(LOREN)
Susan estaba tirada encima de mí en el sofá mientras veíamos una película de la televisión estatal… lo cierto es que no recordaba de que iba, ya que nada más empezar, a los escasos cinco minutos, Susan comenzó a darme pequeños besos por toda la cara.
Era tan embriagador estar con ella así. Como si estuviera a tono a todas horas, pero no era molesto, era como encontrarse permanentemente colocada por tu droga favorita. Sabía que deseaba más que nuestros besos y caricias, pero era tan condenadamente placentero esperar… apretarnos la una contra la otra todas las noches, deseando fundirnos a besos… aunque ciertamente todo esto estaba consiguiendo que me quedara sin ropa interior, porque necesitaba hacer la colada cada dos días si quería tener las bragas limpias.
A Susan le parecía divertido, ya que a ella no le pasaba tanto. “Eso es porque ella es virgen Loren” Me había dicho Kate hace un par de semanas cuando la necesidad de saber era mayor que la vergüenza. “Verás, después de hacerlo por primera vez, cuando el cuerpo nota que estás a punto de volverlo a hacer, sencillamente se prepara, y lubrica más de la cuenta, para que no sientas daño… Sí ella aun no lo ha hecho, su cuerpo aún no sabe que tiene que lubricar tanto… además, tu eres de lubricar mucho, que no es malo, pero es raro estar tan lista la primera vez… supongo que soy más sexy de lo que pensaba” Kate se había ganado unos cuantos golpes con esa frase, pero tenía razón… aun así, ahora mismo, aquí tiradas en el sofá, comiéndonos a besos, ya podía sentir mis vaqueros empapados y sencillamente, ya no aguantaba más.
- Susan… espera. – Jadeé, intentando esquivar sus profundos besos.
- No quiero esperar Loren, necesito tus labios… - Gemí al sentir de nuevo su lengua entrar con desesperación dentro de mi boca. Mi mente se desvaneció por unos momentos en ese beso abrasador y necesitado, y al sentir sus manos sobre mis pechos y el dolor de su tacto contra mis pezones bajo la tela, me separé de nuevo con esfuerzo.
- Ah… a eso me refiero Susan… No puedo esperar más. – Susan me miró con ojos enturbiados, intentando comprender mis palabras en un estado de absoluto paroxismo.
- Te refieres a… - Jadeó, consiguiendo que su rostro ya de por sí enrojecido por el esfuerzo, se volviera aún más granate.
- Sí… - Casi gemí, al sentir como Susan cabeceaba ligeramente, asintiendo, y acercándose de nuevo hacia mí. Sin embargo, el universo se había confabulado en mi contra, ya que en ese mismo instante, mi móvil comenzó a sonar con el tono de llamada de Kate al mismo tiempo que la puerta del apartamento se abría de par en par, por una eufórica Liz.
- ¡Susan, Susan, Susan! – Repetía una y otra vez, al parecer sin darse cuenta del maravilloso momento que había estropeado. - ¡Oh, Señor! ¡Tienes que ayudarme! – Susan y yo nos tapamos los oídos cuando de repente Liz gritó a pleno pulmón.
- Jesús, Liz, nos vas a dejar sorda… - Dijo Susan, al tiempo que se levantaba dejando un desagradable vacío encima de mí. - ¿Y bien? ¿Qué ocurre? – Liz agarró a Susan del brazo y la arrastró hasta su habitación, cerrando de un portazo… Mujeres… Bueno, ahora que estaba sola, podía responder al teléfono sin problema.
- ¿Sí? – Respondí al móvil, pero nada más pegar la oreja, tuve que apartarla. ¿Qué le pasa hoy a todo el mundo con los gritos? – ¡Joder Kate, me vas a dejar sorda!
- ¡Loren, Loren, Loren! – Otra con el disco rayado… - Se lo he pedido… ¡Y me ha dicho que sí! ¡Estoy en la Luna! ¡Joder! Hasta los edificios y los árboles se ven diferentes… Siento que si me tiro de un rascacielos podría salir volando…
- Bueno, tu no lo hagas… - Respondí preocupada… ¿Qué coño se habrá fumado? - ¿Qué ha pasado Kate? ¿No habrás probado esas pildoritas mágicas verdad? Ya sabes que no… - Casi me da un infarto al escuchar el grito de Susan salir de la habitación de Liz. Corrí hacía la puerta y llamé varias veces alarmada. - ¿Cariño? ¿Estás bien? ¿Susan? – Grité asustada. Entonces, Susan sacó su cabeza de la habitación y me dio un fugaz beso.
- Lo siento, cariño. Estoy bien, pero necesitamos estar solas. – Y así, volvió a cerrar la puerta, dejándome completamente anonadada.
- Será posible…
- ¿Loren? ¿Sigues ahí? – Preguntó Kate al otro lado del teléfono.
- Sí, sí… lo siento. No sé qué os pasa hoy a todas, primero Liz, luego tú y ahora Susan… ¿Os ha dado por tener la regla a todas a la vez o qué?
- ¿Qué? No… Oye… ¿Dices que Liz está ahí? ¿Cómo está? ¿Crees que se ha echado atrás? A lo mejor he sido demasiado impaciente… - Susurraba erráticamente Kate.
- No, Kate, está loca, ha llegado y se ha puesto a gritar de repente y se ha llevado a Susan a su cuarto en un momento muy inoportuno ¿Sabes?… ¿Pero de qué coño hablas? Pensaba que lo de vuestro proyecto ya estaba hablado y…
- No, no… no es eso… Loren, le he pedido una cita… ¡y ha dicho que sí! – Me quedé quieta en ese mismo instante.
- ¿Cita, cita? – Pregunté para asegurarme… a lo mejor era una quedada a solas o…
- Sí Loren, ¡UNA CITA! ¿Sabes? Terminamos de ensayar y de una cosa a otra, un compañero nuestro le dijo que ambos eran los únicos heteros en la sala… y ella se negó… ¡Joder, se negó! Casi me ahogo al escucharlo… Entonces todo el mundo salió cagando leches de la sala y nos quedamos solas… Joder Loren, pensaba que se me salía el corazón del pecho, pero tenía que asegurarme, así que le pregunté y ella sencillamente me lo tuvo que repetir… ¡ES GAY! ¡GAY! Joder, estoy en el puto cielo ahora mismo… después del shock, sencillamente se lo solté, así sin más… y ella dijo que sí… - Entonces fui yo quien gritó. Joder, esto tiene que ser un jodido milagro. Comencé a saltar por el salón felicitando a Kate una y otra vez, intentando tranquilizarla, ya que pasaba de la euforia, al miedo muy rápidamente.
- Kate, tienes que venir ahora mismo, tenemos que prepararnos… joder ahora lo entiendo. – Dije mirando la puerta cerrada de Liz y los continuos chillidos del interior. - ¿Vais a salir a las ocho no?
- Sí, sí… a las ocho… ¿te he dicho alguna vez que me encanta ese número?
- Ya, ya… no te pierdas, ven aquí cagando leches. ¿Ya sabes a donde la vas a llevar? – Escuché como Kate cogía aire de repente.
- Mierda es cierto… no puedo llevarla al cine o algo así… sería horrible. ¿Qué hago Loren? ¿Qué hago?
- Tú relájate, ¿De acuerdo? ¿Dónde estás?
- En Central Park… Necesitaba un poco de aire… despejarme… creérmelo… tú sabes.
- Bueno, pues ven, creo que tengo una idea que os gustará a ambas… no es lujoso, pero apuesto lo que quieras a que a ambas os gustará.
- ¿En serio? Loren, ¡Eres genial! ¡Te quiero! – Gritó Kate.
- Yo también te quiero, y ahora trae tu precioso culo blanco hasta aquí.
- Marchando. – Kate colgó y yo me dejé caer en el sofá, recordando de repente algo.
Sí… ducha fría… eso me ayudará a mantenerme mentalmente activa un par de horas más, después… Susan y yo estaremos completamente solas en el apartamento…
Un sonido parecido al ronroneo de un gato salió de mi garganta…
Oh sí… es la hora…
(SAM)
- Vamos Ashley, es fácil, sólo tienes que dejarte llevar, se supone que es tu fiesta, si lo que quieres es bailar sin lógica alguna estará bien. – Le dije a mi cliente de estas dos últimas semanas, una joven rubia de quince años cuya fiesta de los dieciséis era la envidia de todo adolescente de la avenida Madison.
- Soy horrible, Sam. Si mis amigos me ven hacer el pato en mi propia fiesta puedo olvidarme de mi vida social el resto de mi vida. – Dijo Ashley, dejándose caer en el suelo.
- Vamos Ash, no seas tan dramática. Si son tus amigos no harán eso. – Me acerqué de nuevo al estéreo y cambie la música clásica por algo más moderno. – Venga, levántate. – Tiré de Ashley hasta que estuvo de nuevo levantada con un gemido de molestia.
- Se nota que no conoces a mi madre Sam, ni a mis amigos… no creo que esta música sea la que vayan a poner mis padres para mi baile de sociedad…
-
Puede que no, pero se parece bastante… sólo debes imaginarte algo más de ritmo…
- Comencé a bailar de manera aleatoria a su alrededor, sin seguir ningún tipo
de pauta, hasta que pude arrancarle una sonrisa. – ¡Vamos, es divertido! – Poco
a poco, Ashley se fue moviendo conmigo, a veces bien, a veces mal… pero siempre
divirtiéndose, como debe ser. Estuvimos haciendo el tonto, riéndonos juntas,
dos canciones más, hasta que tuvimos que parar por la falta de oxígeno.
-
Oh, Sam, ¡ha sido genial! – Sin esperármelo, mientras estaba sentada en el
suelo recuperando el aliento, Ashley me agarró de la camiseta y unió nuestros
labios el tiempo suficiente como para ser considerado un beso largo y casto. –
Ven conmigo a la fiesta… por favor, si estoy contigo seguro que puedo…
-
Espera, espera… Ashley, ¿Qué ha sido eso?
-
Un beso, obviamente. – Respondió, volviendo a inclinarse hacia mí. esta vez,
pude apartarme a tiempo.
-
No Ashley, no puedes besarme. – Me levanté del suelo, sintiendo la mirada de mi
joven cliente sobre mí… Señor, esto es
incómodo…
- ¿Por
qué no? Me gustas, mucho, y seríamos una pareja despampanante en mi fiesta… mis
padres saben que nunca conseguirán emparejarme con uno de esos chicos estirados
de Columbia y tú ciertamente entras en los estándares apropiados… eres
guapísima, tienes muchísimo talento y en unos años serás una bailarina famosa o
una supermodelo… - Mientras Ashley hablaba, iba dando pequeños pasos hacia mí, obligándome
a retroceder al mismo tiempo.
-
Ashley, tienes quince años, además de ser mi cliente, sea como sea no está bien…
- Oh vamos… me van a echar el trabajo, y
lo necesito para pagar el alquiler…
-
Vamos Sam… la semana que viene dejaré de ser tu cliente y, además de cumplir
los dieciséis, no es tanta diferencia…
-
Claro que es una gran diferencia, ¡soy seis años mayor que tú! – Ashley comenzó
a negar con la cabeza, exasperada.
-
Cinco y medio… Y mis padres se llevan más de diez años, la diferencia de edad
no es un problema… - Ashley ya estaba a solo unos centímetros de mí, y ya no
podía retroceder más… no podía apartarla, Ashley tenía tanto dinero que me
podía mandar a la cárcel por sólo romperle una uña… así que mentí.
-
No puedo Ashley, me encantaría, pero resulta que ya tengo novia… - Por un
instante, el rostro de Ashley se ensombreció, pero rápidamente una sonrisa
traviesa cruzó su rostro. Oh no…
-
Bueno, no importa, puedo ser tu amante hasta que te des cuenta que soy mejor
que esa don nadie… - Estaba a punto de empujar a Ashley lejos de mí y olvidarme
de ese maravilloso cheque de ciento cincuenta dólares semanales cuando la voz
de la última persona que esperaba retumbó en toda la sala.
-
¿QUÉ SE SUPONE QUE ES ESTO? – De la sorpresa, Ashley se apartó de mí y se quedó
mirando con el mismo asombro que yo a la furiosa pelirroja en ropa deportiva. ¿Cómo…?
-
¿Kelly? – Pregunté extrañada.
- ¿Conoces
a la pelirroja? – Señaló con una mueca Ashley, consiguiendo que la expresión de
Kelly se volviera más furiosa aún.
-
Por supuesto que me conoce… ¡SOY SU NOVIA! – Sentí como la mandíbula se me
desencajaba al escuchar aquello… ¿Pero qué…? Entonces, en cuanto Ashley se giró
hacia mí, noté como la expresión de Kelly cambiaba por completo y me guiñaba un
ojo, antes de volver a tener la misma expresión furiosa y descolocada. – Así que
aparta tus sucias manos de ella, niñata malcriada. – Noté como Ashley se
envaraba. Y negué con las manos hacia Kelly, pero ya era tarde.
-
¿Cómo demonios me has llamado? ¿Sabes quién soy yo, zanahoria pecosa? – Kelly dio
grandes pasos hasta estar frente a frente con Ashley. Apenas era cinco
centímetros más alta que la joven rubia, pero parecía muchísimo más imponente.
-
Oh, tú no te has atrevido a llamarme así, americanita de… - Ya era el momento de
intervenir si no quería que esta situación se convirtiera en un baño de sangre.
-
Vamos, Kelly… humm… cariño – Joder, qué
extraño era todo esto. – Ashley es muy joven, no sabía lo que estaba
diciendo…
-
Claro que lo sabía, igual que sabía cómo besarte. – Abrí los ojos como platos. –
Sí, lo he visto, he visto lo que esta mocosa de las narices intentaba contigo,
y apuesta lo que quieras a que cuando lleguemos a casa recibirás tu castigo. –
Tuve que tragarme un gemido que amenazaba con salir de mi garganta… Mierda, esa frase ha sonado demasiado bien…
- Pero ahora, ahora pienso encargarme de esta cría del demonio.
-
¿A sí? ¿Y cómo piensas hacerlo? ¿Vendrás detrás de mí con tu espada de vikingo?
Te recuerdo que estamos en el siglo XXI y mi familia es…
-
Tú familia me importa un rábano, niñata. Todos los americanos son unos nuevos
ricos pretenciosos que no saben comportarse en sociedad… y tú eres la muestra
de ello…
-
Oh… en cuanto averigüe quién eres pienso arruinarte la… - Empezó a decir con
prepotencia Ashley.
-
McLean, Kelina McLean. – No entendí la expresión de horror de Ashley y su
repentino tartamudeo.
-
Mc…Mc… ¿McLean? ¿Cómo…?
-
Sí, pequeña mocosa, como la petrolera, la mayor exportadora de arte del mundo y…
o, casi se me olvidaba, la jodida familia más rica e influyente de todo el Reino
Unido. – Sonrió Kelly. - ¿y tú eras?
-
Nadie, no soy nadie. – Dijo Ashley rápidamente.
– Lo siento mucho Sam, yo no…
- ¡LARGO!
– Gritó Kelly, consiguiendo que Ashley saliera corriendo despavorida. Una vez
solas, Kelly suspiró con fuerza y volvió a la normalidad, aunque aún algo
enfadada. – Odio como los americanos siempre usan su dinero para todo… Siento
si eso te ofende. – Dijo disculpándose.
-
No me ofende, por mucho que tenga a Vermont en mi corazón no soy americana… al
menos de sangre. – Kelly me miró extrañada. – Pensé que lo pillarías, no tengo
la boca torcida pero…
-
Campbell… - Dijo finalmente Kelly. – Pensaba que era otro de esos apellidos de
algún antepasado lejano… los americanos son un revoltijo de países…
-
A veces es así, pero no, nací en Dunblane.
Mi padre era un escocés de pura cepa, pero se enamoró de una Noruega que trabajaba
nueve meses al año en Canadá, así que decidió que por mucho que amara su
querida escocia, no podía estar tanto tiempo sin ella… cuando tenía dos años
nos mudamos todos juntos a Montreal y… bueno… con cuatro me mudé con mi abuela
materna a Vermont… No los recuerdo mucho de todas formas, era muy pequeña
cuando murieron… mi abuela para mí siempre ha sido como mi madre. – Dije sonriendo
con tristeza. – Gracias por esto… tu actuación ha sido muy buena, aunque ya me
puedo ir olvidando del trabajo… en cuanto Ashley descubra que has mentido me
echarán de aquí a patadas…
-
¿Mentido? – Preguntó extrañada Kelly.
-
Sé que te apellidas Cunningham y…
-
Cunningham es el apellido de mi padre, aunque yo y mis hermanos llevamos con
orgullo el apellido familiar… - Noté como el alma se me caía a los pies.
-
Entonces… tú eres… de verdad… - Dije asombrada, viendo como Kelly se
ruborizaba.
-
Sí… pero no se lo digas a nadie, por favor. Ya me costó bastante convencer a
mis hermanos para venir a este país del demonio para ser una artista… no quiero
ser famosa así… quiero serlo porque realmente tenga talento.
-
Lo tienes pero… o señor… es como si estuviera sentada al lado de la realeza… -
Dije casi en un susurro. Entonces, pensé en algo que me entristeció. – Vaya…entonces
no habría habido posibilidades de todas formas… - Susurré.
-
¿Qué? – Oh mierda, lo he dicho en voz
alta.
-
Nada, no es nada. – dije rápidamente. – Será mejor que te vayas, aún tengo a
otro cliente antes de que el gimnasio cierre… no estaba previsto pero…
-
Soy yo.
-
¿Qué? – Pregunté extrañada.
-
Que yo soy tu cliente de siete y media a nueve. – Dijo Kelly con una sonrisa.
-
Que tú… pero Kelly, yo te habría ayudado gratis… no tendrías que haber. –
Sentir la mano de Kelly sobre mis labios casi me derrumba.
-
Sam… me he comportado como una idiota este último mes después de lo bien que te
portaste conmigo y quería pagártelo de alguna manera… además, necesito ayuda
con el baile, soy un completo desastre. – No pude evitar reírme. Es cierto, es
un desastre. – Bueno, al menos no estás tan deslumbrada por mi apellido como
para no reírte de mí…
-
Oh, lo siento, lo siento… - Dije tapándome la boca. – Pero es que hoy parecías
un pato mareado cuando intentaste seguir los pasos de Kate. – Kelly me empujó
juguetonamente con los labios apretados, algo molesta.
-
Que mala es señorita Campbell… pienso quejarme… no estoy nada contenta con sus
servicios. – Dijo levantando la barbilla y apartando la mirada. Dios, que guapa es… y encima se puede
comparar con una princesa… bueno, al menos podré disfrutar de su compañía unos
meses más… luego, siempre podré recordar el tiempo que pasé con ella.
-
Bueno, si su alteza real lo desea, podemos comenzar con unos pasos de baile
sencillos y…
- ¿Sabes?
Me encantaría dar la clase de hoy en otro momento… porque ahora lo que necesito
es un buen masaje y un baño en una terma caliente y burbujeante… - Kelly
rebuscó algo en su mochila. – Ten, póntelo… y no lo pierdas. – Kelly me tendió
una pulsera plateada con el nombre del gimnasio.
-
Pero esto es… - De nuevo los dedos de Kelly se posaron en mis labios y tuve que
morderme la lengua para no disfrutar del contacto. Deseaba tanto poder besar sus
dedos…
-
Señorita Campbell, durante esta hora y media yo mando sobre usted y ahora mismo
quiero que me acompañe en un circuito de relajación en el Spa. – Intenté hablar
pero sus dedos presionaron un poco más mis labios. – Ah, ah, ah… no hay pero
que valgan, usted señorita tiene un pase para ir conmigo al Spa para los
próximos tres meses, no hay devoluciones, así que disfruta de esto… pero a
cambio, quiero que me conviertas en Beyonce… ¿De acuerdo? – Asentí obediente,
sabiendo, después de ver a Kelly actuando enfadada, que no quería verla
enfadada de verdad.
-
Aunque no tengo traje de baño. – Dije cuando sus manos abandonaron mis labios.
-
Te conseguiré uno. – Levantó la mano antes de que pudiera protestar. – Todos los
días, después de las clases, siempre que no tengas que venir a trabajar,
vendrás a mi casa y me enseñaras a bailar… y si antes de la representación no
he mejorado te tiraré al río con zapatos de cemento.
-
Sí señora. – Respondí aguantando la respiración y consiguiendo que Kelly se
riera. Era agradable estar así con ella…
-
Así me gusta… y ahora, a disfrutar de un maravilloso masaje y un Manhattan sin
alcohol…
Seguí
a Kelly fuera de la sala, después de apagar las luces y el estéreo… pasarme los
próximos meses viendo a Kelly a diario, bailando con ella… tocándola… iba a ser
un infierno muy placentero…
Nota de la Autora: Seguramente el capítulo del Sábado sea tan largo como este, y en su gran mayoría, por no decir su totalidad, será sobre la cita de Kate y Liz... Y sí, dejo lo mejor para el fin de semana... tened paciencia ;)
Valeeeee, lo as vuelto a hacer, me va a pasar muyyyy lento el viernes ;-)
ResponderEliminarGenial el capitulo me reí mucho imaginándome las escenas, cada vez se pone mas interesante las relaciones q tienen estas parejitas
Besos
M.S(galicia)
Solo puedo decir....que llegue ya el finde!!!!
ResponderEliminarM.
A veces me dan ganas de asesinarte por dejarnos asi, pero recuerdo que si lo hago no habra quien continue con la historia jejejej, asi que a olvidarme de eso, gracias por esta entrega ha estado super genial.
ResponderEliminarBesos y abrazos
Maria Rene
Siempre dejándome con ganas de más, tú debes ser una mujer irresistible... si seduces de la misma manera que escribes tendrás a tus pies a quien te plazca... dichosos quienes tengan tal privilegio
ResponderEliminarMil gracias por el capítulo Bella
Como siempre genial!
ResponderEliminarGracias por Las historias