PARTE II
* Maldigo el internet de mi casa, pero al fin he podido subir el capítulo. Tened en cuenta que me es mucho más fácil poner los avisos en Facebook, aquí lo tenéis si no los sabéis: Facebook Belladonna y bueno, ¡disfrutad del capítulo!
29/04/15 (11:35h)
(AMELIA)
Jackie
y yo llegamos a una pequeña calle en North
Cambridge sin apenas decirnos una palabra. No pude evitar recordar el
primer día que nos conocimos, hace poco más de un mes. En esa ocasión, el
silencio se debió a la incomodidad y el enfado de Jackie por tener una nueva
compañera… en fin… como yo.
Pero
esta vez era muy distinto. No, esta vez sí que era incómodo. Jackie se pasó
todo el trayecto apretando inconscientemente el volante con fuerza y en ningún
momento me miró después de salir del vestuario…
¿Tan horrible soy? Inconscientemente llevé mis manos a mi cintura y el
vientre, donde sabía que las estrías eran más visibles. Sentí una desagradable
sensación en el pecho, parecida a la asfixia, y sabía que si dejaba que esa
sensación siguiera su curso acabaría llorando de rabia. ¿Y qué más da que no le guste? Ya no estoy acomplejada con mi cuerpo…
¡Ya no!
Al
bajarnos del coche, la vergüenza y la inseguridad dieron paso a una ira sin
fundamentos. Bien Jackie, si no me
quieres mirar, no me mires. A partir de ahora sólo será trabajo…
Avanzamos
tras la cinta policial y nos encontramos con Daniel Long sentado en las
escaleras de la casa con las manos rodeando su estómago. Daniel tenía muy mala
pinta. Llevaba los zapatos envueltos en bolsas y las manos enguantadas, pero no
había ni rastro de sangre, que solía ser la principal causa de sus malestares.
-
Dan, ¿te encuentras bien? – Pregunté, haciendo que Daniel levantara la vista y
disfrutáramos por completo de su pálido y sudoroso rostro.
-
Oh, chicas… ya estáis aquí… bien. – Daniel se levantó algo tambaleante. – Yo,
bueno, he estado mejor… Nunca antes había visto algo así. Es… sencillamente
espantoso. – Daniel miró la puerta abierta de la casa y negó con la cabeza. – Esta
vez no pienso mostraros el camino, no pienso volver a entrar ahí. Iré a hablar
con el Señor O’Brien, que es quien dio el aviso a la policía…
-
Antes de entrar, ¿Podrías ponernos un poco en situación? – Dijo Jackie
impaciente.
-
Sí, sí, lo siento. – Daniel se sacó su libreta con manos temblorosas. – A ver,
vine sólo con otra patrulla porque una vecina, una tal señora Jensen, había
escuchado gritos en el barrio. Mientras nos dirigíamos hacia aquí, la central
nos avisó de que había habido una nueva llamada, esta vez del señor O’Brien.
Decía que había encontrado a la hija de los Lane gritando en estado de Shock
fuera de esta casa. El señor O’Brien no sabía que había provocado el estado de
pánico de la niña, dado que esta no hacía más que gritar señalando la casa.
Llamó a su madre y a la policía, creyendo que la niña habría visto a algún
ladrón o algo así… - Daniel comenzó a negar con la cabeza. – A la pobre niña se
la llevaron al hospital hace solo diez minutos… sólo tiene diez años… - Daniel
parecía ansioso.
-
Tranquilo Dan, ¿Qué es lo que vio la niña? ¿Vio los cuerpos? ¿Es eso? –
Pregunté, sabiendo que dentro de la casa tendría que haber al menos tres
cuerpos, según el último informe por radio.
-
No… exactamente. – Dijo Daniel al fin.
-
¿Cómo qué no exactamente? ¡O los vio o no! – Gritó Jackie, comenzando a subir
las escaleras.
-
Cuando lo veas, lo entenderás. – Dijo Daniel algo enfadado, dirigiéndose a la
cinta policial.
Subí
las escaleras y me encontré con Jackie, colocándose las fundas para los pies. A
pesar de que quería recriminarla por su falta de tacto con Daniel, me puse en
silencio las fundas para mis tacones y le tendí sin mirarla un par de guantes
de mi bolso, como siempre hacía, ya que los que nos proporcionaban los
paramédicos y la policía científica no eran tan suaves como los que compraba
yo… al no sentir como retiraba los guantes de mis manos, alcé la vista molesta,
viendo como Jackie miraba los guantes como si fueran explosivos.
-
Cómo quieras. – Dije molesta, dejando caer los guantes y colocándome los míos.
Al terminar de ponérmelos pude ver por el rabillo del ojo como Jackie se
agachaba y los recogía del suelo con una mueca de desagrado. Tú te lo has buscado…
-
Yo me lo he buscado. – Escuché como susurraba entre dientes. Me detuve momentáneamente.
¿Yo no lo había dicho en voz alta,
verdad? Pregunté a uno de los chicos que había por allí donde estaban los
cuerpos y me extrañó que el joven dudara.
-
Ya sabes… los cadáveres. – Le dije. A lo mejor el chico era nuevo, aunque
parecía mayor que yo…
-
Es que… es complicado. Si desea ver la escena del crimen, se podría decir que
está en el comedor, por esa puerta. – Dijo, señalando con desagrado tras la
cocina. – Pero si lo que quiere ver son los cuerpos, tendría que bajar al
sótano… aunque yo no se lo recomendaría, detective. – El hombre vestido de
espermatozoide blanco y mascarilla se acababa de pasar. ¿Qué se cree? ¿Qué porque soy mujer no soportaré un montón de sangre y
heridas desagradables?
-
En fin, comenzaré por el comedor y luego bajaré al sótano, no es la primera vez
que veo un cadáver… - Dije, avanzando hacia la cocina.
-
Cómo estos seguro que no señorita… yo le he avisado. – Dijo el hombre, antes de
marcharse por la puerta. Extrañada, miré un instante a Jackie, que parecía tan
confusa como yo, y continuamos nuestro camino. En la cocina, había un par de
marcas numeradas con pruebas y al entrar en el comedor, lo primero que vi fue
una galleta rota en el suelo con el número tres a su lado.
Al
levantar la vista, vi a un par de fotógrafos hacer fotos de todas las pruebas y
no fue hasta dirigir la mirada a la mesa que no vi los… ¿cuerpos? El asombro
y la fascinación se mezclaron al contemplar la escena… tan real, que me provocó
un escalofrío de terror.
Había
tres personas sentadas a la mesa… o al menos, parecían tres personas sentadas
alrededor de una mesa. Un hombre, moreno y alto, presidía la mesa, con un
periódico a su lado y una desayuno perfectamente colocado delante de él…
perfectamente trajeado, como si se tratara de un hombre de negocios de los años
cincuenta… la mujer, con un peinado rubio perfecto, iba vestida de coctel, con
un voluptuoso vestido celeste y perlas rodeando su cuello… y por último, en uno
de los laterales de la mesa, había una joven con el pelo tan negro como el del
hombre, sujetado en un perfecto lazo azul, a juego con un traje de animadoras
antiguo y recatado… sin embargo, fueron sus rostros, los que me hicieron cerrar
los ojos con fuerza.
Sus
ojos, abiertos como platos, eran falsos… brillantes como el plástico, y sus
sonrisas, perfectamente rectas y anchas… me hacían pensar en un conjunto
macabro de muñecas antiguas. Ambas mujeres perfectamente maquilladas… y aun
estando a un par de pasos de distancia del hombre, pude oler su after save mezclado con el aroma a café…
estaba tan absorta por la imagen que me asusté al escuchar un carraspeo a mi
lado.
-
¿Detectives? – Volvió a preguntar, al parecer, el técnico encargado del recoger
las pruebas. Miré a Jackie, que también estaba en estado casi catatónico con la
escena.
-
Sí, lo siento… ¿Dónde está el médico forense? – Pregunté mirando la habitación,
sólo ocupada por nosotras y los dos fotógrafos.
-
Em… abajo, por supuesto. – Respondió el técnico.
-
Pero… los cuerpos está aquí. – Dijo Jackie, diciendo en voz alta lo que estaba
pensando.
-
Oh no… estos no son los cuerpos… o al menos, no del todo. – Dijo el Técnico,
con una mueca.
-
Quiere decir que estos… ¿No son los cuerpos?
-
Lo mejor serán que bajen y hablen con la doctora Grant, yo sólo estoy aquí para
sacar fotos… muy desagradables… - Jackie y yo nos dirigimos hacia la puerta del
sótano ahogando un gemido de asco al llegarnos el olor de la putrefacción ya en
lo alto de la escalera. – Tomen, lo necesitaran. – El técnico, nos tendió a
ambas un par de máscaras duras, con un pequeño filtro de aire. – Las de papel
no funcionaran con lo que hay ahí abajo.
Las
máscaras, aunque mejores que las de papel, seguían permitiendo pasar algo del
desagradable aroma del sótano. Jackie, delante de mí, fue bajando lentamente,
con cuidado de no caerse por los estrechos escalones de madera antigua.
Instintivamente, me agarré a sus hombros al bajar, debido a la inestabilidad de
los tacones. Al llegar abajo y dejar de mirar al suelo, alcé la mirada hacia
Jackie, para darle las gracias, y lo que vi me dejó de piedra, antes de girar
la mirada.
Jackie,
con una expresión de completo horror, enfocaba a varios puntos a la vez, de
manera rápida, antes de bajar la mirada, respirando con dificultad y doblándose
y tosiendo con fuerza. Se aferró a mi muñeca con fuerza, y me tiro de nuevo
hacia las escaleras, pero no antes de que mis ojos vieran una de las imágenes
más escalofriantes de mi vida.
Colgados
como jamones en medio del sótano, tres cuerpos colgaban boca-abajo goteando
sangre por sus dedos…con amplios enganches clavados en sus tobillos, la imagen
de tres personas…de diferentes tamaños… despellejadas por completo… sin un solo
lugar de su cuerpo cubierto de piel o pelo… y esos ojos desenfocados de color
gris muerte… Oh, Jesús… sentí como las
arcadas y una desagradable sensación en mi estómago me gritaban que saliera de
allí lo antes posible… pero mis pies permanecieron anclados en el suelo… y mis
ojos no dejaron de mirar esos ojos…
Sentí
como alguien tiraba con fuerza de mí y por fin aparté los ojos de ese horror.
Subí las escaleras, notando como mi respiración de repente se volvió rápida y
pesada. Al llegar a la planta baja y cerrar la puerta, me quité de un tirón la
mascará y escuché mi propia respiración, entrecortada y ansiosa. Los ojos se me
empezaron a nublar y una presión en el pecho me impedía respirar… Unos brazos
ajenos me rodearon y unos brillantes y preocupados ojos azules me miraron con
intensidad.
-
¡Amelia… Amelia! Relájate, estás teniendo un ataque de asma… tienes que relajarte
¿De acuerdo? Respira conmigo, no pienses en nada más ¿Vale? Sólo céntrate en mi
respiración… - Como una autómata, alterné mi mirada entre sus ojos y su boca,
tomando bocanadas de aire a la vez que lo hacia ella, y expulsando aire con
suavidad mientras sus manos me frotaban los brazos con delicadeza. Poco a poco,
la presión en mi pecho cesó y mi mirada volvió a la normalidad.
-
Yo… no tengo… ataques de asma… - Dije entrecortadamente. Para mi asombro,
Jackie me tocó la mejilla con cariño y preocupación.
-
Lo sé… yo tampoco. – Confesó Jackie. – Eso ha sido… muy desagradable. – Cerré
los ojos con fuerza.
-
Por favor… quiero salir de aquí. – Supliqué.
-
Vamos. – Jackie me guio al exterior de la casa, agarrando mi mano con suavidad.
– Sólo intenta centrarte en otra cosa… lo que sea… tal vez así borremos los
últimos cinco minutos de nuestra memoria.
-
¿Cómo qué? No creo que pensar en cachorritos borre eso de mi mente. – Dije con
un nudo en mi garganta.
-
Piensa en algo mejor que eso… que no solo sea agradable…algún lugar bonito…
alguna persona… cualquier cosa es mejor que eso…
-
Vale… entonces pensaré en tu cuerpo desnudo. – Jackie se paró en seco y me miró
completamente colorada. – No hay nada más traumático que ver desnuda a tu
compañera, ¿No crees? – Increíblemente, las orejas de Jackie se volvieron de un
rojo tan intenso como la grana, aunque no sé si fue por la vergüenza o por
haber dejado de respirar.
-
Ay Señor… Lo siento, lo siento, lo siento… - Dijo Jackie avergonzada. – Yo… no
sabía que eras tú… lo juro… no sé qué me pasó por la cabeza, fui muy descarada
y tienes que pensar que soy una asquerosa pervertida lesbiana…
-
¿Eso significa que en los vestuarios miras a todas las chicas desnudas? –
Pregunté, dejando de lado la desagradable fatiga y centrándome en la divertida
expresión de Jackie, la siempre controlada y seria Jackie, convertida en una
adolescente de catorce años pillada infraganti leyendo revistas porno…
-
¡No! ¡Por supuesto que no! Yo simplemente… me estaba duchando y al levantar la
mirada yo… - Miré a Jackie inquisitivamente, sonriendo de medio lado,
disfrutando de su sufrimiento.
-
Oye, Jackie. – Dije apiadándome de ella. – Sé que mi cuerpo no es muy
agradable, pero eso no es razón para que me evites… somos mujeres y no
deberíamos…
-
Espera, espera… ¿Cómo que no es muy agradable? – Preguntó extrañada Jackie.
Suspiré con fuerza…
-
Tranquila Jackie, no me importa… sé que tengo muchas cicatrices y marcas y yo…
-
¿Qué cicatrices? – Me cortó Jackie. – ¡Si eres perfecta! – Tanto Jackie como yo
nos quedamos impactadas. – Quiero decir… - Dijo nerviosamente. - Que yo no vi
ninguna… yo no… ¡Demonios! Mira Amelia, si no hubieras sido tú, te habría
tirado los tejos descaradamente en medio de las duchas… estás muy buena, ¿Vale?
Ya lo he dicho… si quieres puedes presentar una queja al Teniente Jackson, pero
te juro que si hubiera visto que eras tú ni siquiera te habría mirado… - Aun
asombrada, pregunté.
-
¿Por qué no me habrías mirado? – Ante la extrañeza de Jackie añadí. – Si
hubieras sabido que era yo. – Terminé.
-
Pues porque eres hetero y además tienes novio. – Dijo como si fuera obvio. – Y
por si fuera poco eres mi compañera. Strike Tres. Eliminada. – Dijo Jackie con
una mueca.
-
Bueno sí, tienes razón. – Respondí con una sonrisa. – Pero estás equivocada… yo
no…
-
¡Detectives! – Gritó una mujer de mono blanco desde la puerta de la casa,
impidiéndome continuar. - ¿Podrían venir un momento? – Mi cuerpo se tensó.
¿Querría la forense que bajáramos de nuevo? Supongo que mi expresión de horror
fue bastante obvia, ya que Jackie dijo.
-
Tranquila Amelia, yo iré a hablar con ella… intentaré decirle que no me apetece
volver a bajar. Tú quédate aquí, vuelvo enseguida. – Vi como Jackie se alejaba
en dirección a la forense.
A ver si me aclaro… eso quiere decir que
Jackie me estaba evitando ¿Por qué? ¿Por vergüenza? ¿Por miedo a que yo qué?
¿La denunciara?
Strike tres…
No
pude evitar sonreír al recordar su cara.
Así que habría ligado conmigo si no
fuera un Strike tres…
Por
un instante, pasó por mi mente la estúpida idea de que Jackie coquetearía
conmigo si supiera toda la verdad… No, no
es posible… No le gustaría tanto para eso… ¿Verdad? Mirando discretamente
como Jackie hablaba con la forense en la puerta de la casa, sentí como mis
mejillas se calentaban.
No… mejor que no lo sepa… sí, mejor así…
es mejor que siga pensando que soy un… ¿Strike Tres? Sí, eso es, ella no tiene
otra forma de saber que soy Bisexual si yo no se lo digo… así que ese dato me
lo guardaré… Dios, es como meterme en el armario cuando en mi vida he estado en
uno. Pero mejor eso a que exista tentación…
¿Pero de qué me estoy preocupando? Tengo
novio, ella también tiene pareja… o más o menos… Negué con la cabeza.
Nunca me había atrevido a comentar, pero de verdad gracias, tus historias logran atrapar casi que desde la primera línea, además podemos encontrar una variedad en ellas, es admirable, me siento afortunada de leerte.
ResponderEliminarSaludos desde Colombia.
Ufffff se me corto la respiracion, me imagine la horrible escena a medida que bajaban las escaleras .
ResponderEliminarSi que nos pones a mil por los sustos.
Un excelente capitulo, espero con muchas ansias el siguiente.
Besos y abrazos.
Maria Rene
Me encanta la historia :)
ResponderEliminarPues si se esta poniendo interesante, y solo de imaginarme la escena ya me dan escalofrios
ResponderEliminarCreo q tienes una imaginación increíble inventando asesinatos
M.S(galicia)
tenia rato sin comentar natalia, por problemas en el pc y cel...pero siempre leyendo tus relatos...me encanta esta continuación por que amelia nos dijo un gran secreto que puede encaminar las cosas... aunque imaginándome esa escena como las demás tambien me dan escalofrios, estido hannibal o criminal minds (no hay emoticon para eso)... jajaja... pero se ve muy interesante este nuevo caso...aunque seria mucho pedir seria bacano que vuelvan todas las chicas a trabajar en grupo...
ResponderEliminarYa me extendí mucho, solo resta decir que me siguen encantado mucho las historias y gracias por compartir todo esto con nosotras.
Saludos, Besos y Abrazos desde Colombia ;)