de diez actores para extras, incluido Ben, el jefe del club de teatro, y veinte voluntarios para ayudaros con todo lo que necesitéis… Esther es hija de la mejor peluquera del pueblo y le gusta mucho maquillar… - El Alcalde continuó con su verborrea sobre algunas de las personas que nos iban a ayudar con las grabaciones. Aunque no me gustara tener tantas personas desconocidas a las que coordinar, sabía que sería de mucha ayuda… Si no fuera por la fama de Sam, apenas tendríamos un sitio donde grabar.

- Muchísimas gracias, Alcalde. Me aseguraré de que la ayuda de todos, incluida la suya, aparezca en los créditos de la película… Si hay suerte, puede que vaya a algún gran festival… - El Alcalde sonrió de oreja a oreja.

- Seguro que sí… La señorita Campbell me ha dicho que es usted muy talentosa… ¡Que llegará a ser de los grandes! Me alegrará poder decir en el futuro que yo ayudé a que tan magnifica directora despegara al estrellato. – Sam y yo nos miramos mientras el Alcalde, de nuevo, continuaba con su monologo.

Después de varios minutos de seguir al Alcalde por el instituto, al fin nos dejó solas para echar un vistazo por nuestra cuenta.

- ¿Dónde dirías que pasaste la mayor parte de tu época en el instituto? – Le pregunté, abriendo los brazos en medio de un pasillo. Sam frunció los labios, pensativa, y finalmente comenzó a andar.

- Sin duda, sería el gimnasio. Era la Pívot del equipo de baloncesto… me hubiera gustado ser al menos Ala-Pívot, pero al ser la más alta, no tuve muchas opciones de jugar más en ataque… Nunca perdí un rebote y las chicas de otros institutos eran siempre más bajitas que yo… sólo recuerdo un partido desagradable donde una tal Bernice me hizo un placaje intentando pasar sobre mí… supongo que se equivocó de partido. – Me reí, escuchando la descripción de la alta y gorda jugadora de un equipo rival.

- Nunca te habría echo de las deportistas… te ves más como la chica alta y misterios… del tipo John Travolta… ya sabes. – Sam se rio.

- ¿Es que no te fijaste en las fotos de mi casa? Las pintas que tenía en el instituto eran espantosas… era un espantapájaros esmirriado con problemas para hablar en público… y mírame ahora… - Lo hice.

- Lo hago Sam, pero créeme. En las fotos que he visto, sólo vi a una adolescente tímida y preciosa… algo encorvada tal vez… pero es que siempre estabas abrazada a algún taponcete de metro cincuenta. – Sam curvó su sonrisa.

- Siempre me gustaron las chicas bajitas… - Sam se paró… - Bueno, no tan bajitas… - Rio.

- Por las pocas que te he conocido, no las definiría especialmente bajitas. – La codeé. – Rachel es una chica muy guapa… y tiene unas piernas de infarto. – Sam asintió.

- Sí… la verdad es que tiene unas piernas muy bonitas…

- Sin embargo… creo que Kelly es muchísimo más atractiva en conjunto. – Sam no dijo nada. – Esa piel tan blanquita y pecosa… los ojos de una infinidad de azules… y que decir de ese maravilloso pelo rojo…

- Kate…

- No Sam. Todos lo hemos visto. – Le dije seriamente. – No creo que Kelly lo supiera pero todos los demás sabíamos que estabas enamorada de ella… y sinceramente, después de este último día, es bastante obvio que sigues sintiendo algo por ella. – Sam evitó mi mirada mientras le hablaba. – No sé si es exactamente lo mismo que sentías hace dos años… pero está ahí. No huyas de nuevo…

- ¡Yo no hui! – Me gritó. – Kelly quería una amiga y yo no podía darle eso… ¡No podía! – Gimió. - ¿Sabes lo que era para mí estar tan cerca de ella todos los días sabiendo que ella no…?

- ¡Eso no lo sabes! – La interrumpí.

- ¡Claro que lo sé! Estaba muy claro…

- Sea como sea, ahora Kelly no necesita una amiga… - Comencé a decir.

- Lo sé. Me alegro de que ahora Liz y ella se lleven tan bien. – Dijo con amargura.

- Yo también. ¿Sabes? Kelly es una bellísima persona… si no hubiera sido por ella… lo más seguro es que Liz y yo ahora mismo no estuviéramos juntas. – Sam me miró extrañada, y yo sentí la vergüenza de ese momento de mi vida de nuevo. – Sí… hace un año tuvimos una pelea muy fuerte… yo… yo no entendía por qué Liz no confiaba en mí. – Admití recordando aquellos días en los que apenas nos hablábamos. – Ahora cuando lo pienso sé que sus dudas estaban justificadas… pero en ese momento, sinceramente, yo no tenía ni idea de nada más… Yo era feliz pensando en mi música… todo era perfecto… en la Academia podía experimentar, probar estilos diferentes… y al terminar, podía irme a casa con Liz… Entonces comenzaron los proyectos grandes. Dejé de volver con ella a casa para poder perfeccionar bien cada detalle. A principio todo fue bien, pero cada vez Liz estaba más distante conmigo. Empezó a ser esquiva, a enfadarse cada vez que llegaba tarde… llamaba a todas horas preguntándome con quien estaba… No me gustaba sentirme controlada… así que empezaron las peleas. – Dije con pesar. – Incluso dejamos de dormir en la misma cama… Había días en los que ni siquiera quería llegar a casa. No quería que ella me mirara así… Yo la amaba, pero su comportamiento me estaba matando. Cada vez pasaba más tiempo en casa de Kelly, y empecé a pensar que… que tenían una aventura. – Sam abrió mucho los ojos. – Sí, lo sé. Sé que Kelly nunca haría una cosa así… digamos que siempre que llegaba a esa conclusión estaba borracha con Loren soportando mis lágrimas… Estaba tan absorbida por su comportamiento y mis proyectos de la Academia que no descubrí las razones de su comportamiento hasta que Kelly me las echó a la cara. – Sonreí. – Kelly vino a uno de mis ensayos y esperó a que todo el mundo se fuera… Entonces vino a mí y me tendió una cámara de fotos. Al principio me asusté como el demonio. ¿Sería fotos de ellas dos juntas? ¿Liz estaba con otra? Ni siquiera quería mirar… y Kelly me forzó a hacerlo. – Tuve que respirar un momento para evitar llorar. – Era un video de ese mismo día… de mis propios ensayos… Al principio no lo entendí, pero ella me dijo que prestara atención… Yo… ni siquiera lo sabía, pero parecía tan obvio…Había varias personas conmigo en el ensayo, y era cierto que algunas de las chicas siempre eran muy amables y serviciales conmigo… pero señor… yo no tenía ni idea de que les interesaba de esa manera… Viendo el video me di cuenta que parecía estar rodeada de mujeres dispuesta a hacer lo que les pidiera…

- Pero eso siempre ha sido así, Kate. Desde que llegaste a la Academia muchos ojos se posaron en ti, y cuando la gente supo que eras lesbiana, obviamente cualquier chica interesada se te pegaba como una lapa intentando que te fijaras en ellas… a muy poca gente le importaba que tuvieras pareja, por desgracia… - Dijo Sam.

- Lo sé pero… yo realmente… no lo veía… Desde que Liz forma parte de mi vida no hay nadie más… tan sencillo como que no veo más allá de ella. Me resulta imposible imaginarme con alguien más… yo... desde ese día, decidí algo… después de escuchar la grabación.

- ¿Qué grabación?

- Kelly me hizo jurar que nunca se lo diría a Liz… y ciertamente es el único secreto que aún guardo con ella. Después de enseñarme el video, Kelly me hizo escuchar una grabación… eran 3:48 minutos de grabación… Liz lloraba e intentaba hablar sobre su dolor… sobre el dolor que yo le causaba… sobre sus inseguridades, sus miedos… de lo mucho que me amaba… Kelly la grabó la noche anterior, y me dijo que cada vez que Liz había ido a su casa, eso era lo que pasaba… Liz se derrumbaba en sus brazos y lloraba por nuestras peleas, nuestra distancia cada vez mayor… lo mucho que añoraba dormir a mi lado, mis abrazos, mis besos… Desde ese momento lo decidí. – Con algo de pudor, saqué de mi bolsillo de la gabardina una pequeña cajita negra. – No es demasiado, pero mi madre me lo dio en cuanto le dije lo que quería hacer. – Sam cogió la caja y la abrió con una sonrisa dulce y cariñosa. – Fue el anillo de pedida que le dio mi padre… ¿Quién sabe? A lo mejor puede llegar a convertirse en una tradición familiar… - En un instante, me encontré rodeada en un fuerte abrazo. Sin pensarlo, respondí a él y me dejé temblar en brazos de Sam. – Tengo un miedo de muerte a que me diga que no. – Sam se apartó y me miró muy seria.

- Kate… Liz te ama con locura… y como sólo un loco se casaría contigo, está claro que aceptará. – Sonreí con lágrimas en los ojos.

- ¿Eso crees? – Dije con voz ronca.

- No lo creo, lo sé. – Dijo con confianza, arrancándome un suspiro de alivio. - ¿Cuándo se lo vas a pedir?

- Quería pedírselo al terminar el semestre… pero no sé si podré esperar tanto… Me gusta mucho esto… tal vez pedir su mano frente a una chimenea calentita y la nieve cayendo por la ventana sea una buena idea. – Sam apretó mi brazo con cariño.

- Es una magnífica idea. Cuando acabemos el rodaje celebraremos una fiesta aquí, en el instituto, así que tendrás la casa sola por varias horas… - Asentí agradecida.

- Eso estaría bien. Ahora sólo me queda mantener mis piernas rígidas y mi mente clara hasta que llegue el día… aunque lo veo algo difícil. – Sam y yo no reímos, comenzando a salir del instituto. - ¿Sam? – Sam se giró y me miró.

- Cuando te marchaste, todos nos preocupamos mucho por ti. Nos entristeció saber lo de tu abuela y nos alegró que consiguieras el papel y tu carrera estuviera despegando… pero algo en Kelly se rompió. Algo que no se rompe si ella pensara en ti sólo como una amiga… ella, dejó de ser ella misma… Por favor, Sam… sé que yo no soy la más adecuada para decirte esto pero… ten fe. – Sam respiró hondo.

- Hace mucho que dejé de tener fe en mí misma. – Avanzando hacia ella, posé una mano en su hombro y la miré fijamente.

- No lo necesitas. Sólo necesitas tener fe en ella.

***

(SAM)

- La cena estaba maravillosa chicas. – Dijo Kate, dándole un rápido beso a Liz al pasar junto a ella.

- Kelly fue la que hizo casi todo el trabajo. Yo sólo fui su pinche de concina. – Dijo Liz, ayudando a Kate con los platos. Todos nos levantamos y dejamos los platos en el fregadero.

- No mientas Elizabeth. Ese puré de patatas es obra tuya. – Pinchó Kelly, mientras quitaba el mantel de la mesa.

- Y de poco hubiera servido sin ese maravilloso estofado de carne que has preparado… Yo para la cena como mucho hago salchichas. – Kelly se acercó a los platos sucios con un salvauñas y un estropajo de aluminio con claras intenciones de fregar, pero yo la detuve antes de que se remangara el jersey rojo que parecía luchar con su pelo por la titularidad del más rojo.

- Deja, tú has cocinado, ahora me toca fregar a mí. – Kelly me miró algo ceñuda.

- ¡No pienso dejar que limpies tu sola todo esto!

- No estoy so… - Al mirar a la cocina, me di cuenta que los demás se había escaqueado silenciosamente a sus habitaciones. – Caraduras… - Susurré, por lo que Kelly se rio.

- Haremos una cosa, tú friegas y yo seco… ¿De acuerdo? – La expresión de Kelly no daba lugar a discusiones, así que ambas nos pusimos a la obra en silencio. Diez minutos más tarde, la cocina estaba tan impecable como antes de hacer la cena. – Listo… Dios estoy muerta y apenas son las diez de la noche… - Comentó Kelly.

- Es normal, el viaje ha sido largo y como Kate es una impaciente hemos estado de arriba a abajo por todo el pueblo para que mañana podamos comenzar a rodar sin problemas. – Gemí estirando la espalda, también cansada. Kelly me miró de los pies a la cabeza, sonriendo. - ¿Qué? – Pregunté avergonzada.

- Nada… es sólo… que ahora pareces más tú. – Dijo señalando mis pantalones de algodón gris y mi sudadera verde de los Catamounts.

- Ya bueno… yo también me siento más yo. – admití, hundiendo la barbilla en la sudadera mientras agarraba uno de los cordones de la capucha con mi boca y lo chupaba. Mal hábito… - Patricia me obliga a ir vestida de princesita de cuenta cada vez que salgo de casa… al parecer también me pagan por vestir así… - La expresión divertida y dulce que había tenido Kelly en toda la cena se esfumó de repente.

- ¿Patricia? ¿Tu Agente? – Preguntó casi en un susurró.

- Sí, hay veces que no me deja respirar, pero esta vez pienso ir cómoda a todas partes… estoy harte de llevar tacones… es demasiado antinatural para una chica tan alta como yo…

- Estás bien con cualquier cosa, Samantha. – Dijo Kelly con un ligero rubor en el rostro. – Sin embargo, me gusta más verte así… no sé. Me recuerda un poco a cuando te conocí… si el tiempo lo permitía, siempre llevabas una enorme sudadera de algún equipo de hockey o de baloncesto… era divertido verte hundir la cabeza en invierno… sólo se te veía el gorro de lana salir de la sudadera. – Se río. - ¿Sigues teniendo ese gorro con el pompón naranja? – No pude evitar reírme con ella algo avergonzada.

- Sí, me lo hizo mi abuela cuando tenía catorce años… Lo he tenido que remendar varias veces… está que se cae a cachos… pero es el más calentito del mundo… - Sonreí con tristeza, hasta que caí en algo… - Espera, yo no usé el gorro en tercero… me lo dejé aquí en Vermont, cuando volví en las vacaciones de verano…

- Lo sé, yo estaba en mi primer año cuando vi por primera vez esa figura alta embutida en tan poca ropa en pleno invierno. Desde ese día, siempre que veo un pompón naranja me acuerdo de ti. Era increíble como usando algo tan ridículo seguías estando preciosa… - Un cálido escalofrío me recorrió cuando la escuché decir eso. – Quiero decir… siempre estás preciosa y tampoco quiero decir que el gorro de tu abuela sea ridículo… - Dijo nerviosa, poniéndose como un tomate.

- Tranquila, Kelly. Me alegra saber que no era invisible en aquellos tiempos… ciertamente lo pensaba. – Dije, recordando todas las veces que la observaba desde lejos. Kelly se rio.

- ¿Cómo ibas a ser invisible? Estabas siempre cayéndote por los pasillos… alguna vez estuve tentada a decirte que usaras zapatos menos resbaladizos o algo… no recuerdo una semana que no te chocaras con algo. – dijo a carcajadas. – Escuchaba a todo el mundo decir lo buena bailarina que eras y yo no lo podía creer… ¿Esa chica que está chocándose con todas las puertas y paredes sabe bailar? Eras tan adorable… siempre que te caías o te chocabas con alguna puerta, te reías a pleno pulmón de ti misma… yo me habría muerto de la vergüenza… - Sí, precisamente me estaba muriendo de la vergüenza en aquella época y ahora mismo.

- Y yo que creía que mi espíritu patoso estaba bien oculto… - Chisté.

- Algunos de tus compañeros no lo entendían… decían que en clase nunca te pasaba, así que todos pensaban que entrabas en una especie de limbo en los pasillos… - Sí, en el que me metías tú cada vez que te veía… Pensé con pesar.

- Es tarde. – Casi tosí. – Será mejor que nos vayamos a la cama. – Noté como de repente Kelly se ponía muy rígida.

- Sí, es cierto. – Dijo rápidamente. – Iré primero al baño a cambiarme. – Asentí mientras veía a Kelly subir rápidamente las escaleras.

Vale Sam. Primer día.
Tú y Kelly vais a dormir juntas, en tu micro cama. Respira hondo e intenta no temblar demasiado.

Subí las escaleras despacio, comprobando aliviada que la luz del baño estaba encendida. Entré rápidamente en mi habitación y me puse rápidamente el pijama, sintiendo el frio suelo congelar mis pies en el proceso. Entré en la cama y esperé, intentando respirar con tranquilidad.

Sólo son dos semanas Sam… sólo dos semanas… intenta al menos sentirte un poco culpable por disfrutar de esto… Porque sabes que lo vas a hacer… y mucho…

***

(KELLY)

Me miré al espejo, intentando dejar de temblar. Esta vez, al menos no era por ella… ¡Joder, que maldito frío hace aquí! Pensaba que Nueva York era fría… pero no. Nueva York es húmeda y abarrotada… pero Vertmont… Vertmont era tan abierto que las corrientes de aire entraban por cada maldito resquicio.

Podría fácilmente embutirme en mis calcetines más gruesos y mi pijama de pirineos más cómodo… pero entonces no podría disfrutar de la noche como quería hacerlo.

Volví a echar un vistazo a mi escueto pijama de verano. No llevaba sujetador bajo la fina camiseta de manga corta y el frío remarcaba a la perfección mis pezones bajo la tela y los cortos culotes dejaban a plena vista mis, para mi desgracia, blanquísimos muslos. Cogiendo una última bocanada de aire, salí del baño y me dirigí a la habitación.

Inteligentemente, apagué la luz del pasillo, dejando que sólo la escalera estuviera iluminada. Al abrir la puerta, sólo se me debería ver el perfil… y no lo pálida que era. Sin embargo, el suelo frío me arrancó el sensual saludo que tenía pensado cambiándolo por algo mucho menos sexy.

- ¡Joder, el suelo está congelado! – Dije nada más entrar en la habitación. La suave risa de Samantha y el bulto a la izquierda de la cama me dieron su posición antes de cerrar la puerta y correr a la cama como alma que lleva el diablo. - ¿No dijiste que había calentadores por la casa?

- Sí, pero el de mi habitación es el único que no funciona, lo siento. – Se disculpó. Me revolví dentro de la cama intentando calmar el temblor de mi cuerpo… Creo que mañana se acabó el plan de parecer sexy y deseable en la cama. - ¿Kelly, qué llevas puesto? – Genial, ahora voy a quedar de idiota.

- Yo… no me gusta dormir con mucha ropa… y como pensé que habría calefacción, traje un pijama muy fino. – Dije, con mis dientes castañeando.

- ¿Fino? ¡Es inexistente! Voy a darte uno mío… - Samantha comenzó a levantarse pero la agarré con fuerza y la volví a tirar en la cama.

- No, por favor… si te quedas dentro de la cama conmigo pronto se me pasará… - Bien, ahora es el momento… - Tal vez si me abrazaras se me pasaría antes. – Susurré. Pude oír como Samantha cogía aire por la nariz con fuerza. Pasaron los segundos y ninguna de las dos se movía… miento, yo sí, pero involuntariamente. Estaba empezando a rendirme cuando sentí el agradable calor de Samantha cuando sus brazos me rodearon. A pesar de mi vergüenza, me acurruqué en ella buscando calor.

- ¿Mejor? – Preguntó.

- Muchísimo mejor. – Pasaron unos minutos hasta que mi cuerpo dejó al fin de temblar y pude relajarme en sus brazos… disfrutando de algo más que su calor corporal. - ¿Samantha? – Pregunté suavemente, con miedo de que estuviera dormida.

- ¿Sí? – Su voz estaba clara y despierta, y muy cerca de mi oído.

- ¿Puedo hacerte una pregunta personal? – Pregunté, mientras jugaba con la camiseta de su pijama.

- Por supuesto. – Respondió tranquila, aunque podía escuchar el sonido de su corazón ir a un ritmo extraño... ahogado y rápido.

- ¿Patricia y tú… sois amantes? – A pesar de la oscuridad, cerré los ojos con fuerza, preparada para la peor y la más segura de las respuestas.

- No… aunque ciertamente ella lo ha intentado alguna vez. – Respondió Samantha en silencio. – No quiero formar parte del harem de nadie… quiero estar con una persona que sólo quiera estar conmigo… Y Patricia no es así. – A pesar de que estaba feliz por la respuesta… aún había cosas que tenía que saber.

- ¿Ella… te gusta? – Probablemente Samantha estaría sintiendo como estrangulaba su camiseta, pero no hizo ningún comentario sobre ello.

- Es una mujer muy atractiva… pero no, no me gusta. – La sensación de los dedos de Samantha recorriendo mi espalda casi me hizo olvidarme de la razón de todas estas preguntas…

- ¿Sales con alguien? – Pregunté, esta vez alzando un poco más la cabeza, sintiendo su cuello muy cerca de mis labios. Samantha tragó una vez.

- No.

- ¿Te gusta alguien? – Ni siquiera sabía si esa pregunta llegó a sus oídos, por lo bajo de mi voz. Estaba demasiado embotada por el sonido de su corazón y el movimiento de su cuello al tragar nerviosamente. - ¿Samantha? – Alcé del todo la cabeza, enfrentándome a los turbulentos ojos de Samantha en la oscuridad.


- Sí. – Sin pensar en sí esa afirmación tenía algo que ver conmigo o no, recorrí el espacio que nos separaba y la besé con ansia, sintiéndome temblar por completo cuando sus manos se aferraron alrededor de mi cuerpo con fuerza y sus labios respondían a mis besos con la misma intensidad.

3 comentarios:

  1. OMG!!!!! En serio te encanta dejarnos en la mejor parte... Lo peor es q es una semana completa q hay q esperar.... : ( .... Lloró en serio.... Muy entretenido el cap por lo q supimos de kate y liz y ese final de sam y kelly wowwwwww...
    Pero gracias por encima de todo por seguir montando mas capítulos.
    Saludos, besos y feliz dia del amor y la amistad desde Colombia

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  2. Que manera tan deliciosa de escribir, me encantas
    I'G'

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  3. Siiiiiii por fin !!! Ya iba siendo hora. Pero ya te vale dejarnos en lo mejor eso no se hace no tienes compasión de nosotras :-P

    Deseando el próximo capitulo

    M.S(galicia)

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