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sábado, 25 de julio de 2015

Oculta Entre Las Sombras - Epílogo II

EPÍLOGO II



(Unos minutos más tarde)

(ALEXIA)

Dado que el banquete se celebró en las tierras de los Kensington a las afuera de Harrow, en escasos minutos, Elizabeth y yo nos encontramos subiendo las escaleras de la algo más austera mansión de William y Emma. Desde los ventanales de las escaleras, se podía ver la carpa nupcial y algún que otro invitado borracho tambalearse por los alrededores.


Al contrario de lo habitual, era Elizabeth la que me llevaba a mí a rastras. Algo sorprendente sabiendo lo altos que eran los tacones que llevaba. Para mí, la mansión aún era desconocida, ya que fue Elizabeth la que se ha pasado aquí encerrada como en un convento los últimos treinta días. Y lo que más me sorprendió, fue seguir subiendo las escaleras, hasta llegar a un pequeño pasillo, que llevaba a las antiguas habitaciones del servicio. Ahora, ese pasillo, desembocaba en una estrecha escalera, que daba al ático. Una vez en la puerta, Elizabeth se giró y me dio un rápido beso antes de sujetarme por los hombros.

- Se supone que debes llevarme en volandas. – Apoyándome en la pared, la alcé con cuidado por las piernas y descubrí que el vestido, por muy bonito que fuera, había duplicado el peso de Elizabeth… Dios, menos mal que la cola no es muy largo, si no nos matamos… con una suerte casi inhumana, localicé el pomo de la puerta con la mano derecha y la abrí, metiendo primero la cabeza de Elizabeth, que estaba más que divertida de ver mis pobres esfuerzos por no gemir de dolor por mis temblorosos brazos. – He adelgazado tres kilos para la boda. – Me dijo, como intentando justificarse por el exceso de peso.

- Genial cariño, la próxima vez le dices al traje que también se ponga a dieta… - Elizabeth se rio y me mordió juguetona la punta de la nariz, antes de perfilar mis labios con su lengua. No fue hasta que se detuvo, que contemplé la habitación que había delante de mis ojos.

Se notaba que habían cambiado la habitación para la ocasión. Del techo, ligeramente inclinado hacia el centro, colgaban algunas bombillas de perol con una luz muy tenue, dándole un toque romántico a la madera de cedro que cubría por completo la habitación. A la izquierda, una enorme cama con dosel abarcaba casi la mitad de la habitación… al contrario de lo normal, las sábanas blancas habían sido sustituidas por un intenso color borgoña, a juego con la ingente cantidad de pétalos rojos que había por todo el suelo de la habitación. al darme cuenta de ello, me dio lástima pisar el perfecto manto de rosas, pero al dejar a Elizabeth en el suelo, y ver como caminaba con su precioso vestido blanco sobre él, supe que esa imagen se quedaría grabada a fuego en mi memoria. Tranquilamente, Elizabeth cogió una caja de color blanco y la puso a los pies de la cama, para después señalarme con el dedo el único sillón de tela que había en la habitación, a juego con la cama.

- Siéntate… - Con esa simple palabra, noté como mis fuerzas casi me abandonan al sentir las mariposas revolotear más allá de mi vientre. Sin palabras, me dirigí hacia el sillón, desatándome el cuello de la camisa por el camino… Me estoy ahogando… Nada más sentarme, Elizabeth separó con cuidado mis piernas y clavó, muy cerca de mi desesperación, uno de sus pies entaconados ahí, haciéndome tragar con fuerza. - ¿Me ayudas? – Dijo con una sensualidad que rallaba la urgencia. Poco a poco, se fue subiendo la falda del vestido, dejando al descubierto unas preciosas medias blancas… cuanto más subía, más tenía la sensación de estar en pleno desarrollo de una película para adultos… y cuando el vestido no se pudo subir más, y las medias finalizaban a la altura del muslo, cogidas por pequeñas tiras de encaje, mi corazón empezó a dolerme con fuerza de lo rápido que iba. – El liguero de boda se me ha subido un poco durante el baile… necesito que lo encuentres por mí… - Cogiendo aire con fuerza, comencé a pasear mis dedos desde su tobillo, subiendo despacio, disfrutando de la sensación de tocarla y ver las respuestas de su cuerpo… cuanto más lejos estaba de la rodillas, más sentía las piernas de Elizabeth temblar… cuando las medias se acabaron, dando paso a un muslo suave y tibio, tuve que morderme el labio para no correrme allí mismo… Cielo santo… Espero que el liguero esté dentro de ella, porque me metería de cabeza sin pensarlo… Por desgracia, casi a la altura de la cadera, noté la seda suave del liguero, y al no querer terminar con mi exploración, lo perfilé en todo su contorno, mirando fijamente a Elizabeth a los ojos, tan oscuros e intensos como los míos… y justo cuando estaba a punto de deslizarlo por su pierna, pasé uno de mis dedos por el fino encaje de las bragas de Elizabeth, sintiendo la acuciante humedad en la tela junto con el ligero relieve de su clítoris hinchado y duro. En ese instante, Elizabeth se agarró con fuerza a mi hombro y sufrió un escalofrió que me llegó a las entrañas… Se acaba de correr… Con cuidado, le quité al fin el liguero y la ayudé a estabilizarse. Me incliné para besarla pero ella se apartó. – Has sido muy mala… te has adelantado… - Se giró y se puso de espaldas a mí. – ¿Me quitas el cierre? – Como un resorte, me levanté y solté el pequeño enganche del vestido bajo su nuca, dejando un húmedo y desesperado beso en ella. – Bájamela… la cremallera… - Lentamente, bajé con cuidado la cremallera, intentando controlarme para no arrancarle de cuajo la prenda. Una vez que estuvo completamente bajada, subí mis dedos hasta sus hombros para deslizarle el vestido, pero ella se apartó de mí. – Espera…

- No puedo esperar más… - Casi rugí, viéndola alejarse de mí, con esa preciosa espalda descubierta.

- Solo diez segundos más. – Y nada más decirlo, se deslizó el vestido delante de mí, mirándome con deseo, mostrándome la imagen más jodidamente caliente que había visto en mi vida. – Espero que te guste mi regalo de bodas… - Dijo con una media sonrisa juguetona. Verla ahí, delante de mí, con ese bustier de encaje blanco con ligas a juego, el pelo largo y salvajemente ondulado tras quitarse el recogido y ese más que apetitoso plato entre sus piernas, ligeramente más trasparente que el resto del conjunto debido a la humedad visible en sus muslos… Ahí todas mis fuerzas me abandonaron y un instinto primario tomó el control.

Cuatro pasos. Cuatro pasos fueron los que di antes de llegar hasta ella. 4 pasos en los que mi chaqueta, mi camisa y mis pantalones desaparecieron de mi cuerpo en una exhalación de tirones y forcejeos… y nada más llegar, me lancé sobre ella como un ser hambriento y desesperado. Su urgencia, tan acuciante como la mía, la hizo saltar sobre mi cuerpo y enroscar sus piernas en mi cintura, mientras nuestras bocas parecían querer llegar más allá de nuestras gargantas. En escasos movimientos, mi sujetador y mis bragas desaparecieron, pero ella no… ella estaba tan bien en ese endemoniado encaje blanco sobre las sabanas oscuras… No, si este es mi regalo… lo abriré por la parte que más me gusta…

Sin preocuparme por nada más, bajé mi cabeza hasta su entrepierna, agarrando solamente entre los dientes las braguitas de encaje y las arranqué con facilidad con ellos, arrancándole un grito ahogado a Elizabeth que sólo avivó más mi hambre. Sujetando sus ligas, la atraje hasta mi boca y gemí de placer al saborear el maravilloso sabor de su interior con mi lengua, las las magníficas sinfonías que salían de su garganta con mis oídos y la explosiva visión de su cuerpo convulsionarse de placer con mis ojos. Fue tan intenso, que el simple roce con las sábanas me hizo estallar, aun con mi cabeza enterrada entre sus piernas. Su grito, que vino pocos segundos después que el mío, nos dejó a ambas inmóviles y débiles sobre la cama.

Tras un par de minutos sin movernos, me alcé lentamente sobre ella, besándola con cariño, hasta tumbarme a su lado, y seguir degustando con infinita parsimonia de sus labios. En escasos minutos, los besos volvieron a ser apremiantes, y antes de que mi mano bajara por su vientre, Elizabeth me detuvo.

- Espera… casi se me olvida…  - Elizabeth se levantó tambaleándose un poco y cogió la caja blanca que había dejado antes a los pies de la cama. Pareció dudar un instante antes de abrirla y mostrarme su contenido. – Era la otra parte del regalo… pero si no quieres no pasa nada… era sólo por probar algo nuevo. – Dijo nerviosa, mostrándome el dildo con control remoto que había dentro. Por un instante, me quedé de piedra… Joder, ¿no es muy grande? Nunca he visto una de verdad pero demonios… no son tan grandes… o a lo mejor estoy exagerando… - Sabía que no te haría gracia. – Dijo Elizabeth rápidamente, volviendo a cerrar la tapa.

- ¡No espera! – Dije, llegando hasta ella y deteniéndola. – No es eso es que… ¿No es muy grande? – Le dije, cogiendo el instrumento como si fuera una bomba. Elizabeth se rio.

- Ya… yo también pensé lo mismo, pero por el chat de internet dicen que es el mejor para nosotras… y que es un tamaño estándar… no sé en qué parte del mundo esto se puede considerar estándar pero… - La bese, ya que sabía que estaba nerviosa. – Si no te gusta la idea no quiero forzarte a hacerlo… sólo era por hacer algo especial esta noche.

- Esta noche ya es especial…es nuestra noche de bodas… aun así, ¿Cómo exactamente quieres probarlo?

- Pues… había pensado en que lo probáramos ambas. – Dijo, sacando del fondo de la caja un arnés especial. – Se supone que una se lo pone y la otra tiene el mando… cuando la que tiene el mando lo presiona vibra la base del arnés… así que… disfrutamos ambas…

- Vale, pero con una condición.

- ¿Cuál? – Dijo Elizabeth, con una llama creciendo en el fondo de sus ojos.

- Yo me lo pondré primero. – Dije, cogiendo el arnés y comenzando a colocármelo. – Con el conjunto de chica virginal sexy no te pega demasiado. - Ronroneé, viendo como una nueva capa de lubricante cubría sus muslos. Elizabeth cogió el mando y se tumbó en la cama, colocándose un par de cojines bajo la cintura. - ¿No habrás hecho esto antes verdad? – Le pregunté con sorna, sabiendo que no era cierto.

- No, no… sólo que… investigué un poco… al parecer así es mucho más fácil que entre la primera vez… - Dijo cada vez más colorada.

- Tranquila. – Coloqué el dildo en el arnés y lo recorrí con los dedos hasta la base, donde notaba una especie de acolchado con un bulto que daba directo en la zona más sensible. - ¿No necesitaré lubricante? – Pregunté, alzando la vista hacia Elizabeth, que en ese momento seguía los movimientos de mi mano sobre el juguete con la boca abierta.

- No… no será necesario. – Está nerviosa, pero también hambrienta, podía verlo en sus ojos. Así que me incliné sobre ella, teniendo cuidado de no rozarla mucho con el juguete, y la bese intensamente, hasta sentir que el miedo desaparecía y sólo quedara el deseo. – Estoy lista. – Gimió sobre mis labios, alzando las caderas. Con cuidado, froté el dildo sobre ella, impregnándolo de lubricante natural y arrancando leves gemidos cada vez que pasaba por su fuerte empalme. Finalmente, guiándolo con mis dedos y bajando un poco la cadera, metí la cabeza lentamente, asombrándome de lo fácil que fue… Miraba a Elizabeth en todo momento, buscando algún indicio de dolor… pero sólo pude ver impaciencia, y finalmente fue ella la que tiró de mí hasta estar completamente anclada en su interior, arrancando un grito ahogado de su garganta.

Al principio, estaba algo más tensa, pero poco a poco su vientre se fue relajando y comencé a moverme con cuidado, sin saber muy bien que hacer… cada vez que estaba completamente hundida en ella, soltaba un pequeño quejido de placer. Estaba tan embotada por las expresiones de Elizabeth que cuando sentí el aparato vibrar entre mis piernas casi me salgo de ella del asombro. Dios, estaba muy sensible… y si dejaba esa cosa enchufada mucho rato no tardaría en volverme a correr.

- Más… - Pidió Elizabeth con voz rota. – más rápido… más profundo… - Con cada palabra, apretaba momentáneamente el mando, provocándome espasmos esporádicos. Me tumbé sobre ella, muy pegada, sosteniendo mi cuerpo con mis brazos mientras mis caderas arremetían cada vez más rápido y más fuerte contra ella… No le hago daño… le gusta… sí, así… cada vez, los gemidos de Elizabeth eran más fuertes y en algunos momentos de lucidez se acordaba, a mi pesar, de apretar el mando. Era exquisito y a la vez una tortura… quería que ella disfrutase… no yo… yo podía esperar… yo… - ¡Alexia! – Elizabeth apretó el mando sin soltarlo, consiguiendo que mis caderas respondieran solas moviéndose con más rapidez y profundidad, hasta que finalmente, con un beso abrasador, nos quedamos inmóviles por voluntad, sufriendo latigazos descontrolados de placer por todo el cuerpo… pasando de una a otra.

- Por favor… para. – Le pedí, ya incapaz de soportar más la vibración entre mis piernas por la extremada sensibilidad. Elizabeth se había aferrado al mando en pleno orgasmo y no lo había soltado en ningún momento.

- Lo siento… - exhaló, soltando el mando lejos. Aun en su interior, permanecimos abrazadas disfrutando de todas las maravillosas sensaciones del aletargamiento. Besé y disfruté de la suave capa de sudor de su cuello, mordisqueando su oreja de vez en cuando mientras le susurraba cuanto la quería… Elizabeth me respondía con igual dulzura, masajeándome la parte baja de la espalda y mordiendo mis hombros cada vez que una palabra dulce salía de mis labios. – Ha sido maravilloso. – Me susurró al oído finalmente, abrazándose más estrechamente contra mí.

- Tú eres maravillosa. – Le respondí, besándola con fruición, antes de salir con cuidado de ella y tumbarme de nuevo en la cama boca arriba. Tenía los brazos temblorosos del esfuerzo, así que cuando Elizabeth se puso a tontear, dándole golpecitos a la punta del juguete, no hice más que echarme a reír… - Para… estoy muy sensible…

- Ya lo veo… pero aún es muy pronto para acabar la noche… - rápidamente, me desató el arnés provocándome un gemido de placer al sentir el frescor del aire en mi entrepierna…Espera… ¿Aire? Las ventanas están cerradas… gemí al sentir unos labios cerrarse alrededor de mi clítoris, para luego separarse y volver a soplar con cuidado. – Muy sensible… - Dijo antes de volver a besarme. – Humm… y muy deliciosa…

- Elizabeth… - Sin poder controlarlo, agarré su pelo mientras ella seguía soplando y besando mi intimidad, hasta que la sensibilidad dio de nuevo paso al ansia y abría aún más las piernas. – Sí…

- Perfecto… ya estás lista para mí… es mi turno de pasármelo bien. – Mientras yo disfrutaba de sus besos íntimos, ella se había colocado el arnés y ahora se tumbaba sobre mí, paseando la cabeza por mi apertura con diversión. – Parece que lo quieres dentro de ti… - En un solo movimiento, sentí el ya no tan enorme juguete en mi interior, cortando mi respiración de la impresión de tener algo así en mi interior. Noté como poco a poco mi cuerpo se adaptaba a la nueva profundidad y poco a poco me iba lubricando más… en cuanto Elizabeth salió de mí y volvió a entrar, sentí una presión deliciosa en la parte baja de mi estómago, algo parecido al vértigo… - Así es…Dios, cuanto te quiero… - Dijo, observándome desde arriba, disfrutando seguramente del mismo espectáculo de sensaciones que viví yo. En medio de esa nube de placer, recordé algo… y estirando la mano, encontré el mando, justo a tiempo, para compartir la sensación que comenzaba a crecer en lo más profundo de mí. – Oh… ¡Joder! – Chilló, convulsionándose conmigo, cuando mantuve con fuerza el botón pulsado en la cresta de mi orgasmo. Al igual que yo, Elizabeth se derrumbó encima de mí, casi cayendo en el letargo, hasta que salió muy despacio, dejándome extrañamente vacía y placenteramente dolorida. – Que… difícil es… concentrarse mientras eso…

- Lo sé… - Le dije, dándole un corto beso, mientras la ayudaba a quitarse el arnés. El sueño ya nos estaba llevando a ambas. – Te amo Elizabeth… - Suspiré, abrazándome a ella… ¿Cuándo se ha quitado el bustier? Daba igual… solo sabía que estaba felizmente rodeada de sus blanditos pechos.


- Te amo Alexia… - Ambas nos quedamos dormidas como dos niños después de jugar todo el día…Y así, abrazadas, sudorosas y dulcemente doloridas, comenzamos nuestra nueva vida de casadas…

Nota de la Autora: ¿Queríais sexo?... pues hala. Ahora yo quiero esa maldita noche de bodas haciendo el amor como una posesa... ¡Es todo vuestra culpa! :3

8 comentarios:

  1. Quien me mandaría leer el capitulo en medio de una cena entre primos, deberías poner una advertencia no se si los sudores fue por la historia o los vinos..... Jajaja

    Genial el capitulo
    M.S(galicia)

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  2. Jajaja muy muy muy hot el capitulo... es malo leer eso cuando se esta en reunión familiar... con mi madre y abuelos ;) y tias y primos...
    Pero al un asi muy bueno...
    Yo también quisiera una noche de bodas asi :)

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  3. no jodás!!!! qué calentura... tendré que buscar novia y llevar a cabo semejante fantasía
    :D

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  4. Fantástico Natalia, me fascinan las historias largas o continuadas. Espero puedas hacer varios epílogos cuando puedas para seguir sabiendo sobre alegría y el...... Uffffff el sexo así se leyó genial

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  5. jajaja en cada parte sufria y me divertia con esto jajaja
    waoo muuuy hot,no,nooo,noo que muuy hot,extremadamente jaja HOOOT!!!!!
    Extaciada por este epilogo sos increible Bella me a encantado segui asi BESOOOSSS!!!! desde Argentina


    Lourdes Avalos

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  6. Uffff yo estaba esperando mi turno para entrar al dentista y justo me llama.el mendigo doctor cuando estaba leyendo la mitad, ya se me habia subido los colores.
    En verdad vivi la noche de bodas muy cerca de las chicas como si fuera un voyeur jejejejehe
    Excelente como siempre y una boche de bodas espectacular.
    Besote a la distancia.
    Maria Rene

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  7. Bendito corrector era alexia y eli

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  8. Jajajaja no dudo que llegado el momento tengas una noche así, ya que tienes una hiper imaginación!!!!!, como siempre muy pero muy hot el capitulo, felicidades pequeña
    Un abrazo cariñoso desde México
    San

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