PARTE III
29/04/15 (12:00h)
(JACKIE)
Avancé
hasta la forense aún con las manos temblando. Casi me siento aliviada de que la
médico me diera una excusa para alejarme a toda mecha de Amelia. ¿Cómo se me ocurre decirle eso? Básicamente le
has dicho que te la tirarías si no fuera por las circunstancias… ¡Argg!
-
Detective. – Me saludó la médico forense una vez llegué a la puerta de la casa.
Al fijarme en las escasas manchas de sangre en sus manos enguantadas y sus
zapatos no pude evitar una pequeña arcada al recordar la horripilante escena
del sótano. – ¿Tiene que venir alguno más de sus compañeros? – Preguntó,
señalando a Amelia y a Dan, cada uno enfrascado al parecer en sus propios
pensamientos lejos de la casa.
-
Puede que mi compañera venga más tarde… ahora… necesita tiempo.
-
Ya lo creo, hoy he tenido casi que encargarme sola de la escena… Todos mis
ayudantes se encuentran vomitando en alguna parte. Suerte he tenido de que
todos, incluido su compañero, aguantasen hasta llegar fuera de la casa. Habría
sido todo un estropicio. – La médico forense parecía hasta divertida.
-
No todo el mundo parece tener su estómago. – Dije, sin ninguna mala intención.
-
Ni el suyo al parecer… Su compañera también aguantó el tipo, pero la cara que
puso… no me extrañaría que tuviera pesadillas…
-
Eso es diferente. Yo he visto muchas cosas desagradables en la guerra, pero mi
compañera apenas lleva poco más de un mes en Homicidios… Ha superado mis
expectativas con creces. – Dije orgullosa. – Dan lleva más de cinco años
trabajando conmigo y aún tiene el estómago sensible… sea como sea, quién no
tenga pesadillas después de ver eso, está mal de la cabeza… sin ofender.
-
No me ofende, detective. Llevó más de quince años comunicándome con los muertos
y aún puedo recordar mis primeros cadáveres… No importa si eres hombre o mujer,
anciano o… niño… hay personas capaces de hacer cosas así… y sólo unos pocos
quieren sacrificarse para evitar que vuelva a ocurrir… es lo que intento
decirme todas las mañanas… eso y que debería haber escogido oncología. – Sonreí
por inercia, ya que todas las personas, ya fueran policías o médicos forenses,
pensaban que por muy realizador que fuera el trabajo, estarían muchísimo mejor
detrás de un escritorio… pero alguien tiene que hacerlo…
-
Bien, aunque aún no tenga ganas de oírlo, necesito saber que hay exactamente
ahí dentro… mi primera impresión fue que los cuerpos estaban disecados en el
comedor… pero la piel estaba demasiado perfecta para ser así… y lo del sótano…
lo del sótano parece un matadero. – Dije con un nudo en el estómago.
-
No va tan desencaminada, detective. Sin embargo, tengo que discrepar, más que
un matadero el sótano es, al menos para mí, una de las muestras más alucinantes
de disección humana… - Noté como la mueca que hice provocó un deje de desagrado
en la médico forense. – Verá, aunque no lo llamaría exactamente así, digamos
que este asesino es un gran taxidermista. No ha seguido ni mucho menos las
prácticas habituales, pero sin duda el resultado es increíble. Menos el sótano,
toda la casa es como una exposición elegante de las personas que vivían aquí, y
ya le digo que no fue obra de las víctimas… toda la casa es una prueba… el
asesino sin duda colocó cada cosa en su lugar, para que la escena del comedor
fuera perfecta.
-
Entonces la escena del crimen sería demasiado amplia… llevaría semanas revisar
cada objeto en busca de pruebas…
-
Algo me dice que no las encontrará, detective… porque la zona más aparentemente
desordenada de la casa, no tiene ni una sola huella… Es como si hubiera estado
levitando mientras despellejaba a esa pobre familia.
-
¿Cómo murieron? – Pregunté, intentando quitar de mi mente las infinitas
imágenes de personas despellejando animales.
-
Todavía no lo puedo asegurar, pero creo que fue a causa de una toxina
paralizante… lo más seguro es que se trate de algún veneno natural… como el de
una araña o una serpiente. Las tres víctimas tienen una pequeña marca punzante
en la parte derecha del cuello… algo que no habría visto si la piel no
estuviera ligeramente amoratada en una de las pieles. Estaba perfectamente
maquillado, pero pude verlo… debemos dar gracias de que la Señora Morrison
tuviera la piel sensible… ¿Quiere que se lo muestre?
-
Preferiría que no, gracias. – Respondí rápidamente, cuando vi como señalaba al
interior de la casa. – ¿Entonces piensa que les suministraron la toxina con una
jeringuilla?
-
Es lo más probable, sí. Una vez que sus cuerpos estuvieran rígidos por el rigor
mortis, el asesino afeitó sus cabezas, arrancó sus uñas y dientes e hizo un
corte vertical desde la nuca hasta la cadera y luego bajó perfilando
perfectamente los músculos de los glúteos y las piernas, sacando la piel de una
sola pieza. – Un escalofrío me recorrió por entero… Señor, estoy haciendo lo imposible por no vomitar… - En el comedor,
lo único que hay de las víctimas es su piel, los dientes, el pelo y las uñas…
el resto es una estructura plástica, como la de un maniquí. Lo poco que puedo
sacar por ahora en claro del sótano, es que el hombre y la mujer murieron al
menos tres o cuatro días antes que la joven, cuyo cuerpo es el más reciente…
alrededor de dos o tres días… así que realmente el asesino actuó en esta casa
sin que nadie lo notara por una semana entera, si mis cálculos son correctos.
-
¿Una semana? Eso es muchísimo tiempo, ¿Cómo es posible que ningún vecino notara
nada? – Pregunté, casi para mí misma.
-
Puede que fueran una familia poco sociable. Por lo que he podido notar la hija
ni siquiera vivía aquí. Por la edad, diría que estaba en la universidad o que
al menos vivía en otro estado por alguna otra razón. Pediré que lleven los
cuerpos al laboratorio, sin embargo me gustaría mantener la exposición tal como
está…
-
¿La exposición? ¿Se refiere a los maniquíes? – Pregunté asombrada.
-
Sí, no veo porque moverlos, así es precisamente como se tienen que estudiar…
también sería interesante que un especialista lo viera, y no sólo hablo de un
taxidermista, sino de un psiquiatra. Ciertamente la personalidad de este
asesino es todo un enigma…
-
Pues para mí no lo es. – Dije casi furiosa. – Es sólo otro desalmado al que le
gusta jugar a ser Dios… y hay demasiada mierda en el mundo para además tener
que lidiar con las excentricidades de personas abominables.
-
Relájese, detective. Para este caso lo mejor que puede hacer es relajarse… las
mentes macabras necesitan de un pensamiento abstracto, libre de emociones, si
no, me temo que se verá envuelto en lo que el asesino busca… tener el control
sobre usted… - La intensa mirada azul se mantuvo durante varios segundos, y
casi me sentí de nuevo como una niña… escuchando los consejos de sus padres. La
forense era una mujer hermosa, aunque cercana a sus cincuenta años. Tenía una
mirada inteligente y cálida, a pesar del trabajo que llevaba, y en su dedo
anular había una vieja alianza de oro, sin embargo, algo en su postura, me hizo
pensar que esta mujer vivía sola con sus fantasmas… - Intentaré que mi informe
le llegue lo antes posible, pero seguramente hasta mañana no lo haya acabado…
le aconsejo que vuelva a casa, que descanse… porque mañana se enfrascará en un
caso muy difícil, aunque no me extrañaría que los federales aparezcan pronto…
este caso es demasiado llamativo.
-
Gracias por su consejo… esperaré su informe mañana. – Me despedí con una
inclinación de cabeza y volví junto a Amelia. Increíblemente, cuando llegué a
su lado no hizo ninguna pregunta, sencillamente me siguió hasta el coche y
viajamos en silencio de vuelta a la estación de policía.
Al
llegar a nuestros escritorios, ella recogió sus cosas y se marchó a casa, con
un sencillo gesto de despedida. Mientras la veía marchar, no pude evitar pensar
en Vivian… La semana pasada habíamos tenido una conversación difícil que nos
llevó a concluir nuestra relación de cama, pero había sido lo mejor para las
dos. Es cierto que para mí era duro… pero sé que para ella era horrible…
Ahora…
en un momento como este… echaba de menos tener lo que tenía Amelia… alguien con
quien volver a casa…
Comencé
el informe, aunque bastante escueto, del caso, y tras salir del despacho del Teniente
Jackson, recogí mis cosas con la intención de ir a emborracharme a algún lugar
hasta caerme muerta en la cama… así a lo mejor dormía… sin embargo, tras dos
pasos lejos de mi escritorio, el teléfono sonó, provocándome un gemido de
fastidio.
- Wild.
– Respondí de mala manera.
-
Parece que tienes un día tan malo como el mío. – Por toda respuesta, sonreí
ante la voz profunda y sensual al otro lado del teléfono. – Necesito un favor,
Jackie.
-
Para ti, todo lo que quieras preciosa…
29/04/15 (18:20h)
(AMELIA)
-
¿De verdad tienes que irte? – Pregunté de nuevo, mientras veía como Troy Cogía
su equipaje del suelo.
-
Lo siento cariño, es una asamblea que lleva meses organizada, sólo será una
semana y llamaré todos los días…
-
Pero yo te necesito… yo… - Casi me atraganté al volver a recordar la escena,
aun así, no me gustaba escucharme así… no quería ser tan dependiente de mi
pareja, pero realmente necesitaba estar con alguien en momentos como este.
Cammie está perdida por el mundo intentando aclarar sus sentimientos por Paul,
y Taylor está demasiado liada con la boda como para poder venir a verme…
Suspiré, manteniendo un poco la compostura. – Lo siento cariño. He sido muy
egoísta al intentar pedirte que te quedaras conmigo… sé cuánto llevas esperando
esta asamblea. – Troy se acercó a mí con una sonrisa triste, dejando el
equipaje de nuevo en el suelo para poder estrecharme entre sus brazos. Hundí la
cara en su cuello, aspirando con fuerza su olor, intentando que quedara gravado
en mi subconsciente.
-
Si ocurre cualquier cosa, vendré tan rápido como pueda. – Me susurró al oído,
antes de apartarse un poco y besarme con cariño, alargando el beso hasta que
ambos estuvimos sin aliento. – Será mejor que me vaya antes de que la cosa se
ponga caliente. – Dijo con una sonrisa divertida. Le di un beso más antes de
que se apartara de mí y echara horriblemente de menos estar entre sus brazos.
-
Llámame en cuanto aterrices en Atlanta, ¿De acuerdo? – Pedí.
-
Nada más salir del avión. Te quiero. – Dijo con dulzura mientras acariciaba mi
mejilla.
-
Yo también te quiero. – Tras un pequeño golpecito en la nariz, Troy salió de
nuestro apartamento y el eco de la puerta al cerrarse fue lo único que se quedó
conmigo. Respirando varias veces, comencé a limpiar el piso, intentando
relajarme, pero todo estaba condenadamente limpio ya, así que no me quedó más
que dejarme caer en el sofá e intentar tranquilizarme.
Después
de más de media hora intentando inútilmente que las imágenes salieran de mi
cabeza, me levanté y cogí mi teléfono.
-
Long. – Respondieron.
-
Dan, Soy Amelia. Necesito que me des una dirección…
***
Milagrosamente,
conseguí aparcar en la calle Hancock, cerciorándome de todas formas de que mi
número de agente policial quedara visible por si había aparcado en el lugar de algún
vecino. Bajé del coche, dejando la maleta en el maletero. No quería dar por
sentado que me iba a dejar quedarme en su casa.
Cómo
no, cuando Dan me dio la dirección, comprendí por fin porque siempre llegaba
antes que yo a la comisaria. La muy cara dura podía ir andando si quisiera…
Iba
a llamar al timbre cuando un hombre de mediana edad salió del apartamento, dejándome
pasar amablemente al interior. Nota
mental, concienciar a los ciudadanos de que no es aconsejable dejar entrar a un
extraño en un bloque de pisos…
Subí
al tercer y último piso por las escaleras, agradeciendo ir en deportivas por
una vez en mi vida, y vi que tan sólo había una puerta. Suspiré pesadamente y
me preparé mentalmente para mi monólogo de, somos compañeras, tenemos que
apoyarnos, sobre todo si una de las dos puede morir de un colapso nervioso…
Conté
hasta tres en voz baja, intentando no parecer una idiota y llamé a la puerta
con fuerza. El susurró de unos pies descalzos atravesó la puerta, y en pocos
segundos, la puerta se abrió de par en par, igual que mi boca.
Delante
de mí, había una joven voluptuosa vestida tan sólo con una camiseta larga. Era fácil
saber que bajo esa camiseta no había ningún sujetador que mantuviera a raya los
enormes y altos pechos… jodida juventud…
yo en mi vida he podido ir sin sujetador… ¡y esta cría tiene más pechos que yo!
-
¿Sí? – Dijo la joven rubia, con brillantes ojos azules. Cielos, me he quedado en blanco… esta chica quita el hipo…
-
Yo… eh… me habré equivocado… buscaba a… - Comencé a decir, hasta que en mi
campo de visión, apareció otra rubia, con el pelo algo más claro y corto y el
cuerpo indudablemente más adulto y andrógino,
con una camiseta de tirantes y unos pantalones cortos de color negro. -
¡Jackie! – Casi grité, provocando que la susodicha abriera los ojos como platos
en mi dirección.
-
¿Amelia? ¿Qué haces aquí? – Preguntó, avanzando hasta colocarse al lado de la
joven “caderas de infarto” que rápidamente se puso detrás de Jackie.
-
¡Será posible! Yo no hago más que ver un montón de escenas desagradables en mi
cabeza y tú, como si nada, te buscas a una cría para quitarte las penas… - Dije
indignada. – Apenas han pasado unas horas, ¡Por Dios! ¿Y Vivian? De eso hace
tan sólo una semana… no puedo creer que…
-
Amelia, escucha. – Dijo Jackie rápidamente, avanzando un paso. – No es eso,
verás, ella es…
-
¿Quién? ¿Tu prima? No fastidies Jackie, es más que obvio que vosotras… -
Alguien carraspeó detrás de mí, llamándonos la atención a las tres.
-
Encantada de verte de nuevo Amelia. – Dijo la voz femenina y gutural detrás de
mí.
-
¿Logan? – Pregunté estúpidamente, al ver detrás de mí a la joven castaña de
afilados ojos verdes portar un par de bolsas de la compra. - ¿Qué… qué haces
aquí?
-
Es lo que intentaba decirte, Amelia. – Respondió por ella Jackie, entre
divertida y extrañada. – Esta. – Dijo señalando a la joven rubia que ahora
sonreí radiante a Logan. – Es Melinda Ross, la ESPOSA, de Logan.
Jajajajaja... La señorita Amelía acaba de hacer una escena de celos en toda ley, ahora yo la quiero ver dando explicaciones.
ResponderEliminarMuy bno, ahora sólo resta aguardar unas horas por el próximo.
Saludos ;)
Tragatela tierra
ResponderEliminarJajajaja, a metido la pata hasta el fondo
ResponderEliminar:-P
M.S(galicia)